martes, 29 de abril de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 50 - 41

#50. The Guns Of Brixton - The Clash
Album: London Calling (1978).
Letra y música por Paul Simonon.
Lírica clave: "When they kick at your front door, how you gonna come? With your hands on your head, or on the trigger of your gun".

El mítico London Calling es uno de esos álbumes increíblemente exuberantes que si algo ofrecen al universo, eso es puro amor por la música. En medio de una colección de canciones alucinantes, The Guns Of Brixton sobresale con su atmósfera febril de ilegalidad, última frontera y conflicto inminente que tan bien retrataría algún enfrentamiento a tiros entre policías y narcos en zonas urbanas subalternas. Inspirada en los violentos choques callejeros que solían tener lugar en el distrito londinense de Brixton durante la época, la canción es el único crédito del bajista Paul Simonon como compositor en toda la historia de la banda. A juzgar por los resultados, no fue en vano. Comenzando con una característica línea de bajo, el virulento ritmo de reggae que va rasguñando la banda en cada ominosa nota es, con toda probabilidad, lo más auténtico (y oscuro) que haya sonado jamás el género en manos de una banda inglesa.

#49. How Soon Is Now? - The Smiths
Album: Single (lado B de William, It Was Really Nothing) (1984).
Letra y música por Johnny Marr & Morrissey.
Lírica clave: "I am human and I need to be loved, just like anybody else does".

Es escuchar ese bestial, ese electrizante, ese furibundo vibrato que impregna todo los primeros segundos y sentir una sacudida. ¿Cómo es humanamente posible que esto haya sido originalmente un lado-B? Cosas de bandas inglesas, supongo. "I am the son and the heir of a shyness that is criminally vulgar" canta Morrissey en las primeras líneas, y eso realmente establece el clima del resto: un lamento por su timidez y su eterna soledad, solo que esta vez con un corte un poco más agresivo que de costumbre ("You shut your mouth, how can you say I go about things the wrong way"). Lamentos de Morrissey por esas mismas causas alcanzan y sobran en casi todos los temas de esta banda, aún en los que parecen más alegres. How Soon Is Now? destaca entre toda esa pulpa de angustia y depresión por su demoledor ecosistema musical que, justamente, no respeta en absoluto la costumbre sonora de The Smiths. Los sonidos de guitarra, mucho más densos y distorsionados que nunca, se apilan como sábanas de ruido lujurioso, y en el fondo ese bestial vibrato de Marr que, en su inadulterada simpleza, prácticamente hace a la canción.

#48. Tropical Hot Dog Night - Captain Beefheart
Album: Shiny Beast (Bat Chain Puller) (1978).
Letra y música por Don Van Vliet.
Lírica clave: "Meet the monster tonight".

El rock sin el Captain Beefheart no sería rock. Más que ningún otro artista, el californiano Don Van Vliet descubrió que el género podía ser, además de una industria cultural abordable de formas más o menos novedosas, un vehículo para verdaderas cosmovisiones de autor. La obra de este músico es tan idiosincrática, tan personal, que puede ser una cefalea para el público no dedicado. No obstante, es recomendable una inmesión aunque sea superficial en ella para probar hasta qué punto puede uno, como oyente, demoler las estructuras previas sobre lo que es o debe ser una canción de rock. Más allá de si el juicio sobre su música se incline luego sobre el lado de la pose snob o del verdadero arte, lo que sí hay reconocer es que el tipo es un mistificador prodigioso capaz de darle al rock un significado totalmente nuevo, a niveles formales que ni Dylan o Zappa intuyeron. Tener una canción suya en la lista es obligatorio más allá de que sea prácticamente imposible escogerla. Entonces, no lo pensé demasiado y me quedé con mi favorita: Tropical Hot Dog Night es un interesante experimento con ritmo de calypso que parece cumplir todos los requisitos para la micro-obra de arte perfecta: pegadiza, exótica, sofisticada y capaz de soprendernos, alegrarnos o atemorizarnos en proporciones idénticas. El dadaísmo rockero de Beefheart en su expresión más acabada.

#47. Dancing Barefoot - Patti Smith
Album: Wave (1979).
Letra y música por Ivan Kral & Patti Smith.
Lírica clave: "Oh God, I fell for you".

¿Qué es exactamente estar enamorado? La ironía del amor es que siendo el sentimiento más común del mundo, es también el más difícil de definir y entender. Volátil, impredecible, potencialmente liberador y destructivo, aquello que nos complementa y a la vez nos hace dependientes, que se manifiesta con "mariposas en el estómago" tanto como con el más paralizante dolor. Canciones de amor hay muchas, y sacando las cuantas que se conforman con conjugar el verbo "amar" en diferentes tiempos y personas, cada una intenta dar una respuesta, nunca enteramente satisfactoria, a la pregunta de siempre ¿qué es exactamente estar enamorado? Dancing Barefoot es tal vez uno de los temas pop que más complejamente se anima a abordar la cuestión. Para Patti Smith, el enamoramiento es ese momento en el que uno siente simplemente abandonarse más allá de toda frontera o historia subjetiva, pero sin saber jamás con total certeza qué es lo que sucede. "Here I go and I don't know why", reconoce la cantante, para admitir que "could it be he's taking over me": la sensación de ser tomada, invadida. Inspirada por su relación con quien luego fuera su marido de toda la vida - el guitarista de MC5 Fred "Sonic" Smith - la canción es un exuberante artilugio pop que, si bien no se condice con las musas experimentales frecuentemente asociadas a Patti Smith, bien podría ser su manifiesto poético más relevante.

the plot of our life sweats in the dark like a face
the mystery of childbirth, of childhood itself
grave visitations
what is it that calls to us?
why must we pray screaming?
why must not death be redefined?
we shut our eyes we stretch out our arms
and whirl on a pane of glass
an afixiation a fix on anything the line of life the limb of a tree
the hands of he and the promise that she is blessed among women.


#46. Pyramid Song - Radiohead
Album: Amnesiac (2001).
Letra y música por Colin Greenwood, Jonny Greenwood, Ed O'Brien, Phil Selway & Thom Yorke.
Lírica clave: "The was nothing to fear and nothing to doubt".

Radiohead, un poco como Pink Floyd, es una de esas bandas que me es más fácil referir a través de álbumes completos que de canciones separadas. Eso hace que en muchos aspectos Pyramid Song sea una elección algo más aleatoria que las demás, en el sentido de que no tengo muchos argumentos para preferirla a otras joyas de esta banda como Street Spirit, Paranoid Android, Everything In It's Right Place o There There. De todas maneras, siempre conservé este segundo track de Amnesiac como el momento más íntimo o más profundo que nos regala Radiohead. Y uno de los más visuales también; la letra es pura imaginería y, como tal, pinta uno de los paisajes más sobrecogedores que haya escuchado en un tema pop. Con su impecable letanía fúnebre, parece bastante claro que la canción celebra nada más y nada menos que la muerte como ese momento en el que todos nuestros pasados y futuros se conjugan, todos nuestros amantes de pronto vuelven para completarnos, y finalmente ya "no hay nada que temer ni dudar". Pero además de su interesante lírica, Pyramid Song es un acabado ejemplo de la singular conquista estética que suele perseguir Radiohead; el extrañísimo tempo del piano, la magistral entrada de la sección rítmica y los sublimes lavajes orquestales demuestran una sutileza en los detalles de la que pocas bandas de la actualidad pueden jactarse.

#45. Somebody To Love - Queen
Album: A Day At The Races (1976).
Letra y música por Freddie Mercury.
Lírica clave: "Someday I'm gonna be free Lord!".

Esta lista guarda curiosidades y una de ellas es que incluye dos canciones diferentes con el mismo título (siendo la otra de Jefferson Airplane). Para ser justos, debe tratarse de uno de los casos más flagrantes en el que dos clásicos absolutos comparten el nombre. El gran dilema con Queen, al menos en mi caso, es cómo disfrutarlos plenamente teniendo en cuenta el estándar de "puro show" que suele habitar en sus obras. A veces, pareciera que a la banda de Mercury y cia. le falta un corazón detrás de los increíbles artificios de producción que distinguen su música. Espectacular, singular, divertida, hasta bizarra incluso, pero ¿qué nos dice la música de Queen sobre la experiencia de estar en el mundo? ¿a qué emoción nos remite más allá del sofisticado pasatiempo? Pareciera que a ninguna, al menos si el oyente se orienta a ver el vaso medio vacío. Somebody To Love, no obstante, se enarbola como una excepción notable, en la que la pompa típica del Queen más operístico potencia la emotividad en vez de subsumirla. Recuerdo que en algún momento temprano, cuando conocía la banda solo a través de los Greatest Hits, Somebody To Love no era de mi favoritas. Demasiado show-tune y poco rock, pensaba. Sin embargo, un día vino el click; la performance de Freddie es su pico absoluto como vocalista, logrando un balance milagroso entre perfección formal y autenticidad. La intensidad que le imprime la banda a este grito desesperado de soledad es tal, que no es difícil, por una vez, creerle a Freddie y entender que sí, que detrás de toda esa mascarada febril que adoraba cultivar, el tipo era un hombre solitario.

#44. Hero - NEU!
Album: NEU! '75 (1975).
Letra y música por Klaus Dinger & Michael Rother.
Lírica clave: "And you're just another hero riding through the night".

Asumo por el momento que esta es una de las propuestas más radicales de la lista, sino la más radical. Imagino que a muchos no les será fácil digerir el mantra monótono de su factura, apuntalado además por los más de siete minutos que dura. Aún así, creo que vale la pena animarse al esfuerzo, ya que los alemanes NEU! son una de las bandas (dúos, para el caso) más avanzadas e influyentes de toda la historia del rock, y como tales merecen un reconocimiento en este espacio. Hero es, se me ocurre, una escucha obligada para el aficionado tanto al punk como a la música electrónica. Realmente es, en esencia, una combinación entre ambas estéticas; mientras el insistente, propulsivo ritmo "motorik" en 4/4 (marca de fábrica de la banda) provee un esqueleto que evoca el trance de la actual música electrónica, el cantante se desgarra en un farfulleo maníaco que remite al punk. En el medio, se levanta una monumental espalda de sonido monocorde con guitarras eléctricas y demás. El resultado es un track completamente visionario - 1975 es el año y hablamos del último disco del dúo - que rockea como una inapelable estampida de rinocerontes colorados, sin ceder un instante, hasta montarse en un clímax para recordar por mucho tiempo. Ideal para reventarse en los auriculares.

#43. The Weeping Song - Nick Cave & The Bad Seeds
Album: The Good Son (1990).
Letra y música por Nick Cave.
Lírica clave: "This is a weeping song, but I won't be weeping long".

El magistral The Good Son de Nick Cave es a todas luces uno de los más grandes discos de los años noventa, y su pieza central, The Weeping Song, una de las mejores canciones del mismo período (aunque prácticamente todos los temas del álbum son clásicos, en serio). Mezclando con pasmosa efectividad la tradicional aura macabra típica de su repertorio con un estribillo eterno, Nick se despacha a gusto en una fábula vengativa y críptica de inspiración bíblica, acerca del sufrimiento de pueblos enteros. Los arreglos son geniales, desde la marimba que nos introduce en la canción y luego vuelve cada tanto hasta esa guitarra eléctrica que es como un lamento difuso, pasando por el orgánico ritmo con palmas y demás. Y sobre eso, la portentosa voz de Nick Cave doblada varias veces en un efecto atronador que colma los poros. Esta vez, en serio, no hay palabras que hagan justicia a esta magnífica composición.

#42. Halo Of Flies - Alice Cooper
Album: Killer (1971).
Letra y música por Michael Bruce, Glen Buxton, Alice Cooper, Dennis Dunaway & Neal Smith.
Lírica clave: "You never will understand".

Aunque cuando Vincent Fournier arrancó su carrera solista tomó el nombre de Alice Cooper para sí mismo, el nombre pertenece originalmente a su banda, con la cual supo publicar a principios de los 70's cuatro álbumes seminales (Love It To Death, Killer, School's Out y Billion Dollar Babies). El estilo de la banda no se ataba demasiado a ninguna premisa particular, altarnando entre glam-rockers, oscuras épicas a lo Doors, psicodelia soft y hasta música de Broadway. Halo Of Flies es un ejemplo brillante de la diversidad que solían cultivar estos tipos cuando se lo proponían. En ocho minutos y medio encapsulan todo tipo de melodías, ritmos y riffs de guitarras para crear una suite entretenidísima de comienzo a fin que sorprende a cada minuto, haciendo que la cosa se pase volando como si fuera un single radial. Cada una de las partes se fusiona de forma tan natural y perfecta con la siguiente que incluso se pierde la cuenta de cuántas secciones diferentes tiene en definitiva la cosa. ¿Importa? Muy poco. Solo es cuestión de subir el volumen al mango y ascender por una montaña rusa que nunca dejará de proveer sorpresas con cada sucesiva escucha.

#41. Bad - U2
Album: The Unforgettable Fire (1984).
Letra y música por Bono, Adam Clayton, The Edge & Larry Mullen Jr.
Lírica clave: "I'm wide awake, I'm not sleeping".

Posiblemente por culpa de Bono y su recalcitrante solemnidad, hoy en día U2 suele recibir mayor vilipendio del que se merece. Tal vez llegue el día en el que la gente pueda aislar por electrosis la pedantería del cantante y refrescarse la cabeza con esos primeros cinco álbumes que hacen de U2 una banda tan única como relevante en los años ochenta. Tampoco es que hayan sido alguna vez los reyes de la ironía, el humor y la humildad, pero al menos en aquella época la seriedad religiosa y política con la que alertaban al mundo era sincera, valiente y, sobre todo, se hallaba vehiculizada a través de algunos de los más poderosos manifestos musicales de los últimos tiempos (cosa que no vemos al menos desde Achtung Baby). Entre todos ellos, Bad se alza aún hoy como la canción más impactante que jamás hayan compuesto. Sin mayor premisa que un crescendo de dos acordes, no existe mayor evidencia de la genialidad de estos tipos: solo U2 puede partir de una idea tan elemental y conducirla de a poco hacia el tour-de-force emocional más devastador que se podría concebir. Bad es una de esas canciones que sobrecogen, que parecen más grandes que la vida, que disparan bien alto la memoria y el deseo de vivir. Es hipnótico escuchar a Bono en su mejor momento - hablamos de una de las performances vocales definitivas de la historia de la música - cantando "To let it go, and so to fade away" mientras se acerca a esa catarsis de proporciones litúrgicas. El equipo de Brian Eno y Daniel Lanois se suma con una producción aterciopelada - notar como en la intro el címbalo vuela de un altavoz a otro - que, no obstante, no priva al tema de su hemorragia rockera. Si bien hay registro de al menos tres versiones en vivo aún más célebres (la de Wide Awake In America, la del Live Aid en 1985 - abajo en vídeo - y la de la la peli Rattle And Hum) la desvalorizada versión de estudio es ya lo bastante inmensa. Compuesta por Bono para un amigo adicto a la heroina, Bad sigue siendo, tal vez, la más monumental canción de rendención ante el sufrimiento jamás escrita, además de ser la experiencia definitiva de U2.


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lunes, 28 de abril de 2008

Jirones de otros

Salís. Ves la calle y sabés que ya es de noche. Las luces eléctricas amarillentas le dan al aire un tinte que puede ser triste o alegre, según el punto de vista. Podrías ir por cualquiera de las dos veredas, pero siempre vas por la misma: la de enfrente. Cruzás la calle siempre por el medio, aprovechando que allá en la esquina el semáforo está rojo y ya pasaron los dos o tres últimos autos que habían girado. Cruzás en diagonal, además, orientándote siempre en dirección a donde tenés que ir. Eso de que te marquen andariveles no es para vos, y aunque piensen cualquier cosa, siempre vas a terminar en lo mismo. Cruzando por el medio, buscando ser lo más libre posible en la cuadratura empedernida de la traza. Ni siquiera lo pensás, es el instinto el que te guía. Es una maravilla que todavía no te hayan atropellado.

Mientras caminás las veredas, casi sin darte cuenta, vas teniendo pantallazos de lo que pasa dentro de los negocios que desparraman sus charcos de luz débil sobre el pavimento. Algunos ya cierran, pero otros están en su apogeo. Pasás por un gimnasio, y ves lo que parecen cientos de cuerpecitos diversos matándose en aparatosas cintas para correr, una al lado de la otra. La postal es desoladora, pero ellos en ese momento se deben estar sintiendo sanos y activos. Alcanzás a preguntarte cómo podrías hacer vos para sentirte más sano y más activo, pero la verdad ya no te importa. Al pasar por una bocacalle, al malabarista de turno se le acaba de caer al piso una de las antorchas encendidas; igual se pone contento, se ríe, y, resignado, sigue con las que le quedan para que los automovilistas simpaticen mientras esperan la luz verde. No es la primera vez, ni la última, que se equivoca. Más atrás, sobre la esquina, un hombre se ha detenido porque sus dos hijos pequeños, uno a cada lado, están anonadados por el espectáculo callejero, un retazo de Desolation Row en medio del hormigón.

Vas ensayando un diálogo en tu cabeza, y puede que hasta lo digas en voz alta. El diálogo que será, que puede ser, que pudo haber sido. De pronto, allí mismo en la calle, las ideas toman forma triunfal por un instante, las palabras parecen claras y los significados encajan con sus significantes. Pasa alguien, te escucha balbucear y te mira mal. Hacés como que venís cantando alguna canción, tarareás, aunque eso de cantar por la vía pública tampoco está muy bien visto. La idea entonces termina deslizándose por algún lado. Hacés un esfuerzo por recuperarla. De todas formas, nunca será igual cuando tengas enfrente al interlocutor real. Se lo dirás todo de una manera tan confusa y tan torpe que, si tenés un poco de suerte, no te entenderá nada.

Sos vos quien atraviesa la ciudad, o es la ciudad la que te atraviesa. Parece una pregunta retórica, pero por un momento te lo planteás en serio. Hace algún tiempo alguien te dijo que bien pudiste haber sido un fantasma. Y tal vez finalmente eso terminaste siendo. Sin duda sos ahora un fantasma para los otros que vienen y van por la vereda, fantasmas a su vez todos ellos. Fantasmas de verdad, porque los voladores, espectrales, luminosos, esos llamarían demasiado la atención. Lo específico de un fantasma de ley es que nadie lo ve, a nadie asusta.

Recordás muy bien que esta soledad en algún momento te provocaba placer. Eso de ser anónimo, de derivar por calles angostas, entre pensamientos arrojados a la vastedad estremecedora del mundo. Eso de ir y venir sin pertenecer a nada ni a nadie. Eso de imaginar que detrás de cualquiera de esas ventanas distantes, iluminadas como un velorio gigantesco, podría estar tu lugar, tu trabajo ideal, la tranquilidad económica o el amor de tu vida. En suma: lo definitivo, el puerto del cual ya nunca vas a querer zarpar. Te gustaba fantasear con ello sin realmente encontrarlo, porque la búsqueda, el simple barajar de infinitas posibilidades, la idea misma de un futuro, era todo eso lo que te hacía sentir en movimiento y, en algún punto, más allá del bien y del mal.

Pero hoy ya no es tan así. Hay personas que te dan el mundo y a los dos días te lo sacan; personas que vienen, se quedan un rato compartiendo algo y luego simplemente se van. Así funciona. El truco es que nunca se van del todo, de alguna forma esas personas siguen estando, aunque sea por el hecho de que ya no conseguís ser el mismo de antes. Tratás de explicarte cómo se pudo pasar de la presencia - la colmación constante - a la ausencia; te preguntás si estuviste o no en ese lugar tantas veces imaginado, pero que a la vez no creías necesitar. En ese lugar del cual no te querrías haber ido. Es cuando comprendés que tarde o temprano ibas a terminar aferrándote a algo, que tarde o temprano ibas a apostar un pleno o dos en el mundo externo, el de todos los días. Por fin lo hiciste, pero eso te costó esa caparazón prehistórica, apátrida, indolente que solías arrastrar por las calles medio muertas. Te costó la identidad. O, para ser más exactos, te dio una nueva.

Hay personas que se convierten en un lugar más que en una mera compañía o un trazo paralelo junto al tuyo. Al estar con ellas, lentamente aprendés un poco a ser a partir de ellas. Y cambiás. Las personas cambian en serio solo cuando se animan a perderse en un otro, a habitar en un otro. Te podrá chocar cuando alguien habla todo el tiempo en primera persona del plural, como lo dijiste cierta vez; te podrá causar miedo, pánico, terror la sola idea de que tus rasgos individuales - tus marcas de fábrica - empiecen a confundirse con los de otro. De golpe te echás un vistazo y ves que actuás distinto, que de alguna manera ya no te sentís vos. Yo no soy así, te repetís. En realidad soy más frío o más cálido o más fuerte o más débil o más joven o más viejo o más seguro o más inseguro. Ansiás reivindicar tus antiguos valores de compartimento estanco: el mundo es así, la vida es esto, la realidad es aquello, las cosas van por acá, lo otro va por allá y no me jodan. ¡Pero, maldición, que ya no podés estar tan convencido de nada! Tus gestos corporales, tus ideas, tu espacio, tu música, tu sexo, tu idiosincracia, quedan a merced del misterio impronunciable de ese ser que no sos vos, pero un poco tal vez sí. Y por supuesto que te da miedo, eso lo sabés. Sentís disolverte en algo que no llegás a entender del todo, sentís que no estás haciendo pie, o que levitás. A veces es tanto el miedo que te sumís en estado de alerta y empezás a poner barreras, a levantar murallas, a movilizar gendarmes. Invasión, pensás.

Pero reconocés, tenés que hacerlo, que tu subjetividad por sí misma no es tal, sino que se sirve siempre de otro para desarmarse y volverse a armar. Encontrar una persona - aunque después te deje o la dejes - es, en definitiva, encontrar el cuerpo donde vas a seguir escribiendo tu propia historia, y peor; alguien se va a entrometer a escribirla por vos, desmarcándola minuciosamente de tus planes y tus doctrinas y tus preconceptos. Es un proceso siempre incompleto en el que vas a admitir ser un poco "otro" cada día, aunque el miedo a lo nuevo (y su vaciamiento de certezas) te corroa las entrañas y aunque te paralice comprender que si esa persona luego de un tiempo se va - algo que es tan inexplicable como lo es, si lo pensás bien, su misma llegada - experimentarás algo parecido a desvanecerte, a dejar de ser, a no poder volver a casa. Serás ese fantasma que avanza a tientas por los meandros sin mapa de la vida, casi como antes, solo que ahora sabrás algo nuevo. Sabrás que no sos nada salvo un alma híbrida siendo remachada con jirones de otros. Y sabrás ¡por fin! que nada se tiene realmente sin la posibilidad de, algún día, perderlo.

Creeme que va a costar millones, pero en última instancia asumirás todos y cada uno de los riesgos de estar con alguien. Porque si antes, risueño, suponías que anidar en ese lugar equivaldría a ser dependiente, a perder tu individualidad, a desperdiciar un abanico de opciones potencialmente mejores, ahora súbitamente ves que sin esos riesgos las cosas se vuelven lentas, que la vida se te queda en stand-by. Nunca vas a poder cambiar por vos mismo. Y si no cambiás, nada de lo que hagas con tu tiempo tendrá sentido, básicamente porque no será tiempo ni será tuyo. No hay tiempo si no hay historia, y qué es el éxtasis de la soledad sino esa expectativa permanente de que algo empiece a fluir otra vez, de que venga alguien que pueda sentarse a tu lado y narrarte otro capítulo de tu propia historia.

Salís. Salís a la superficie luego de aspirar los vahos a grasa quemada que apestan la Estación Retiro del subte. Arriba, un hombre callado, moreno, de baja estatura, ocupa una de las boleterías cerradas con un tablero de ajedrez dispuesto para jugar, y un cartel de cartón que pinta "busco rival". Aún en los sitios más insospechados, te das cuenta ¿no?, aparecen instancias en las que se puede ganar o perder. Y ahora que estás un poco más dipuesto a perder, tenés que saber que, sí o sí, vas a ganar algo.

martes, 15 de abril de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 60 - 51

#60. Bang A Gong (Get It On) - T. Rex
Album: Electric Warrior (1971).
Letra y música por Marc Bolan.
Lírica clave: "You're dirty, sweet and you're my girl".

Si algo debo reconocerle a Oasis es que plagiaron a tantos artistas diferentes que, escuchándolos, uno accede indirectamente a otros músicos en los cuales puede llegar educarse. Esto viene a cuento porque conocí esta canción gracias a Oasis, quienes replican nota por nota el mismo riff en Cigarettes And Alcohol, de su celebrado debut, Definitely Maybe. Lo gracioso es que los tipos no elegían exactamente los temas más oscuros para "homenajear" a sus fuentes, sino clásicos lisos y llanos. Como para que todo el mundo se diera cuenta. Y qué, ¿Algún problema? Viniendo de Oasis, ninguno, realmente. Pero suficiente de Oasis, hablemos de T. Rex. Hablar de T. Rex equivale a hablar de Marc Bolan, cantante y compositor excluyente del duo. Del insólito pastiche hippie-folk-psicodélico de sus primeros discos (grabados bajo el nombre completo de Tyrannosaurus Rex) fue derivando de a poco hacia una onda más metalera que lo llevó, prácticamente, a inventar el glam-rock a principios de los setenta. Electric Warrior fue la culminación de este proceso, y Bang A Gong sigue siendo algo así como el estandarte definitivo del género. No se trata de una elección muy original para una lista de este tipo, pero se me hace imposible ignorar la desarmada simpleza con la que su música logra meterse bajo la piel de cualquiera. Sea donde sea que suene, ese riff monstruoso te obliga a suspender la conversación y escuchar en reverencia, hasta que llega la gloria del estribillo y, sin darnos cuenta, ya estamos empastados en ese impecable groove sexy que, dicho sea de paso, no se parece a nada que haya escuchado antes o después.

#59. Sunny Afternoon - The Kinks
Album: Face To Face (1966).
Letra y música por Ray Davies.
Lírica clave: "I've got a big fat mama tryin' to break me".

Muchísimo antes de Blur y Pulp, los Kinks de Ray Davies ya habían perfeccionado la canción acerca del "everyday man" y la trivialidad de su rutina, enmarcada en la Inglaterra urbana-industrial del siglo XX. Sus viñetas sobre la vida cotidiana son encantadoramente simples pero ambiguas a la vez. Mezclando dosis similares de genuina celebración burguesa y fino sarcasmo, Davis se ha ganado en buena ley la reputación de "Charles Dickens del rock". Sunny Afternoon, publicada en Face To Face, es uno de los primeros y mejores ejemplos de esta narrativa. El héroe de la canción ha sido abandonado por su mujer (My girlfriend's gone off with my car / And gone back to her ma and pa / Telling tales of drunkeness and cruelty), la cual ahora le reclama buena parte de sus bienes, amenazando con quebrarlo económicamente. Sin embargo, nuestro amigo nos cuenta la historia desde un placentero jardín, donde, solitario, disfruta de una cerveza helada bajo una tarde de sol. Por un lado pide ayuda (save me from this squeeze), pero a la vez declara estar totalmente feliz ahí en su jardín "holgazaneando en una tarde soleada". ¿Está el hombre realmente preocupado por su situación? Esa celebración de las cosas más simples en medio de aparentes catástrofes es lo que le da a la canción su imperecedero encanto, más allá de la fabulosa melodía pop que canta Davies.

#58. Lover, You Should've Come Over - Jeff Buckley
Album: Grace (1994).
Letra y música por Jeff Buckley.
Lírica clave: "Maybe I'm just too young to keep good love from going wrong".

Grace de Jeff Buckley es uno de esos álbumes que involucran emocionalmente al oyente de tal manera que es imposible escucharlo sin algún tipo de reacción visceral, ya sea ésta de júbilo, de tristeza o de simple exaltación de la vida. En este sentido, Lover You Should've Come Over se perfila como el momento definitorio del álbum, y uno de los tour-de-force emocionales más impactantes que se hayan grabado jamás. Recuerdo que solía escucharla en soledad, al atardecer, y se me hacía un nudo en la garganta. Todavía hoy me sigue pasando. Tal vez buena parte de la razón esté en la voz de Buckley, que no solo es intensa y hermosa sino que además resulta totalmente creíble, lo cual es una rareza en este tipo de vocalistas. Es decir, me imagino a alguno de esos atildados que aparecen en American Idol cantándola con esa perfección estéril, sin un ápice de sentimiento. La performance de Buckley, en cambio, es virtuosa pero a la vez tan verosímil que prácticamente te hace ver las imágenes que va narrando. Aquí se nos muestra como un amante solitario que, por negligencia, ha perdido a la mujer que realmente quería y le ruega por favor que vuelva. No hay medias tintas ni análisis cerebrales; el deseo y la desolación se desangran en cada nota, en cada frase (It's never over, my kingdom for a kiss upon her shoulder / It's never over, all my riches for her smiles when I slept so soft against her / It's never over, all my blood for the sweetness of her laughter). El climax, apuntalado por unos coros gospel doblados por Jeff mismo, es una puñalada en el corazón que me hace estremecer todas y cada una de las veces que lo escucho. Una canción enorme.

#57. 21st Century Schizoid Man - King Crimson
Album: In The Court Of The Crimson King (1969).
Letra y música por Robert Fripp, Michael Giles, Greg Lake, Ian McDonald, Peter Sinfield .
Lírica clave: "Nothing he's got he really needs".

Hay ocasiones en la historia del rock en las que algún artista sale aparentemente de la nada y le propina una verdadera patada en el culo a la escena. Los primeros Beatles, los primeros Stones, Dylan, Hendrix, el Pink Floyd de Barrett, La Velvet y Led Zeppelin son todos tipos que saben más o menos a qué me refiero. Sin embargo, debe haber pocas "patadas de culo" tan dramáticas, singulares e inesperadas como la del debut de King Crimson en 1969. El álbum es, literalmente, una cosa caída desde otra galaxia y, en ese mismo sentido, el tema encargado de abrirlo, 21st Century Schizoid Man, es una carta de presentación terrorífica que debe haber asustado a más de un oyente en aquel entonces. Aún en el caso de los músicos mencionados más arriba, el origen de sus innovaciones podrían rastrearse en elementos que estaban "en el aire"; ya sea Dylan sumándose a la moda del rock, o Floyd y Hendrix en medio de la psicodelia "hard" que venía creciendo en Londres, o Zeppelin endureciendo un poco el legado de Cream. Es como que, aún dentro de la sorpresa, siempre había un contexto que acompañaba. King Crimson y Robert Fripp no: de repente salen con esto que no tiene preparación previa o explicación posible; salen con esto que inventa su propio contexto, prácticamente fundando la ola de rock progresivo británico que colmaría la siguiente década. Y ni siquiera eso, porque en realidad, 21st Century Schizoid Man no es prototípico de lo que luego sería el prog (que eligiría caminos más sinfónicos); realmente es complicado de definir con palabras. ¿Lounge-jazz hiper-espacial pasado por anfetaminas? ¿Fanfarria futurista con tintes medievales? ¿Avant-garde apocalíptico con guitarras rockeras? Imposible. Lo que sí se puede decir es que esta terrible canción posee una potencia liberada que evoca una bomba atómica musical de proporciones inimaginadas. Un tema que no puede dejar indiferente a absolutamente nadie que lo escuche. Nadie.

#56. Inertia Creeps - Massive Attack
Album: Mezzanine (1998).
Letra y música por Robert del Naja, Grantley Marshall & Andrew Vowles.
Lírica clave: "She comes moving up slowly".

La tapa de Mezzanine, una de las obras maestras definivas de los años 90, nos muestra una especie de escarabajo en un cortante blanco y negro. Algo parecido, pero a nivel musical, pareciera querer expresar la monumental Inertia Creeps, la cuarta canción del álbum. Y me remito al blanco y negro porque la sonoridad del tema pinta un mundo acromático, donde pareciera no haber lugar para los colores. La perfecta monotonía cuasi religiosa de Inertia Creeps, basada en el rapeo insistente de una voz sensual, aparece atravesada no obstante por exquisitas variaciones que le dan a cada segmento una identidad propia. Si en el primer cuarto tenemos ese tremendo beat selvático (que por sí mismo ya justifica todo tipo de loas), después aparecen matices un poco más melódicos, para acabar en un final a todo trapo de connotaciones electrónicas. Lo que Massive Attack presenta aquí es directamente artesanal: cada toquecito sutil parece de pronto un mundo en sí mismo, desde los adornos orientales hasta las paredes de guitarra y los beeps de sintetizador. Todo se acopla perfectamente en un ambiente que es casi demoníaco pero a la vez muy sexy e increíblemente intenso. La letra, de hecho, se refiere enteramente al acto sexual (she comes moving up slowly... alguna duda?) aunque creánme que el ambiente no es en absoluto festivo. Es un sexo psicológico y ritual, metaforizado a través de la mejor cruza entre rap y electrónica que nos podamos imaginar.

#55. Both Sides Now - Joni Mitchell
Album: Clouds (1969).
Letra y música por Joni Mitchell.
Lírica clave: "I really don't know life at all".

No escandalizaría a nadie si dijera que Joni Mitchell es la figura femenina más importante que ha dado el rock. Si bien sus letras ultra-personales (casi egocéntricas, a veces) y sus preocupaciones de corte más bien burgués no la hacen una artista muy accesible, su inmenso talento compositor salta al oído en casi cualquier cosa que haya hecho desde su debut en 1968 hasta mediados de los 70, período en el cual exploró varios géneros (desde el folk al jazz) sin perder un ápice de calidad. Both Sides Now, extraída de su segundo álbum, es un ejemplo de su época folk, en la que se bastaba con el acompañamiento de una guitarra o un piano y nada más. De hecho, la simpleza franciscana del arreglo es lo primero que se advierte en esta canción, tal como ocurría en las primeras grabaciones de Bob Dylan. No escuchamos otra cosa que la voz de Joni y su guitarra. Pero qué voz, y qué guitarra. Y qué letra. En realidad, lo que más me gusta de Both Sides Now es su letra. Para ser francos, una mayoritaria parte de las letras de Joni están consagradas a esa inquietud propia de la chica disconforme y observadora que se pregunta por su lugar en el mundo, por el sentido de la vida y por aquello que los demás tienen para decirle u ofrecerle. Pero es en Both Sides Now donde parece capturar la esencia completa de los planteos que hace en otras canciones, a través de metáforas simples pero cargadas de poesía. Las nubes, el amor, la vida, pueden ser abordadas desde un ángulo u otro, pero al final debe concluir que, en el fondo, ella no sabe nada ni de las nubes, ni del amor, ni de la vida, y que se trata de ir caminando a tientas en un mundo en el que no existe tal cosa como una verdad definitiva ni la última palabra sobre nada. La vida es esa experiencia permanente (something's lost and something's gained in living every day), que nunca se puede sublimar en un conocimiento cerrado. Al menos esa es mi interpretación. Expresada a través de una melodía perfecta, la canción ha sido capaz alguna vez de sacarme lágrimas. Su filosofía es universal, apela a la naturaleza de todas las cosas; y aún así, la composición no es nada pretenciosa sino, todo lo contrario, muy humilde.

#54. Eight Miles High - The Byrds
Album: Fifth Dimension (1966).
Letra y música por Gene Clark, David Crosby & Jim McGuinn.
Lírica clave: "And when you touch down, you'll find that it's stranger than known".

Cuando Gene Clark dejó los Byrds, oficialmente debido a su miedo volar en avión, dejó en manos de sus ex-compañeros esta composición acerca, justamente, de su miedo a volar en avión (el título se explica por sí solo). Crosby y McGuinn la tomaron y la transformaron en esto. ¿Qué es esto? Pues una de las grabaciones seminales de la historia del rock. No hace falta llegar a la discusión sobre quiénes fueron los primeros en hacer música psicodélica para admitir que Eight Miles High es una obra innovadora e importante. Fusionando el sonido folk de sus primeros discos con influencias del raga hindú, del jazz y de John Coltrane, los Byrds concluyen un experimento formidable que prácticamente inventa el espíritu y el sonido de lo que sería la revolución psicodélica del año siguiente. La primera vez que la escuché fue en un documental televisivo sobre la historia del rock y esa intro maligna, sensacional, me voló el cráneo en mil pedazos. Y eso que no llegué a escuchar la gloriosa parte del solo, esos cincuenta segundos que nos sumergen en un maravilloso caos sonoro imposible de olvidar. Todavía me es difícil imaginar en qué andaban los flacos estos para salir con unos arreglos tan volados y originales. Fuera lo que fuera, hay que agradecerle a Dios, al Diablo y a los planetas alineados del sistema solar por esta inmaculada pieza de arte.

#53. Born On The Bayou - Creedence Clearwater Revival
Album: Bayou Country (1969).
Letra y música por John Fogerty.
Lírica clave: "And I can still hear my old hound dog barkin, chasin' down a hoodoo there".

Mentira: John Fogerty no nació en el Bayou (o sea, la zona pantanosa del delta del Mississippi) sino en San Francisco, California. Ahora; para ser un impostor, no es un improvisado. De hecho, esta canción puede engañar a más de uno. El tipo canta con tanta convicción acerca de su infancia "running through the background bare" y sobre su perro "chasin' down a hoodoo there", que no tenemos otra opción que creerle. La canción es toda una hazaña en su evocación de una escenografía sureña, cenagosa y pobre. El filo de la voz de Fogerty es tan brutal, tan agresivo, las guitarras brotan con tanto tremolo, que nos vemos de pronto sumergidos en vapor húmedo y peligroso, en una zona de pinches o bichos raros, en un mundo extraño y algo cadavérico. Born On The Bayou es además única, en el sentido de que pocas veces la banda volvería a explorar terrenos semejantes, prefiriendo los famosos estribillos pegadizos que el público recuerda en hits como Down On The Corner o Cotton Fields. Con su atmósfera inimitable, y una pista musical que rockea con cien fierros, Born On The Bayou es una introducción más que apropiada para el segundo y consagratorio álbum de Creedecence, Bayou Country, que, a la luz de los siguientes discos, sigue siendo su trabajo más virulento, su momento más crudo.

#52. I Want You (She's So Heavy) - The Beatles
Album: Abbey Road (1969).
Letra y música por John Lennon & Paul McCartney.
Lírica clave: "It's driving me mad".

Lennon concibió I Want You con el objeto de explorar la misma onda heavy que habían inspirado grupos como Cream y que en ese mismo momento estaban imponiendo grupos como Led Zeppelin. Le salió algo que, en rigor, no se parece ni a una cosa ni la otra, sino que tiene una idiosincracia propia, aún inédita en la carrera de los mismos Beatles. Si bien en términos líricos el tema orilla lo cavernícola, la grabación es todo menos simple, al punto tal que tardaron alrededor de medio año en completarla. Más allá de su legendario riff circular, la canción va alternando diferentes tipos de ritmos, desde el martilleo dinosáurico del principio a las secciones más jazzeras y relajadas del medio. El principal legado que, a mi juicio, aporta el tema es el de mostrarnos a los Beatles en su pico como instrumentistas. Si alguna vez habían destacado más bien por su astucia melódica y su meticulosidad febril a la hora de imaginar arreglos extravagantes, acá (y en otros pasajes de Abbey Road) los tenemos como un aceitado ensemble de blues-rock capaz de soltarse, de comunicarse entre ellos, hasta el punto de parecer una banda en vivo dejándose llevar y pasándola bien. Es cierto que siguen siendo los Beatles, y por eso la canción en su conjunto no deja de sonar bastante pulidita y compacta (sin acercarse a la crudeza de bandas como The Who o Zeppelin). Aún así, la soltura con la que Paul McCartney va gatillando sus líneas de bajo, el swing con el que Ringo marca diferentes pautas, y los excepcionales tonos de guitarra que logran Harrison y Lennon en sus solos, son índices claros de que, proponiéndoselo, los Beatles también eran capaces de rockear muy convincentemente y hasta con el requerido halo de oscuridad. Más allá de este aspecto no menor, la canción es maravillosa por su extraordinario riff (una gema guitarrera muchas veces olvidada) y por la forma en la que, en la extensa coda, este mismo se repite una y otra vez hasta sumergirnos en un mantra infernal, que parece una excursión nocturna al Ártico y que acaba súbitamente como a quien le viene un infarto. She's So Heavy es la plataforma de unos Beatles más rockeros, sí, pero a la vez, también, lo suficientemente bizarros.

#51. Voodoo Child (Slight Return) - The Jimi Hendrix Experience
Album: Electric Ladyland (1968).
Letra y música por Jimi Hendrix.
Lírica clave: "And if I don't meet you no more in this world, I'll meet you in the next one, don't be late".

Puede llamar a la confusión que en Electric Ladyland Hendrix nos venga con un tema llamado Voodoo Chile (como si fuera el país, Chi-chi-chi, le-le-le) y al mismo tiempo otro llamado Voodoo Child (Slight Return) ("child", como se escribe propiamente en inglés). Vamos, por ende, a abordar las explicaciones del caso. Voodoo Chile es un blues lento de unos quince minutos de duración que es, lo voy a decir, bastante pedestre. En cambio, Voodoo Child (Slight Return), aunque fue grabada - casi que improvisada - el mismo día más tarde, es una variación mucho más corta que funciona como cierre del álbum. Se trata, en suma, de la performance cumbre de cualquier guitarrista en la historia del rock. Llegado este punto tengo que hacer una aclaración: Hendrix está tocando una sola guitarra. La mezcla fue directo del vivo a la cinta; o sea, que no hay doblados de ningún tipo. No, no se rían, ya sé que la bestia suena como si estuviese al comando de cuatro guitarras apiladas una encima de otra. Pero no; ese infernal y sanguinario aquelarre rockero lo saca Hendrix de una sola guitarrita de morondanga. Hay que estar tocado por la varita, hay que estar poseído por Satanás, hay que estar en otro universo, o no sé. Es que es inconcebible el macabro poderío sonoro que logra el flaco casi por sí solo (se suman un bajo y una batería y nada más). Es de no creer la cantidad de ganchos impecables que empieza a tirar Hendrix con lo que, sospecho, no es más que un rápido movimiento masturbatorio de su mano sobre el diapasón de su instrumento. Voodoo Child (Slight Return) es lo último que se escucha de Hendrix con The Experience... Pocos años después sobrevendría la muerte. Ante el conocimiento de tal destino, los versos finales (And if I don't meet you no more in this world, I'll meet you in the next one, don't be late) cobran un significado más que inquietante. Se podría pensar que acaso en ese mismo momento, mientras tocaba, Hendrix hubiera presentido su final, y, sabiéndose sin escapatoria, hubiera decidido cabalgar de cara a la muerte, despidiéndose con una explosión de caos y creación que es tan violento como hermoso.

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jueves, 10 de abril de 2008

La vida es una (falta de) moneda

De repente todos los noticieros de TV - con un sentido de la agudeza sorprendente - descubrieron que los chicos en las escuelas se encuentran a la salida y se matan a trompadas. ¡Qué novedad che! La verdad no tenía idea de que pasaban esas cosas. Falta que informen ahora que "crece la ola de alumnos que se copian en los examenes" o "preocupación por alumnos ¡y alumnas! que fuman en el baño" o "Empeora la situación de los alumnos burlados por sus compañeros por no saber jugar al fútbol" y vamos todos por el Pulitzer. La cara oscura de la educación argentina, revelada por fin.

¿Ya no garpan los abuelos asaltados en su propios departamentos, los jóvenes golpeados en discotecas, los ladrones motorizados que arrebatan carteras, los limpiavidrios violentos, los asaltos a autoservicios chinos, las discotecas que no cumplen con las normas de seguridad, los coches bomba en Irak, los inmigrantes marginados en Francia? ¿O será que todo eso dejó de pasar de repente? Los noticieros parecen grupos pop: no se pueden poner a informar de los hechos relevantes, nadie los vería, sino que necesitan periodícamente algún "hit" para cautivar a su audiencia. El lockout patronal fue maná del cielo y morfaron un par de semanas muy pero muy bien (aún límitandose a entrecruzar discursos sin informar una goma); ahora que se acabó, están en un grave aprieto para justificar su cada vez más triste existencia.

¡Che! ¿Qué tenemos? Nada ¿Cómo nada? ¡Necesitamos un nuevo hit! Bueno, no sé, a ver, qué tenemos acá... Uy mirá! Acá hay una abuela a la que molieron a patadas el otro día... ¡No loco, eso lo usamos hace poco! ¿Cuántas noticias de viejos te pensás que aguanta la gente? No sé, si se vienen dando panzazos de famosos bailando hace un buen rato, yo creo que están listos para otra ronda de abuelos martirizados. Nah, posta que a nadie le interesa más, nos pasamos un poco con esas noticias y ya nadie las toma en serio; necesitamos una verdadera innovación ¿Y si en vez de viejos usamos jóvenes? ¡Jóvenes cagándose a trompadas! ¿Jóvenes? Hum puede andar... ¡Sí, jóvenes en colegios que se agarran a trompadas! Bueno, dale, démosle con eso a ver qué onda.

¿Quieren un hit? Yo tengo uno: las monedas se están extinguiendo cual dodos en la argentina, y nadie dice nada. Ni siquiera Fontevecchia, que bien podría colgar de perfil.com un supertítulo onda "La Argentina K sin monedas; cómo el aparato de terror oficial opera día y noche para ocultar la verdad. Entérese de los nombres del escándalo". Sea como sea, no hay monedas.

En los subtes a cierta hora pagás el viaje con un billete de dos pesos y te dejan pasar gratis porque no tienen para devolverte. Claro, te piden por favor que colabores con cambio, hasta tienen colgada una grilla indicando que si vas a comprar tantos viajes pagues con tanto cambio y así. ¡Se imaginan! Hasta tienen una marquesina en las bocas de subte, rogando que "para viajar, por favor abonar con 90 centavos".

Resultado obvio: aún teniendo 90 centavos justo, vamos a pelar dos pesos o más. El boletero dirá (con cara de consternación) "pasá por la puerta porque no me quedan monedas" y listo, viaje gratis. Claro que nosotros acompañaremos esa consternación, no vaya a ser que alguien crea que estamos felices de poder viajar gratis; con toda la enorme inversión que está haciendo Metrovías para aumentar las frecuencias y mejorar la habitabilidad de las estaciones, la verdad da un poco de culpa acharcarles 90 centavos.

Pero lo gracioso de todo esto es: ¡Les faltan monedas y nos piden a nosotros que se las proveamos! O sea que no solo tenemos que pagar tarifas más caras para que les cierren los números, sino que además les tenemos que ¡¡¡Proveer monedas para que puedan cobrarnos!!!. ¡¡¡Y te lo piden por favor!!! Dale, no seas rata, usá tus moneditas, sé copado. Como si después no tuviéramos que andar haciendo malabares exóticos para poder pagar el colectivo que, como es de público conocimiento, solo acepta monedas (y ahí sí, ningún "pasá por la puerta").

A veces el tema no sale tan bien. Ayer me quería comprar algo para tomar en uno de los tantos maxi-kioskos que hay por la zona del macrocentro (Ayacucho y Santa Fe, para ser más exactos). Iba adquirir una Ser de naranja que salía dos con 50 (ni aclaro que me parece un afano cobarde). Pago, naturalmente, con cuatro pesos. No tengo monedas de 50 centavos para darte, me dicen. Está bien, dame dos de 25. Tampoco. El kiosquero como que se calienta (ven los billetes y casi que les viene el mundo abajo, te dicen "nooooooooo pibe"). Yo me caliento también (pienso: "sabés, metete el agua sabor naranja en el ojete"). La falta de monedas contribuye a la división entre los argentinos.

Historia real: el otro día salía para no sé dónde con un billete de cinco pesos. Pensaba: abono el boleto de tren a Barrancas de Belgrano que sale 85 centavos y al menos un peso con 15 centavos en monedas me van a devolver. Eso me soluciona el tema del bondi que tengo que tomar a continuación. Cuando llego a la boletería, está cerrada. Hay cartel aclaratorio. Lo leo. "La boletería está cerrada - dice - porque TBA no provee las monedas necesarias". Otro viaje gratis. En Belgrano ya ni controlan si tenés el boleto o no.

Ahora, los $5 los tengo igual, ahí quemándome el bolsillo. Cuando llego al Belgrano no tengo otra que kiosco. Me acerco a uno. Después de resolver arduos problemas matemáticos y saber exactamnte qué comprar para no gastar plata al pedo y que, al mismo tiempo, no me caguen devolviéndome puro billete de dos pesos, hago mi elección. Tres marroc. Ey, me das tres marroc. Voy agarrando mientras tanto, tres marroc. Extiendo billete verdoso de cinco pesos. Kiosquero pone cara de pánico. No tengo moneda chica para devolverte, me dice indignado. Naturalmente yo estoy hasta las pelotas. Le digo: moneda grande ¿tenés?, o sea, moneda de un peso ¿tenés?. Sí. Ok, entonces decime qué carajo sale un peso o dos pesos así me devolvés tres pesos y me aseguro una puta moneda de un peso. El nugatón te sale un peso, me dice. Perfecto. Dame dos nugatón. Ok. Finalmente obtengo la moneda y me voy en el 65 comiendo dos nugatón derretidos, hechos pomada.

Es algo raro ver la moneda finalmente en la mano extendida del kioskero o el boletero y percibir que te brillan los ojos, que se te alegra el espíritu. Es raro tener un puñadito de monedas en el bolsillo y sentirte poderoso, conquistador de un status; la degradante situación de tener que andar mangueando monedas ha sido superada.

La pregunta sigue: ¿Dónde están las monedas? ¿Desaparecen? ¿Las funden para hacer ceniceros? ¿Hay un brote epidémico de numismática? ¿Las acopian las empresas de transporte para vender? ¿Hay un mercado negro de monedas? ¿Se las están llevando los ricos para tirar en la Fontana Di Trevi? ¿Las están secuestrando los sojeros para hacer un lockout al monedero? ¿Las está robando un maniático que quiere poner todas las monedas del mundo sobre rieles y ver cómo el tren las aplasta? Imposible decir, pero si los noticieros quieren un "hit" de alto impacto, con esto están mucho más cubiertos que con las peleas en las escuelas que dentro de siete días ya no van a existir. Lo predigo: dentro de siete días los alumnos van a optar por el camino de la serenidad y no se van a seguir golpeando. Nunca más. Pero las monedas van a seguir faltando.

Y esto va terminar mal, acuérdense. Van a salir los kioskeros y los boleteros, con palos y la cara tapada, a repartir un poco. Cristina, hacé algo con las monedas y dejá de dividir al país.

martes, 8 de abril de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 70 - 61

#70. Cherry-coloured Funk - Cocteau Twins
Album: Heaven Or Las Vegas (1990).
Letra y música por Cocteau Twins.
Lírica clave: "Pour a little everything else".

Si alguna vez se preguntaron de dónde sacó Gustavo Cerati buena parte del sonido "revolucionario" de Dynamo (hablamos de Soda Stereo, claro), esta canción puede darles alguna que otra pista. Los Cocteau Twins (Liz Frasier y Robin Guthrie) son sin dudas uno de los artefactos pop más innovadores de los 80's; su exploración constante con texturas, manipulaciones electrónicas y ambientes de ensueño proyectó vastas influencias en la música de la siguiente década (incluyendo a nuestro amigo Gustavo, lógicamente). Si bien para la época de Heaven Or Las Vegas ya habían grabado unos cuantos discos y no quedaban muchas cosas nuevas para decir, el álbum funciona de maravillas como una suerte de "redondeo" de su carrera artística hasta el momento (además de ser bastante accesible comparado con cosas anteriores). Esta canción en particular, encargada de abrirlo, es una encapsulación contundente de todo aquello que hace a los Cocteau Twins un duo brillante. Los sonidos son perfectos; forman una especie de colchoneta electrónica que no sabemos bien con qué instrumentos se logró. Sobre ella, Frasier explota sus acrobacias vocales que nos catapultan al nirvana en cuestión de segundos, aunque la letra sea un sinsentido total. Una de esas canciones que me pregunto cómo es que no escuchamos más seguido en la radio.

#69. Message In A Bottle - The Police
Album: Reggatta De Blanc (1978).
Letra y música por Sting.
Lírica clave: "Love can mend your life, but love can break your heart".

Digan lo que quieran sobre The Police, pero cualquier cosa sonando así en 1978 no puede provocar otra reacción de mi parte que sacarme el sombrero. Nadie sonaba así en 1978, ni siquiera los Talking Heads o los Clash (que igual, ojo, sonaban de otras formas igual de increíbles, aunque menos originales). Lo que quiero decir es que me asombra cómo un tema tan gastado (acá no me jugué con nada raro, lo admito) puede seguir sonando tan potente y tan excitante al subir el volumen. Suban el volumen ustedes, imitenme, y diganme si no es una de las performances grupales más perfectas de la música grabada; Copeland con sus impredecibles ritmos, Summers con ese riff de puta madre que andá a saber de dónde sacó, Sting entrando con ese bajo como un puñal... Todo es ajustado y a la vez extrañamente disperso, creando un invernadero musical casi táctil en el que podemos perdernos como en una jungla. Al final no deja de ser una canción pop, pero claramente no es una canción pop cualquiera; es el balance perfecto entre accesiblidad, innovación y emotividad. Una joya eterna que pertenece sin dudas a esta lista como a la de casi todo el mundo.

#68. Heart Of Glass - Blondie
Album: Parallel Lines (1978).
Letra y música por Deborah Harry & Chris Stein.
Lírica clave: "Love is so confusing, there's no peace of mind".

Sigo un poco conservador, pero es que... ¡mierda! No me puedo resistir a esta porquería ni que me pongan un revólver en la cabeza. No hay banda que se haya subido al vagón de la música disco a fines de los 70's con la efectividad de Blondie. Para hacerlo, le bastó con una sola canción (volverían al mismo tipo de groove discotequero solo ocasionalmente, como en Rapture). Una sola canción que no solo llegó al número 1 en EEUU e Inglaterra sino que resiste el paso del tiempo como si nada. Mucha de la música disco de esos años no puede ser escuchada hoy sin la sensación de estar ante una especie de documento de época (y acá, perdonden, cae el mismísimo Michael Jackson). En cambio Blondie supo combinar la cadencia bailable del disco con un espíritu rockero que sigue dando frutos aún el día de hoy. El ejemplo más claro está en la coda, en la que el batero Clem Burke se despega del ritmo disco para tirar unos espectaculares redobles. Nos recuerda que al fin y al cabo, hay un señor de carne y hueso marcando este ritmo. No es que reniegue de las máquinas, pero cuando se piensa en música disco, tocar con instrumentos de verdad equivale un poco a salirse del molde. Es un gesto por demás admirable para una canción que fue pensada como un hit desde su misma concepción. La melodía que canta Harry, y esto huelga aclararlo porque todos la escucharon ya alguna vez, es una adicción total. Siendo un hit de discoteca existen varios remixes y versiones pululando por ahí que no son de mi completo agrado (El reissue de Parallel Lines tiene el tupé de reemplazar la original con un remix de seis minutos que se hace bastante repetitivo al final). Rescato, entonces, para ustedes, la versión de tres minutos y pico, que es la del álbum original.

#67. Julie With... - Brian Eno
Album: Before And After Science (1977).
Letra y música por Brian Eno.
Lírica clave: "The still sea is darker than before".

Por fin. Acá tienen una que ni de casualidad van a encontrar en otras listas similares. No es que Brian Eno sea un gran desconocido, pero muchas veces se lo recuerda más por sus pioneras incursiones en la música ambient, o por producir a los Talking Heads, David Bowie, U2 y ahora ¡Coldplay! Sus primeros cuatro álbumes solistas, los que hizo apenas abandonó Roxy Music, suelen dejarse en cambio en un plano algo empañado. Lo cual es una equivocación que va de grave a gravísima. De hecho, esos primeros cuatro álbumes son lo mejor que hizo el tipo en su vida y el cuarto de ellos, Before And After Science, es directamente una de las obras maestras de la historia del rock. En un álbum que mezcla polirritmos destructivos en la primera mitad con delicados paisajes sonoros en la segunda, Julie With... puede pasar como una más en un océano de genialidades. Pero la realidad es que escuché pocas composiciones parecidas. La canción no utiliza batería alguna y ostenta una onda muy ambient (anticipando buena parte de la carrera musical de Eno). Aún así, hay formas que se conservan; hay notas y acordes; hay repulgues de jazz y despojos de balada pop. El resultado es una experiencia totalmente hipnótica que pasa como seda por los oídos sin que el oyente advierta nunca que la cosa dura más de seis minutos. La música se convierte en un pañuelo que envuelve y que acaricia, hasta adormecer los instintos gamberros que buscan el quiebre rockero. Lo que hace Eno en esta canción es magia pura. No hay otra forma de entenderlo que escuchando.

#66. Cortez The Killer - Neil Young
Album: Zuma (1975).
Letra y música por Neil Young.
Lírica clave: "I still can't remember where or how I lost my way".

Hasta trascurridos tres minutos veinte de canción, nadie canta. Solo tenemos un par de guitarras eléctricas muy tranquilas tocando los mismos tres acordes una y otra vez, sin ningún solo acrobático o heroísmo vanhalinesco. ¿Les suena aburrido? Pues prepárense para una sorpresa mayúscula: el trance que logra Crazy Horse con el mínimo de elementos es tal que bien podrían seguir tocando para siempre. Esas guitarras suenan como placer líquido chorreando por la piel, lo juro. Neil Young escribió estos versos durante la escuela, inspirado en sus clases de historia, acerca de la llegada del conquistador español Hernán Cortés (¿sabrá Neil que es con "s" al final?) a lo que hoy es México. La concepción excesivamente idílica que tiene el canadiense de los aztecas ("Hate was just a legend / And war was never known / The people worked together / And they lifted many stones") no le quita un gramo de poderío a una canción que, sospecho, tiene un trasfondo bastante más enigmático que simplemente condenar la destrucción causada por Cortés a una civilización entera. Sobre el final aparecen de la nada un par de versos referidos a una mujer ("And I know she's living there / And she loves me to this day"). ¿Es la aventura de Cortés entre los Aztecas una excusa para metaforizar el dolor de un amor perdido? Puede ser, aunque el mismo Neil Young clamaba con orgullo que la canción había sido prohibida en España (cosa que la verdad no me creo mucho). También llegó a decir que en realidad se trata todo de una sarta de huevadas sin sentido. Sea como sea Cortez The Killer sigue siendo un clásico épico dotado de un feeling imponente. Para quien le interese, la Dave Matthews Band suele incluirla en sus conciertos en vivo, y la verdad es que les sale bastante bien.

#65. Teacher - Jethro Tull
Album: [single] Disponible como bonus track en Benefit (1970).
Letra y música por Ian Anderson.
Lírica clave: "I try to socialize but I cannot seem to find what I was looking for, got something on my mind".

Si Jethro Tull vuelve a tocar en Buenos Aires y yo vuelvo a verlos (ya los ví dos veces), estaré en primera fila apuntándoles con una escopeta para que se convenzan de una vez a tocarme este clásico increíble. Todo más que bien con Aqualung y Locomotive Breath. Son dos monumentos del rock. Pero Teacher, siendo mucho menos conocida, bien merece la misma reputación. Esta extraña fábula sobre un falso profeta comienza siendo una atractiva balada folk - con una de las mejores melodías vocales de Anderson - pero enseguida pone tercera, cuarta, quinta y termina rematando al oyente con un riff-mastodonte de doce notas que es una cosa inolvidable. Resulta un efecto genial cuando en vez de poner el "riff memorable" en la parrilla de entrada, algunas canciones se lo reservan como plato principal, dándole el papel protagónico que correspondería al estribillo. No hay muchos que lo hagan, a decir verdad, y por eso este tema me parece excepcional. Además de que, lógico, la banda aparece en su mejor momento (tiempos de su olvidado tercer álbum Benefit), carburando a toda máquina sin dejar resquicios siquiera para respirar. Jethro Tull es de esas bandas que suelen ubicarse dentro de la parcela del "rock progresivo" pero que, en rigor, nunca olvidó su vocación por parir algunos hard-rocks clase mamut como éste. Una joya.

#64. House Of The Rising Sun - The Animals
Album: The Animals [Edición EEUU] (1964).
Letra y música anónimas.
Lírica clave: "I'm going back to New Orleans to wear that ball and chain".

La gran epopeya de la British Invasion consistió en la apropiación por parte de ingleses adolescentes y urbanos de las raíces más profundas del folk norteamericano. Hoy es algo que damos por descontado, que una banda inglesa toque blues. Pero en aquella época, principios de los 60's, la verdad es que no había matrimonio más impensado. Era ridículo; ¿Qué podía hacer un pendejo inglés con formas musicales ancestrales que poco y nada tenían que ver con la historia de Inglaterra? No, en serio. Es algo así como lo es hoy en día el fenómeno del tango finlandés, pero en una escala mucho más masiva. Los estadounidenses no entendían un pomo. ¿De dónde salieron estos flacos? ¿Cómo es posible que capturaran tan bien la esencia de una música tan lejana a sus ecosistemas? Hay una explicación, pero es demasiado larga para analizarla ahora (solo basta saber que durante los 50's, estos ingleses empezaron a encargarse pilas de discos oscuros de EEUU que les llegaban en barcos). Los Beatles, lógico, eran cuatro de esos muchachos. Pero, para ser justos, las dos bandas que más comprensivamente capturaron esta vibra transatlántica y la explotaron fueron los Rolling Stones y los Animals. Mientras los Beatles siempre sonaron algo aburguesados, estos dos sonaban guarros, piojosos y oscuros. Lo que hacen los Animals con esta tonada tradicional de la zona de Nueva Orleans - acerca de la perdición por los juegos de apuestas - es uno de los milagros definitivos del rock. La intensidad que alcanzan sobre el final es para ponerse de pie y tomar aire, o bien estallar en llanto. Eric Burdon, con sus vocales frenéticas y Alan Price con su organo filoso apuntalan una de las grabaciones más legendarias e irrepetibles de la historia de la música.

#63. Sultans Of Swing - Dire Straits
Album: Dire Straits (1978).
Letra y música por Mark Knopfler.
Lírica clave: "They don't give a damn about any trumpet playin' band, it ain't what they call rock and roll".

Sultans Of Swing es tan perfecta que se lleva el premio a la "canción que a todo el mundo le gusta". En serio; ¿alguno conoce a alguien que no le guste este tema? Yo no. Juro que no. Le gusta a los viejos, a los jóvenes, a los metaleros, a los raperos, a los que solo escuchan música de los 90 y hasta a los que no tienen la más perra idea sobre música. ¿Por qué ocurre esto? No tengo idea, pero debe ser uno de los consensos más llamativos del rock. Digo esto porque este álbum, el primero de Dire Straits, se publicó en 1978, o sea, en medio de toda la onda punk y new-wave recién desatada. Es difícil imaginar algo más irrelevante para el momento que un álbum de R&B minimalista y sin distorsión. Y sin embargo, la cosa resistió el paso del tiempo y a Sultans Of Swing hasta la Aspen la pasa con insistencia. Debe ser esa irrelevancia, esa intimidad universal coagulada en la letra (que es fenomenal, léanla por favor), esa tendencia a alejarse de los extremos, lo que la convierte en un plato apetecible para todos los estómagos. De todas formas, que no sea un tema arriesgado no es derogatorio en este caso. Después de todo, el estilo de la banda es muy singular. Nadie toca la guitarra como Knopfler, eso se sabe.

#62. Somebody To Love - Jefferson Airplane
Album: Surrealistic Pillow (1967).
Letra y música por Grace Slick.
Lírica clave: "When the truth is found to be lies, and the joy within you dies".

El himno nacional del del flower-power y el verano del amor californiano comienza a-capella con la voz temblorosa de Grace Slick, y esos breves, brevísimos instantes pueden volarte la cabeza. La intensidad desbordante con la que canta esta flaca es una cosa a veces difícil de digerir. Al referirse a la escena de la west coast estadounidense todos se llenan la boca con Janis Joplin pero suelen olvidarse de esta otra fémina rockera. Ojo, Janis Joplin se merece todo lo que se dice y mucho más, pero lo de Grace Slick merece ser reivindicado. Escuchen por Dios cómo la descose, como se desvive, como se cree hasta la última palabra lo que está cantando. Claro que ella, a pesar de ser también la compositora del tema, no es lo único. Hay una banda detrás que se retuerce en medio de fogonazos psicodélicos del más perfecto caos. La canción es tan brutal, tan importante, tan tremenda, que hasta da la sensación de que son gajos de historia los que se desprenden en cada nota. La historia de una década contradictoria y agitada como fueron los 60's, que ya no podremos recuperar salvo en anclajes como Somebody To Love.

#61. Station To Station - David Bowie
Album: Station To Station (1976).
Letra y música por David Bowie.
Lírica clave: "It's not the side-effects of the cocaine, I'm thinking that it must be love".

Es lugar común decir que Bowie era un experto condensador de modas pero que nunca aportó nada realmente innovador con su música. Es una hipótesis atendible, y ciertamente nadie va a negar la increíble capacidad que tenía el tipo para anticipar "lo que se viene" o "lo cool del momento" y mutar en consecuencia, llevandose las palmas por acercar al mainstream varias tendencias previas del underground. También es una hipótesis debatible, y el caso de estudio prioritario es Station To Station. ¿Alguien puede iluminarme y decirme de dónde sacó Bowie la onda de este álbum? Se habla mucho de que para entonces el flaco había orientado sus antenitas hacia Berlín y empezaba a descubrir para el resto del mundo la mina de oro que era la electrónica experimental alemana (Neu!, Cluster, Kraftwerk, Klaus Schulze). Está bien, es verdad... Ahora; sería demasiado decir que Bowie simplemente copió a sus maestros: acá hay un sonido totalmente único que solo tangencialmente se relaciona con la escena alemana. Station To Station es una mezcla bizarra donde aparecen en porpociones iguales soul, funk, electrónica y glam-rock. La fuente más natural en la que se puede pensar es Roxy Music. Sea como sea - ustedes juzgarán la originalidad o la falta de ella - la pista titular que da inicio al disco es una suite para el recuerdo (además de la canción más larga de la discografía bowieana). Empieza con un empaste cuasi-industrial arrastrado, rarísimo (pero seductor) que de a poco se pone a rockear, para acabar con una fiesta bailable super-cool que suena más moderna que todas las bandas actuales juntas. Final glorioso si los hay.

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sábado, 5 de abril de 2008

Ensimísmesis

Soy esa sombra, esa fuga, esa tentativa
Realmente soy ese cuerpo que acarrea pensamientos
de un lado a otro, a un metro ochenta del piso
mientras la ciudad mortecina se vacía al venir la noche
Antes no estaba seguro, pero ahora tengo la certeza

Qué es lo que ocurrió en el medio,
ya no lo sabría decir

Aunque es probable que tenga que ver con eso

Con eso de ir perdiéndonos uno en el otro
Al bucear en las calles sin querer saber la hora
Con eso de enmudecer ante el traqueteo
de mis ideas cuando pierden peso ante las tuyas
Con eso de tu vaivén en la otra vereda
o de tu cara acunada en un sueño sin sueños, al dormir
Tanto silencio hacés entonces,
que a veces me abriga del zumbido
de los autos que pasan a lo lejos
Nada puede llenar ese silencio

Entonces lo que descubro es
que aunque no exista el paraíso, ni el último refugio
Al fin y al cabo no importa
Puede ser que esté perdido
Pero no hay otra opción que ir por más.

martes, 1 de abril de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 80 - 71

#80. Back In The Saddle - Aerosmith
Album: Rocks (1976).
Letra y música por Joe Perry & Steven Styler.
Lírica clave: "I'm baaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaack!!!!!".

Desde que tengo registro de Aerosmith, Steven Tyler se ocupó muy bien de destrozar la reputación de la banda escupiendo sus ridículas power-ballads orientadas a la FM, una detrás de la otra, hasta que se hicieron incontables e imposibles de distinguir entre sí. No obstante, existió una época en la que Aerosmith era una respetable factoría de rockers anfetamínicos e irreverentes que el grueso del "público general" parece haber olvidado. Back In The Saddle nunca se publicó como single, y realmente no es material de single en absoluto. Si algún DJ desubicado optara por transmitir esta canción por la radio hoy en día, más de un oyente se pegaría un buen susto con la visceralidad desatada del bocón Tyler y ese ritmo galopante que machaca y machaca hasta que la canción se convierte, durante la extensa coda, en una pulpa deforme, carente de sentido. Lo sorprendente es que, salvando la intro pulsante de adrenalina, ni siquiera necesitan un riff propiamente dicho para ir llevando la canción a buen puerto: alcanza con ese fenomental revoltijo de guitarras bluseras, funky, hasta disonantes que le dan al tema un filo cruel que sería absurdo esperar de Aerosmith hoy en día. Sin dudas, una buena canción para recuperar la memoria (qué solemne suena esa frase).

#79. Superstition - Stevie Wonder
Album: Talking Book (1972).
Letra y música por Stevie Wonder.
Lírica clave: "Superstition ain't the way".

Ahí les va una obvia. Es milagroso como el infernal groove funky que transpira este tema está ahí ya con esos primeros y solitarios golpes de tambor. Pareciera que Stevie Wonder no necesita más que eso para hacerte mover el orto como un condenado, por eso cuando se suman los claves y los bronces, cada uno con su gancho inolvidable, la cosa de tan irresistible se convierte en un abuso. Lo irónico es que esta canción seminal (Michael Jackson y Prince esnifaron este tipo de cosas) fue originalmente escrita para Jeff Beck y solo gracias a la posterior recomendación del sello Motown fue lanzada por el propio Wonder como single (e incluída luego en Talking Book). Con su diatriba anti-superstición, la canción destila una calidad tan universal que se hace realmente difícil imaginar a qué tipo de lunático puede no gustarle (de todas maneras, hay de todo en la viña del Señor). En el mismo álbum se halla I Believe, otro gran clásico de culto de Wonder que bien podría haber integrado esta lista.

#78. It's A Fire - Portishead
Album: Dummy (1994).
Letra y música por Geoff Barrow, Beth Gibbons & Adrian Utley.
Lírica clave: "So breathe on, little sister. Breath on.".

Portishead es un dúo/trío reverenciado y vilipendiado por partes casi idénticas. Para poner un ejemplo, el famoso crítico yanki Robert Christgau le pone una sola estrella a lo que para mí es una de las grandes obras maestras de los 90, Dummy. ¿Es Robert Christgau un pelotudito feroz? ¿O soy yo? Ustedes juzgarán. El único objeto de jucio será la formidable It's A Fire, una canción simplísima que así y todo te obliga a dejar de hacer lo que estés haciendo para entregarte al placer de una melodía sin rumbo. Justamente, lo que me vuela la cabeza sobremanera es que It's A Fire no tiene ni estrofa, ni puente, ni estribillo, ni coda ni nada... Solo una única melodía vocal monolítica que avanza hacia el clímax en permanente cambio, que va entregando con suavidad un giro melódico detrás de otro, dejando al oyente casi sin respiro, en un estado de éxtasis y atención permanente. ¿Los arreglos? Un órgano, un bajo, un beat electrónico y se acabó. La atmósfera emocionante, profunda, litúrgica que logran Gibbons y Barrow con tan, pero tan poco es cosa de no creer. Nunca había escuchado un tema así y aún siento un extraño recogimiento cada vez que lo hago.

#77. Sabbath Bloody Sabbath - Black Sabbath
Album: Sabbath Bloody Sabbath (1973).
Letra y música por Black Sabbath.
Lírica clave: "Living just for dying, dying just for you".

Para cuando Black Sabbath grabó este quinto álbum, el patentado tono metalero de Tony Iommy ya no era ninguna novedad para nadie. Aún así, siempre es una experiencia intimidante escucharlo funcionar en toda su cilindrada, y este corte épico de 1973 es tal vez el ejemplo cúlmine del estilo de estos flacos. Lo más excitante del primer Black Sabbath es que si bien fundaron el sonido básico del heavy-metal, nunca le hicieron asco a su raigambre de "rock clásico"; por eso una composición como Sabbath Bloody Sabbath, aún pisoteando cabezas como un brontosaurio empastillado, no renuncia a matices y colores que las subsiguientes bandas del género optaron siempre por ignorar. Eso explica cómo un tema como éste, que arranca con un riffeo asesino, de pronto se resuelva en un estribillo acústico, bellamente melódico, de tintes country (!), para luego volver, con el doble de convicción, a ser una masacre. Este tipo de cosas que te llevan volando a lugares insospechados ponen a Black Sabbath más de un escalón por encima del resto de las bandas de heavy-metal, tan adeptas a los clichés y a la abulia. Algún purista desprevenido tal vez crea que, en el fondo, Black Sabbath es solo un embrión del heavy-metal y nada más: basta con escuchar esa guitarra reptante que surge a los tres minutos y veinte, para darse cuenta cuán equivocado es dicho mito.

#76. Straight Shooter - The Mamas & The Papas.
Album: If You Can Believe Your Eyes And Ears (1966).
Letra y música por John Phillips.
Lírica clave: "'Cause I'm a real straight shooter if you know what I mean".

A pesar de tener un nombre bastante estúpido, este cuarteto componía canciones bastante buenas. Todos conocen el clásico absoluto que es California Dreaming, y mucho más desde que hace unos años la reflotaran en un remix para bailar en boliches. En este caso, habiendo un tema que me parece igual de bueno, cometo la osadía de optar por el menos famoso. Straight Shooter, extraída del mismo álbum que California Dreaming, dispone de los exquisitos arreglos corales de Mama Cass Elliot y Michelle Phillips en su máxima expresión, solo que cortando el asunto con un filo netamente rockero. Si bien no es tan original como su hermana más conocida, ostenta una vibra aún más excitante gracias al impecable feeling blusero que le dan (usando un par de riffs sorprendentemente abrasivos para lo que acostumbra esta banda). Hay que ser de piedra para resistirse a la forma en que las voces se van montando una sobre otra, cada vez con mayor volumen, hasta explotar en esos gloriosos versos pop que conducen, irremediablemente, al éxtasis.

#75. In Every Dream Home A Heartache - Roxy Music
Album: For Your Pleasure (1972).
Letra y música por Bryan Ferry.
Lírica clave: "I blew up your body, but you blew my mind".

Para entender por qué Roxy Music es una de las diez o doce bandas más grosas de todos los tiempos hay que remitirse a los hechos. Estamos en 1972, apenas tres años después del ocaso de la generación de Woodstock. Salvando la incipiente escena del rock progresivo, cualquier banda más o menos mainstream de la época atinaba a tocar glam-rock, pub-rock, hard-rock, folk-rock y, en fin, lo que sea mientras fuera bien guitarrero y se basara en las vastas influencias folk y blues que habían florecido en la década anterior. Entonces aparecen estos muchachos, haciendo esto. Ni siquiera hoy se entiende bien qué es esto, pero podríamos decir que en 1972 estos tipos ya hacían música new-wave. Con su terrible atmósfera gótica, In Every Dream Home A Heartache es un excelente ejemplo del sonido aventurado que Roxy Music ya se animaba a explorar con todo desparpajo en tan tempranas etapas de la historia del rock. La melodía es repetitiva y escalofriante, apuntando directamente a los nervios del oyente. Ferry con su soberbia voz le canta a una muñeca inflable mientras las texturas libres florecen alrededor cual tejidos enfermos. El oyente a duras penas puede entender algo, pero la cosa lo va angustiando cada vez más. Hasta que explota todo. Una experiencia casi de otro planeta que prácticamente inventa el futuro. Aún hoy.

#74. South Side Of The Sky - Yes
Album: Fragile (1972).
Letra y música por Jon Anderson & Chris Squire.
Lírica clave: "We seemed from all of eternity".

Para quienes asocian el nombre de Yes con estériles devaneos instrumentales que no apelan a ningún tipo de emoción en el oyente, esta canción puede ser una grata sorpresa. Sucede que, aún durando ocho minutos, es increíblemente compacta para lo que suele ser la música de esta banda inglesa. South Side Of The Sky es algo así como el tema "ramonero" de Yes (si me permiten la infeliz metáfora); va directo al grano y no se empantana en esas complejidades absurdas que suelen tentar a los grupos de rock progresivo. Hasta qué punto esto es una virtud en sí misma es debatible; les habla alguien que en definitiva disfruta con Tales From The Topographic Oceans (uno de los álbumes más destrozados de la historia del rock). Pero en este caso, hasta los más escépticos tendrán que admitir que cuando se focalizaban y se dejaban de joder con barroquismos, los tipos se transformaban en una coalición rockera formidable. Y si no me creen escuchen atentamente como martilla ese inusual riffeo oscuro que toca Steve Howe. O la voz de Anderson, que por una vez logra sonar agresivo en vez de eunuco. Escuchen, escuchen con atención porque pocas veces Yes volvería a rockear con tanta vena a lo largo de su carrera (para no decir nunca más). La letra, además, trata acerca de los inconvenientes de congelarse hasta la muerte entre montañas heladas, una imaginería muy bien resaltada en ese majestuoso puente de piano y armonías vocales. Una de esas canciones de ocho minutos que pasan como si duraran cuatro. Perfecta, diría yo.

#73. Personal Jesus - Depeche Mode
Album: Violator (1991).
Letra y música por Martin Gore.
Lírica clave: "Reach out, touch faith!".

Y el ranking vuelve a recalar en una esas canciones que todo el mundo conoce. ¿Qué pasa? ¿No tiene sufientes buenas canciones Depeche Mode para tener que elegir justo esta? Ok, tendré que ser sincero: sí tienen buenas canciones (muchas), pero ninguna puede realmente compararse con ésta. Todo es perfecto. Es el dance-synth-pop perfecto. Oscura, pero repleta de ganchos memorables; simple, pero meticulosamente producida. A esto quería llegar Dios cuando creó a Kraftwerk y a Ultravox. Lo curioso de mi historia personal con esta canción es que llegué a ella a través de la versión de Marilyn Manson. Cuando escuché la original me llamó poderosamente la atención hasta qué punto los arreglos se basan en el puro ritmo, en una base llena de aire y espacios, sin una sola nota desperdiciada. Y aún así consigue rockear con una vena descomunal que muy pocos grupos de esta onda alcanzan (me vienen a la mente New Order y sus últimos dos álbumes, pero aún ellos tuvieron que incorporar mucha guitarra eléctrica para lograrlo). En todo sentido Personal Jesus es una proeza, una joya irrepetible e inimitable de la música pop, y el testimonio definitivo de que también las bandas electrónicas son capaces de hacer rock, en el sentido más amplio del término.

#72. Just Like Heaven - The Cure
Album: Kiss Me Kiss Me Kiss Me (1987).
Letra y música por Simon Gallup, Robert Smith, Porl Thompson, Laurence Tolhurst & Boris Williams.
Lírica clave: "Show me how you do it and I promise that I'll run away with you".

Uno de los atributos interesantes de The Cure es que así como de pronto podían ser los Señores de la Oscuridad y la Depresión, también eran expertos hacedores de singles pop sumamente pegadizos. Así es que la misma banda capaz de álbumes insoportablemente opresivos como Faith y Pornography, a medidados de la década de los 80 empezó a escribir temas indiscutiblemente "solariegos" como Close To Me, In Between Days, Why Can't I Be You y otros tantos que se convirtieron en clásicos. Entre ellos, el ápice está sin dudas en Just Like Heaven, single extraído del panorámico Kiss Me Kiss Me Kiss Me de 1987. Es más bien difícil explicar porqué me gusta tanto esta canción (por cierto, no soy el único como habrán adivinado). Más allá de esa exuberante introducción, la vocalización impacta más por su desesperada aura romántica que por tener una melodía repleta de ganchos. Y aún así, cuando se la ha escuchado varias veces, esa misma melodía ya nos resulta lo más natural del mundo. Si bien unos años después The Cure lograría una proeza al componer un tema muy similar y aún así igual de bueno (Friday I'm In Love), Just Like Heaven se mantiene incólume como el momento definitivo de The Cure en los 80's y tal vez de toda su carrera.

#71. Mr. Skin - Spirit
Album: The Twelve Dreams Of Dr. Sardonicus (1970).
Letra y música por Jay Ferguson.
Lírica clave: "Mr. Skin, you know where you've been".

Aparantemente esta canción fue escrita en homenaje a Traffic, una de las bandas favoritas de Jay Ferguson. Si ese es el caso, déjenme decir que Mr. Skin es mucho más ajustada y entretenida que la mayoría de las cosas que hizo Traffic. Con su infernal ritmo de congas y sus trompetas monolíticas, esta memorable pieza - un híbrido de soul y funk ácido - es uno de los highlights absolutos de Twelve Dreams Of Dr. Sardonicus, el álbum más celebrado de Spirit. Tal es así que incluso les reportó un hit radial de cierta importancia. Spirit es una banda relativamente oscura pero excelente que si bien apareció en la costa oeste de los Estados Unidos a finales de los 60's, nunca estuvo realmente asociada al flower-power ni a la lucha por los derechos civiles. Su mixtura de alta calidad entre psicodelia light, jazz y soul es uno de esos tesoros esperando ser descubiertos. Tal vez con un objetivo evangilizador, hace unos años la cantante pop Pink sampleó Fresh Garbage (un tema del primer álbum de Spirit) para su hit Feel Good Time. De todas maneras, hace falta ser alguien más que Pink para alcanzar la indiscutible potencia que logra Spirit aquí, en Mr. Skin.

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