miércoles, 27 de septiembre de 2006

Otros de un tiempo perdido

Escuché el trueno ladrando desde el cielo
Al pasar por una fuente repleta de doncellas
que trocaban sus ropajes por frutas y licor
No supe comprender que se venía una tormenta
Se partieron los bajeles allá en el Mar de Creta
Y callé bajo la lluvia como un santo en sus cadenas

Corrimos a refugiarnos hacia una carpa lejana
Justo cuando la noche se hacía crema americana
El sheik del tiempo nos recibió entre algodones
Con sangre de nobleza y un alma brusca de gorrión
Un cuento se abrió de páginas ante nosotros, callados
Afuera el viento aullaba como la luna perforada de luz

Crujían los huesos del pollo al mordisquear su carne
Mis ojos y los suyos se interceptaron entre rugidos
A veces es cuestión de saber vivir el segundo, de mirar
De contemplar caer la lluvia sobre los campos lejanos
La cena aún no había acabado y ya tenía sueño
Me fui a dormir bajo un susurro y allí morí por un rato

Quise despertarme en las laderas de sus pechos
Ahuecando sombras bajo una tenue luz de ningún lado
Brillaron mis ojos al recordar que estaba allí
Porque el sueño me había condenado al viaje y al encierro
Y un perfume se deslizaba en el frío crudo de la mañana
Y una humedad ronca se filtraba esa vez en las cortinas

Pensé en las rutas que llevaban hacia ningún lado
Allá lejos detrás de las montañas viejas y nubosas
Quise verme volando, quise surcar las ánimas del desierto
Supuse muy pronto que allí habría algo fascinante
Pero la conjetura se desbarató con la presencia del enemigo
Y otra vez me volví por el camino de siempre