lunes, 3 de noviembre de 2008

Ariembre

living well is the best revenge - i took your name - what's the frecuency kenneth? - drive - driver 8 - man-sized wreath - ignoreland - fall on me - electrolite - imitation of life - hollow man - everybody hurts - she just wants to be - the one i love - nightswimming - let me in - horse to water - bad day - orange crush - it's the end of the world as we know it (and i feel fine) [BIS] supernatural superserious - losing my religion - great beyond - man on the moon.


Twentieth century go and sleep.
Really deep.
We won’t blink.

Electrolite

Empezó noviembre. En mi caso particular, empezó noviembre con un soberano recital de R.E.M. en el Personal Fest, lo que me inspiró a chapucear uno de los más inefables títulos de la historia de este blog. Comentarios derogatorios de cualquier tipo: abstenerse, claro está.

Fue una espera diferente a otras, sin la adrenalina de luces que se apagan de golpe o de roadies probando instrumentos. Ni siquiera fue una espera, ya que apenas terminaron de tocar los Kaiser Chiefs en el segundo escenario - todavía no había encontrado mi lugar reservado entre la masa - en el escenario de enfrente apareció R.E.M. y procedió, como quien dice, a romperla.

Esta no es la típica banda de sexo, drogas y rock n' roll que uno iría a ver para hacer pogo o gesticular cuernitos a la Beavis and Butthead. Los tipos tomaron el nombre al azar de una enciclopedia y eso lo dice casi todo. R.E.M. - Rapid Eye Movement - es la fase del sueño en la que soñamos; en los sueños residirá acaso el dejo poético de un sustantivo propio que alardea ciencia y saber. Si su bandita universitaria no la hubiera pegado, estos tipos estarían en sus casas de Georgia, conjeturo, recortando enredaderas para que queden más prolijas y trabajando en negocios de computación. O administrando una granja, como lo hace hoy el ex batero Bill Berry en un elocuente ejemplo de lo mundano.

Por suerte para muchos, la banda la pegó y los otros tres - Michael Stipe, Michael Mills y Peter Buck - siguen grabando discos y haciendo giras, aunque alguno argumente, sin originalidad y con razón, que ya están lejos de sus días de gloria. Claro: no tiene mucho sentido hablar de "días de gloria" para bandas que ya han trascendido algo tan vulgar como el tiempo. R.E.M. fue y volvió muchas veces: el 1ro de noviembre, anteayer, volvió a Buenos Aires (después del Hot Festival en 2001) para presentar su flamante disco Accelerate.

Tal vez la palabra "profesional" sea demasiado glacial para calificar lo que fueron el sonido, lo visual y la performance de la banda. No obstante, ni más ni menos que eso fueron; profesionales. Kilómetros y años de giras encima no se cargan en vano; amén de la excelente reputación que tienen como banda en directo, la cual fue totalmente avalada en las puntuales dos horas de show que brindaron. Todo salió como tenía que salir: el sonido potente; la banda ajustada como un par de calzas; Stipe robándose la noche con sus credenciales de showman y una voz impecable que parecía directamente de estudio; y las pantallas gigantes dinamizando con un arte visual de una calidad inverosímil. En suma, hacieron valer el billete invertido.

El setlist se dio el grosero lujo de omitir material de los primeros dos álbumes, lo cual sería apenas un frívolo detalle sino fuera que Murmur (1983) es una de las obras de arte más perfectas que ha parido el rock - esto no es ocurrencia mía solamente - y que su sucesor Reckoning (1984) no le va en zaga. Un gesto al que no termino de prodigar aquiescencia, aún sabiendo que "el R.E.M. de la gente", apareció mucho después con el pase de IRS a Warner y el éxito espectacular de Out Of Time (1991) y Automatic For The People (1992). Que hace rato se hayan constituido en una rentable banda de (pequeños) estadios para (pequeños) burgueses no elimina que, en sus albores, R.E.M. hayan sido los padrinos absolutos de lo alternativo-indie-under o como-quieras-llamarlo. Y si la gente no lo sabe o lo olvidó, hay que recordárselo; hay que escupirle en la cara mitos como Radio Free Europe - temazo fundacional que hace años casi no tocan - o South Central Rain.

Sea como sea, que aún descartando su obra maestra hayan brindado un setlist del carajo, por decirlo así, habla a las claras del intimidante repertorio que hornearon estos muchachos en veinticinco años de trayectoria. Para compensar la mencionada omisión, dejaron constancia de todos los demás álbumes a excepción de Up (1998) y Around The Sun (2004). En efecto, hasta incluyeron un tema de Fables Of The Reconstruction (1985), aquel oscuro y poco mencionado tercer LP del cual no florecieron ni éxitos ni clásicos reconocidos. ¿La canción? Driver 8 ("we can reach our destination, but we're still a ways away"), dedicada expresamente a Barack Obama, en quien Stipe parece tener depositadas muchas esperanzas.

Esta canción, la más vieja de toda la noche (Stipe mismo lo reconoció: "this is a very old song"), sirvió de hecho para abrir el fuego del segmento más politizado, a lo largo del cual siguieron Man-Size Wreath, furibundo tema de Accelerate dedicado a George W. Bush, y Ignoreland, tema igualmente furibundo (esa carrera-hacia-el-estribillo me liquida) dedicado al otro Bush, al que no tiene la W. pero es igual de odiable y que también invadió Irak en algún momento. Por si no quedaba claro, Stipe subrayó que él - y todos los que compartían el escenario - odian al actual gobierno de EEUU, ese "very big and very strange place" del cual provienen.

Los guiños a las viejas épocas de IRS culminaron con la preciosa Fall On Me de Lifes Rich Pageant (1986), más las infaltables It's The End Of The World As We Know It - cerrando el show - y The One I Love, en la que Stipe fue presa de la síndrome-Bono y bajó del escenario para abrazarse con la gente; ocurrencia bastante ridícula si se tiene en cuenta que estabámos coreando una de las canciones más odiosas jamás escritas ("A simple prop to occupy my time, this one goes on to the one I love").

Como era de esperarse, Automatic For The People recibió una cobertura exhaustiva en la que no faltaron los clásicos Everybody Hurts, ramplona como siempre pero efectiva, Man On The Moon, Drive, la mencionada Ignoreland y la increíble, espeluznante, tristísima Nightswimming inaugurando el "momento bajonero" de la noche, con Mills al piano. En contraste, el otro caballito de batalla, Out Of Time, solo figuró a través de - no podía ser de otra manera - Losing My Religion, una de esas canciones monumentales de ácido desoxirribonucleico que nos sale cantar de memoria aunque no hayamos visto Out Of Time ni en figuritas (que no es mi caso, lógico, yo sí lo ví en figuritas).

Siguiendo con el desglose, se despacharon con tres (TRES!) canciones de Monster (1994), tal vez con la intención de reivindicar un álbum poco respetado, lo que dio como resultado algunos de los recodos menos memorables de la velada (salvando What's The Frequency, Kenneth?, claro). Hubo dos de Reveal (2001) - incluida la cantarina Imitation Of Life - y una sola de New Adventures In Hi-Fi (1996) - por lejos mi disco preferido de los cinco que sacaron en los 90 -, la hermosa Electrolite. Naturalmente, Accelerate fue profusamente promocionado con sus cuatro primeros temas, entre ellos el corte Supernatural Superserious que sonó a clásico en el BIS, más Horse To Water.

El momento más espectacular del show provino, sin embargo, del álbum Green (1988): una estremecedora rendición de Orange Crush, una cosa titánica que hizo saltar todo con su feedback desatado y su apoteósico coro, mientras Stipe correteaba por ahí medio loquito gritando con un megáfono. Bad Day y The Great Beyond, solo hallables en el compilado In Time, completaron el generoso panorama de un concierto que para mí ya es inolvidable.

¿Temas que extrañé? Muchos o muchísimos pero... ¿Qué más se le puede reclamar a un espectáculo de dos horas? Sí, podrían haber tocado Begin The Begin, que es mi canción favorita del grupo. De hecho, la tendrían que haber tocado. De hecho, cuentan los rumores malintencionados que estaba anotada en uno de los setlists que Stipe desparramó sobre el público al finalizar el concierto. Faltaron algunos hits como Stand (que de todas formas no me mueve tanto) y clásicos como These Days. Faltó que tocaran algo más de Hi-Fi, como la impresionante E-Bow The Letter. Faltó Houston, por lejos la mejor canción del último disco. Faltó, faltó, faltó. Siempre falta algo si nos lo proponemos.

Me cuesta hilvanar alguna conclusión profunda o remate con gancho para quedarse pensando. Las palabras se hacen fútiles con bandas como R.E.M., que hace tiempo que son leyenda y todo lo que se pueda escribir de ellos queda pequeño en comparación con lo que inspiraron y siguen inspirando sus canciones. Solo invito a seguir escuchando los discos y esperar a que vuelvan pronto a tocarnos más Murmur y más Reckoning.

SOBRE LOS APERITIVOS:

MARS VOLTA: Realmente no me pude meter en lo que vino a ofrecer The Mars Volta y tampoco me esforcé demasiado para tratar. Me acerqué a escucharlos con alguna expectativa, básicamente por Frances The Mute, una obra cumbre del rock progresivo de la cual no tocaron nada. De hecho, solamente interpretaron cuatro canciones (Drunkship Of Lanterns, Viscera Eyes, Wax Simulacra y Goliath) que sonaron todas más o menos a lo mismo: una zapada deforme y epiléptica para la cual no estaba demasiado predispuesto, a decir verdad. Una de las grandes virtudes de Frances The Mute es su cuidado balance entre freak-outs ensordecedores y pasajes más misteriosos donde hay lugar para el jazz, la psicodelia y hasta la música concreta. Lo de Mars Volta el sábado se hizo muy predecible y hasta monótono: estuvo bien que fuera improvisado, pero faltaron matices y picos de tensión. Se hizo muy difícil distinguir algo entre los aporreos interminables de Rodríguez López y los grititos de Bixer-Zavala. No es que me disguste este tipo de música: lo dije, me encanta Frances The Mute, solo que no estaba psicológicamente preparado para ese free-jazz-metal cósmico que trajeron, o como diablos se denomine esa cosa. Goliath, con sus claras influencias de King Crimson, fue lo que más disfruté. Cuando se fueron del escenario, no obstante, les agradecí de corazón el haberse llamado a silencio.

BLOC PARTY: No conozco Bloc Party y luego del derretimiento parcial de mi cerebro causado por los Mars Volta no tenía muchas pilas para iniciarme. Los escuché de lejos comiendo un paty y no sonaron para nada mal, pero tampoco me llamaron mucho la atención. Por momentos me recordaron a New Order. Fue música de fondo. No puedo opinar mucho.

KAISER CHIEFS: Divertidos y saltarines pero dolorosamente inocuos. El guitarrista parecía un Byrd. El cantante, un Beach Boy. El bajista, un Stroke. Suenan como un refrito de Blur y Supergrass, que a su vez eran un refrito de XTC. Honestamente estoy medio hasta los huevos de refritos; hace falta en Inglaterra alguien que quiera hacer algo original. Urgente. Es ante este tipo de fiascos que se me ocurre revalorizar un poco la propuesta ultra-arriesgada de Mars Volta. De todas formas reconozco que para lo que se proponen son muy efectivos: le ponen onda, son simpáticos, hacen canciones bailables y coreables y toda la bola. No tienen personalidad ni contenido alguno pero te hacen pasar el rato, como quien se divierte en una fiesta de cumpleaños. Ellos mismos no podían ponerlo más claro: everything is average nowadays.

3 comentarios:

Centrofovar dijo...

Me parece que Monster es un gran disco, menosreciado por muchos pero no por ellos; y no creo que "I took your name" no haya sido un momento memorable.

Pienso que Around the Sun es un disco completamente prescindible, y en eso se hizo justicia.

Como sea, coincidimos en que fue un show impresionante.

Saludos

Malú dijo...

yo te dije, si no conoces ningun tema cantas lalala o nanana y estas a tono con kaiser chiefs jajajaja

SirThomas dijo...

Muy buena la crónica Fededer.

Gran banda R.E.M., sin dudas.

Saludos.