viernes, 28 de marzo de 2008

Nuestro humilde Destino Manifiesto

La Argentina es un país agroexportador. No es algo que esté escrito en la constitución nacional, pero sigue siendo la seña y contraseña del lugar en el que no quisimos nacer. Hacedores de vacas y granos es el rol que la división internacional del trabajo nos asignó en este tren fantasma llamado "capitalismo global". Y aquí estamos, pues: haciendo vacas y granos - también porotos - mientras el PBI pendula al ritmo de mercados que necesitan, o no, todas esas cosas. Al imaginario rural le complace asumir dicho rol como una suerte de Destino Manifiesto (en versión sureña, más humilde, claro) y es fácil comprenderlo cuando uno sale de la ciudad y se sumerge en el campo. Cuando uno ve esas llanuras perfectas, infinitas, esas distancias sembradas de verde bajo la inmensidad del sol. Ante tanta fecundidad, ante tal regalo de Dios, el viajero no resiste la tentación de pensar que es natural, que es lógico que Argentina sea un país agroexportador. ¡Con esta flor de pampa húmeda, no podía ser otro nuestro destino, hombre!

Claro que se puede objetar ese imaginario de mil maneras, empezando por la obviedad de que no podemos reducir la Argentina a la pampa húmeda, ni la prosperidad de los hijos pródigos del campo a la de millones de trabajadores urbanos. De todas maneras, ya es tarde para criticar eso. Le guste a quien le disguste, para el mundo la Argentina es un país agroexportador desde que existe como tal y lo seguirá siendo, presumo, hasta que la población del planeta no se alimente más con seres vivos. La cuestión pasa ahora por lograr que no solo la abrumadora minoría propietaria de campos sea la beneficiaria de este proyecto de país.

Porque ahí está lo axial: destino natural o no, la agroexportación es un proyecto de país (diseñado por las oligarquías terratenientes en el siglo XIX). Como tal, tiene el deber de incluir a los 40 millones que somos y no solo a los tres gatos locos que tienen un campo para producir. Los propietarios latifundistas, aún con todos sus privilegios, no dejan de ser eslabones de una estructura económica con objetivos de nivel nacional en los que todos puedan ser incluidos. Si para lo único que explotan un campo es para llenarse los bosillos de verdes y los demás que se arreglen, entonces el proyecto agroexportador deja de tener sentido como tal y habrá que pensar en dedicarse, como país, a alguna otra cosa (no pregunten qué). Son ellos, los propietarios de campos, los que defienden a rajatabla el modelo, amparándose en "la tradición" y en "todo lo que el campo le dio al país". En esa defensa que es congruente con sus intereses, tienen que aceptar también que para que el modelo se mantenga, éste le tiene que cerrar a todos los argentinos y no solo a ellos. No se trata de comunismo, sino una cuestión básica para cualquier nación moderna.

¿Lo aceptan? El lema de la Sociedad Rural Argentina reza: "cultivar el suelo es servir a la patria". Se la crean o no, existe un compromiso que nace del mismo sector hacia "la patria". Existe un mercado interno con necesidades que debe ser abastecido a precios razonables y existe una renta, por exportar, que se logra a través de múltiples privilegios (propiedad latifundista, tipo de cambio, mano de obra barata, subsidios, etc.) que debe ser en parte aprovechada por el resto de la población. Si ese resto de la población mayoritaria, que no cuenta con esos privilegios, no ve que vivir en un país agroexportador le reporte algún beneficio, ve que le falta comida, ve que los precios aumentan, ve que los sectores que se enriquecen siempre son los mismos pocos, entonces el modelo deja de ser sostenible. Ahí es cuando aparece la prepotencia de quienes pretenden imponer una estructura beneficiaria de una elite; ahí es cuando el campo falta a su promesa.

Por supuesto que el campo en sí mismo es un conglomerado de actores heterogéneos; hay pequeños, medianos y grandes productores. Hay desde quienes cultivan miles de héctareas de soja hasta el que vende un puñado de cerdos. Por supuesto que la Argentina también tiene un sector industrial, un sector de servicios, un sector financiero, todos gravitantes en la economía y amasadores de beneficios. La complejidad de dicho panorama, no obstante, no contradice lo ya dicho. La mayor fuente de riqueza de la Argentina, su puerta de entrada de divisas, lo que tiene para ofrecer al mundo, es siempre lo mismo: campo.

El discurso de ayer de la Presidente Cristina Kirchner, seguido por los medios y los televidentes como si fuera la final del mundial, fue exacto. Muchos opositores volvieron a mostrar la misma indignación del martes (de hecho, hubo nuevos cacerolazos dispersos); los foros de diarios se llenaron de críticas, caratulando al discurso de soberbio, egocéntrico, sin definiciones y lleno de insultos al campo. Nada más alejado de la verdad. No anunció medidas concretas para salir de la crisis, es cierto, pero qué sentido tiene hacer tal cosa antes de dialogar. Sus cartas ya las mostró, ya se sabe cuáles son; son las mismas medidas que promovió hace dos semanas. No tiene por qué cambiarlas solo porque le cortan rutas y le paran camiones; no, primero hay que dialogar. Aún así, fue bastante precisa en la cuestión de fondo: su proyecto político apunta a una redistribución de la riqueza; para eso las retenciones al agro son fundamentales y no las va a anular. Dicha política va en línea con lo que prometió en la campaña y, legitimada por haber ganado en las urnas, no puede faltar a ese compromiso. A muchos no les van a gustar algunas medidas redistributivas, pero de eso se trata la democracia: nunca van a estar contentos todos con todo. Más claro, echale ayudín plus.

En cuanto al tono del discurso, se aburrió de hacer gestos conciliadores. Defendió a los manifestantes opositores "rubios" del martes estableciendo que todos los ciudadanos pueden protestar. Declaró que no se olvida de los pequeños productores y que va a ayudarlos en todo lo que pueda. Dijo que está muy bien ganar dinero, que comprende a los que quieren ganar "toda" la plata. Dijo que entiende que los representantes de los intereses del campo respondan al reclamo de sus bases. Pidió por favor levantar el paro para dialogar. Y así siguió toda la noche, sin alguna palabra o retórica que pueda ser considerada agraviante para nadie. Después habrá que ver si sus dichos se condicen con sus actos, pero si nos atenemos al discurso, fue todo menos confrontativo.

"Todos somos el campo", es la consigna de quienes apoyan del lockout que nos está dejando sin nuestro amado asado con ensalada de lechuga y tomate. Si lo leemos literalmente (y no desde el eufemismo malintencionado cuyo significado es "todos somos los propietarios del campo"), resulta que tienen razón. Por ese mismo motivo, porque todos somos el campo, es que todos tenemos que aprovechar sus frutos, comer su carne, beber su leche y compartir con los más desprotegidos aunque sea un poco de esa enorme riqueza que produce.

martes, 25 de marzo de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 90 - 81

#90. Hyperballad - Björk
Album: Post (1995).
Letra y música por Björk.
Lírica clave: "I go through all this before you wake up".

Alguien en Internet me recomendó esta canción en algún momento. Hoy en día muchas de las personas con quienes nos comunicamos no pasan de ser "alguien en Internet", por lo cual no sé por qué hacen caras. En fin. Esto era cuando la onda de Björk no me cerraba mucho y trataba de no darle bola. Hyperballad, naturalmente, me cambió la cabeza. Hoy en día no sé hasta que punto la considero superior a otras favoritas de la señora esta, como por ejemplo Venus As A Boy, pero la incluyo simplemente a fuerza de ese impacto originario que aún permanece. Creo que ninguna otra canción encapsula con tanta elocuencia (y economía de recursos) la idiosincracia de Björk: beeps electrónicos expertamente cosidos a la melodía, una letra bizarra pero romántica, un cinemático arreglo de cuerdas y ese ritmo electrónico que va arrancando de a poco hasta lograr un clímax estupefaciente. De entrada parece una balada, pero al minuto es bastante obvio que se trata de algo más (una hiperbalada, supongo). Hace poco Björk pasó por Buenos Aires y cantó esta maravillosa gema. Podría haber estado, pero no llegué a comprar las entradas porque perdí mucho tiempo con un estornudo (eso es lo que tardaron las entradas en agotarse, por si no entendieron el magnífico chiste).

#89. Sweet Child O' Mine - Guns N' Roses
Album: Appetite For Destruction (1987).
Letra y música por Guns N' Roses.
Lírica clave: "She's got a smile that it seems to me, reminds me of childhood memories".

Tal vez en unos días me arrepienta de haber metido esto. Nah, seguro que me voy a arrepentir. Teniendo en cuenta la gran cantidad de temazos obvios que dejé afuera (ya se van a descubrir), la verdad me va a costar explicar por qué justo éste, que es muy obvio, sí va. Hay algo que fue lo que me decidió y es esto: la intro de guitarra de Slash es una de las cosas más distintivas, emocionantes e instantáneamente reconocibles que se hayan creado en la historia del rock. Cuando los Guns N' Roses hacían furor allá por comienzos de los noventa yo era un pendejo de tercer grado que solo escuchaba a los Dire Straits (!) y, lógicamente, detestaba a los Guns con toda mi alma. Y aún así, esta increíble canción, que entonces sonaba por todas partes (especialemente en casa de mis primos, donde también sonaba Bon Jovi!!!), me produce una nostalgia desgarradora por aquellos días que no muchas canciones logran. Que este nivel de sensibilidad universal haya sido alcanzado por una pandilla de adictos cuasi-vándalos como los Guns no deja de agregar leña al fuego. Sweet Child O' Mine es tal vez la única canción que, sin que mediara una escucha activa hasta mucho tiempo después, ciertamente marcó parte de mi vida. No importa cuántas veces la escuche, el primer instante al reconocer ese riff en los oídos - o la melodía de bajo que sigue a continuación - es una sacudida de esas poco comunes que solo ciertos elegidos cada tanto son capaces de provocar. Y el inefable álbum, Appetite For Destruction, es excelente.

#88. Mutilated Lips - Ween
Album: The Mollusk (1997).
Letra y música por Ween.
Lírica clave: "You can get another drop of this, yeah you wish".

Una de las tantas opciones algo extrañas que se van a encontrar en esta lista. Ween es una de esas bandas alternativas de los 90 (en este caso dúo alternativo) que nadie conoce pero cuyos oscuros álbumes alcanzan un nivel de consenso poco común entre quienes sí los han escuchado. Esta canción en particular es digna de la lista por una razón bastante contundente: es el mejor rock alternativo de los 90 que escuché jamás. ¡Ojo! Tampoco sé exactamente qué se supone que tiene que ser el rock "alternativo", pero si uno a veces lo asocia a bandas imitadoras de Nirvana que no tienen nada interesante para hacer ni decir, aparece este tipo de cosa bizarra para salirse de la línea y sorprender. Me atrae mucho el hecho de que Mutilated Lips sea un tema casi exclusivamente acústico y aún así suene oscuro, imponente y moderno, además de ser extravagante sin perder cierta adaptabilidad pop. Resumiendo, es una cosa única. Recuerdo que fue la canción con la que elegí estrenar mi actual placa de sonido a todo volumen (que no es la cream de la cream pero suena bien) y me partió la cabeza. No podía dejar de escucharlo una y otra vez, y aún así nunca me saturaba sino todo lo contrario; me sumía aún más en la adicción. Es una canción adictiva como muy pocas. Supongo que a todos les pasa lo mismo, pero uno nunca sabe.

#87. Thirteen - Big Star
Album: #1 Record (1972).
Letra y música por Chris Bell & Alex Chilton.
Lírica clave: "Won't you let me walk you home from school".

Thirteen es un álbum de Blur, pero también el nombre de esta humilde canción (de hecho, es lo más humilde de toda la lista) de Big Star. Visto que hoy ando medio nostálgico, es más que apropiada una canción sobre la sensación de tener trece años y empezar con las primeras citas, a saludar a las chicas con besos en la mejilla y todo eso. Esas sensaciones no vuelven más, lo aseguro. No quiere decir que no haya otras igualmente satisfactorias que solo nos reserva la adultez, pero cuando sentís que esa parte de tu vida se fue para siempre viene esa sensación de extrañamiento, en donde hasta te parece que esa persona que eras en la primera adolescencia no eras vos sino alguien que conociste íntimamente pero que ya murió. De todas formas, lo que más me llega de la canción no es tanto el mensaje (mentiría si dijera que lloré con esto) sino la hermosa composición melódica. Solo suenan un par de guitarras acústicas y lo cierto es que el juego de notas entrelazadas que proponen es genial. Simple, casi de rutina, pero a la vez extraordinario. Parece como algo que podrían hacer los Killers en un rapto extenuante y utópico de inspiración, pero no: esto fue grabado en el 72 por una banda totalmente fracasada y de culto que solo conocen ciertos nerds que, además, hacen música influenciada por Big Star. Garbage, por ejemplo, hizo un cover de este mismo tema. Música sin tiempo, que le llaman. Existe.

#86. Radio Free Europe - R.E.M.
Album: Murmur (1983).
Letra y música por Bill Berry, Peter Buck, Mike Mills & Michael Stipe.
Lírica clave: "Straight off the boat, where to go?".

Mi anécdota graciosa con respecto a R.E.M. es que por mucho tiempo tuve la idea de que Losing My Religion era un tema de... ¡Phil Collins solista! Claro, debo haber visto un pelado cantando en la tele y pensé automáticamente que era el chanta de Genesis. Cuando me enteré de que era R.E.M. fue una gran decepción porque significaba que entonces Phil Collins al final no tenía un solo tema que valiera la pena. Losing My Religion está bastante bien. R.E.M. tiene muchos temas que están bastante bien, mucho más en el sello IRS durante los 80 que cuando decidieron hacer cosas como Automatic For The People. No obstante, considero (y sé que muchos van a estar de acuerdo) que es una de esas bandas que saben pegarla de entrada al punto de no poder superarse jamás. Radio Free Europe es la primera canción del primer álbum de R.E.M. (Murmur). Si bien la producción, acorde con el status indie que tenía la banda en aquel entonces, es mooooy lo-fi, el impacto de la canción sigue siendo mayúsculo. Me impresiona cómo un tema que en su momento (año 83, pleno cenit del dance-pop) supo ser algo así como revolucionario, siga manteniendo esa misma impresión cuando lo escuchás ahora en pleno año 2008. O sea, no tiene sentido. ¿Cuántas bandas indie y college-rock surgieron después de R.E.M.? ¡Miles de miles! Y entonces, ¿porqué diablos Radio Free Europe, que es un boludeo surrealista sin sentido, suena tan condenadamente FRESCA todo el maldito tiempo? ¿por qué ese ritmo de guitarras se te mete bajo la piel como si el punk nunca hubiera existido y lo que escuchás fuera algo totalmente nuevo? Yo creo que quizás es porque R.E.M. era una banda del carajo, pero no sé, ustedes vean.

#85. Walk On By - Isaac Hayes
Album: Hot Buttered Soul (1969).
Letra y música por Burt Bacharach & Hal David.
Lírica clave: "Foolish pride is all that I have left".

Este tema del inefable Burt Bacharach fue popularizado incialmente por Dionne Warwick, pero está claro que se necesitó del gran Isaac Hayes (actualmente carcomido por los ideales de la cientología) para llevarla a sus alturas más insospechadas. Informo que se trata de una versión bastante larga; de todas formas no será el último tema de doce minutos que aparece en la lista, lo cual le da a Walk On By una utilidad de tentempié. Además, en la música pasa que a veces doce minutos se hacen demasiado poco tiempo. Este es el caso, ciertamente. Isaac empieza a cantar justo a los dos minutos y diez de canción. Hasta entonces parece que pasa de todo: hay una orquesta tocando una introducción inolvidable, una guitarra maligna que parece no tener nada que ver, voces de mujeres que parecen querer entrar pero no se animan. Todo en esta canción es así: cosas sucediéndose una tras otra, casi sin terminar de acoplarse del todo entre sí, hasta que sin darnos cuenta derivan en un crescendo monumental que culmina con un terrible duelo de órganos enloquecidos y guitarras punzantes. ¿Qué se supone que es esto? ¿Soul? Si lo es, creánme que esta bastante lejos del típico soul de motown o el típico soul a lo Barry White que pasan en las radios. Esto es otra cosa; una cosa psicodélica, funky, clásica, romántica, imposible de encasillar, coronada por la voz grave y suave de Hayes. A la luz de semejante experiencia, no me extraña nada que en la escena trip-hop (Portishead, Massive Attack) sea un lugar común meter algún sample de Hayes cada tanto.

#84. Wuthering Heights - Kate Bush
Album: The Kick Inside (1978).
Letra y música por Kate Bush.
Lírica clave: "How could you leave me when I needed to possess you?".

Wuthering Heights no fue la primera canción de Kate Bush que escuché (extrañamente, empecé por Aerial, su último, maduro e impecable álbum). Eso sí, cuando finalmente lo hice, esa voz me sobresaltó. Nada ni nadie en el rock te prepara para esa voz. Cuando se publicó The Kick Inside, Kate Bush tenía 19 años, pero algunas de estas canciones las grabó a los 16. O sea que tenemos a una pendeja apenas entrada en la pubertad que, como si eso no bastara, vocifera unas cuantas octavas más allá de lo normal como si fuera a audicionar para una ópera o algo. Un gusto adquirido, para decir lo mínimo. Al lector le recomiendo que no deje que sus nervios impacientes le jueguen una mala pasada: en esa tremenda voz (que más tarde Kate utilizaría en formas más sutiles) hay una incomparable sensación de deseo casi enfermizo que nunca nadie podría haber expresado con tan estremecedora convicción como Kate en este temazo. Parece loca: mientras ese estribillo glorioso planea como un águila elevándose hacia el paraíso, Kate Bush parece loca, enferma, entregada a la más histérica de las desesperaciones humanas. Hay que tener huevos para grabar algo así y sacarlo como single (huelga decir que nadie nunca había escuchado nada ni remotamente parecido, y fue un hitazo). Inspirada, como bien delata el título, en la conocida novela de Emily Bronte (que no leí aún porque la empecé y me resultó pesada), la canción sigue siendo la más emblemática de una flaca que tiene una discografía para alardear un buen rato. Rarísima, pero totalmente imposible de olvidar.

#83. Set The Controls For The Heart Of The Sun - Pink Floyd
Album: A Saucerful Of Secrets (1968).
Letra y música por Roger Waters.
Lírica clave: "Little by little the night turns around".

Una de las cosas que más me costó al elaborar esta lista de cien canciones fue elegir qué temas de Pink Floyd podrían ser incluidos. Para mí Floyd es el epítome de la banda que hace álbumes antes que canciones y que sus temas, no importa lo geniales que sean, no dicen demasiado cuando se los saca de contexto. Cualquiera fuera la nominación que hiciera, se me hacía aleatoria. Podría ser esta como aquella; cualquiera de sus grandes piezas famosas iba a estar bien. Así que tuve que rebelarme y finalmente opté por incluir esta canción de 1968 que sigue siendo "algo especial" dentro del variopinto catálogo de estos ingleses esquizoides, que ahora de repente todo el mundo escucha porque son cool. Todavía conservo en la memoria el inmenso shock que fue escuchar Set The Controls por primera vez, cuando yo apenas conocía los tipicos "hit singles" de Dark Side Of The Moon y esos álbumes de música pochoclera y bailable. Su participación entre las cien mejores del rock se justifica con un buen argumento: no debe existir canción con atmósfera mas maligna o perversa que ésta. Si la hay, todavía no la escuché. Hay una premisa sagrada que a veces al rock (sobre todo al metal) le cuesta asumir: para sonar malvado, cruel, oscuro, cuanto más calma y susurrante sea la música, mejor. Esto es lo que Waters entiende perfectamente en esta composición. La sencillez de los arreglos es tan asombrosa como la inexplicable sordidez que transmiten. El oyente no sabe de qué se trata el asunto; no hay un asesino serial, no hay monstruos, no hay siquiera fantasmas; aún así, su cabeza se llenará de imágenes visuales negras, en medio de un clima tranquilo que es todo menos tranquilizador. Su autor Waters le tiene un aprecio especial, ya que fue uno de los temas que tocó las dos veces que vino a Buenos Aires, en 2002 y 2007.

#82. I Want To See The Bright Lights Tonight - Richard & Linda Thompson
Album: I Want To See The Bright Lights Tonight (1974).
Letra y música por Richard Thompson.
Lírica clave: "Is just the kind of mess I'm looking for".

Si bien Richard Thompson tiene asegurado un lugar privilegiado en el panteón de los rockeros por ser miembro fundador de Fairport Convention, es su excelente carrera solista es lo que lo convierte a mis ojos en uno de los mejores violeros y compositores que viven o hayan vivido. El tema que aquí presento, cantado por su esposa de entonces Linda Pettifer (con quien grabó varios álbumes enteros), queda un poco amputado fuera el impresionante álbum al que da título. Aún así, creo que se vale muy bien por sí mismo. Lo que de entrada me llamó muchísimo la atención de esta canción es cómo, durando apenas tres minutos, combina varios géneros sin que se note en absoluto la costura. ¿Es folk inglés? Sí, pero también sabe ser rockera, tiene un monstruoso gancho pop, y hasta incluye toques de ¡¡¡Ranchera mexicana!!! Toda esa maravilla se combina con el apasionado canto de una chica común y corriente que solo quiere que llegue el fin de semana para escaparse un poco, emborracharse y ver las luces brillantes, el movimiento de gente, la vida nocturna (There's crazy people running all over town / There's a silver band just marching up and down). Algo que sin duda, nos ha pasado a todos más de una vez.

#81. Goodbye Yellow Brick Road - Elton John
Album: Goodbye Yellow Brick Road (1974).
Letra y música por Elton John.
Lírica clave: "Maybe you'll get a replacement, there's plenty like me to be found".

Hoy en día Elton John no inspira demasiado respeto, pero tal vez nos hayamos olvidado demasiado pronto que este gordito pomposo y glamoroso era una verdadera bestia en los años 70. Es uno de los pocos artistas de los que podría incluir diez o quince temas en esta lista y ninguno desentonaría en lo más mínimo. Imaginen el dolor de cabeza a la hora de tener que hacer el recorte final. Hubo al menos cinco canciones distintas que consideré seriamente para ocupar este lugar (algunas más, o otras menos concidas). Finalmente tuvo que ser la agridulce y breve Goodbye Yellow Brick Road que, lamentablemente para mis ganas de hacerme el elitista, es uno de sus clásicos inmortales, el tema titular del álbum más famoso y vendido de toda su carrera. Qué se le va a hacer; hay cosas que caen por su propio peso, y esta canción es un auténtico tanque de la música pop. Los ganchos melódicos se disparan como un diluvio casi imposible de asimilar con la lentitud de las neuronas. Es una canción que hay que escuchar varias veces para dar crédito a su perfección casi celestial. La performance vocal de Elton es una de las más grandiosas de cualquier canción en cualquier época, con esos falsetos que literalmente explotan en la cabeza. Realmente me siento ridículo tratando de acumular palabras inútiles sobre esta canción. Mejor escuchenla, o mejor dicho, vuelvan a escucharla.

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martes, 18 de marzo de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 100 - 91

#100. Jailbreak - Thin Lizzy
Album: Jailbreak (1976).
Letra y música por Phil Lynott.
Lírica clave: "Break out!!!".

La segunda banda irlandesa más famosa (después de Them, claro está) estaba a punto de irse al tacho. Habían sacado cinco álbumes y no pasaba nada. La discográfica, irritada por la escasez de ventas, ya les había dado una especie de últimatum: o la pegaban o la pegaban. Como no les quedaba otra, la pegaron. Jailbreak es, siendo obvios, el Dark Side Of The Moon de Thin Lizzy y, para el caso, de todo el hard-rock y metal setentero. Puntualmente, el single que los catapultó al estrellato fue The Boys Are Back In Town, un tema pegadizo, cervecero y todo. Pero la auténtica obra maestra del álbum es, sin dudas, la pista titular. Mi pregunta es: ¿Se había escuchado un riff así en el rock con anterioridad? Está claro que para 1976, entre Hendrix, Sabbath y Ziggy Stardust, ya todo el mundo sabía bien lo que era una guitarra distorsionada; y sin embargo, esto es algo nuevo. Esa cosa crujiente, temblorosa, hasta funky, diría, sigue revoleándome la cabeza aún hoy, cuando ya no queda elemento del hard-rock que no sea cliché. La canción es simple como ella sola; ni siquiera necesita un solo de guitarra para llegar a ese clímax abrasador del medio (sí algunos efectitos de sirenas). Con su estribillo arrebatador, y oh! ese riff, Jailbreak es el sueño húmedo de cualquier banda de estadios, y un manantial natural para cualquier metalero que se precie de tal.

#99. This Town Ain't Big Enough For Both Of Us - Sparks
Album: Kimono My House (1974).
Letra y música por Ron Mael.
Lírica clave: "It's Hiroshima that you're nearing".

El hipnótico loop de sintetizador que va surgiendo desde el silencio no nos prepara para lo que viene. Nunca, aunque hayamos escuchado el tema mil veces. Metal, vaudeville, disco, glam-rock ¿Qué se supone que es esto? No hay respuesta. Lo que sí se sabe es que la melodía vocal es una cosa genial que se te atornilla a la cabeza y no hay fórmula para la desintoxicación. Kimono My House, álbum del cual este tema es la apertura, es pródigo en ese tipo de canciones hiper-saltarinas, pegadizas hasta la irritación y a la vez bizarras. Hay que tener cierto estómago curtido para escucharlo entero; pero quien lo tenga encontrará un álbum entretenido hasta decir basta. Titulada con un conocido lugar común de los diálogos de westerns ("En este pueblo no cabemos los dos"), fue la canción que me introdujo a Sparks: insólito dúo de hermanos yankis, Ron y Russell, que decidieron ir a hacer su música a Inglaterra, un lugar bastante más preparado que su terruño para este tipo de extravaganza pop (al lado de la cual nuestro actual Mika parece un pobre diablo).

#98. Rhiannon - Fleetwood Mac
Album: Fleetwood Mac (1975).
Letra y música por Stevie Nicks.
Lírica clave: "Would tou stay if she promised you heaven, will you ever win".

El famoso Rumours tiene un hermano mayor frecuentemente olvidado (aunque hace una aparición estelar en la película Alta Fidelidad, seguro que algunos lo recuerdan). Se llama Fleetwood Mac, igual que la banda. A decir verdad no encuentro mayor diferencia entre los dos, aunque solo Rumours obtuvo el status de clásico. En ambos casos, tengo una preferencia especial por los temas de Stevie Nicks (así como una tendencia a no disfrutar los de Christine McVie, qué tipa más empalagosa por Dios). Mi favorito está, justamente, en el más "oscuro" de los dos álbumes: Rhiannon no es solo la mejor canción que Stevie Nicks hizo en su vida (prácticamente la define), sino uno de los mejores "temas pop livianos para FM" que escuché en la mía. Los punk de la época lo detestaban, y con toda la razón: esto es rock corporativo, pero del bueno. El truco de la guitarra doblada, más la inmaculada sección rítmica (el bajo es de puta madre), crean un efecto que le da a la canción una presencia imponente, filosa, de la que la mayoría de este tipo de baladas (¿es una balada?) carece. Y qué decir de Stevie Nicks; su performance apasionada recrea idealmente los encantos de Rhiannon, esa hechicera hermosa de la que habla la letra. Irreprochable.

#97. Fireball - Deep Purple
Album: Fireball (1971).
Letra y música por Ritchie Blackmore, Ian Gillan, Roger Glover, John Lord & Ian Paice.
Lírica clave: "Oh my love it's a long way".

Smoke On The Water será el abuelo de todos los riffs, pero es en temas como Fireball (y discos como el previo In Rock) donde la voracidad real de Deep Purple alcanza sus máximos indicadores. La tracción que le pone a la canción ese toque de batería del principio es una cosa casi aterradora, y la velocidad se mantiene a lo largo de tres minutos infernales, ante un oyente atónito que apenas puede con ese órgano y esa guitarra que machacan como bestias. Deep Purple es una banda menor pero crucial para el desarrollo de lo que después se conoció como heavy-metal. Esta es una de esas canciones que deberían enseñar en los colegios, así los niños que todavía se entusiasman con cosas como Iron Maiden se enteran un poco quién es papá. No es que tenga nada particular contra Iron Maiden (más allá de que a veces me aburren), pero soy de los que sienten que ninguna banda de heavy-metal aportó nada que esencialmente no hayan mostrado con anterioridad gente como Purple o Black Sabbath. Fireball es un rocker reventadísimo con un toque de sexo, violencia y, sobre todo, vida brotando a borbotones por los parlantes. La producción, acorde a la época, es tan perfecta que uno casi puede rozar la música. Es una lástima, o una bendición según cómo se mire, que ya nadie haga rock así.

#96. Shoot To Thrill - AC/DC
Album: Back In Black (1980).
Letra y música por Brian Johnson, Malcom Young & Angus Young.
Lírica clave: "Too many women with too many pills".

AC/DC es una de esas bandas que alguna vez tuve el privilegio de despreciar. Ya no. Sigo sin tragarme entero un disco entero de ellos, pero no me importa. AC/DC es una banda cuya misma esencia es la de exagerar todo al máximo nivel posible, sin tomarse en serio a sí mismos, hasta convertirse en una especie de parodia del rock. Aunque no es exactamente eso, porque para ser una simple "parodia", rockean con bastante seriedad. Nah, AC/DC es una banda totalmente singular, y como tal merece ser medida con una vara distinta a la usual. No molesta que sus álbumes sean monótonos y que todos los riffs sean iguales, porque esa es la joda. Algo así como los Ramones pero en versión hard-rock. Shoot To Thrill, archi-conocida por ser la cortina principal del devaluado programa de TV Caiga Quien Caiga, es tal vez la canción que mejor expresa de qué se trata AC/DC y su rock de las cavernas. Esos riffs estilo en-tu-cara del comienzo y un Brian Johnson celebrando una vida de excesos son ya marcas registradas. Lo que se desvía un poco de la línea, y le da a Shoot To Thrill un toque de distinción (que, tratándose de AC/DC, no es poca cosa), es la magnífica coda, donde todo vuelve a comenzar de a poco hasta explotar en un clímax memorable.

#95. Dominance And Submission - Blue Öyster Cult
Album: Secret Treaties (1974).
Letra y música por Eric Bloom, Albert Bouchard & Sandy Pearlman.
Lírica clave: "Midnight was the barrier back in 1963".

No termino de entender bien sobre qué trata la letra de esta canción; ¿sobre la radio? ¿sobre viajar en auto? ¿el año nuevo? Más bien parecieran ser las tres cosas juntas. En todo caso es una historia medio misteriosa que no deja de estar en mi cabeza, como una especie de ensueño vívido. La música en sí tiene poco de ensueño. Blue Öyster Cult es una banda bastante curiosa: en la práctica es hard-rock, pero cuesta asociarla inmediatamente a alguno de los gigantes del género (Zeppelin, Purple, Sabbath, etc.). Tienen como un aura muy propia que es difícil de explicar. Dominance And Submission, extraída de su tercer álbum Secret Treaties, rockea con furia y, aún así, la actitud parece extrañamente recolectada, sobria, hasta elegante. Muchos lo consideran hard-rock para intelectuales y quién sabe, tal vez esos muchos tengan razón. La mayoría de las listas de este tipo, si le dan bola a esta banda, incluyen (Don't Fear) The Reaper, un tema del siguiente disco (Agents Of Fortune) que supuestamente es oscura y eso, pero que no pasa de un metal-pop de lo más livianito que nada tiene que hacer frente a ésta. Dominance And Submission merece estar en la lista porque tiene de todo: un riff antológico, un inesperado puente de tintes claramente pop, solos para llenarse la panza, juegos de voces muy interesantes y un crescendo vuela-pelucas (?) sobre el final. Imperdible.

#94. Bell Bottom Blues - Derek & The Dominos
Album: Layla & Other Assorted Love Songs (1970).
Letra y música por Eric Clapton.
Lírica clave: "I don't want to lose this feeling".

La muchedumbre, sumisa ante el título, asocia este legendario álbum a la legendaria Layla, pero la novedad es que una de las assorted love songs resultó ser mejor. Es el caso de Bell Bottom Blues. En realidad, ambas son distintas caras de la misma moneda: el amor no correspondido de Eric Clapton hacia Patti Boyd. Tan fuerte fue el lime que se pegó Clapton por esta flaca (que, como todos saben, estaba casada con George Harrison que, como todos saben, era el mejor amigo de Clapton), que le dedicó bajo el nombre de Derek & The Dominos un disco entero donde todos los temas hablan de lo mismo. Es un álbum apasionadísimo. Cuando lo escuché por primera vez (apenas días antes del famoso 11-09-01) me pegó con cien fierros; hoy quizás ya me harta un poco y tengo que ingerirlo en dosis pequeñas. No sé exactamente por qué Layla, la canción, nunca me satisfizo del todo. Me gusta, ojo; quién puede mantenerse indiferente ante el entregadísimo alarido de amor de Clapton, a quién puede no gustarle la trascendental coda, famosa por aparecer en películas como Goodfellas. Sin embargo, en el largo plazo, Bell Bottom Blues es la que definitivamente me acompaña. La premisa es la misma, solo que su porte más melodiosa, tanto en la voz de Clapton como en la guitarra, me subsume con aún mayor profundidad en lo que el tipo pudo haber sentido. Si quieren conocer el final de la historia (¿conquistó Eric finalmente a Patti?) tendrán que verlo en la Wikipedia. Pero anuncio que el final, como suele ocurrir fuera de los cuentos de hadas, es agridulce. Agridulce como esta increíble canción en la que Clapton tocó todas las guitarras y que es la mejor que haya escrito jamás.

#93. Season Of The Witch - Donovan
Album: Sunshine Superman (1966).
Letra y música por Donovan Leitch.
Lírica clave: "You got to pick up every stich, must be the season of the witch".

Una noche estaba frente a la tele, ejerciendo mi soberanía ciudadana con el zapping, cuando me topé con lo que - después supe - era la secuencia final de To Die For (traducida al castellano como Todo Por Un Sueño), película con Nicole Kidman y Matt Dillon. En fin. Se veía a una chica patinar sobre el hielo y, mientras la cámara se retraía con el riguroso zoom-out (o dolly), sonaba esta canción misteriosa y a la vez punzante que no conocía pero que decidí, en ese mismo momento, que me gustaba mucho. Obviamente me quedé mirando los créditos a ver si podía sacar al tipo que la cantaba. No sé si tuve éxito, pero este tipo de cosas hoy tienen solución con google y otros buscadores, con lo que al rato ya me había hecho con un mp3 de Sunshine Superman. Season Of The Witch es un híbrido memorable; a veces parece una balada, pero tiene todos esos toques psicodélicos que hacen que de a ratos la cosa rockee con vena. La atmósfera, congruente con el final de la mencionada película, es de intranquilidad y amenaza. Soy fanático de los temas que te hacen oler la tensión en el aire, y esta no es la excepción. La casualidad me hizo conocer a Donovan, de quien también recomiendo su álbum doble Gift From a Flower To A Garden.

#92. I Get Around - The Beach Boys
Album: All Summer Long (1964).
Letra y música por Mike Love & Brian Wilson.
Lírica clave: "I gotta find a new place where the kids are hip".

NO me vengan con God Only Knows ni con Good Vibrations ni con Surf's Up ni con nada de eso (aunque los tres son buenos temas y no tengo nada contra ellos, lo juro). Los Beach Boys alcanzaron su pico en 1964 con esta obra maestra en miniatura cuyo inimitable feeling - playas, sol, chicas de buenas gomas, tablas de surf, autos gigantes - jamás han logrado replicar. Es cuestión de escuchar esas voces en armonía entrar en el comienzo para que levite en éxtasis supremo. El estribillo de esta canción es obra de otro planeta, y esto lo puedo probar en cualquier tribunal. Tan fantástica es, tan brillante y eterna la melodía, que me acuerdo perfectamente cómo fue escucharla por primera vez. Fue en la televisión (otra vez! Dios te bendiga, teleee), en un documental sobre Pelé (!?) que todavía tengo grabado en VHS. La cosa me reventó la cabeza como una piñata. En ese momento yo conocía muy poco rock y pensé que tal vez podrían ser los Beatles. De hecho, quería que fueran los Beatles porque me estaba volviendo fanático. Pero no, era de los Beach Boys. Claro, si los Beatles hubieran hecho esto serían sin duda alguna la banda más grande del planeta. Pero no, es de los Beach Boys, y la banda más grande del planeta entonces tiene que ser ABBA. Lástima. A grandes rasgos los Beach Boys no son de mi devoción: honestamente, Pet Sounds me genera cierto embole, pero esta canción es gloriosa en serio.

#91. #9 Dream - John Lennon
Album: Walls And Bridges (1974).
Letra y música por John Lennon.
Lírica clave: "Seemed so very real, it seemed so real to me".

Muchas veces Lennon dejó entrever su desprecio hacia Paul McCartney por escribir lo que él llamaba "canciones para abuelitas". Todo para, muy poco después de separarse los Beatles, ir y componer él mismo la canción para abuelitas por antonomasia: Imagine. Es una de las tantas contradicciones de este genio de la contradicción. Siguiendo con ellas, podemos concluir que su mejor canción (o al menos la que más me gusta), es una aberración en Lennon. Un tipo que para su carrera solista había rechazado de cuajo los lujos de sobreproducción que solían copar las grabaciones de los Beatles, alcanza su cenit con un tema super-sofisticado, derrotando al mismísimo Paul en lo que a artesanías pop se refiere. De hecho, Lennon dijo alguna vez que #9 Dream era tan solo un ejercicio de laboratorio que no provino de ninguna inspiración significativa. Qué me importa, Lennon. La canción, con algo o sin nada que decir, tiene un halo hermoso, mágico, de ensueño, capaz de transportar al oyente a lugares que ninguna otra canción de John Lennon solista podría (con excepción de Jealous Guy, una que bien podría estar en esta lista). Aparecida en su olvidado álbum Walls And Bridges, la gente conoce la canción a través de compilados y la FM Aspen, que cada tanto se digna a pasarla. Sea donde sea, esos arreglos de cuerda suenan exquisitos y alucinatorios. No hace falta aclararlo, pero qué va: una canción única.

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sábado, 15 de marzo de 2008

Viejo acabado

rainy day women #12 & 35 - lay lady lay - watching the river flow - masters of war - the levee's gonna break - spirit on the water - things have changed - workingman's blues #2 - just like a woman - honest with me - when the deal goes down - highway 61 revisited - nettie moore - summer days - like a rolling stone - [BIS] stuck inside of mobile with the memphis blues again - all along the watchtower - blowin' in the wind.

El de Vélez no fue un show para convertir a los infieles. Con su espigado atuendo negro, su inamovible sombrero símil Zorro y su decrepitud, Robert Allen Zimmerman se erige como una figura acaso más evasiva que nunca. Su cuerpo apenas se deja zamarrear por las trombas sonoras. Su rostro absorto no parece observar nada más allá de la propia mente que conjuga metáforas. Su voz otrora de arena y pegamento - como la supo definir esa antítesis llamada David Bowie - prácticamente tose las canciones en desgarrados crucigramas, tapizando su lirismo clásico de humos macabros, vengativos, funambulescos. La jugarreta escénica del Dylan versión siglo XXI, más allá de los aires de distracción que suele merodear en este tipo de acontecimientos mediáticos, no es apta para corazones débiles.

El de Vélez no fue, a pesar de todo, un show para estadios. La austera puesta en escena, el sonido cristalino (casi jazzero, como el de los últimos tres álbumes) y la música contemplativa pedían a gritos un ambiente íntimo donde sumergirse sin la hipnosis de las pantallas flameantes o la gigantez vana del escenario. No hubo concesiones a quienes pretendían corear al unísono las letras de los grandes "hits"; Dylan siempre se las ingeniaba para escupir unos versos irritantemente descentrados, por fuera de todo consenso. Y si bien sus composiciones más recientes - casi todas pertenecientes a Modern Times - conservaron las formas, sus viejos himnos se deconstruyeron en módulos para armar y desarmar, sobre los que la voz de Dylan patinó y clavó puñales con tanta elocuencia como libertad. El recital no fue, en absoluto, una liturgia para el lagrimeo y la nostalgia, sino mas bien un examen riguroso, rebosante de actualidad y muy difícil de digerir en una sola escucha. Un Dylan árido, severo, implacable que, sin llegar a ser altanero, tampoco resultó simpático.

El de Vélez fue un show extraordinario, aunque sea por el hecho de estar ante quien es, en esencia, un mausoleo viviente de las tradiciones musicales de una Norteamerica ancestral. Bajo su proverbial autoría, toda aquella mitología de fantasmas y carreteras, de santos y comediantes, de amantes y circos, de inmigrantes y bufones, emerge renovada con un espíritu moderno que sabe a vastedad, a universalidad, a grandes narraciones. La frecuente ausencia de ornamentos o "ganchos" convencionales en la música de Dylan se ve justificada por el riquísimo imaginario literario que este auténtico trovador, este poeta, este guionista de canciones sabe impregnar en cada habitación donde comience a sonar alguno de sus mejores discos. Y aún tendemos a olvidar que este mismo anciano huraño, de sombrero y gestos adustos, fue el instigador de algunas de las melodías más hermosas que conoce el mundo. Guste o no - está claro que la obra de Dylan no es, ni será, apreciada por todos igual - hay que admitir que se trata de un artista único e irreemplazable en la historia. No por mucho repetirlo deja de ser verdad: ayer Vélez estuvo ante una leyenda.

El de Vélez fue un show con dieciocho canciones, algunas nuevas y otras viejas. El epicentro estuvo en su último disco, Modern Times (2006), del cual rescató la mitad de los diez temas, entre ellos la bellísima Nettie Moore. De su celebrado antecesor, Love And Theft (2001), surgió una de las genuinas palizas de la noche, una Honest With Me sencillamente aplastante que lo tuvo a Dylan aporreando el teclado con ostensible energía y al resto de la excelente banda haciendo un desparramo, como una locomotora a quinta marcha, sin un ínfimo atisbo de piedad. Entre las más viejas apareció el blues de Watching The River Flow, un tema poco conocido para el público general pero adorado por los incondicionales. Grata fue la insistente escala en Blonde On Blonde, aquella obra maestra de 1966 que se lució para abrir tanto el show principal con Rainy Day Women (el "Everybody must get stoned!" fogoneó uno de los pocos aullidos tribuneros de la noche) como el bis con Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again, y que culminó con Just Like A Woman, cuya perfecta melodía fue completamente neutralizada por el irregular fraseo de Bob. La cúspide se alzó promediando el concierto, con una rendición épica de Highway 61 Revisited en la que un poseído Dylan conjuró evangelios y demonios antiguos mientras se desataba un estremecedor aquelarre de blues. Nunca hubo en Vélez alarido más intimidante que ese "Out on highway sixty-one" soltado por Dylan al final de la primera estrofa.

El de Vélez fue un show que para algunos fue una maravilla y para otros un embole total. No hubo que ser brujo para darse cuenta que, sobre el final, a muchos ya se les había agotado la paciencia, a juzgar por el murmullo generalizado que se escuchó de fondo mientras sonaban temas como Stuck Inside Of Mobile. Tampoco hubo que ser brujo para detectar alrededor a varios que se emocionaban, que eran capaces de reconocer las canciones aún en sus intros más engañosas y que cantaban esforzándose por restaurar las melodías originales ante el intrépido borboteo del viejo. No faltará quienes, tal vez sin una buena contextualización previa, opinen con disgusto que el tipo destrozó las canciones; no faltará quienes repliquen que son versiones diferentes, adaptadas a lo que puede y quiere decir Dylan hoy por hoy. Otros, quizás la mayoría, tendrán sensaciones encontradas que quedarán ahí, a medio camino entre un extremo y el otro.

Lo que tal vez cueste asumir es que un recital de Bob Dylan es, hasta la médula, una experiencia diferente; uno no va a ver a Dylan para divertirse ni para pasar el rato. Tampoco va uno a mover el esqueleto, ni a cantar abrazado a la novia. Desdichados los que esperen a un Dios del Rock matando una Fender, desdichados los que esperen un "Hello, Argentina, I love you so much", desdichados los que esperen que se cuelgue la acústica en solitario como si fuera 1964 otra vez. Dylan jamás miró atrás; no le interesa ser una "cajita de los recuerdos" (para eso se vienen un par de fechas con Rod Stewart, para no perdérselo). Ver a Dylan es asisitir a un desafío mental que bien puede caer como una soberana patada en los huevos. Algunos sobre el escenario verán a un mito palpitante que, cuarenta y cinco años después del primer disco, sigue redefiniendo los límites de lo que es el espectáculo y el arte. Otros no verán más que a un viejo derruido, acabado, que ya no puede ni cantar. En cualquiera de los casos, el que sale mejor parado no es otro que el mismo Dylan: como a todo bluesman de ley, le debe encantar ser un viejo acabado. Y seguir cantando, hasta morir.

PD: Cuánto público adolescente. Sorprende.
PD: Cuánto aristrócrata haciendo sonar alhajas en los VIP's. No sorprende tanto.
PD: Cuánto patrocinio de movistar. Qué hincha pelotas.
PD: Qué chica es la cancha de Vélez después de cinco recitales en River.
PD: Qué buena versión se mandaron Gieco, Charly y Santaolalla de "Pensando en Nada".
PD: Qué lineales son algunas letras de Gieco (Ver "Memoria").

jueves, 13 de marzo de 2008

Comunicado al público

Se informa a los señores lectores que el paquete accionario del blog "Pentagrama de Cirros" ha sido transferido en un 90% al Grupo Telefónica de Argentina. Por motivos de seguridad jurídica nos reservaremos de difundir públicamente el monto abonado al fundador y ex-administrador del blog, el Sr. fedefer, pero se puede decir que no ha sido mucho, ya que éste se hallaba en una situación financiera desesperada y, fieles a nuestra política, nos hemos aprovechado de él con suma vileza.

El 10% restante de las acciones será repartido en partes equivalentes entre los distintos blogs que linkean a éste. Si necesita más información al respecto envíe por favor un SMS con el texto "información al respecto" al 011-1616 en nuestros horarios de atención (ver dorso del envase).

El Grupo Telefónica de Argentina, que lleva más de quince años en el país brindándole el mejor servicio de telefonía, telefonía móvil y telefé, se enorgullece de ser el nuevo propietario de "Pentagrama de Cirros". Le damos la bienvenida a un mundo ilimitado de sensaciones bloguísiticas que le van a cambiar la vida.

Naturalmente, el traspaso de gestión implica ciertos cambios en las políticas de marketing y comercialización, los cuales anunciamos a continuación. Por favor, lea con atención.

El blog cambiará su nombre a "Telegrama de Curros", para estar más a tono con nuestro servicio de telecomunicaciones (Por eso, "Telegrama") y con nuestra indeclinable vocación por estafar al usuario (Por eso, "Curros").

Así mismo, cambiará su logotipo por uno más dinámico que expresa con mayor énfasis nuestro compromiso colectivo para alcanzar un mundo con mayor concentración de capitales y mayor brecha socioeconómica.

Hemos detectado ciertas irregularidades en la gestión anterior. Una de ellas, que nos ha sorprendido negativamente, es la gratuidad del formato blog. Nuestros expertos del Departamento de Lucro Desaforado han diseñado una propuesta de recaudación que nos ha parecido de lo más abusiva y, por ende, totalmente congruente con nuestros instintos empresariales.

Con retroactividad al día 01/03/08, la visita al blog pasará a tener un costo final de $2 + IVA el minuto para residentes en Capital Federal y GBA. Dicho costo ascenderá a $3,50 + IVA el minuto para residentes en el interior del país. Para visitantes residentes en paises extranjeros, el costo final por minuto será de 5 onzas de oro + IVA + Impuesto Aduanero + Caja Chica + Propinas. Usuarios de países del Mercosur podrán solicitar un descuento por invalidez, ceguera o tartamudez (consultar la Guía Filcar para más información).

Así mismo, cada réplica furibunda posteada tendrá un costo final de $0.50 + IVA por palabra en cualquier parte del mundo.

Los lectores podrán optar por una subscripción mensual de $55. Dicha subscripción habilita hasta 100 minutos de visita y tres réplicas furibundas mensuales. Vencida dicha cuota de minutaje, cada minuto adicional tendrá un costo final de $20 + IVA. Como ve, estamos totalmente dipuestos a hurgar bien hasta el fondo de sus bolsillos y dejarlo sin un centavo partido al medio.

Con respecto a los contenidos, hemos contratado a tres columnistas de lujo para reemplazar al antiguo administrador, el Sr. fedefer. Estos son: Guillermo Jaim Etcheverry (famoso por su excitante columna en la revista de La Nación); Fernán Mirás (famoso por su rol protagónico en la multipremaida película "Tango Feroz") y a Rocío Marengo (famosa por ser famosa).

Para los usuarios que requieran un toque de distinción, ofrecemos nuestro exclusivo paquete de contenidos premium, que tiene un costo final de $130 por mes. Para esta semana estamos preparando: a) Los marcadores en vivo del torneo de tenis de Indian Wells; b) Chats con destacadas figuras del folklore paraguayo y c) Fotos inéditas de la Sole posando para Playboy.

Recuerde que el Grupo Telefónica está en el país porque somos los fanáticos número uno de la Argentina, del tango, de Maradona y del dulce de leche. Les deseamos muchos años de felicidad, placer y satisfacción navegando por "Telegrama de Curros".

Cordialmente,
La Cúpula Directiva y sus Conseglieri.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Anuncio para lectores melómanos

Este es un mensaje de Su Santidad Benedicto XVI, en vivo desde el Vaticano, para todos los melómanos lectores de Pentagrama de Cirros:

"Ejem. Hijos míos, Juan Pablo II (porque a mí nadie me va a dar bola) decía lo siguiente: no escuchen rock. Es pecado. Es impío. Las letras hablan de cosas inhumanas como el sexo y ofenden a Dios. Aguanten los cantos gregorianos, al unísono y en latín. Todo se fue al traste cuando inventaron la polífonía, los acordes y las lenguas romances. Ah, acordes malditos. Combinaciones non-sanctas que solo conducen al Diablo, especialmente la blue note. Si algo tiene la blue note es al DIABLO, y como todo el rock se basa en esa nota hereje, pues ahí tienen. Rock = infierno. Infierno = diablo. Diablo = Hugo Chávez."

Bien, gracias Su Santidad, muy amable por su mensaje. Atinado como siempre. Un groso, vaya en paz.

Comenzamos. La imagen de arriba ilustra uno de los momentos cúlmines del rock: el encuentro entre el difunto Papa Juan Pablo II y Diego Torres, gran talento recordado por su militancia en la pesada metalera vernácula. Me pareció una iconografía más que adecuada para realizar un anuncio a los lectores. Se trata, a todas luces, de un anuncio sin precedentes en la historia de este humilde blog argentino. Estoy tan emocionado que no sé como comunicarlo. Ok, al grano: ¡¡voy a postear una lista de las 100 mejores canciones de la historia del rock!!.

***Cae mucho papel picado (¿se acuerdan del papel picado? hace mucho que no como)***

Ajá! Veo que no les tiembla el pulso. Ya sé que no están impresionados y no es para más; después de todo, listas de las mejores canciones del rock hay por todas partes; parece que toda revista o website o publicación especializada tiene la necesidad de hacer una nueva cada mes, como si hubiera alguna novedad con respecto a las mismas canciones que aparecen siempre y que todo el mundo se aburrió de escuchar. No hace falta dar nombres propios; ya demasiadas veces han sido referidas esas canciones como para hacerlo aquí una vez más. No les sigamos dando prensa.

El problema de dichas listas es que suelen remitir a la votación masiva de la gente. Y la gente, está probado, no sabe nada. Son todos unos ignorantes, unos asnos que comen coliflor mientras escuchan Gen 101.5 y deducen que esa es toda la música que existe. ¿Cómo no van a salir siempre los mismos resultados? Lo que esas listas reflejan es simplemente la decisión de los programadores radiales - inspirados por aprietes de managers sin escrúpulos, sinvergüenzas surtidos, proto-garcas y transeros a sueldo - transpuesta a las gorrionescas cabezas de los oyentes. El resultado está arreglado de antemano. Es fraude. Faltan boletas. Todo viciado de nulidad. Un asco, bah. Borges dijo una vez que la democracia es abusar de la estadística; si hubiera visto todas estas listas de canciones votadas por lectores o músicos, no habría necesitado más prueba.

Pero ya, amigos, regocijaos; esos rankings espurios están hechos bolsa, porque el que voy a postear yo, avalado por una comisión de la ONU liderada por Jimmy Carter, tiene las verdaderas 100 mejores canciones de la historia del rock, las definitivas, las posta, posta. Gracias a una cobertura sin precedentes, gracias a una labor titánica que ha durado años, gracias a una "pensaron-que-era-imposible" tarea de jerarquización que me atribuyo en un 100%, se han encontrado las joyas definivas del rock. Aquí están, estas son. Vendrán reveladas desde la número 100 hasta la número 1, separadas de a diez en posts semanales, cada una con su reseña y sus credenciales para ocupar tan estelar plaza. Como si eso fuera poco, cada post incluirá un link para bajarse los diez temas en mp3 de impecable calidad, y así poder ir armando y escuchando la lista en casa. Nunca un blog dio tanto a sus lectores, a cambio de nada. Estamos frente a un antes y un después en la historia del cartel internacional de blogs.

Claro está: las canciones no podrán ser discutidas. Esto es lo que llaman cosa juzgada. Estuve quince años como un reverendo gil escuchando cada barrabasada, no precisamente para que un vulgar lector de blogs me venga a decir que opina distinto, que sugeriría esta, o que preferiría aquella. Faltaría más.

Así que, ya lo saben. Prepáranse para una aventura única e inédita en el universo de los weblogs de habla indoeuropea. Esperen las canciones #100 - #91 de un momento a otro. Que lo disfruten.

Aclaraciones varias:

A) PUEDE SER que se hayan filtrado un par de canciones de las obvias. Puede haberse tratado de un error, pero lo más probable es que haya juzgado que, en ese caso particular, las masas sudorosas e iletradas tengan la razón.

B) Que un artista no aparezca representado no significa que no sea de mi agrado. Como bien inteligirán, tuve que dejar muchas cosas que me gustan afuera. Lola.

C) Limité el número de canciones por artista a 3 (tres), y en la gran mayoría de los casos intenté no pasar de 1 (una). Claro, de no ser así es todo muy fácil: meto veinte temas de Greenday, veinte temas de ABBA, veinte temas de Phil Collins, veinte temas de Afo Verde, veinte temas del Soundtrack de Ace Ventura y listo.

D) La lista NO abarca: rock nacional, jazz, blues, reggae, rock n' roll de los 50, suites multi-parte de 25 minutos inspiradas por los peores excesos del progresivo. Esto es ROCK, o sea, el perfecto aglutinador de todo eso en una sola cosa impura, promiscua, asquerosa.

E) La gente acá me está preguntando cuál es el criterio. El criterio es simple: estas son mis 100 canciones favoritas (lo que, en este blog, equivale a decir, las mejores).

F) Eso de que las canciones no pueden discutirse es un poco en joda. Quiero mucha discusión, rabietas apasionadas, insultos por elegir pocos temas de los 90, burlas y demás.

lunes, 10 de marzo de 2008

Esto solía ser un espacio en blanco

Lo que tengo ahora mismo es esta caja blanca, este marco vacío que debo colmar de inscripciones y no sé bien por qué. Mientras, como ahora, es invadido desde la parte superior por una prolija banda militar de letritas, me pregunto: ¿Quién me obliga a tener un blog?; ¿Cuánto me pagan por mantener el blog?; ¿Para qué sirve este blog?; ¿Quién lee mi blog? - Y así surgen las respectivas respuestas: Nadie. Nada. Para nada. Tres gatos locos. Y sin embargo nunca me libero de esta caja vacía a la que vuelvo cada dos o tres días, que me ordena "escribí algo, lo que sea" y yo, sumisión pura, escribo. Lo que sea.

Y la pregunta es la misma ¿Por qué? ¿Por qué escribir?

Según mi tesis, son cuatro las características esenciales de la pregunta que acabo de formular. La primera es que todo aquel que escribe (bien, mal, regular) en algún momento, sí o sí, se la hace. La segunda es que, no importan las vueltas que le dé, nunca llega a dar con una respuesta del todo satisfactoria. La tercera es que, por consiguiente, la pregunta le respirará en la nuca durante toda la vida. La cuarta es que aún así, en realidad, le importa un huevo: seguirá escribiendo.

Hay algo que parece ser verdad: se escribe para que alguien lea. Si nadie leyera, si las palabras sirvieran tan solo a un autoerotismo sofisticado, seguro que habría muchas mejores cosas que hacer. Más productivas, como le gusta decir mi viejo. Pero alguien lee, indefectiblemente. Alguien por ahí, hasta contra su propia voluntad, se tomará la molestia de entrar acá y leer estas mismas líneas que ahora estoy escribiendo, que ahora está usted leyendo. Y es ese misterio del "ahora" perpetuado, conjeturo, el que me tienta a entrar cada tanto a la "creación de entradas" con el morbo de manchar lo blanco de letras, aunque no tenga nada específico para decir. Como ahora.

Porque ahora no tengo nada específico para decir, no voy a engañar a nadie. Y sin embargo esta seducción de venir acá que aparece y es casi irresistible. Algunos hablan de obligación, de que el medio te obliga a salir con algún post nuevo con cierta regularidad. Dicen que si pasaron siete días y no salió nada nuevo, los lectores se cansan y no entran nunca más al blog. Yo, personalmente, me atrevo a dudar de tal afirmación: a los homo-sapiens todavía les cuesta leer de la pantalla, y no creo que la mayoría tenga ganas de devorarse una parrafada nueva cada dos días. Los blogeros no somos periodistas: tendríamos que rescatar esa posibilidad, ese derecho, de postear cuando se nos da la reverenda gana o cuando hay algo urgente que decir. Incluso, y me fui al otro lado del canal comunivativo, sospecho que muchos lectores experimentan cierto alvio al entrar a un blog asiduo y ver que aún no está actualizado desde la última vez. La vorágine de escribir por escribir lleva a una sobrecarga de cosas, de información, que termina nublando el entendimiento. A la gente que lee blogs, en el fondo, le da bastante p*** leer blogs.

Aún así, alguien lee. Aún así, estoy acá escribiendo. Sin nada para decir y ya voy por el quinto párrafo, ni más ni menos. El quinto párrafo de aleatoriedad compartida. Sin eufemismos, el quinto párrafo de boludeces que a nadie sirven pero que espero que todos lean. Ah, pero no soy el único. No estoy solo. Cuántos blogs habrá dando vueltas por ahí. De repente pareciera que todo el mundo escribe (o, por lo menos, todo el mundo con acceso a Internet, que en realidad es una pequeñita fracción del auténtico todo el mundo, pero bue, tengo toda la esperanza de que sabrán lo que quise decir). La adicción, por lo tanto, es generalizada. No soy yo el único enfermo que vuelve acá a escribir cualquier cosa porque sí. Es una psicosis colectiva, un holocausto de escritos, un escenario bélico espectacular donde estamos bombardeándonos mutuamente con palabras, esa munición que no se agota nunca.

Nadie pidió blogs. De repente estaban ahí, pero nadie los pidió. No hubo una necesidad desesperada de blogs que motivara comisiones de expertos trabajando en el tema. No hubo una demanda masiva o indignada de algún espacio digital para despuntar el vicio de la escritura. No hubo un reclamo de vecinos, ni un piquete, ni un plesbiscito para ver si salía, o no, el servicio de blogs. Como toda tecnología, apareció de la noche a la mañana (y no vengan con evolucionismoos, en la práctica sabemos que fue de la noche a la mañana) y cada uno se apropió de ella como pudo o como mejor le salió. De repente, muchos vimos que podíamos escribir. Que podíamos ser leídos. Pegó; es más civilizado que escribir graffitis en las piedras y el propósito es el mismo.

Algunos blogs son diarios íntimos de público dominio, con posts como "Envídienme: me comí un sanguche bueniiisimo en Costanera. Chau!". Otros tienen posts que no terminan nunca y que los lectores espían a ver hasta dónde llegan y dicen "uh!". La blogósfera es un océano de jeroglíficos con vida propia. No hay nada que podamos hacer para evitarlos o acabar con ellos; las letras aparecen con una magia que desconocemos porque creemos haberlas inventado, pero no. Las letras nos inventan a nosotros cada día, y nos retuercen, nos modelan. Cuando escribimos, como yo ahora, nos ilusionamos con ser artesanos con dominio total del lenguaje. Ah! Si supiéramos que en ese mismo momento, oculto en nuestros cromosomas, el alfabeto se ríe a carcajadas, mientras tira de las palancas de estos dedos movedizos, que tipean y tipean y tipean. Si supiéramos.