sábado, 19 de mayo de 2012

Neutralidad y matices


La neutralidad política no existe: los propios términos se anulan entre sí brutal, esencialmente. La gente de 6-7-8 lo sabe muy bien porque la desmitificación de la neutralidad y la reivindicación de la política (que son lo mismo) son el fundamento del programa desde sus inicios allá en los albores de la ley de medios. Ricardo Darín no fue neutral ni pretendió serlo en su comentario sobre Lanata durante la última emisión de TVR. El lugar desde el cual habló - el sillón de Gvirtz - es ya de por sí una fulgurante toma de posición: no cualquiera acepta sentarse de buena gana ahí, como no cualquiera acepta secundar a Morales Solá o a Kirchbaum en su ansiedad por "preguntar". Darín es lo suficientemente claro en sus opiniones acerca del informe sobre los twitteros falsos, acerca de los motivos del enojo de Lanata y acerca de la existencia de fanatismos de los cuales "no quiero ser rehén". Jamás pronuncia la palabra "neutralidad", ni "neutral", ni "neutro". Tan poco "neutral" es esta breve declamación del actor que inmediatamente provocaron (esa es la palabra) una réplica en forma de debate mediático que culminó con la ira de Orlando Barone - "esa tontería que dijo (Darín)" - en la emisión de 6-7-8 del jueves.

Los panelistas y editores de 6-7-8 encasillaron no obstante a Darín entre los "neutrales"; una especie de vendetta retórica al interpretar que éste los había encasillando a ellos, en primer lugar, entre los "fanáticos". Se dieron por aludidos como quien dice. Pero nadie con unas mínimas reservas de lucidez podría dudar de qué lado están Ricardo Darín o, para el caso, Matías Martin, Andy Kusnetzoff y muchos otros "neutrales".

Esto, suponiendo grosso modo que sí, que de un lado estaría lo popular / democrático y del otro lado estarían los grupos económicos concentrados de Magnetto y Escribano y las mentes de a pie que aún colonizan con falsos pronósticos de ruina. El asunto está en comprender que éstas son categorías propias de un microclima discursivo, pero que ni el 54% que votó a Cristina ni el 46% que no lo hizo pueden reducirse a adherencias irrestrictas a una u otra cofradía. El universo de votantes es un espectro de múltiples frecuencias, no esta polarización mitificada por los medios y en apariencia excluyente.

Cuando Darín dice "yo no quiero ser rehén", se esta desmarcando de posturas extremas, inalterables, maniqueas, según las cuales o bien el gobierno de Cristina es la cosa más incompetente y corrupta que nos pasó en la historia, o bien ella es poco menos que Jesucristo. Cuando dice "yo no quiero ser rehén", está eludiendo la trampa de un binarismo trucho que nos desacredita a los ojos de ambos "bandos" en cuanto expresamos un mínimo disenso. Cuando dice "yo no quiero ser rehén", está diciendo que ninguna afiliación cuasi-ontológica a determinado "pro" o "anti" contamina de antemano su visión frente a cada tema que se debate (en todo caso su ideología, algo mucho más grande, sí lo hará). Se puede defender la aplicación de la ley de medios pero repudiar la falta de transparencia en las estadísticas y tomarse la libertad de hablar de ambas cosas sin traicionar a nadie, ni "hacerle el juego" a nadie, ni claudicar en la lucha.

No ser rehén es permitirse dudar o ir modificando alguna opinión en el proceso. La duda es una toma posición en sí misma: la más frecuente, la necesaria para la historia y la crítica, y es inherente al pensamiento. Las "convicciones firmes" necesitan, de pronto, someterse a cismas internos para reforzarse o evolucionar. Sancionar la duda como propio de tibios o cobardes funcionales es inhumano.

En este sentido, por ejemplo, es interesante la humanidad de Barak Obama al reconocer públicamente que no siempre pensó lo mismo, que dudó, que dio vueltas, que discutió con sus hijas, acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo. Un refrescante contrapunto ante la estéril glorificación de las "convicciones de toda la vida" y la coherencia de "pensar siempre lo mismo". Como si las grandes decisiones políticas fueran el resultado de un empecinamiento mágico y no de la reflexión sobre las circunstancias.

La neutralidad no existe. Es en todo caso la más extrema de las posturas, de tan inviable que es.

lunes, 14 de mayo de 2012

Síntesis Semanal II

“Tenemos un himno que respetar. Dice así: “Oíd mortales, el grito sagrado, libertad, libertad, libertad".

Alfredo Leuco
 
¡¡¡Otro caudillo de la justicia!!!

por: Jesus Of Cool

Vudú, tas en el horno. Gente equis de reputación sin mácula pide formalmente que se investigue al vicepresidente por diversos motivos ligados con la delincuencia: al tráfico de influencias se le suman ahora enriquecimiento ilícito, presunto contrabando de codornices, supuesta falsificación de fósforos, y plausible usurpación de plazoletas. Para el emérito The Nation - qué me importa lo que diga el juez comprado por el gobierno - el tipo ya está imputado. Para Bugle y Profile, también y también. ¿Hace falta más prueba? Lástima que tenemos a Page Twelve realizando una amplísima y esclarecedora cobertura sobre este tema, desmintiendo los falsos rumores, aportando datos certeros e investigaciones al respecto. ¡Dios bendiga a la información!

Queremos preguntar. Conmovedor concilio de periodistas independientes mendiga conferencias de prensa a la presidente y sus funcionarios por TV y despierta honda pena colectiva. ¡Con qué desparpajo les han arrebatado su legítima vocación de fijarle la agenda a la mandataria para luego manipular a placer sus palabras y publicar lo que le pinte la gana a sus clientes! Ver así a lujosos exponentes de la libre información (inventada o no) como Morales Solá, Kirchbaum y Castro, reducidos a un coro de desangelados portadores de pancartas, apichonados frente al ninguneo reinante, te partía el alma en pedazos. Lanata: golpes bajos no, se te fue la mano ¿sabés? De todas formas, mi enhorabuena a estos corajudos cronistas que tan bien puestas las tienen: no cualquiera se planta desde un multimedio oligopólico capaz de congelar una ley aprobada en el congreso para ponerle letra (y música, música para mis oídos) a un postergado reclamo popular. ¡Gracias por ser "fiscales del poder y abogados del hombre común"! Gracias por exigirle al gobierno electo que nos brinde explicaciones por las versiones que los medios hacen circular (fraude electoral, ley de medios mordaza, represalias a periodistas, funcionarios marxistas y moishes, compraventa de legisladores). Gracias, para eso los elegimos todos los días, para que nos representen en cada uno de sus títulos engañosos, testimonios guionados y omisiones calculadas. Gracias!!!

"Tragedia" de Once. Yo quiero preguntar, ya que estoy: ¿Para cuándo la expropiación (o revocación, como se llame) a TBA, Cris? Siamo aspettando. (las cursivas vendrían a representar una supresión momentánea de la ironía).

Identidad de Género. Con la ley sancionada el pasado 9 de mayo en el Congreso se impone el abolicionismo de las categorías "hombre" y "mujer" con el  pretexto de que no sirven sino para ejercer dominación, tal como "puto", "boliviano", "negro", "judío", "árabe" y otros útiles peyorativos que ya no podemos proferir sin ser criminalizados. Más que pronto (digamos, en unas décadas) nos sentiremos discriminados cuando en algún formulario nos pregunten por nuestro género ¿Masculino? ¿Femenino? ¿De qué se trata? ¿Para qué me lo pregunta? ¿Quién está intentando imponer su vulgar heterocentrismo sobre mi persona? Entonces la cópula pasará a ser simplemente la práctica de frotación mutua entre seres que buscan contacto social o, eventualmente, la reproducción. Más luego iremos por las tiránicas relaciones patriarcales que reprimen el saludable intercambio sexual con progenitores y vástagos, y así sucesivamente hasta acabar destruyendo la nefasta categoría de "humano", utilizada para estigmatizar y someter a animales y vegetales por igual. Y así sí, estaremos garchando a pleno con nuestras mascotas y hasta, quién te dice, con la ensalada mixta. ¡Progresismo!

Goles de Agüero. Si Argentina no gana el mundial en Brasil 2014 no lo gana nunca más. Pásalo.

Idea subversiva de la semana (nueva sección): "hacer pudding de vainilla y ponerlo en un tarro de mayonesa vacío. Luego ir a comértelo en un lugar público". por: Matusalén.

Canción olvidada de la semana (nueva sección):



Más informaciones el lunes 21/05, por esta misma vía de transmisión escrita a las generaciones futuras que sostendrán la moral de la democracia y la libertad de expresión.

lunes, 7 de mayo de 2012

Síntesis Semanal I

“Podemos hacer lo que queremos”, se ufana una voz que habita en las entrañas del poder que, con algún grado de sensatez, agrega que “esa falta de límites es, a la vez, un problema, por las tentaciones que genera”.

Nelson Castro
 
Sos tan linda, mi heroína!

por: Lorista Rentado

Expolio a YPF. Se conreta el latrocinio gracias al crepúsculo de los tibios que anidan en los hemiciclos. Una manga de atorrantes los del FAP y la UCR y Proyecto South que avalan la propuesta del oficialismo a ojos bien cerrados. Uno que confía en Binner, Alfonsín y otros para que protejan dividendos de multinacionales (para qué otra cosa votaría alguien al socialismo o a la UCR) y nos salen con esto - que no se termina de entender mucho - de manejar los propios recursos naturales, obtener la soberanía energética, decidir sobre las políticas de extracción de crudo (!?!?!). Qué va a hacer. Algarabía en las calles, llanto, emoción, caras pintadas de albiceleste. Cardúmenes filonazis al calor de las masas, fiebre nacionalista de la más burda calaña: superioridad argenta sobre perú, paraguay, bolivia y las netherlands ¿Nos creemos Gardel ahora que un conglomerado random de accionistas anónimos y foráneos ya no diseñarán parte de la política energética? ¿Estamos mejor ahora que los gobiernos popularmente electos serán quienes tengan la potestad sobre la extracción y comercialización de petróleo? Por favor, hay que ser nabo!! ¿Y la seguridad jurídica, ese derecho humano inalienable? Hay que aprender más de Rajoy que, con atino y audacia sin par, destruye puestos de trabajo y rebana servicios esenciales en aras de la seguridad jurídica de acreedores, banqueros y otros olvidados de este esquema neo-populista-stalinista-retrógrado. Además otra cosa: ¿Con qué cara le decimos a Antonia que quienes ahora nos gobiernan acompañaron en su momento la privatización? ¿Como explicarle a la pequeña niña que una política de consenso en la decada pasada pero hoy no sustentable busca su reparación a través de una ley del Congreso? ¡Es indignante! ¿Qué les pasa? ¿Qué les pasó? ¿Están completamente desquiciados? Monstruos corruptos, sabandijas-renacuajos, eso es lo que son.

Escote mexicano. autor se excusó diciendo que este tema "lo supera".

Twitteros falsos. Luego de las tenebrosas revelaciones sobre la misión vudú de Moreno en Angola, que incluyó riña de gallos, penetración de mandriles y otros atropellos, una cátedra de periodismo de investigación televisada deschava la mafia que son Kirchner, Pichetto, Rossi, Krugman, Sabina, Matías Martin y demás. Perfiles falsos de Twitter, la ultra-relevante red donde casi todo el mundo extrae la información básica para construir sus cosmovisiones, opiniones y sentires. Perfiles falsos con hasta más de 14 (!) seguidores cada uno. Ya imaginaba uno que el Bicentenario, el funeral pingüino y el canalla soviet de Vélez solo podían explicarse a partir de los convocantes, influyentes Juna (sic) Cruz Geler y Diego Pierelli, entre otros 400 (400! mamita!! qué ejército!!) portavoces de una generación carcomida por los anti-valores. Resultó que, cual Magos de Oz, estaban orquestados a manivelazo limpio por los oscuros poderes de Mordor a costa de nuestros impuestos. Por fin se acabó con la mentira. Lanata y su hábil itañol siguen destapando ollas, derribando mitos, desenmascarando impostores ¡Vamos por más! ¡A desenmascarar ahora al 54% de votantes truchos Lanata! ¿Quien aguanta hasta al domingo? ¿Qué títetere descabezará ahora este conmovedor adalid de la verdad?

Polvo de ladrillo azul: ver "escote mexicano"

Spot malvinense. El colmo del pillaje. Asaltar Malvinas entre gallos y las 6 de la matina, filmar cobardemente sus púdicos hoteles, sus sagradas tabernas, sus casitas de pin y pon, para armar una propaganda demagógica con el objeto de revelar ¡Dios me guarde! que... ¡Las malvinas son argentinas! Un secreto a voces, una ideología tabú, un rumor de pasillo finalmente vomitado al mundo de la manera más violenta y provocativa jamás vista, aprovechando el bombo de los juegos olímpicos. Insulto, atropello, golpe bajo total: dos o tres falklanders cometieron suicidio en masa tirándose por los acantilados. Un alto mando de la RAF que conoce los vericuetos de las artes marciales, aseguró que ya se gesta en Londres y Glasgow una represalia de camarógrafos de incógnito que harían fulminantes planos generales de edificios y palmeras en Concepción del Uruguay y otras ciudades argentinas para compaginar publicidades de yogurt en todo el Commonwealth. ¿Y ahora qué? Ni Galtieri se había animado a tanto Señora Presidenta.

Gurú Domínguez: ver "escote mexicano" y "polvo de ladrillo azul" y "Rial y la Niña Loly"

Más informaciones el lunes 14/05, por esta misma vía de transmisión escrita a las generaciones futuras que sostendrán la moral de la democracia y la libertad de expresión.

sábado, 22 de octubre de 2011

No seas pelotudo

Por costumbre, Santiago Manlleu se atribuye a sí mismo el optimismo. No lo arrulla la esperanza sino la sospecha de que, siendo el mundo tan minúsculo y la vida tan corta, la importancia de las cosas se aviene a menguar. "En realidad no le queda otra", le escuchamos decir. El análisis de la realidad - que es ambicioso por naturaleza, fantasea con transformarla - lo enciende de forma provisoria, en tanto vientre que engulle el ocasional erotismo de su tendencia a la enunciación. En última instancia nada de eso que discute con sus colegas sería tan determinante y todo sería una puesta en escena (donde él viene a ser el que mira). Esa ilusión lo seda, lo adormece en el tiempo.

Santiago Manlleu tiene casi 30 años. No tiene miedo porque no tiene credos. No siente que envejece. No se lamenta cuando le toca la nada, no aborrece de la soledad ni de su propio delirio. Habla solo, camina. Detesta la autoridad pero se esconde de ella antes que lesionarla; desconfía de la beligerancia, aún cuando su pensamiento profundo pide a gritos esa conducta.

Tiene sus detractores; él mismo es el primero de ellos. La suya es posición de poltrona, por así decirlo, de una abstracción sumisa y mediana, propia acaso de quien en esta vida no ha tenido la oportunidad de degustar los extremos (piensa Manlleu en Oliveira calentando la cama parisina; en Hans Castorp postergando todo y enfermando lentamente entre banquetes).

Posición infértil para que germinen militancias, puesto que al primer roce saltan la intimidación, el rezongo y la astronomía de las estrellas perdidas en el cosmos (Aldebarán, Orion, el Sirio): frente a los atroces años luz que nos separan de aquellos monstruos, todo se resamplea o desdibuja (Manlleu dice: ¡sí, tal cual! y agrega que ni siquiera hay que pensar en unidades astronómicas; el damero urbano, con sus millones de recorridos posibles, jaquea al pájaro en mano y lo desdignifica)

Posición incompatible con las convicciones de hierro, puesto que en cuanto se dispone a la acción cantan falta envido las reverberancias de lo múltiple, el remorder de las bifurcaciones pasadas o futuras (I shall be telling this with a sigh, recuerda Manlleu), los replanteos que desnaturalizan todo y hacen al embrollo.

Posición incompatible con el amor enamorado, si es que al amor es un absoluto y enamorarse una entrega como la de Juana de Arco, una entrega al fuego que no tolera el escamoteo y menos la frivolidad.

Posición que suele marginarlo de las grandes desdichas, al confesar burlonamente que, en retrospectiva, nunca tuvo grandes proyectos; o sí pero rápidamente desdeñados; o sí pero como la cosa no resultó como se esperaba es más fácil olvidarlos (el mejor recurso). Le permite admitir sin inventar explicaciones que varias mujeres lo rechazaron, o perder un partido de fútbol con amigos sin conocer la sensación de derrota. En el fondo sabe que para eludir desdichas es preciso eludir también grandes dichas (o al menos licuarlas con la pacificación del lenguaje). En nada se le va la vida a Manlleu. Por eso no se ve muriendo con las botas puestas; la muerte no tiene nada de solemne, y menos aún la suya. Sería Svalbard, conjeturamos, un buen lugar para que Manlleu pase el tiempo.

Para Manlleu, no obstante, los últimos fueron dias deprimentes. Mientras constataba cómo jugadores de River y Boca eran igualmente incapaces de darle la pelota a un compañero en un saque lateral, se fue convenciendo de que si las cosas mundanas le resultaran un poco - solo un poco - más gravitantes, probablemente él sería un asesino. Se fue convenciendo de que alberga una locura y que su recalcitrante templanza emotiva (ese deseo de ser invisible) es, tiene que ser, en realidad, un mecanismo de adaptación algo más sutil que el manicomio.

Entonces habla de esto con su amigo Turio Valez en una confitería. Le comenta lo magro que se siente a veces, que se hunde en una pelopincho de indiferencia. Turio, que es su amigo por algo, porque es un tipo vivo, le da vuelta el libro; "Vos mismo ves, Santiago, que todo es una puesta en escena; entonces ¿por qué no actuar? Si ninguna acción va a tener las consecuencias irreversibles que imaginan los que se apegan a lo mundano (porque no han visto el proscenio ni las bambalinas ni los hilos que cuelgan), más razón aún para actuar, moverse y dar súbitos virajes; la conciencia del escenario debería darte la más absoluta libertad. Elegí cosas en las que creer aunque tengas dudas, sé un actor profesional, no seas solo un observador porque, a largo plazo, es lo más parecido a la muerte en vida".

El buen consejo alerta a Santiago Manlleu; lo que lo adormece es justamente lo múltiple e indistinto de esa libertad. Lo fútil de enmarcarse en una improvisación teatral es que se le hace inconcebible un plan motor, un andarivel. Todo es más bien un discurrir. No es fácil moverse en función de algo que en el mismo momento en que se da el primer paso, ya ha cambiado de forma, de tamaño o de naturaleza. No puede Santiago moverse y afirmar, al mismo tiempo, que sigue pensando igual que antes. Todo es falso; como los bichos irrelevantes que aletean alrededor del farol.

Manlleu: ¡no seas pelotudo!, concluye Valez.

miércoles, 13 de julio de 2011

Un tren suburbano


Dentro de un tren suburbano pueden verse caras nuevas. Lo tomo mañana y tarde a la misma hora y esto es lo extraordinario: la gente que viaja es inédita, nunca antes la habían visto mis ojos. Es verdad que en cierta excursión pude identificar al mismo desconocido una segunda o tercera vez, y recreo unos destinos (el mío y el suyo) igual de taciturnos. Ahora bien: es difícil que ocurra algo así, puesto que en el vagón repleto no se busca a nadie con la mirada; la mirada está y los cuerpos se superponen ante ella, aún cuando quieren evitarse. Hace tiempo ví una persona el mismo día en el tren de ida y en el de vuelta, separados ambos por horas de actividades dispares, luego reunidos. Ahora yo no sé qué aspecto extraordinario hizo que reconociera a este hombre o mujer común, pero celebré conmigo mismo tal entrecruce. Supuse que hartos vaivenes programados a la vez en la ciudad natal no pueden esquivarse, y que cuando se reconocen solo están disfrazados de casualidad, con la gran inapetencia de otros que nos puebla de pronto quebrada.

Se da entonces este fenómeno diario, poco valorado, de ir desdoblando otros argentinos - tanto como yo, pero qué es un argentino - que nunca había visto antes y cuya existencia imaginable, o sea inexistente, me sorprende abroquelada sobre el conducto ferroviario (llamemos así a la prolongación no del todo encubierta de una línea de montaje fabril). Próximos, pero reluctantes a estarlo. Siendo que las vías se atribuyen la fatalidad de llevarnos a todos por el mismo, único, derrotero siempre, al maquinista no le queda más que la impuntualidad para escamotear el rumbo, y a nosotros una mansedumbre que tiene algo de atávica. Mientras esto sucede, la confluencia - ¿encuentro, reencuentro? - con los humanos a bordo es rutinaria cuando se la malinterpreta. En realidad es un momento irrepetible; solo allí y por esa vez tendré el placer de ver esas muecas enjutas, solo entonces serán parte de la misma desventura que nos lleva a cada uno al lugar acostumbrado cuando el día y los días se nos van en esto.

Volví a casa. Los desconocidos estaban en cantidades horrorosas, deambulaban por esta misma geografía-panal y se orientaban por los mismos nombres de calles, que evocan puertos de ultramar o gente muerta hace tiempo. Sufrí entonces como siempre la multiplicidad; la comprensión a duras penas poseída de que la vida que anima mi cuerpo es ultrasonido finito en el griterío de La Orbe, una cosa vasta y pulsante ella, una cosa angosta yo; una cosa angosta, irrelevante, trascendida por afano. A veces me da un fulminante alivio, porque concibo toda la pesada carga que no tengo que cargar; otras veces más bien inquieta, y mucho, porque la mente se dispara, sola solita, hacia una constelación de posibilidades imposibles, de huecos inciertos a ser llenados con algo. Porque Ray Davies a lo mejor fue sensato al suponer que "there must be more to life than just to live it" y que cada día nos guarda una oportunidad nueva, repetidamente desaprovechada. En el vagón del tren hay tiempo para recoger los rasgos y los semblantes, cada uno con su querella a cuestas. Miles de caras inofensivas, todas conocidas pero olvidadas, guardan su continuidad más allá del andén. Dieron una vuelta de llave, como yo recién, y están en sus nichos otra vez, en situación análoga a la mía. Enciendieron luces (ya es noche) y se desprendieron de ropa, quieren descansar, se insultaron con alguien que llegó nervioso o besaron otra boca, comieron una pizza fría, tienen proyectos y deberes que impregnan el aire de preocupación. Enciendieron el televisor para poner esa preocupación en suspenso, o al menos en entredicho. Todos estamos ahí ensayando un ritual de coordenadas muy concretas y súbitamente me pregunto cuándo fue que las elegí o si lo hice. Esto es lo que hay, parece.

Arriba del tren suburbano los viajantes pretenden seguir viviendo. Recelan, es evidente, del tiempo acumulado en esas andantes mazmorras que rechinan bajo los pies; semanas y semanas, cumpliendo condenas por sus delitos leves. Por eso buscan el aprovechamiento máximo del tiempo para mejorarse a sí mismos. Leen libros porque quieren que el tiempo pase más rápido (o que pase en otro lado); estudian de fotocopias, aún de pie, manchando renglones con tinta fosforescente porque hay un autor que quiere hacerse entender; escuchan música con audífonos porque prefieren encerrarse en el sonido viajero que traen consigo; conversan por teléfono para anticipar trabajo urgente, ventilar novedades poco fastuosas o pedir favores a ser cumplidos mientras ellos no pueden - porque están ahí todavía; las señoras que están sentadas tejen algún abrigo aún sin forma clara y las puntas de sus agujas lanzan chisporroteos indescifrables; mujeres jóvenes y viejas van encerando sus caras con un estándar de belleza; otros completan sudokus burlones y sopas de letras (acá espío y trato de anticiparme a encontrar una palabra que aún no tachó). Los más simples se duermen en posiciones tortuosas (¿cómo dejar la cabeza desplomada sobre el pecho?), dedican miradas libres de culpa a chicas casi perfectas, o se muerden las uñas y las cutículas con diferentes métodos. Los más raros se sientan cruzados de piernas sobre el piso de goma y pintan con tinta china en un bloc de hojas blancas, o resuelven con rápidas rotaciones un cubo de Rubik entre estación y estación, para desorganizarlo enseguida y tratar superar el récord marcado. Los que están más locos forran su pequeña bicicleta con cinta de enmascarar, hasta que ésta queda completamente forrada, sin motivo aparente más que el de desentumecer el cerebro. Derruir el tiempo. Hacerlo trotar sobre las vías.

Cierta vez en Retiro un señor anónimo casi anciano de sueter bordó y ojos apaisados me preguntó en qué estación me bajaba. Yo le contesté sin más, tal vez con la rara dicha de ser interpelado o por simple automatismo (digamos que uno no tiene pensado ni planea bajarse en una estación; simplemente se baja ahí, y esa es un poco la tragedia que intento superar). Las dos damas sentadas enfrente, en cambio, se negaron a contestarle haciendo uso de sus cartuchos de desconfianza típica. ¿Para qué le interesa saber, señor? ¿Qué le importa tanto, señor? El hombre no se justificaba, simplemente repreguntaba con vocación periodística y se mostraba perplejo ante la hostilidad. Para demostrar su punto, decía "yo me bajo en Tigre"; ¿Acaso tenía algo de malo saber? Si vamos a ser breves compañeros de viaje durante esta única vez en la vida, a quién puede dañar saber algo de las personas. Los demás terminaron pensando lo mismo, dado que el hombre pacientemente fue obteniendo las respuestas deseadas: Olivos, Martínez, Beccar. De pronto, todos allí ya sabíamos dónde nos bajábamos y eso nos aunaba. El hombre, el anciano-niño, ya recolectados los datos e iniciada la marcha del tren, iba indicándonos a cada uno cuántas estaciones nos faltaban para llegar a destino y a veces las enumeraba a modo de demostración. Aplicado en su memoria, no se equivocó ni una sola vez. Nosotros dabamos las gracias por la gentileza y nos mirábamos entre incómodos, un poco sarcásticos y definitivamente cómplices. El señor de sueter había completado una especie de intervención artística, una cuña de algo rompiendo la monocromía, una secta.

En Santiago, en un vagón de la línea roja que corre bajo la Alameda, recuerdo ahora a un grupo de niños que recitaba el orden exacto de las estaciones, a coro y viva voz, con los ojos cerrados para probar que no se estaban fijando en los planos luminosos sobre las puertas. Son líneas largas, de veintena o más estaciones; y las pías criaturas le atinaban bastante, ya se la tenían memorizada. No era un juego: era la construcción en marcha de las coordenadas mentales con las que deberán armar toda su vida, y con las cuales, no obstante, guardarán para siempre una distancia nunca superable.

La ética del viaje engaña: todo arriba del tren es incluso más mundano que siempre. No hay alegorías o revoques, nada rebalsa de sentido y éste debe ser sonsacado con el hábito paciente de entender que justamente allí, en ese lugar, en esa variación irrepetible de rostros es que despierta la singularidad de un día dado, y que hay que prestarle toda la atención posible. Un hábito que se verá recompensado en el largo plazo, cuando vuelva ese destello, esa división por cero, esa bruta disfunción intestina que rompe el acorazado del tiempo.

miércoles, 6 de abril de 2011

Bailar sobre arquitectura


The King Of Limbs, junto con la edad avanzada, me van convenciendo de que “revisar” discos es una tarea perversa. Las impresiones personales sobre las “obras de arte”, revitalizadas por los matices intrínsecos de la misma o los sucesivos contextos anímicos de quien escucha o mira, mutan de maneras que en última instancia son inefables. ¿Qué juicio conciso puedo hacer hoy sobre The King Of Limbs cuanto todavía no sé bien qué me pasa cuando escucho Hail To The Thief? ¿O cuando no tengo muy claro dónde ubicar a Amnesiac entre mis preferencias? ¿O cuando recién me estoy animando a afirmar que In Rainbows es, en efecto, un disco que me gusta realmente mucho? Hace poco puse The Wall, de Pink Floyd, y me resultó indigesto; en algún momento ese bodoque me fascinaba y en algún otro momento volverá a hacerlo. La música, incluso más que ningún otro arte, es imposible de parafrasear y no por mil veces dicho deja esto de inquietarme al querer analizar cualquier opus con el rudimento de la prosa. Un disco de sonidos – si solo eso fuera The King Of Limbs – puede significar millones de cosas en millones de momentos. Escribir una crítica sobre él sería, a lo sumo, un mundano acto de cartografía, suponiendo que alguien necesite un mapa para no perderse (¡pero si la idea de la música es perderse en ella, es maravillarse, rascarse la cabeza!). Aunque me sigue gustando leerlas por algún motivo, escribir una crítica musical es un acto heroico de tan idiota. Permítanme entonces la hipocresía y lo heroico. Permítanme la idiotez.

El más reciente álbum de Radiohead pareciera hecho específicamente para elidir rótulos atolondrados. Que son, justamente, los que más a mano tiene una vasta jauría de twitteros y bloggeros ávidos de apretujar su voz en el espectro de la Web ante una publicación sorpresa de estas características. Es un álbum fantasma y sin concepto sobre el que, al menos por el momento y con honestidad, no puedo decir nada grandilocuente. No puedo decir si es peor o mejor que los antecesores; no puedo decir cuánto refiere a ellos (o a The Eraser); no puedo decir si es un disco de electrónica o pop o ambient o trip-hop; no puedo decir si es un disco donde Thom Yorke hizo todo y Ed O’Brien no hizo nada; no puedo decir si Radiohead puso el piloto automático o se fue por nuevos rumbos; no puedo decir cuál es legado que aporta al panorama musical actual; no puedo decir cuánto toma del panóptico musical actual (Four Tet, Flying Lotus, Burial); no puedo decir qué hubiera pasado si este mismo disco lo hubiese grabado cualquier otra banda; no puedo decir cuántas estrellas le vamos a poner. No puedo decir justamente lo que se dijo, multiplicado por montones, en todas partes. Y esto es lo que me parece centralmente maravilloso de The King Of Limbs y, por extensión, de Radiohead: cómo te deja sin definiciones; cómo desafía todo lo que los críticos de rock comúnmente entienden como su función; el encasillamiento, la rotulación que quiere ser profesional pero que intuitivamente se debe descartar poco después de formulada.

Esta es mi impresión. Esta es mi impresión de The King Of Limbs cuando ya lo estoy escuchando por vigésima vez y todavía no sé bien qué hacer con el o qué decir de él. A qué atarlo, dónde anclarlo. ¿Hay necesidad de dicho anclaje? ¿Hay necesidad de calificar? ¿De decidir si “bueno” o “malo”? Su escucha hace válida la pregunta o la reflexión en torno a la pregunta. Esta es mi impresión. Y por ende, casi no me queda otra que ser impresionista. Es decir, dar meras impresiones gaseosas, personales, nada lógicas, recogidas a lo largo de las escuchas continuadas.

Percibo ante todo, con una percepción que a estas alturas podría llamar perenne, que The King Of Limbs es muy poco espectacular y profundamente adictivo. No sé si llamar a esto una contradicción; pensándolo con frialdad no tiene por qué serlo. Lo espectacular, así como lo uniformemente emotivo, a la larga quema la cabeza o cansa (véase The Bends; léase Ok Computer). Hoy me encuentro volviendo al álbum sin poder explicar muy bien a nadie el por qué. Hasta el momento, no es nada obvio. Los temas se me hacen livianos, mínimos y escasamente desarrollados más allá de una adusta proposición inicial que se repite en bucles. Es un poco como que Radiohead, a diferencia de otros momentos de su historia, no tiene nada muy urgente para decirle a nadie. El disco todavía no parece incluir canciones-monumento inequívocas, de esas con efectismos despampanantes que hacen a cualquier fan de Radiohead derrapar y poner piel de gallina (El final de "There There", la entrada del piano en "You And Whose Army?", los clímaxes de "Exit Music" o "Let Down", la secuencia épica de "Reckoner"). Aún así, cada una invita a la reescucha atenta, a la sospecha de que hay varios matices por sonsacar de entre la presunta insignificancia. Y que esos matices pueden llegar deformarse, a la larga, en una de esas canciones-monumento, solo que redefinidas (¿"Lotus Flower"?)

The King Of Limbs es corto, todos lo han señalado, pero yo presumo más bien que se hace corto. Y esto porque cada canción individualmente se hace corta. ¿Había alguien reparado que "Bloom" dura más de cinco minutos? Honestamente, jamás lo habría pensado. No es solo que no lo habría notado, sino que ni me habría hecho la consabida pregunta del tiempo. Y eso que "Bloom", una suerte de trip-hop sinfónico, no es exactamente "Bohemian Rhapsody". Simplemente, mientras dura, la cuestión del tiempo deja de tener relevancia; solo fluye como si fuera perfecta. Hay algo ahí, algún mecanismo del crear, del hacer, que no es nada obvio y funciona a la perfección. The King Of Limbs parece un álbum más para deleitar con auriculares porque sí, en íntimo onanismo, que para romperle las bolas al vecino o enamorar a tu chica en un mar de pasiones compartidas. Podés poner "Morning Mr Magpie", un sucedáneo de Fela Kuti mezclado con Talking Heads, con el volumen al mango y nunca va a aturdir a nadie. Tampoco va a levantar la temperatura de una fiesta. Eso que a priori parece un grave defecto de repente es más bien semejante a una virtud; la virtud de poder escuchar y reescuchar sin cansarse, y sin dejar de estar un poco extrañado, descentrado o con la vaga ilusión de estar escuchando la canción por primera vez indefinidamente. La sensación ni siquiera es plácida.

El álbum no tiene mucho sentido del clímax; no hay momentos intencionalmente bajos que te preparen para el estallido glorioso donde las nubes de descorren y mil gavilanes surcan los cielos al compás de todas tus experiencias pasadas y futuras. Y si los hay, son empedernidamente sutiles. Pienso más que nada en el final, en "Separator", que inicia como un garabato impresciso para recién a los dos minutos y medio arrancar con algo parecido a una canción. Uno ahí siente la satisfacción por primera vez y espera que la cosa crezca y crezca hasta un final monolítico, pero no: los tipos retienen la modestia a tal punto que "Separator" ni bien llega empieza a desintegrarse sola y lentamente hasta desaparecer detrás de sí misma. Se comprende, si uno se pone en el lugar del otro, que para ciertos oyentes acostumbrados a un buen mazazo en la cabeza esto pueda ser más que frustrante; después de todo hay fans – pobres – que siguen quejándose de la falta de guitarras y preguntándose por qué Radiohead no vuelve a hacer un disco como The Bends. En mi caso, este tipo de ausencias hacen que quiera escuchar de nuevo, una y otra vez, para ver cuál es el chiste. Porque hay uno, supongo.

Esto no implica que el recorrido del álbum sea previsible. Es un recorrido más bien plano: es como estar en una estepa de sonido, pero no dejamos nunca de movernos por diferentes texturas superpuestas, atravesándolas. Están los polirritmos de la primera mitad, allí donde el mini homenaje a Can que es "Little By Little" se da el gustazo de escupir una síncopa monstruosa que ha generado ya algún cupo de retardados clamando que Radiohead “está fuera de ritmo”. Están los impecables beats electrónicos y líneas de bajo de "Lotus Flower", un single relativamente abstracto cuyas posibilidades de convertirse en clásico referencial se condensan más que nunca en la blusera y solitaria interpretación vocal de Yorke. Y está también – tal vez como ejemplo extremo de la vocación espartana de este Radiohead – ese par angélico-pastoral de "Codex" y "Give Up The Ghost", que ya ni llegan a modelarse como canciones plenas. Puesto que se arrogan poco más que el título de espectros de sonido, parecen emanar más desde adentro de nuestras propias cabezas en vapor que de un conjunto de instrumentos. Toda una incógnita.

Esto es The King Of Limbs por ahora. Varias impresiones que no acaban de converger entre sí. Pasada la verbosidad plomiza de Hail To The Thief y la (muy) relativa vuelta a las raíces de In Rainbows Radiohead se versiona con una postura indefinida, humilde y poco pretenciosa que es difícil imaginar hasta qué punto fue deliberada o si surgió espontáneamente del legendario cansancio de Thom Yorke. Lo que sí parece estar claro es que no buscaron grabar otro álbum que sacudiera cimientos ni algo concientemente a la altura de cierta reputación que deben, en teoría, enaltecer. Radiohead es casi demasiado libre a estas alturas para hacer una cosa así. Dado que es hasta difícil responder si es un disco oscuro o luminoso, The King Of Limbs desarma al oyente colmado de expectativas basadas en el pasado. ¿Es ese el mérito? Podría ser. En realidad, si nos gusta Radiohead es porque un poco nos gusta que nos desarmen ¿no?

El gesto, por supuesto, puede llegar a ser falaz. Digo, si dentro de unos años empezamos a sentir, por fin, que éste es simplemente uno más en la imponente seguidilla de obras maestras de la banda, sabremos que hemos sido seducidos y engañados de vuelta. Por ahora, el no poder decir nada definitivo, conciso, o siquiera razonable sobre The King Of Limbs es, sin paradoja alguna, lo que más goce me provee; por lo inesperado.

Publicado en Revista Spazz

martes, 28 de diciembre de 2010

La canción de la lluvia


These things are clear to all from time to time.

¿Qué hacer con esa canción que me mostraste que tanto te gusta? Sí: algo tengo que hacer. Para darle cabida, para que no te pierdas. Ahora, sumarla a mi colección como otro anclaje de mi "capital cultural", incluso buscando el álbum completo en el que se incluyó, me parece solo una rutina. ¿Qué hacer? Escucharla una y otra vez hasta aburrirme, preguntándome como un loco qué puede significar esta canción en mi vida, sería como vaciarla y vaciarme, desmantelar toda esta imaginación invertida durante el día ¿Qué hago? ¿Decís que me aprenda la letra? ¿Que aprenda a cantarla? Puedo investigar un poco sobre el artista, su trayectoria, sus discos. Pero no quiero toquetear algo precioso que se puede romper en pedazos con un leve gesto torpe. Es increíble cómo nada es irrompible. ¿Sabés? Siento como si algo se escapara horriblemente de entre mis dedos, o peor, de lo que puedo delimitar con palabras. Qué pequeño tirano es el idioma cuando comprobás que no sirve para expresar ni de la mitad de lo que importa. Todo enunciado es malversación. Ahora me parece que la canción me gusta, creo que me gusta, solo porque te gustaba a vos, porque fuiste a internet, buscaste y la escuchamos juntos una vez. Solo una vez en la mañana; ¡qué miseria! No supe qué decir al respecto en ese momento porque no suelo emitir juicios tan inmediatos: ¿Me gustó o no? Qué se yo, pasó todo tan de golpe. En la memoria todo pasa de golpe ¿viste? Seguramente tendría otras mil cosas en la cabeza como para que de verdad le pudiera prestar atención a la música o a la letra. Deberíamos ser más tontos, tener solo unos pocos pensamientos no tan perennes como éstos. Pero entonces estabas vos ahí, y no había nada claro. No sabía si me estabas dando algo tuyo o me estabas sacando algo. Lo pienso en términos de propiedad, de dar y recibir y decir gracias, pero la canción no es tuya después de todo. Tampoco era tuyo ese pelo y esa sonrisa y ese gesto que hacías. Nada es de nadie, porque todo es del día que pasó. Entonces, cuando la escuchábamos, yo ni sabía qué iba a ocurrir después y estaba ansioso. Pero ahora siento esta incomodidad de que tengo que hacer algo más con eso, con esa canción, esas naves prendiéndose fuego junto al hombro de Orión. Empuñarlas, controlarlas ¿Dictar yo su significado? Sea como sea, no duerme, no quiere quedarse ahí, hay una inquietud nómade en mí que no puedo desterrar ni caminando varias cuadras por calles céntricas. Porque hasta hoy, cada vez que alguien menciona la canción o el artista me distraigo, dejo de pensar en lo que venía pensando, se me hace un vacío en el esternón y no sé por qué. No sé cómo llamarlo. Pienso que no retuve algo cúlmine. Una sombra que mutó en la periferia de mi campo visual, sin que pueda llegar a saber si fue un pez que saltó en el lago.

Quiero ser obvio; encontrarte y decirte "te acordás de esta canción, sí: ésta o aquella, me gustó, me gustó mucho, gracias por mostrármela, gracias por ese momento, lo podemos repetir eh, cuándo vos quieras". Algo así como bajarte a tierra de una vez, algo normal. Qué pequeño tirano es el idioma. Qué turbia, qué inmensa es la música, y qué raro lo que hace con la mente de uno.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Apostillas desde el barro


Hace algo más de un mes se murió "K". Quise escribir algo acá, pero no quise. Me lo impidió el chisporroteo en mi cabeza. Me lo impidió la retransmisión de discursos y contradiscursos al respecto, que no cesan porque son recíprocos. Me lo impidió cierta incredulidad. Me lo impidió el no tener lágrimas porque la muerte, como la vida, no me es fácil de lamentar. Me lo sugería, por el contrario, la gran conmoción ante lo palpable: la Historia.

Quién me niega que la Historia es así; cada tanto le escapa al recuento bíblico y extiende su vaho sobre la ciudad como si tuviera cuerpo propio y maleable, que lo tiene. Hubo Historia con la muerte (por un tiempo no hará falta decir de quién, se va a entender) porque dio toda la sensación de que lo invisible comenzó a verse y lo impensado comenzó a repensarse. En términos más callejeros: nos agarró en off-side. Se tuvieron que quemar muchos manuales y yo descubrí que mis manos quemaban el teclado de la computadora. La mayoría de las veces me sabe que la realidad es inefable. Y aunque es plausible que no exista realidad por fuera del discurso, los dichos multiplicados por "K" fueron una topadora de lugares comunes. El tipo ahí, aún ardiente, y la sociedad discursiva ya lo juzgaba. Yo soy de digestión lenta.

Ahora algo decantó. Quiero escribir esto en primera persona, aunque me remuerda después (me incomodan un poco las confidencias). Fui a La Plaza de Mayo; dos veces. La primera apenas me enteré de la noticia. Pocas veces fue Buenos Aires una ciudad tan solitaria; las banderas albicelestes ya flameaban a media asta y ese lugar solo tenía un silencio de mediodía. Fue la plaza espectral, de cuando tironéas todavía de algo para desandar las últimas 24 horas y evitar la despedida. Mientras las cámaras de la TV apuntaban aún dormidas a la Casa Rosada, anticipando andá a saber qué escena, intenté imaginar cómo habría sido esa misma Plaza el 25 de mayo de 1810. Tal vez por esto de que ahí mismo, de pronto, sentís que la Historia te llama por tu nombre de pila; que ese momento pasará a formar parte de un imaginario colectivo, y vos, nada menos que vos, ya lo estás imaginando.

Después vinieron los días - cuatro o cinco - del querer caer y no poder. Volví a la Plaza el jueves a la noche. Me fui para allá vía directa por línea D después del laburo: arriado, sí, pero no por el choripan sino por la necesidad inobjetable de ver, de estar, y sobre todo de burlar la aduana de los shows noticiosos. Encontré una Plaza de luto y fiesta, poblada de incondicionales y curiosos (Sebreli, no está mal ser curioso; significa querer saber qué pasa). Los mensajes afectuosos, los dibujos hechos con birome o crayón hacían de los vallados un emocionante palimpsesto. Y eso lo quería ver. Porque mostraban la huella del amor, pero sobre todo la de las múltiples experiencias; un país gigantesco. En la Plaza ya no había un muerto, sino miles que vivían.

Se dijo tanto sobre Néstor Kirchner y su muerte que solo puedo ofercer un tardío tributario a tanta loa y diatriba junta. Por ende no me interesa hablar de Kirchner como persona; no lo conocí. No me interesa hablar del bonachón rompe-protocolos ni del maniático de poder; tales atributos suponen una retórica romántica que no me place y de la que no puedo dar fe. No soy personalista, me tienta más hablar de políticas, que son - valga la redundancia estúpida - la esencia de lo político. Hace falta hacerlo porque es lo que más se reteacea; la industria mediática se quedó en el corralito y sigue comunicándonos que lo político se resume en los ajedreces del poder, que toda decisión es electoralista por defecto. Por eso tal vez cuando murió Kirchner la oposición dedicó obituarios a un "gran luchador" sin siquiera dejar entrever aquello por y contra lo cual luchaba. Operación comprensible si tenemos en cuenta la bilis que le causa. Hipócrita si recordamos que lo que más le recriminaron durante años fue, precisamente, su "estilo confrontativo". En última instancia es una operación trivial; hasta Adolf fue un gran luchador.

Pero compilar un ranking de aciertos de Kirchner y su esposa - muerto Néstor, ni al más simpatizante le hizo asco admitir que gobernaban juntos - tampoco sería de un mayor empeño; basta sintonizar cualquiera de los programas de PPT cualquier día para verlos murmurados como un Credo. A nivel intelectual desconfío de estos constantes replays porque me arriman al axioma, a algo que se desangra de contenido como el dar la paz en la misa. Para colmo tapan deliberadamente temas como el INDEC (ahora adiestrado por el FMI !?!) o el gusano de Jaime y me salta la alarma anti-tonto. Me agarra el síndrome Caparrós. Por supuesto, también entiendo que hay un mensaje que debe hacerse escuchar en espacios reducidos; entonces no alcanza una sola vez ni es oportuno matizar tanto. Hay que viralizar, hasta que Magdalena se resigne o explote de rabia. Entonces lo tomo, un poquito todos los días, y lo retransmito cuando puedo o cuando creo necesario. ¿Síndrome Gramsci?

Quienes elogian a Kirchner desde esta perspectiva siempre empiezan por la asignación universal por hijo (el buque insignia) y siguen con la Corte Suprema, los derechos humanos, la gobernabilidad, la recuperación del PBI, el desendeudamiento, la obra pública, las jubilaciones, la ley de medios, el matrimonio igualitario, la no represión de la protesta, las paritarias, la unión latinoamericana y así hasta el Canal Encuentro no paramos. La lista impresiona: se trata de verdaderos hechos políticos que trascienden el mero enunciado. Son más bien concretos y difíciles de desmentir. Una vez consumados, hasta la parlanchina oposición político-mediática desiste de impugnarlos; prefiere más bien el franco ninguneo. Así de establecido está el "kanon", como para que venga yo a refritarlo por quichicentésima vez (lo hice ¿no?)

Por eso quiero acotarme a rectificar una de las "críticas" que le han hecho a Néstor Kirchner hasta colmarnos el cerebro de siesta. Tal vez la más omnímoda, la más asumida y, por ende, la más definitivamente muerta. Hablo, claro, del "estilo confrontativo". Motes alternativos: dividir al país, sembrar el odio, la crispación, el todo o nada, la falta de diálogo, la falta de consensos, la erosión de la institucionalidad, divide y reinarás, que el opositor un enemigo, que el disidente un traidor y así hasta desgranar un relato automático a medida de quienes ya no tienen la esperanza de pensar (ni distinto ni igual). Desde hace años, no se ha visto día sin estas acusaciones siendo eyaculadas desde surtidas muecas (las que hace Carrió con la boca cada vez que enciende un petardito). El estado de este discurso es tan monolítico y tan falto de una auténtica elaboración que eclipsa, a próposito seguramente, lo medular: que el "estilo confrontativo" de Kirchner no es realmente un "estilo" sino un aspecto intrínseco de las políticas y reformas que llevó a cabo. Atacar el "estilo confrontativo" es en realidad una forma pusilánime o encubierta  - según como se mire - de atacar el corazón mismo de lo más importante que logró hacer el Presidente Patagónico.

Tratemos de no ser ilusos. Muchas de las decisiones fundamentales que tomaron Néstor Kirchner y su esposa durante sus respectivos gobiernos estaban destinadas a generar bruscas controversias casi por ontología. Los reclamos insistentes de "diálogo", "consenso" e "institucionalidad" emanados desde cierta prensa solo pueden leerse como camuflados anhelos de transigencia. Es decir: pactos, trueques, medias tintas que hubieran implicado desnaturalizar muchas de las políticas, hoy claves, de los K. El problema con el consenso y el diálogo es que se los fue recitando en un plano demasiado conceptual que en la práctica resulta inconducente: ¿Cómo lograr el "consenso" para establecer el matrimonio igualitario? ¿Sentándose a revisar las Sagradas Escrituras con las cúpulas eclesiásticas de Ciudad Gótica?; ¿Cómo lograr el "consenso" para sancionar la Ley de Medios Audiovisuales? ¿Invitando a Magnetto y Herrera de Noble a que modifiquen varios de los artículos de la misma luego de su elaboración en múltiples foros en todo el país?; ¿Cómo lograr el "consenso" para aplicar la 125? ¿Llevando a la mesa de enlace a un tour villero?; ¿Cómo lograr el "consenso" para bajar los cuadros de Videlas y enjuiciar genocidas? ¿Regalando a todos los Fernando Ciro y Elena Cruz del país la discografía completa de Gieco? Los ejemplos son fáciles de hallar en todo caso; en cualquiera de estos y otros escenarios de los últimos años, "consenso" y "conservadurismo" se unen en santa sinonimia.

La sociedad democrática ha instituido las mayorías representativas para dirimir luchas de poder. No podría haber consenso o paz social ante reformas importantes, puesto que cualquier reforma lo es, precisamente, cuando promueve el desafuero de privilegios estructurales que - por mero instinto de supervivencia - reaccionan siempre. Y dividen las aguas. En este sentido hay muchísima hipocresía: los que reaccionan también van "a todo o nada" y contra "el enemigo" en la defensa de sus quintas y si no lo creen, basta hojear tres o cuatro páginas de un solo ejemplar de Clarín. Las polémicas de la era K no aparecen solo cuando el gobierno crispado propone y la oposición se opone en defensa de la "institucionalidad" y el "sentido común"; lo hacen también cuando los medios promocionan su propia agenda de infiernillos diarios para friccionar a ese poder por el que se sienten amenazados (inseguridad creciente, inflación asesina de niños, sanidad mental de la Señora Presidenta, lavado de dinero de Wikileaks, etc). Ocurre lo que ha ocurrido siempre en todas partes y todo tiempo: para pelearse hacen falta dos.

Por supuesto que a todos nos alienta el diálogo pulcro y el entendimiento entre las partes. Naturalmente que de repente nos agobia tener cada mes un conflicto donde todos despotrican. Lógicamente nos gustaría sonreírnos, abrazarnos, "tirar todos para el mismo lado" y sacar el país adelante. Todo muy lindo, pero tenemos que ser lo suficientemente vivos para reconocer que éste no es momento para todo eso. Es momento para otra cosa; es momento para salir voluntariamente de la boludez y animársele por fin a las discusiones de fondo. De ir por la vida reputeándose con parientes y amigos, de escuchar en la tele lo que dicen personajes simpáticos y siniestros, de buscar y tragar estadísticas y datos, de leer todos los diarios y todas las columnas aunque algunas nos den arcadas, de entrecomillar todos los significantes vacíos y sobre todo, salir a la calle y ver con los ojos propios qué pasa o que pasó o qué puede pasar. Si algo entendió muy bien Néstor Kirchner, más allá de la devoción y el rencor que pudo despertar su persona, es que la política todavía tiene pulmón para generar rupturas y conciencias en lo profundo de la sociedad y que éstas eran inevitables.

Y ahí está la cuestión: es la Historia misma, esa que ví reptar en la Plaza del 27 de octubre, la que nos trajo hasta aquí y no tanto la figura de Kirchner, que en suma es un mortal y pudo equivocarse. Esta "crispación permamente" que hoy muchos lamentan es la propia de una sociedad a la que, tras haber orillado la disolución en 2001, no le queda otro camino que reformularse a sí misma, volver a poner todas las discusiones sobre la mesa, no dejar un solo dogma sin maltratar. Si lo tenemos que hacer a los gritos y sin caretas (aunque con varias mentiras) es porque no estamos discutiendo pavadas. Y si lo tenemos que hacer desde el barro, es porque hay que moldear todo de nuevo, con una nueva forma.

Mal rayo nos parta si después de aquel 20 de diciembre no se hubieran planteado en el proscenio de la Argentina otros focos y otras deudas; si se hubiera reeditado lo anterior, con el beneplácito de los mismos de siempre, haciendo como que aquí no pasó nada. Hoy, entre tanto quilombo y crispación, somos un país bendito.

jueves, 7 de octubre de 2010

Señor Montonero Lanata (Revisitado)



En un antiguo apartado de este espacio se desplumaba la retórica de Jorge Lanata como conductor de DDT en ocasión de la polémica generada sobre Papel Prensa. Entonces se insistía, entre otras cosas, en lo inteligente que es Lanata. Por más que alguno lo haya podido interpretar de otra forma, dicha calificación estaba en gran parte desprovista de ironía. "En gran parte" digo, porque siempre hay algo de ironía intrínseca al llamar "inteligente" a quien se le está objetando la mayor porción de lo que dice. Pero la admiración por el gordo no estaba perdida ni mucho menos, y hasta se le reconocía en su capacidad de provocación una invitación a la reflexión encendida.

Esta nueva exposición de Lanata en DDT del martes pasado, aquí adjunta, aterriza oportunamente para desmentir dicha calificación. Atina uno a pensar varias cosas: entre ellas, que la inteligencia no es un absoluto y que nadie es inteligente per se. No cabe otra teoría para explicar los brontosáuricos baches de lucidez en los que se hunde Lanata en este editorial.

El video en cuestión se amplificó en redes sociales y con especial énfasis en La Nación Online (dos veces: una en la sección de videos, editado; otra en el Blog "Sin Quorum" en su versión completa). No hace falta ser muy prejuicioso para sospechar; si La Nación le da manija a Lanata es porque Lanata dijo algo que reproduce la ideología de La Nación y si Lanata reproduce la ideología de La Nación, estamos en el horno. Tenemos, todavía, un problema de tipo ontológico. ¿Cómo va a decir esto Lanata? ¿Cómo puede ser? ¡El gran adalid progresista de los 90 convertido en secuaz de Magnetto y Saguier! La pregunta es legítima, pero a Lanata no le importa nada. Da la impresión de que está buscando a toda costa desprenderse de esa ontología progre, aferrándose, en todo caso, a esa otra ontología heroica que es la del periodista independiente, el profeta, el fool on the hill que le dice a todos lo que nadie quiere oír (aunque los lectores de La Nación sí lo quieren oir, claro está). No le interesa la militancia de quedar pegado como Neustadt a Menem o Walsh a Montoneros (¡uh! no pregunten de dónde sale esa comparación, sigamos). Porque un periodista veraz, en teoría, no puede embanderarse, no puede enamorarse de nada ni de nadie; debe siempre plantarse en una vereda crítica y rebelde, la del menos poderoso, la del más débil. Cuando Clarín, "el más débil", deje de tambalear, será el momento de darle con un caño de nuevo. Ahora mismo no, porque sería lo políticamente correcto; el contrato de lectura Lanata, el linaje Lanata, la marca Lanata, como tal, dejaría de existir.

En el editorial sobre Papel Prensa, el tipo hacía un manifiesto explícito al respecto: "libertad es poder decirle a los demás lo que no quieren escuchar", la cual es una linda frase. Lo irónico de esta peculiar "libertad" - más cuando se la toma tan prescriptivamente como parece hacerlo Lanata - es que al decir algo quedás preso de lo que quieren o no quieren escuchar los demás. Ya no se trata de lo que pensás vos, sino de lo que piensan otros.

En esta tónica es elocuente el artículo de Robert Cox que el propio Lanata cita en el video, "Emblematic Jorge Lanata". Allí, el exdirector del BA Herald revela detalles de una charla que Lanata dio hace poco en el Colegio Carmen Arriola de Marín de Beccar; un colegio privado de Zona Norte, de confesión católica, con una cuota por alumno de más de 3000 pesos. ¿Será que se habrá dedicado a fustigar a los Kirchner por Papel Prensa? ¿Será que le habrá dado soberana paliza a 678 y su panel? ¿Habrá masacrado las figuras del Che y de Hebe y del Mono Jojoy? Piensen en clave lanatiana, piensen en la coyuntural platea, piensen en Aliverti (en un Colegio Católico progres somos todos) y habrán dado en el clavo. Según Cox, el tipo se despachó criticando el terrorismo de estado y explicando a la gente de San Isidro y barrios linderos por qué los crímenes de la dictadura no pueden ni deben ser comparados con los de Montoneros. Ante una pregunta sobre los Kirchner del mismo Cox - que reconoce en la nota no haber estado seguro "dónde se para Lanata" - Lanata parece haber afirmado que la democracia no está en riesgo y que les da a los Kirchner el beneficio de la duda (más allá de notarles ciertas cosas autoritarias).

Ahora bien; cuando el receptor pasa a ser la prole de 678, como aquí, los Kirchner se transfiguran, sin matices, en una "pareja real autocrática". Los del Jorge son discursos circunstanciales que van mutando según el interlocutor que se tiene enfrente con una lógica camaleónica invertida. Demagogia al revés, si se quiere, lo cual en el fondo es lo mismo que demagogia a secas: porque tira a matar contra la progresía pero entona dulces lieder al advenedizo oído de las corporaciones. Siendo más indulgentes, Lanata se asemeja a un despertador de conciencias compulsivo. Puede ser una encomiable misión, por qué no, si rescatamos - como lo hemos hecho ya - el disenso como puesta a punto para el mecanismo de nuestro propio pensar, pero es de inferirse que tiene que haber libertades aún más libérrimas en el horizonte.

A modo de ejemplo; "libertad es poder decirle a los demás lo que pienso sin importar si quieren o no escucharlo".

El intríngulis de esta operación que hace Lanata es irse de mambo. El gobierno de Fernández de Kirchner arrastra pesadamente varios aspectos criticables que el foro de 678 y allegados eliden bastante y no hablamos, como Fontevecchia, de carteras Louis Vuitton o de los aplazos de Florencia en el Lasalle (sí hablamos de INDEC, inflación, política ambiental, política universitaria, política de transporte, política exterior, etc.). Se puede suponer que basta analizarlos y referirlos cada tanto para evitar el terror de quedar pegado, pero esto del editorial del martes, Lanata, no hace falta.

No hace falta, por ejemplo, una batería de elementales falacias ad hominem a raíz de unas críticas moderadas y respetuosas de Tognetti y algunos miembros del panel de Duro de Domar; o por lo que dicen en 678, donde se lo cuestiona desde la admiración de otrora y donde difícilmente se lo tilda de "gorila" o "pro-milico" (y menos por criticar a Hebe de Bonafini, visto que varios afines a 678 como Forster o Verbitsky la criticaron también). Que Barone haya trabajado en tal lado tal año, que a Russo la haya llevado él a Página 12, que a Cabito no lo conozca nadie, que Lanata la tenga más larga que todos; nada de esto prueba absolutamente nada ni contrapesa ninguna crítica ¿O sí?

No hace falta tampoco decir textualmente "no estoy de acuerdo con que le inventen una causa a Papel Prensa" cuando hace apenas unas semanas, en la misma pantalla, había dicho que estaba bien que se investigue el caso Papel Prensa. ¿Cómo? ¿Ahora la causa está inventada? ¿Ya salió el fallo? ¿Se tomó un café con el juez? ¿Sabe algo que nosotros no? ¿Podría explicar esto del "invento"? Probablemente no y por eso no lo hace. Tendría que desmentir el artículo firmado por él mismo - al que hace referencia Matías Castañeda en el video de Duro de Domar - publicado en Crítica de la Argentina en abril de 2008, donde Lanata cuenta, o mejor dicho, "inventa" la historia de Papel Prensa tal cual la redescubre hoy el gobierno, Goebbels mediante.

No hace falta decir "te mienten en la cara", sin especificar cuál es esa mentira o por qué es una mentira. A no ser que ésta sea que tomando colegios se hace la revolución - curiosa disgresión que jamás se escuchó decir a nadie que defendiera las tomas - Lanata no siente ni una milimétrica urgencia por brindar algún argumento o justificación de su pensamiento. Puede incluso objetar las tomas de colegios por no generar ningún efecto inmediato y al instante aclarar que ningún cambio se hace de golpe. Parece alcanzar con que es él, y así como Tognetti no tiene razón porque presentó un video de un travesti, él sí la tiene porque fundó Página/12.

No hace falta festejar la frase "el mundo está hablando del Mini Cooper y Cristina nos quiere vender un Torino" sin más, como si esta se explicara por sí sola. ¿Qué se supone que representa el Mini Cooper para Lanata? ¿El progreso económico? ¿El bienestar? ¿La verdad? ¿Las mejoras edilicias en los colegios?... ¿Alguna idea un tris menos polimorfa?

No hace falta recomendar una columna groseramente superflua de El País de Madrid, en la que se analiza la situación económico-social argentina a la luz de la actuación de la Selección en el Mundial de Sudáfrica (ojo, la misma pavada que promovía 678 con esto de que se juega como se vive) y se azota al Maradona drogón por decirle a los periodistas "que la chupen", cuando minutos antes (¡minutos antes!) le había dicho a Orlando Barone "toda la dictadura chupando, Barone, toda la dictadura chupando" ¿En qué quedamos?

No hace falta decir "alguien grita cuando no tiene razón, alguien ataca cuando tiene miedo", ¡Y repetirlo! ¡Como 678! ¡Como Goebbels! para cerrar una disertación donde insultó y ninguneó a sus críticos como nunca y donde se la pasó puteando a los cuatro puntos cardinales ("estamos en el recontra-hiper orto del mundo"). Si alguien ataca cuando tiene miedo, entonces acá Lanata directamente tiene terror.

Y sobre todo: no hace falta victimizarse. La libertad de decirle al otro lo que no quiere escuchar implica la libertad del otro de responder ¿O el mensaje es unidireccional? ¿Que esto no era un diálogo? En un diálogo no hay víctimas: hay críticas. Hay críticos y criticados. Digerir cualquier crítica (incluso la más insolente, que no fue precisamente la de Tognetti, ni la de los de 678) es, uno supone, lo primero que se está dispuesto a hacer desde el momento que abre la boca. Esto de, medio compungido (pero no te cree ni Dios), contar cómo lo llaman amigos para apoyarlo, o de decir que se siente vulnerable por "responderle a alguien", como si responder, dialogar, fuera una extravagancia o una especie de tortura... Esto no hace falta.

No hace falta, viejo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Alta Gama de Pirlos (Compendio de temas)


Créase o no, este compilado ha sido confeccionado con amor. A quién o a qué es lo que todavía está en duda.


1) Bleeding All Over You - Martha Wainright
del álbum: "I Know You're Married But I've Got Feelings Too" (2008)

El título del álbum está sacado de contexto, y es de la letra de esta canción, la primera de todas. Martha Wainright - canadiense, hermana de Rufus - le canta "my heart was made for bleeding all over you" a un amante perdido en esta melódica diadema pop, engalanada de guitarras acústicas y esa voz entre chillona y aguardentosa y apasionada que parece, valga el juego de palabras, sangrar de sentimiento. Lo que puede llamar un poco la atención es que, para ser una oda al amor no correspondido, es una cosa bastante light. Hasta alegre. Martha canta con más regocijo que pesar, y sin melodrama alguno. Quizás porque no lo siente realmente (la tipa está, en efecto, casada) o quizás porque la belleza de la música sobrepasa cualquier angustia.

2) Blessed State - Wire
del álbum: "154" (1979)

Podría decir que es la cosa más cool del mundo, pero - tratándose de Wire - incurriría en una tautología indigna. Voy a ser un poco más arriesgado y voy a decir que Blessed State es hermosa; es imposible resistirme a pensarlo cuando suenan esas frases new-wave y esa melodía circular tan mínima pero tan expresiva, fatalista ("To the fatal gift of a well timed lie") que se robustece casi sin que lo percibamos con más toques y toquecitos que sin embargo apenas están ahí, con esa letra críptica que nos recuerda que las mentiras son esenciales para el sostenimiento del mundo, o algo así.

3) Peace Like A River - Paul Simon
del álbum: "Paul Simon" (1970)

Cuando empieza Paul Simon (ya sin Garfunkel) a cantar esta inolvidable melodía de su primer álbum la mente se empapela con imágenes de imprecisa semántica pero visualmente conmovedoras. No se sabe bien de qué está hablando el tipo cuando la paz, como un río, entra a la ciudad mientras todos miramos con los ojos llenos de estrellas. Ni tampoco a qué viene con esto de levantarse a las cuatro de la mañana y quedarse despierto un rato debido a sentirse "reconciliado" con algo. Como suele suceder con las letras de canciones (y parece que no me canso de resaltarlo), allí está parte del chiste; la vaguedad de las imágenes, la falta de un significado cerrado, permite que la interpretación sea la que más se acomode con lo que el oyente evoca o construye. ¿Yo? No sé, yo solo veo las imágenes, las veo claramente, y las siento como algo que me pasaría o me pasó. Y me emociono sin saber bien por qué. En todo caso, deben ser pocas las canciones que utilizan la palabra "misinformation" ("followed us like a plague, nobody knew from time to time if the plans were changed"); la idea es, a mi jucio, la de una confusión y una oscuridad que de pronto empiezan a aclararse para todos, impregnando el aire de una sensación de entusiasmo colectivo que no deja dormir. Puede ser por cualquier cosa: el final de una guerra (interpretando literalmente el título) o el comienzo de cualquier cosa que al oyente le ocurra. Sea como sea, parece una excelente canción para los tiempos que corren. Y, como si hiciera falta, la melodía y la guitarra son casi perfectas.

4) She's Beyond Good And Evil - The Pop Group
del álbum: "Y" (1979)

Una de las bandas más radicales de la new-wave británica se llamó, con ironía total, "The Pop Group". Su álbum debut "Y" es un torpedo de cacofonías indescifrables donde se aullan las típicas consignas izquierdistas de la época (y de hoy también) sin que el factor disfrute del oyente ostente la más mínima relevancia. Salvo que seas - puede pasar - uno de esos oyentes desfasados que sí disfruta de este tipo cosas. Esta canción, la que abre a patadas el mencionado disco, es ideal para un compilado por ser relativamente accesible sin dejar de representar el registro sublevado de estos flacos, sonando como los Clash pasados por la silla eléctrica de los Birthday Party. Para pensar, o salir corriendo.

5) Last Night I Had A Dream - Randy Newman
del álbum: "Sail Away" (1972)

Randy Newman no resiste un archivo. Hoy más conocido por "You Soy Tu Amigo Fiel" y otras tonadas cálidas cantadas con frecuencia por dibujitos para toda la familia, Newman tiene un pasado oscuro que conviene revisitar cada tanto. Digamos que para escribir una canción como esta te tiene que patinar un poquito, y si no les convence el tono amenazante de esos acordes de piano, o esa guitarra malévola alla Ry Cooder, o esa voz de roto que tiene Randy... si eso no les convence, ¡lean la letra!, lean ese inmejorable despliegue de paranoia acerca del cual no se puede entender demasiado excepto que todos lo asustan, y que ¡vos! sos quien más lo asusta de todos. Una canción rara y bella y podrida en misterio. En el mismo disco está la célebre "You Can Leave Your Hat On"; por eso, ¿qué le vamos a decir en el futuro a nuestros hijos de cinco años? ¿que el Vaquero Woody es un zátrapa? ¿que todo vale? ¿que está bien que un juguete tome drogas y quiera ver minas en bolas?

6) Victoria's Secret / Just A Bad Dream - Lisa Germano
del álbum: "Excerpts From A Love Circus" (1996)

¿Cuál es el secreto de Victoria? Es lo que se pregunta Lisa Germano mientras, conjeturo, hojea los avisos sexys en revistas sexys, y la respuesta no puede ser más prosaica. Ella dice: "vos sos fea y yo soy linda, tu novio desea que te vieras como yo". Bien la autoestima de esta flaca ¿no? Pero bue che, al menos la fea tiene un novio. Al menos la fea es inteligente y sardónica. El novio también puede que sea un gordo semicalvo, en cuyo caso no tendría derecho de reclamar nada. ¿Ves Lisa que siempre querés tirar la peor y al final no es tan terrible? El tema cierra con unos ronroneos de un gato teniendo un mal sueño - ¿el de Randy Newman? - como diciendo que todo iba medio en joda y sin malos sentimientos. Por eso, no es tan terrible.

7) Who By Fire - Leonard Cohen
del álbum: "New Skin For The Old Ceremony" (1974)

Sí o sí tiene que haber algo de Cohen en mis compilados. Es una especie de vicio que me persigue a donde vaya y sean cuales sean mis circunstancias: siempre hay un tema del canadiense más groso del mundo que se encuadra perfectamente en ellas. Esta canción en particular, extraída de su cuarto álbum, ostenta demasiada poesía como para que yo pueda agregar algo que tenga un mínimo de onda con mis devaneos random. Me gusta cómo queda la voz femenina al unísono.

8) I Used To Say I Love You - Robyn Hitchcock
del álbum: "I Often Dream Of Trains" (1984)

El ex-violero de los Soft Boys se manda cosas notables: una de ellas es emocionarte con una cancioncita en apariencia medio pelotuda sobre, justamente, la ausencia de emociones. El tipo se encarga de confirmar de una y mil formas que ya no le pasa más nada con la ex y que no le cabe en la cabeza cómo alguna vez se sintió tan excitado con esa mina. Lo hace fríamente y con meticulosidad, en segunda persona (excepto un momento en el que habla de "that person I could never call my own"), como para que la chica - si está escuchando y le importa - se sienta bien para la mierda. Pero ¿por qué ese estribillo de repente suena tan trascendente? ¿por qué se erizan los pelitos de la nuca con ese "but my heart doesn't feel anymore"? Porque es tristeza pura, porque te das cuenta que el tipo no puede hacer nada para evitar que el sentimiento simplemente no esté. Una banda inglesa de cuatro losers una vez cantó que "love has a nasty habit of disappearing overnight". En este caso, casi que el amor ni siquiera existió; Hitchcock solo quería garchársela.

9) Couldn't Cause Me Harm - Beth Orton
del álbum: "Central Reservation" (1999)

Ciertas canciones empiezan errabundas y parecidas a otras; anuncian poco, se van armando y entonces llega un momento en el que "llegan", valga la horrenda redundancia. Esta de Beth Orton viene de entrada con la clásica moldura del cantautor noventas; el inicio frío pero congoso y con sonajeros de smoot-jazz, la voz de la mina que se subsume como dubitativa, obviamente diciendo algo sobre alguna relación con alguien, y entonces cuando canta "There's no right or wrong, this isn't a test" (una frase más interesante de lo que parece), es como que la cosa tomó color y hasta le das un poco más de bola a la letra para desentrañarla. Cosa que todavía no logré, porque tengo ganas de seguir intentándolo un rato más.

10) Silver - Pixies
del álbum: "Doolittle" (1988)

A mucha gente esta canción le parece una garcha y no sé si hago bien sacándola de contexto. En "Doolittle" suena tan fuera de sintonía con lo que la rodea que incita a la aplaudible sorpresa antes que al repudio y además te despabila antes del final (no es que "Doolittle" sea un disco para dormirse, conste). De repente y porque sí, entre los serruchos rifferos, los tipos la lían con este lamento folk (tambores indios; acústicas con las cuerdas que se sueltan y se enrulan) que te lleva a las mesetas de siluetas rocosas y plantas chamuscadas resistiendo sequías. La sensación de ruina y soledad es totalitaria. Ni siquiera se distinguen las voces en falsete de Kim Deal y Frank Black, que no atienden a razones de melodía alguna en esta tierra de extraños.

11) Street Waves - Pere Ubu
del álbum: "The Modern Dance" (1978)

Un viento del ártico sopla entre los cables pelados, haciendo chisporrotear una electricidad inestable sobre los escombros de una explosión. Así suena el intermezzo de esta contundente mini-locura extraída de esa contundente macro-locura que es "The Modern Dance", un monolito de la música moderna de Ohio. No solo las guitarras teledirigen sus escupitajos de watios, sino que la palabra "electricidad" se adivina en la letra desencuadernada por el energúmeno que "canta". No sé qué más decir.

12) Police Me - Tori Amos
del álbum: "Abnormally Attracted To Sin" (2009)

Hace tiempo que los días famosos de Tori Amos están atardecidos, pero la flaca todavía saca álbumes de millones de canciones para que la gente común no olvide su oficio, supongo, y para que sus seguidores dedicados fisgoneen en su enrevesada mente. O porque le pinta, también. Tiene todo para hacerlo, por supuesto, aunque a la crítica estos últimos álbumes mucho ya no le quepan. A mí del último disco sí me llamó la atención este engendro metido en el medio que son como cuatro canciones en una. De repente hay cuerdas que suenan a mellotron; de repente una cosa medio noventosa y medio rapera; después un estribillo que no te lo sacás más de la cabeza, un bizarro patrocinio a Blackberry y la entonación de la palabra "perhaps" más malévola de la música grabada.

13) Half Day Closing - Portishead
del álbum: "Portishead" (1997)

El segundo álbum de Portishead es menos famoso que el primero, lo cual es muy injusto si consideramos que está igual de bien. Claro, pasa que aquel "Dummy" en comparación con éste otro equivale a pedirle matrimonio a tu novia en el clímax de un show de luces y aguas danzantes en Magic Kingdom. Igual digamos que se les va un poco la mano a Gibbons y Barrow con toda la oscuridad y toda la ruina: la letra de esta canción es demasiado obvia en cuanto a sus intenciones, por eso sugiero no darle bola. Sí sugiero darle bola a las texturas, sobre todo cuando entra el muro de cuerdas. Monstruosamente llorón, delicioso.

14) Jumping Through The Mirror - The Red Krayola & Art Of Language
del álbum: "Sighs Trapped By Liars" (2007)

Ah, la típica canción Indie. Tiene todo lo requerido: la melodía gris inventada en el momento. La instrumentación desgarbada o imprecisa, a cargo de alguien que se acaba de matar a pajas. La tipa que canta como quien se pasea por la góndola de Carrefour mirando detergentes. Una onda lounge-bossa adivinable en la distancia. El ADN de algo que podría pasarme desapercibido, solo que esta vez no. No sé si será por la impronta lacaniana de las letras, o por la fijación under que siempre impregna el solo nombre de la banda (Red Krayola! Los mismos de "The Parable Of Arable Land"!), o por el agradable mullido de guitarras que parecen sonar solo de pedo porque hay objetos que las rozan, o por la tapa del disco que es una pintura, cuándo no. Muy inspirador.

15) Phantasmagoria In Two - Tim Buckley
del álbum: "Goodbye And Hello" (1967)

Si querés ser cantante y estás para anotarte en la próxima temporada de La Paternal's Got Talent, hacete el bocho: NUNCA en tu vida vas a cantar como Tim Buckley. Qué va a hacer. Es bueno saberlo de antemano así uno se dedica a otra cosa, por ejemplo, sentarse frente a la compu nueve horas al día ayudando a que gente que no conocés se haga rica. La muy elisabetiana gema que nos ocupa es también muy triste. No sé por qué. Tal vez porque el flaco la está cagando; la relación con la chica apenas empieza y este Tim ya le abre todo su corazón sin censura; le confiesa todos sus miedos, todos sus defectos y le hace miles de promesas incumplibles. ¿Para qué? ¿Qué quiere probar? Al pedo. Pero bue. Por lo menos la melodía es increíble y eso hace que nos enamoremos de él y del mundo por un rato.

16) These Days - R.E.M.
del álbum: "Lifes Rich Pageant" (1986)

Ok, no iba a poner nada de esta banda pero cambié de determinación porque me subleva que nadie conozca este tema. No es que algo vaya a cambiar ahora, pero por lo menos dentro de muchos años la gente hablará del noble y sabio bloggero al que nadie leía que pateó el tablero y dijo por primera vez que ésta (y NO la fantochada de "Everybody Hurts" y NO la quemada "Losing My Religion" y NO la boludez de "Man On The Moon") es la gran canción de R.E.M. ¿Alguna vez pensaron que esta banda era adultosa aburridosa intelectualosa y sin sangre? Súbanle el volumen al mango a esta cosa y ¡Piensen de nuevo! A ver qué onda. Y, de paso, quédense con uno de los más grandes twitts del rock militante de estadios:

We are young despite the years,
We are concerned,
We are hope despite the times.

All of a sudden, these days.

domingo, 29 de agosto de 2010

Señor Montonero Lanata



Jorge Lanata es un jerarca inteligente; él lo sabe y le sienta bien el clímax televisivo que monta cada vez que editorializa pantalla mediante, aún cuando ésta sea la subalterna de Canal 26. Su trayectoria asociada al pensamiento de izquierda lo convierte alternativamente en un tótem progre y en un eficaz referente coyuntural de la oposición cuando se le da criticar a Fernández de Kirchner. Eso también lo sabe. No es la primera vez que se planta en una vereda distinta a la que en teoría cabría esperar, pero todavía genera la sensación de estar violando el libreto de lo políticamente correcto cuando él, Jorge Lanata, el que fundó Página 12, amaga sufrir vicariamente por Grupo Clarín.

Quiere que lo dejen "pensar tranquilo", y está bien. Nadie tiene que rendir cuentas por etiquetas que al fin y al cabo le han puesto otros, ni asumir oficios sacerdotales para militancias que requieren apoyaturas religiosas. Ser de izquierda - o mejor dicho, haber defendido ciertas posturas de izquierda - no implica que haya que adscribir al guión semiautomático de los convencidos que se presencia todos los días en 6-7-8. El programa de canal 7 es a la vez un contrapeso mediático necesario y una trinchera bastante monocorde, donde más allá de la retórica convincente de una Russo, un Aliverti o un Foster, se termina largando un tufillo a misa con tantas "buenas noticias" que tienen para dar, tanta unanimidad y tanto significante abusado.

La ideología, sugiere Lanata, no tiene por qué ser un ghetto familiar donde el disenso equivale a la traición. Nos pregunta entonces si lo dejamos ser ecuménico. Si lo dejamos ser neutral, tomar distancia y quedar mal con Dios y con el diablo. No quiere callarse ni en lo que que está de acuerdo con el gobierno ni en lo que está de acuerdo con Clarín, aún cuando esta pelea, dice, no es la suya y pareciera que no quiere meterse (pero se mete de lleno). Aún cuando esta pelea, dice, no es por ideología sino por plata (como si plata e ideología, base y superestructura, estuvieran divorciadas). Dejémoslo pues ser neutral a Jorge Lanata; dejémoslo pensar tranquilo y en libertad. Su inteligencia nos merece esa indulgencia, aunque nuestra libido política, golosa, quisiera que piense exactamente igual a nosotros.

Sin embargo la neutralidad de Lanata resultará, a lo largo de este editorial, cuanto menos llamativa. Porque promediando el video nos enteramos de que está muy de acuerdo con ambas decisiones concretas del gobierno de Fernández de Kirchner. Le parece perfecto que se declare de interés público la manufactura de papel para diarios. También le parece perfecto que la Justicia investigue el traspaso de la empresa Papel Prensa a manos de La Nación y Clarín. Tanto es así que explícitamente felicita al gobierno por las medidas anunciadas el martes. Sin mucho aire para matices, adopta una posición con respecto a la cosa concreta que de neutral no tiene nada; la política del gobierno en relación al tema merece su aprobación.

¿Por qué, entonces, ocupa solo treinta segundos en esa aprobación y el resto del tiempo lo dedica a criticar cuestiones que ya no queda claro si son de forma o de fondo pero que se corren intencionadamente del eje de lo que él mismo, segun dice, apoya?

A medida que habla Jorge Lanata, el conflicto de intereses que lo lleva a disertar con tanta vehemencia se torna secundario y la cosa vuelve donde había empezado: al terreno del descargo personal. Porque el editorial, se va comprendiendo, tiene un destinatario clarísimo; ese público que siempre lo siguió por sus ideas progresistas y ahora no lo deja "pensar tranquilo". ¿Por qué molestarse entonces en detallar las razones por las que felicita al gobierno respecto a lo de Papel Prensa? Un tipo que se cansó de hablar pestes de Clarín y de los oligopolios de prensa; que está donde está porque hace rato que, por indócil, lo corrieron de los grandes medios audiovisuales ¿Qué va a decir de Papel Prensa? ¿Que está bien que lo controlen los dos diarios más poderosos del país? ¿Que se hace mal en investigar cómo fue el chanchullo? No parece hacer falta: su público lo adivina.

Entonces qué hace. Se rebela. Se rebela contra aquellos que desean domesticar su pensamiento. Desdeña la oportunidad de convencer al escéptico de que lo que hizo el gobierno está bien y lo critica por detalles periféricos atizando una provocación espectacular. Porque eso es lo que Jorge Lanata siempre fue: un provocador. Le gusta descolocar a su público en vez de poner en lindas palabras lo que éste ya piensa. Su calculado circo apunta a esa provocación, y nunca más claro que cuando se regodea con sorna en las supuestas reacciones y puteadas que causará "lo que voy a decir ahora". Sabe que lo que dice molesta, que son "barbaridades", y le encanta. Ese es Lanata.

El gordo nunca nos deja indiferentes. Nos obliga a engranar el cerebro aunque sea solo para desguazar sus argumentos uno por uno, que es la forma más poderosa de reforzar los propios. Cuando escuchamos, por ejemplo, a los editorialistas de TN o a los panelistas de 6-7-8, ya sea que estemos o no de acuerdo, sabemos sus versículos de memoria. Dicen casi textualmente lo que la propia tribuna espera escuchar y repiten tantas veces lo mismo en los mismos términos que se cae pronto en un letargo de frases hechas, de lugares comunes, de verdades reveladas. Con estos programas, la posibilidad de cuestionar nuestro propio credo se antestesia en un aplauso o un repudio futboleros. Lanata se las ingenia, en contraste, para desencuadrarnos siempre.

La retórica de Lanata es hábil. Es justamente cómo lo dice, desde dónde lo dice y a quién se lo dice. No tanto lo que dice. En rigor, las críticas contra los Kirchner sobre las que derrapa en la segunda mitad del video parecen más un compendio estándar de los lectores de La Nación Online que el resultado de un largo "pensar tranquilo". Se pregunta por qué se fijaron en Papel Prensa recién ahora, cuando llevan siete años de gobierno. Impugna varias veces la duración del discurso de la presidente (¡hora y media!). Reclama atención oficial sobre problemas mucho más importantes como la inseguridad, la salud pública y el hambre. Se queja indignado de que se remita tanto a cosas que pasaron hace 34 años y, sí, ¡menciona la palabra "crispación"! Todos artilugios poco originales, de picado grueso, que se sustraen voluntariamente de la cuestión de fondo y que molestan por quién lo dice; no por peso propio.

Por querer provocar, por belicoso, por desafiar a sus fans, Lanata cae en algo demasiado cercano a la desinformación. Despliega un discurso virulento contra una política con la que, en su nivel más crítico, está de acuerdo. Nos promete que no tomará partido para enseguida ensañarse con una sola de las partes, con todo lo que esto implica. Porque sus palabras en DDT serán sin duda citadas y reproducidas por destinatarios rémora, sin siquiera tener que tergiversarlas, para argumentar contra las políticas oficiales en torno a Papel Prensa. Sin ir mas lejos, este video apareció colgado en un blog de La Nación para pleitesía de sus lectores. Esto es algo que Lanata, un tipo inteligente, tiene que haber podido prever; lamentablemente su figura no tiene margen para inocentadas de joviales cincuentañeros. Que no las hay; el tipo solo sabe cómo manipularnos.

El debate por Papel Prensa, aún en su raigambre de corte administrativo, se enmarca dentro de uno de mayor alcance que tiene que ver con el tipo de democracia se queremos configurar a futuro. Es un tema cuya sola referencia se silenció - convenientemente para algunos - durante muchos años. En este marco no parece muy acertado objetar que se hable una hora y media sobre Papel Prensa por TV, ni chicanear con los problemas multiuso de "el hambre" y "la inseguridad", como si los distintos temas que conforman la agenda política fueran excluyentes entre sí.

A la vez, en una historia que lleva más de 500 años, lo que pasó hace 34 no necesariamente es tanto tiempo como sugiere Lanata, sobre todo si convenimos - esto es esencial - en que el trauma de lo que sucedió entonces sigue determinando en buena parte la matriz de poder que opera hoy, como ocurre supuestamente en el caso de Papel Prensa. La objeción de Lanata suena muy extravagante en boca de un tipo que publicó dos libros de historia argentina, porque si tiene razón entonces para qué estudiar historia; para qué releerla; para qué hablar de ella. Condenar que una presidente hable de historia aspira a tratar ésta como si fuera acaso una sitcom de episodios aislados que empiezan y terminan, una colección de instantes que se congelan para siempre, antes que el devenir continuo que hace a la construcción nunca acabada de una sociedad, sus poderes y la distribuición de sus riquezas.

Señor Montonero Lanata: re-nun-cie.

viernes, 27 de agosto de 2010

Olor a cosas raras

Se publicó ayer por la tarde el informe "Papel Prensa: La Verdad" en la página web del Ministerio de Economía. Varios opositores al gobierno habían criticado que éste no fuera público, abonando la idea de una conspiración. Ahora que lo tienen, estaría bueno que se tomen un recreo y lo lean antes de seguir con sus escupitajos programados.

La Nación y Clarín - quién iba a sospecharlo - no dicen nada al respecto de esta publicación en sus sitios; ni mención, ni referencia, ni un link que ponga "la mentira" o algo del género.

En lugar de eso, se entretienen desinformando a lo campeón, tal vez superando sus propias cuotas históricas. Al cubrir la declaración ante la justicia de Lidia Papaleo ayer, subrayan que de su testimonio se desprende que ella nunca fue torturada específicamente para vender Papel Prensa y que aún estaba en libertad cuando la empresa fue transferida (La venta se realizó en noviembre de 1976 y el secuestro de los Papaleo y los Graiver fue en marzo de 1977). Esto les alcanza a los interesados LN y Clarín para hablar de un "desmoronamiento" de la denuncia del Ejecutivo Nacional. ¿Qué se omite? Básicamente, que si - como ellos mismos resaltan y el mismo gobierno reconoce - Lidia Papaleo fue secuestrada cuando Papel Prensa ya había sido vendida a los actuales accionistas ¿Por qué la habrían de torturar por ese motivo (habiendo tantos otros)? No se informa mucho más sobre el resto de una declaración que duró cerca de cinco horas y eso que está ausente es a lo que habrá que estar más atentos. Esta parte del testimonio resaltada por LN y Clarín puede, en todo caso, poner en duda la asociación de la venta de papel prensa con delitos de lesa humanidad, pero de ninguna forma descarta la existencia de presiones malintencionadas previas para que se realice la transacción a los accionistas actuales.

Otro vértice del "desmoronamiento" está en la solicitada de Isidoro Graiver publicada en adivinen-qué-diarios (y pagada por vaya-a-saber-quién). Allí, vuelve a cotejar las fechas de la venta y del secuestro como principal argumento para desmentir la denuncia del gobierno. Además indica que la venta se realizó "sin amenazas ni extorsiones y en libertad". Según "los diarios", esta declaración vuelve a probar lo infundado de las sospechas y azuza a los perros de la oposición para ir al choque por "la libertad de prensa", equiparar a La Nación y Clarín con el país mismo (¡ay Elisa!) y exigir renuncias.

Al respecto, ayer a la noche 6-7-8 emitió al aire unos fragmentos de cintas en donde se escucha al mismo Isidoro Graiver dando un testimonio completamente opuesto al de la solicitada en una entrevista privada con Roberto Caballero, director del diario "Tiempo Argentino". La grabación fue hecha pública, según Caballero que estaba presente en el piso, porque desde el momento en que la fuente contradice públicamente lo dicho en una instancia privada, el periodista se ve forzado a romper el pacto de confidencialidad para resguardar su propia credibilidad:



Las repercusiones inmediatas se dieron en "El Juego Limpio" - la pantalla de Clarín - donde Nelson Castro se animó a poner al aire a Osvaldo Papaleo, el hermano de Lidia, aludiendo entre otras cosas a las cintas de Caballero con el humor casi quebrado. El momento fue bastante dramático y hasta brutal (no todos los días se habla de Clarín como "una mafia" en el propio TN), tanto que el programa terminó inmediatamente y, a continuación, se los vio a Blanck y Van der Kooy abrir "Código Político" en algo parecido a un estado de shock, comentando con titubeos terribles el testimonio de Lidia Papaleo y obviando olímipicamente lo que había pasado segundos antes en el estudio de Castro:



Olor a cosas raras, le dice Papaleo a Castro. Un olor a podrido que está llegando a Dinamarca. Suele pasar cuando se destapan algunas ollas.