sábado, 31 de mayo de 2008

Me hinchó las bolas el tema del campo

All these people that you mention
Yes, I know them, they're quite lame
I had to rearrange their faces
And give them all another name

Bob Dylan - Desolation Row (1965)

El ruralista (¿qué significa 'ruralista'?) Alfredo de Angelis conoció la fama el día en que Cristina Kirchner dio su discurso en Parque Norte tras los cacerolazos. Las cámaras de TV lo eligieron de forma unánime entre tantos otros que guardaban las rutas, escuchando a la exprimera dama con los pulgares hacia abajo. Un diente de menos y un megáfono de más fueron sus humildes credenciales. No hace falta mucho más para devenir en comodín político; los medios se autoabastecen de materia prima y de cualquier muerto hacen un mártir. Los varios criterios de noticiabilidad antiguamente aplicados se han reducido a uno solo y supremo: el mero hecho de aparecer en TV legitima totalmente aparecer en TV. Estar en pantalla no necesita más justificación que el fenómeno mismo. Parece enfermizo, pero está claro que es así. La TV es Dios y, fiel a la costumbre, le da pan a quien (literalmente) no tiene dientes.

La política argentina no tiene dientes: como toda política que se ufane de tal, es una parodia televisada. Es irónico que exista el teatro de revista con sus truchas sátiras políticas cuando la cosa real ya es en sí misma un ditirambo digno de la excelsa Atenas, en el que el personaje principal habla y el coro responde. Después dicen que tengo que ir a votar sin una sonrisa sardónica, disimulando mi papel de reparto en este brutal mamotreto literario. Después dicen que no hay que ser nihilista. Después dicen que tengo que tomar posición. Mi posición: tomar posición en esta berretada es como jugar al ajedrez sin tablero.

Ya nadie lo recuerda, pero algunas escenas atrás hubo recambio de Ministro de Economía; los medios todavía foguean dramatismo ante este tipo de informaciones. ¡URGENTE: Renunció Lousteau! Pero en este libreto el ministro de economía es un bártulo del decorado que no corta ni pincha (y menos cucharea). Quién daría fe que Carlos Fernandez hizo o dijo algo importante en estas semanas candentes. Qué hace la exprimera dama además de victimizar su condición de mujer y novelar una redistribución del ingreso. Qué hace la oposición, desde Stolbizer hasta Neustadt, excepto saltar de polizón dentro del último vagón de cargas que tironea la cuádruple locomotora campechana (Buzzi dixit: "no nos une el amor sino el espanto"). Qué hacen los adalides del campo salvo cortar rutas y prometer, eso sí, que esta vez no van a desabastecer al "hambre de los argentinos". Qué hace el Congreso, que en algún lado dicen que debería debatir y sancionar estas leyes, excepto ser un barrio de Capital que ni siquiera está oficialmente reconocido. Qué hacen los noticieros salvo plantificar cámaras en los piquetes mientras abajo en un pequeño ángulo de la pantalla reportan más ceniza en Esquel o más lluvia en Haedo. Qué hacen los diarios excepto despilfarrar palabras sobre el tema todos los santos días, como si tuvieran nuevas cosas que informar al respecto. Qué hacen los blogs (el más poderoso de los sectores por ser él único que podría mantenerse al margen) salvo emitir opiniones circulares sin conocimiento de causa (contando ésta misma, claro está).

Curiosa negociación ésta en la que nadie quiere dar el brazo a torcer; en la que se ridiculiza desde los púlpitos lo que se dialoga un día antes en la mesa. El moulin-rouge este del campo ya es aburrido (lo cual no quiere decir que antes fuera "divertido"), pero es obvio que hay focos de conflicto más profundos que las retenciones móviles. Es verdad que evaluar a la Argentina desde la antinomia lógica / ilógica es pecar de inocencia; aún así no parecería lógico estar dos meses y medio con la misma dramaturgia de alternativas (cortamos o no cortamos o dialogamos o no dialogamos o tocamos las retenciones o no las tocamos) por un diferendo técnico de política económica. Cierto es que los intereses involucrados no son poca cosa, pero ¿qué medida económica se resuelve sin la mediación de intereses de algún tipo? Que tal conflicto se haya desbordado de los cauces normales merece explicaciones más panorámicas.

Pero no las voy a dar yo. Me hinchó las bolas el tema del campo.

PD: Hay un tanguero que se llama Alfredo De Angelis. En la búsqueda de imágenes de Google gana por afano, así que al de Gualeguaychú le falta remarla muchísimo. En honor a él, la foto que decora tan contradictorio post.

martes, 27 de mayo de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 20 - 11

#20. Manic Depression - The Jimi Hendrix Experience
Album: Are You Experienced? (1967).
Letra y música por Jack Bruce & Pete Brown.
Lírica clave: "Manic depression's captured my soul".

Si bien Hendrix es recordado primero como mitología, luego como violero y después como compositor de canciones, uno de sus atributos más distintivos suele ser confinado en un plano más bien difuso. La voz. Hendrix, como suele ocurrir con la mayoría de los cantautores, no entonaba con voz de ángel pero su fraseo hablado-cantado es inconfundible; un ingrediente cúlmine de su obra. La que probablemente sea su mejor performance vocal aparece en el legendario álbum debut con The Experience, hecha sandwich entre clásicos de aún mayor reputación como Purple Haze o Hey Joe. Pero Manic Depression - apología triunfal de la tristeza (ese "feeling sweet feeling") - no se queda solo en la voz. En el librito del CD, el crítico musical Dave Marsh la enmarca como "una guerra psicológico-musical entre Hendrix y Mitch Mitchell", lo que me parece una de las definiciones más acertadas que leí acerca de alguna canción. La batalla no da descanso. El baterista se posesiona con un ritmo brutal mientras Jimi alterna un riffeo precioso (lo más cercano a algo "thrash" que puede oirse en los 60's) con electrificados bosquejos siderales. ¿El resultado? Un swing contagioso que resume en escasos minutitos el poderío real de un conjunto elemental de la lengua del rock.

#19. Black Crow - Joni Mitchell
Album: Hejira (1977).
Letra y música por Joni Mitchell.
Lírica clave: "Oh, I'm like a black crow flying in a blue sky".

No es la primera vez que aparece esta flaca en la lista, y tal reincidencia tiene un por qué. Siendo sintético, se puede afirmar que Joni Mitchell aportó la esencia del singer-songwriter confesional femenino. Es decir, todo ese enjambre de introspecciones, catarsis y dolores que ya tenemos bastante digerido a través de chicas como Alanis Morisette, Tori Amos, Fiona Apple, Sheryl Crow, KT Tunstall, Aimee Mann y un largo etcétera. Cuando Mitchell empezó a escribir canciones a fines de la década del 60's, la idea de que una mujer ventilara sus elucubraciones íntimas con total sinceridad no era nada normal. Hoy, al contrario, parece raro que una artista femenina escriba y cante sobre alguna otra cosa. La ejemplar Black Crow, en donde la autora se compara a sí misma con esa "ragged soul" del metafórico cuervo es solo un retazo de la obra maestra que es Hejira. La tantas veces reciclada figura de la ruta, el viaje, la huida a cualquier lado, el perderse de todos como forma de encontrarse con el propio "ser mujer" aparecen ya totalmente conceptualizados en una colección de canciones inmaculadas. Sin omitir, claro que no, los aventurosos zambullidos en el jazz (atención al toque estelar de Jaco Pastorius, bajista de Weather Report) que conducen a Mitchell por un sonido seductor, sofisticado y afectivo a la vez. El ritmo sexy y oscuro de Black Crow rockea sin necesitar percusión, mientras la poderosa voz de la cantante vuelve sobre esa búsqueda quintaesencial, esa forma tan inquieta de habitarse y conocerse a sí mismas que parecen tener las mujeres, a juzgar por su música, su poesía.

#18. Old Man's Back Again (Dedicated To The Neo-Stalinist Regime) - Scott Walker
Album: Scott 4 (1969).
Letra y música por Scott Walker.
Lírica clave: "I can see him back again".

El 21 de agosto de 1968 unos 7000 soldados soviéticos invadieron Praga para reestablecer el orden, al juzgar sus emisarios que las ínfulas de la Pražské jaro se estaban yendo de madres. Dubček y todo esto de la democratización no se compenetraban muy bien con los planes de Moscú después de todo, por lo que tuvo que sobrevenir el saneamiento. Scott Walker, cantautor fantasmagórico de ideas izquierdistas, vislumbró en el hecho la resurrección de Josef Stalin (The old Man) y lo inmortalizó en esta perfecta pieza de horror y desencanto extraída del monumental Scott 4. Old Man's Back Again sigue siendo una de las afrentas más brutales de un músico hacia un régimen dictatorial, aunque la imaginería expresiva de su poesía permite lecturas menos sesgadas, si el oyente así lo prefiere. La canción carretea sobre el mejor andamiaje de bajo jamás grabado, agregando cuerdas y una masa coral lúgubre. Sobre esa vocinglería bombástica, el timbre de Walker es imponente como ningún otro al cantar "I can see him back again". Verdaderamente, una de las composiciones más singulares e idiosincráticas de las que tenga registro.

#17. Waterloo Sunset - The Kinks
Album: Something Else By The Kinks (1967).
Letra y música por Ray Davies.
Lírica clave: "As long as I gaze on Waterloo sunset I am in paradise".

Que una canción que incluye la línea "I don't need no friends" se haya convertido en un himno coreado al unísono por masas de estadio no resiste a la carátula de paradoja. O bien, Ray Davies supo capturar con Waterloo Sunset el romanticismo propio de la cultura británica, lo cual, en definitiva, no nos tendría que llamar demasiado la atención (ver reseña anterior de Sunny Afternoon para más claves). La premisa es simple: nuestro héroe disfruta de tan solo contemplar desde su ventana el atardecer sobre Waterloo (situación que, de trasponerse a nuestro escenario sudaca, sería algo así como Retiro o Constitución). ¿Qué es lo que ve? Nada del otro mundo: un río viejo y sucio que discurre hacia la noche, gente que corre de un lado a otro, una pareja de enamorados - Terry y Julie - que se encuentra en la estación de trenes y se aleja caminando. Y aún así, esas imágenes simples lo llenan de vida, al punto que parece no necesitar amigos ni salir de su hogar. Este Davies es un tipo raro, seguro, pero por qué negar que cada tanto me quiero ver reflejado en esta soledad contemplativa, que se regocija en ver pasar el mundo sin estar tan atado a él - esa extraña sensación de caminar sin urgencias entre la gente apurada de la gran urbe. Las imágenes son vívidas, agridulces, y la melodía es hermosa sin perder totalmente los rebordes "toscos" propios de la British Invasion. Waterloo Sunset constituye, básicamente, un simple canto a nuestra vida interior, ya no sórdida o torturada sino llena de paz. Ojalá pudiéramos sentirnos así más seguido.

#16. I Am The Walrus - The Beatles
Album: Magical Mystery Tour (1967).
Letra y música por John Lennon & Paul McCartney.
Lírica clave: "I am he as you are he as you are me and we are all together".

Así que John Lennon es la morsa. Y la morsa era Paul, como confesaría él mismo más tarde en el Álbum Blanco. ¿Y a mí qué? La mítica Walrus no trata sobre nada particularmente importante y, aún así, es lo más cercano que los llamados fab-four estuvieron de detrozar todos los moldes. Interpolando el automatismo psíquico de Dylan y la catarata barroca de su propio precursor Sgt. Pepper's, los Beatles concibieron esta ópera dadaísta siniestra, aumentada por las partituras líquidas de George Martin. Injustamente relegada a lado-B de la más dulzona Hello Goodbye, esta híbrida creación es lo menos comercial que haya publicado el cuarteto de este lado de Revolution 9. La hemorragia de palabras lennoninas es un disparate fuera de control, con espirales verbales para el recuerdo tales como "Yellow matter custard drippin from a dead dog's eye" (Natillas amarillas goteando del ojo de un perro muerto), o "Semolina Pilchard climbing up the Eiffel Tower" (sardinas de semolina trepando la Torre Eiffel), o "Goo-goo Goo-joob" (Goo-goo Goo-joob). La voz de John parece una sierra eléctrica. Las cuerdas retacean delirios del inconciente. La coda introduce a varias gárgolas enfiestadas que parecen entrar en aquelarre - mientras suena la BBC y una representación radial de King Lear ("Oh! Untimely death") -. Una artesanía perfecta de caos controlado.

#15. I Can See For Miles - The Who
Album: The Who Sell Out (1967).
Letra y música por Pete Townshend.
Lírica clave: "I know that you have 'cause there's magic in my eyes".

A Pete Townshend su chica le metió los cuernos y arde Troya. El contundente power-chord que da inicio a esta inolvidable secuencia musical - los Who eran los reyes indiscutidos de este recurso - no puede ser más locuaz en su vibrante carga de ira. Porque eso es lo que nos deparan los siguientes minutos: una ira alucinada que solo comprende la retórica de la venganza, porque al fin y al cabo no hay mayor vena que la que revienta de un amor traicionado. "You're gonna lose that smile" es apenas la amenaza más suave que profiere Roger Daltrey en su convincente registro. Toda la canción parece ir moviéndose sobre un tándem de nubarrones psicodélicos, sugiriendo como una inminencia de tormenta que es maravillosa. Lo que hace Keith Moon con la batería, presten atención, es para sacarse varios sombreros. Aunque I Can See For Miles fue lanzada como single, no hay nada mejor que escucharla en el contexto del álbum The Who Sell Out, curiosa emulación de una transmisión radial pirata en la que las canciones en sí no son tan descollantes como su secuenciación. Intercalados entre ellas, aparecen risueñas parodias de avisos publicitarios; en este caso es el del "Charles Atlas", al final de todo. De esta forma, el oyente va navegando en plácidas aguas de pop y jingles hasta que aparece esta cosa. Ahí sí, la sensación es que los tipos desatan, de pronto, el infierno.

#14. Mr. Tambourine Man - Bob Dylan
Album: Bringing It All Back Home (1965).
Letra y música por Bob Dylan.
Lírica clave:

Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me,
I'm not sleepy and there is no place I'm going to.
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me,
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.

Though I know that evenin's empire has returned into sand,
Vanished from my hand,
Left me blindly here to stand but still not sleeping.
My weariness amazes me, I'm branded on my feet,
I have no one to meet
And the ancient empty street's too dead for dreaming.

Take me on a trip upon your magic swirlin' ship,
My senses have been stripped, my hands can't feel to grip,
My toes too numb to step, wait only for my boot heels
To be wanderin'.
I'm ready to go anywhere, I'm ready for to fade
Into my own parade, cast your dancing spell my way,
I promise to go under it.

Though you might hear laughin', spinnin', swingin' madly across the sun,
It's not aimed at anyone, it's just escapin' on the run
And but for the sky there are no fences facin'.
And if you hear vague traces of skippin' reels of rhyme
To your tambourine in time, it's just a ragged clown behind,
I wouldn't pay it any mind, it's just a shadow you're
Seein' that he's chasing.

Then take me disappearin' through the smoke rings of my mind,
Down the foggy ruins of time, far past the frozen leaves,
The haunted, frightened trees, out to the windy beach,
Far from the twisted reach of crazy sorrow.
Yes, to dance beneath the diamond sky with one hand waving free,
Silhouetted by the sea, circled by the circus sands,
With all memory and fate driven deep beneath the waves,
Let me forget about today until tomorrow.


¿Qué más puedo decir?

#13. Mother Of Pearl - Roxy Music
Album: Stranded (1973).
Letra y música por Bryan Ferry.
Lírica clave: "Oh mother of pearl, I wouldn't trade you for another girl".

La banda arranca con Mother Of Pearl como si fuera a romper todo el local. De pronto, se detienen; esos acordes de piano toman la posta y la verdadera gloria comienza. Describir esta canción es aún más difícil que explicar su grandeza. Para empezar, como he probado con el anterior tema de Roxy que incluí en esta lista, el implacable estilo de Bryan Ferry logra justificar casi cualquier experimento bizarro en el que se le ocurriera embanderarse. Acá no solo logra esa justificación, sino que el tipo convierte un simple crescendo - un repetitivo crescendo - en una experiencia vibrante (romántica, jubilosa, pletórica de belleza, etc). La banda no se queda atrás y aporta un desarrollo con sutiles pero intoxicantes cambios: un bongo aquí, una guitarrita allí, una maraca por atrás y así por siempre. ¿A quién rinde tributo Ferry? A una mujer, eso está claro, a una mujer que no cambiaría por ninguna otra. No obstante, la volátil asociación de imagenes parece querer retratar, más que a una mujer puntual, las peripecias de la eterna búsqueda del amor: "If you're looking for love / In a looking glass world / It's pretty hard to find" es ya toda una definición, totalmente veraz por cierto. Pero las editorialzaciones más reveladoras dicen cosas como "With every goddess a let down / Every idol a bring down / It gets you down / But the search for perfection / Your own predilection / Goes on and on and on and on". Ante semejante platonismo, en el que nos empantanamos buscando a "la" persona - que al final nunca existe - Ferry prefiere admitir ante la mujer a su lado que "a place in your heart makes me feel more real", invitándola a "Take refugee in pleasure / Just give me your future / We'll forget your past". En úlima instancia, Mother Of Pearl no es más que una embriagadora canción de amor, alumbrada por la magia de una banda excelente, que nos está invitando - en cada nota, en cada respiro - a afirmarnos en las cosas de la vida.

#12. How Many More Times - Led Zeppelin
Album: Led Zeppelin (1969).
Letra y música por John Bonham, Jimmy Page & Robert Plant.
Lírica clave: "I'm sure, sure you're gonna crawl".

Esta épica pieza que clausura el álbum debut de Led Zeppelin podría ser juiciosamente descartada como una vampirización ad-hoc de viejos temas de blues. En esencia, de eso se trata. How Many More Years y No Place To Go, de Howlin' Wolf; The Hunter, de Albert King; Kisses Sweeter Than Wine, de los Weavers; O Rosie y Steal Away, de las grabaciones etnográficas hechas por Alan Lomax en el sur de Estados Unidos (los mismos orígenes del rock); ¡Hasta el Bolero de Ravel!: todos estos títulos aparecen referenciados con su correspondiente omisión en los créditos, y el rejunte dista de agotarse con ellos. Lo que a mi juicio redime semejante holgazanería compositiva es el apasionado amor por el blues que tenían estos flacos: lo que algunos han considerado liso y llano plagio es, para mí, más bien una celebración dionisíaca de las raíces folk y blues que engendraron a Led Zeppelin. Sé que no es lo más apto escoger un vulgar popurrí para un listón tan alto, pero la performance increíblemente vigorosa que entrega la banda - joven, con la prisa de mostrarse al mundo - es capaz de acallar todo tipo de boicots. Si no alcanza con ese mastodonte de riff que todo lo impregna, si no alcanza con ese truculento intermezzo de pantano, si no alcanza con ese feroz groove en la parte dedicada a O Rosie (la versión blues del finale de la novena de Beethoven), entonces no alcanza con nada. En ese caso, el rock nunca habría existido.

#11. Starless - King Crimson
Album: Red (1974).
Letra y música por Bill Bruford, David Cross, Robert Fripp, Richard Palmer-James & John Wetton.
Lírica clave: "Sundown dazzling day, gold through my eyes".

La desolación nocturnal que pintarrajea el comienzo de Starless es para hundirse en llanto. Las líricas no dicen nada importante porque la música lo calla todo: quién puede resistirse al epitafio que halló Robert Fripp en esa melodía de guitarra; quién no siente el corazón encogerse con la miseria de ese saxo y esos cellos fúnebres. Con el álbum Red, la segunda (la tercera, o la cuarta, ya perdí la cuenta) encarnación de King Crimson alcanza la cúspide de sus capacidades, y ese mausoleo de notas musicales que es Starless demuestra que no hay nada más arriba. No es para sorprenderse que luego de este disco Fripp disolviera la banda durante siete años (para volver en 1981 con Discipline). Es el tiempo que hace falta ¿para recuperar el aliento?. Si todo se redujera a la triste balada que mencioné ya estaríamos ante una obra de fuste suficiente, pero es el imposible tour-de-force que comienza a los cuatro minutos y medio lo que le da a la composición su carácter homérico. No me voy a tomar el atrevimiento de describirlo excepto con estamentos metonímicos: un serpenteo de paranoia; un viaje enloquecido al corazón de la locura urbana; la perfecta banda sonora de la perdición. Son minutos tensos que culminan con un final que, en un intento desesperado por hallar calificativos, podría llamar "bíblico".

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martes, 20 de mayo de 2008

Dormitorio

Este es el borrador de un sueño que voy a tener esta noche cuando me vaya a dormir. Todavía faltan ajustar algunos detalles, pero confío en que con el correr del día - y con trabajo - las piezas van a ir encajando. Todo indica que se llegará a tiempo para que, cuando finalmente mi cabeza se desplome en la almohada y los párpados se me cierren, este evento saldrá tal cual lo calculado; sin una sola falla que amerite queja alguna al despertarme.

En líneas generales se puede advertir que se viene un sueño raro, lo cual no es en sí mismo ninguna novedad. Sueños raros cuántos tuvimos ya, en los que una persona después era otra, en los que corríamos con las manos, en los que éramos ladrones en casas ajenas o en los que matábamos a alguien en algún bosque. Es la tendencia de moda; ya casi no se consiguen sueños que no tengan algo de raro. Según explican los expertos en marketing, los sueños normales han caído en desuso por sus pobres innovaciones con respecto a la normalidad de la vigilia, a la cual es dificil exponerse durante mucho tiempo sin que nos parezca insoportable.

Pero aquí corresponde plantearse una pregunta: ¿Qué tiene de raro soñar? Cuando todos los sueños que soñamos son raros, al final ¿No termina lo raro siendo lo normal? ¡Cuidado con eso! Porque lo que es raro lo es por ser infrecuente, con lo cual soñar cosas raras más de cuatro o cinco días seguidos ya empieza a no ser tan raro. Por eso nuestros sueños, en verdad, son perfectamente normales, lo cual nos lleva a otro desvío punzante: ¿No es acaso en el contexto de nuestros sueños que somos quienes realmente somos? ¿No es acaso estar despierto lo anormal, lo ficticio, lo ridículo? Según esta perspectiva, la necesidad de despertarse, ponerse un ropaje de creencias y meterse de lleno en las coordenadas mundanas (cepillarse los dientes, escuchar la radio, hacese el mate y todo lo demás) parte de un aborrecimiento explícito de nuestro ser, ese desorden, tan monstruosamente expuesto cuando nos dormirnos, cuando los rebordes por los que nos encarrilamos se atenúan hasta desaparecer.

Siguiendo esta lógica, entonces, vamos a entender que ambas instancias - el sueño y la vigilia - son refugios recíprocos: soñamos porque no soportamos la realidad. Volvemos a la realidad porque no soportamos soñar. O sea, no soportamos nada. Dormimos y nos mantenemos despiertos con la misma dinámica que inspiramos oxígeno y exhalamos dióxido de carbono. Son parte del ritmo que nos mantiene vivos a través de instancias que, paradójicamente, nos matarían si las dejáramos durar más de la cuenta. ¿Quién no huye de soñar demasiado? ¿Quién no huye de la rutina de la vida adulta?

Lo genial de este sueño que se está preparando para que yo sueñe esta noche es lo siguiente: es raro, como se anunció antes, pero lo es en el sentido de que es perfectamente real. Va a ser un sueño que muy bien me podría pasar en la vigilia o que incluso probablemente ya me haya ocurrido. Esto es lo que yo llamo "innovación"; porque lo que finalmente se logra es no retozar ni en el mundo del sueño, ni en el mundo de la vigilia. Por lo tanto, apunta a ese lugar donde tal vez me quiera quedar por un buen rato. No sé qué pensar porque es la primera vez que intento algo semejante.

Mañana cuando me despierte les cuento.

martes, 13 de mayo de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 30 - 21

#30. Deserted Cities Of The Heart - Cream
Album: Wheels Of Fire (1968).
Letra y música por Jack Bruce & Pete Brown.
Lírica clave: "Now my heart is drowned in no love streams".

Los fundadores del power-trio tienen dos megaclásicos que bien podría haber incluido acá, pero oh! no habría sido nada original de mi parte. Todo el mundo conoce Sunshine Of Your Love - su riff es ya una postal musical - y casi todo el mundo conoce White Room, por la que estuve a punto de inclinarme. Ahora; nadie conoce Deserted Cities Of The Heart, y es hora de que alguien la conozca. Filtrando el fin de algún amor a través de una sugestiva imaginería apocalíptica en la letra ("In times of old / In days gone by / If I could catch your dancing eye"), Cream pone sexta marcha desde el principio hasta el fin, sin ceder un solo instante exceptuando esas memorables frazadas de violoncellos que nos interceptan cada tanto. Es una de esas canciones que retumban con fiebre, que verdaderamente palpitan. La melodía y los acordes son difusos, casi no se pueden aprehender, pero la demolición rítmica que le inducen al tema es algo que corta la respiración. Y eso pasa antes incluso de llegar al clímax, que arremete con uno de esos solos de guitarra desbordantes que solía mandarse Eric Clapton antes de descubrir su vocación de viejo choto. El tema más intenso de Cream, lo cual no es decir poco.

#29. I'll Feel A Whole Lot Better - The Byrds
Album: Mr. Tambourine Man (1965).
Letra y música por Gene Clark.
Lírica clave: "And I'll probably feel a whole lot better when you're gone".

Seguimos con amores que terminan, pero si la perspectiva de Cream solo nos trae oscuridad y espanto, esta vez los Byrds nos vienen con el lado alegre de la cuestión. En Argentina a este tema lo tenemos recontra gastado gracias a la versión de Charly García que - por la traducción libérrima que hace - pierde el elemento distintivo que define a la canción: el cantante, después de largar a la ploma de la novia, declara que probablemente se sienta mucho mejor cuando ella se vaya. Es decir: probablemente sí, pero tal vez no. ¿Quién sabe? Ese extraño elemento de duda, ahí suspendido, ahí rezagado, es la pequeña cuota de genialidad con la que Gene Clark sabe inmortalizar el tema. Después de todo ¿Cuántas veces estamos completamente felices al mandar a la m* a alguien? Toda una cuestión para el debate planteada a través de una mísera palabrita en un mísero tema pop. Igual, el ánimo de la canción se va totalmente hasta las nubes; con su melodía eterna, con esas hermosas armonías vocales típicas de los primeros discos de los Byrds y con el irresistible solo de McGuinn (la mítica Rickenbaker de doce cuerdas y ese sonido). I'll Feel A Whole Lot Better es de esas canciones que catapultan cualquier fiesta, que levantan cualquier moral, incluso en la versión de Charly. Pero lo más importante que prueba es que ya desde muy temprano, a pesar de ser más recordados por sus pasteurizados covers de Bob Dylan, los flacos estos tenían en Clarke a un compositor original laburando con todas las luces.

#28. Firth Of Fifth - Genesis
Album: Selling England By The Pound (1973).
Letra y música por Tony Banks, Phil Collins, Peter Gabriel, Steve Hackett & Mike Rutherford.
Lírica clave: "Let it be revealed".

Cuando se trata de prog-rock suele ser mejor no prestarle mucha atención a las letras. Peter Gabriel la zafaba bien; el tipo tenía eso que se conoce como "humor". Pero esta letra pseudomística escrita por Tony Banks es bastante mala, así que excúsenme por permitir que algo así se encaramara hasta tan elevados escalafones de la lista. Ocurre que todo el resto, o sea la parte musical, es para caerse de espaldas. Si bien Genesis ganó popularidad hacia finales de los setenta como banda hitera al comando del nefasto Phil Collins, sus orígenes son sinfónicos - rock sinfónico de lo más atildado y británico - con Peter Gabriel como líder, y Phillip haciendo lo que mejor le sale, que es tocar la batería. Si bien no hay reparo en aceptar que el Genesis de Collins tiene un puñado de buenos temas (cosa que no atestiguaremos jamás en su terrible carrera solista), lo que les presento aquí está enclavado en el corazón de la era Gabriel, esa obra maestra llamada Selling England By The Pound. Firth Of Fifth es el ejemplo magno de cómo hacer rock progresivo como la gente. ¿Qué le falta? Nada... ¿Qué tiene? Una intro de piano brillante, una melodía vocal imponente y una sección media instrumental que nos impide dar crédito a nuestros oídos. La melodía de guitarra que toca Hackett es un ascenso a los cielos en carne viva, e incluso la festichola de sintetizadores que se manda Banks suena imponente. En suma, virtuosismo puesto al servicio de una composición sin un solo segundo desperdicio.

#27. Avalanche - Leonard Cohen
Album: Songs Of Love And Hate (1971).
Letra y música por Leonard Cohen.
Lírica clave: "I stepped into an avalanche, it covered up my soul".

Resulta muy apropiado que una canción como Avalanche pertenezca a un disco titulado Songs Of Love And Hate porque, justamente, ¿Es esta una canción de amor, de odio, o de ambas cosas a la vez? Si hay algo que caracteriza a las letras del primer Cohen es ese simbolismo intrincado que hace imposible definir con certeza qué diantres nos está queriendo decir el tipo. Pero bueno, ¡Esa es la gracia!: cada uno puede interpretar lo que la propia imaginación sugiera, y aun si no estamos de humor para ponernos descifrar metáforas, las meras palabras destilan un poderío terrible que ningún otro poeta del rock (¿salvo Dylan? nótense los signos de pregunta) sería capaz de lograr. En el caso de Avalanche, esto es más que evidente. La sola línea inicial ("I stepped into an avalanche / It covered up my soul") encarna la gran belleza poética de una lengua, la inglesa, que desde nuestro florido romance solemos asociar con lo utilitario. Ahora, qué significa esto de entrar en una avalancha, cada uno sabrá. Interpretaciones de esta canción hay de todos los colores: desde quienes la leen como una plegaria desafiante a Dios hasta los que creen que trata sobre el desorden de la bipolaridad (!!!). Nuevamente ¿Quién puede saberlo? Yo tan solo percibo que las palabras son de una dureza tal que se me congela hasta el tuétano, y la vibración imposiblemente oscura que conjura Cohen con esa voz de mal tipo no hace las cosas mucho más soleadas que digamos. Las primeras estrofas son odiosas, las últimas dos parecen ser de amor, pero de un amor problemático y cruel. Como sea, cada vez que escucho a Cohen, sobre el final, arrancar con ese "I have begun to long for you / I, who have no greed / I have begun to ask for you / I, who have no need / You say you've gone away from me / But I can feel you when you breathe" juro que me hago chiquito como una pelusa. Una canción de la reputamadre.

#26. I Want To Take You Higher - Sly And The Family Stone
Album: Stand! (1969).
Letra y música por Sly Stone.
Lírica clave: "Boom shaka-laka-laka Boom shaka-laka-laka".

Dificilmente haya una antítesis más pronunciada entre dos temas contiguos de esta lista ¿No? Después de casi cortarnos las venas con la intelectualidad solemnísima de Cohen, no se me ocurrió mejor idea que mechar esta jubilosa celebración que solo requiere de nosotros una cosa: cuerpo. Cuerpo, éxtasis, baile, danza, rito, carnaval, sexo, vida. Todo desbordándose por los poros, por las cavidades, por la electricidad de los nervios florecientes. El supremo padrino del funk, Sly Stone, concibe aquí a la madre-tierra de todos los grooves habidos y por haber. Una cosa grasienta, obesa, machacona y drogadicta que verdaderamente no se puede comparar con ninguna otra cosa que haya dado la música. A diferencia del resto de las canciones de Stand!, acá no hay mensaje político que valga. Nada: "I want to take you higher, baby light my fire, etc.". Es para subir el volumen hasta el tope de los topes y hacer que reviente todo. No hay mejor trasposición de la promiscuidad al lenguaje misterioso de la música: trompetas, bronces, guitarras psicóticas, órganos enloquecidos, armónicas virulentas, un bajo endemoniado, y un montón de voces gritando hasta desangrarse. La más gloriosa orgía que pueda entrar por los oídos, y envenenarnos la cabeza.

#25. Song To The Siren - Tim Buckley
Album: Starsailor (1970).
Letra y música por Tim Buckley.
Lírica clave: "Here I am, here I am, waiting to hold you".

Ya pasamos por Buckley hijo en este periplo de canciones. Ahora - esta lista es un affaire muy familiero - aparece Papá Tim, y lo hace también con una canción de amor. Igual hay que decir una cosa: llamar "canción de amor" a Song To The Siren es una banalidad vergonzosa. Claro que sí. Porque Song To The Siren es, en realidad, LA canción de amor. Ok, bien, puede que esté exagerando. Pero no tanto: todo en esta delicada pieza converge en la más abrumadora belleza que pueda un humano proyectar hacia la humanidad. La melodía es una cosa tan simple, y sin embargo tan hermosa. La letra es una cosa tan simple, y sin embargo tan hermosa. Y la suprema voz del tipo exhala con un sentimiento y una pureza tal que me desbordan las emociones por todas partes. "Did I dream you dreamed about me?" se pregunta Tim, admitiendo que "I am puzzled as the newborn child / I am troubled at the tide". ¿Con cuánta más hermosura se puede expresar esa confusión total que se experimenta solo ante amor? Pero la sirena, la mujer amada, responde desde su roca con su canto: "Touch me not, touch me not, come back tomorrow / O my heart, o my heart shies with the sorrow", prolongando la ansiedad, la espera, la angustia. Porque nunca nada es tan sencillo, ni tan perfecto, cuando se ama. A veces Song To The Siren me parece una de esas cosas que no pudieron haber sido escritas por un tipo de carne, hueso y con mal aliento. Pero mejor no sigo porque lloriqueo como un boludo; mejor les dejo esta gran versión en video (con la letra algo modificada), no sin antes dejar anotado que Tim Buckley no solo es una de las más grandes voces de la historia, sino un experimentador de grueso calibre. Al que no me crea, que intente darle una oida a Starsailor sin que la cabeza le salte en pedazos.

Long afloat on shipless oceans
I did all my best to smile
til your singing eyes and fingers
Drew me loving to your isle
And you sang: sail to me, sail to me, let me enfold you
Here I am, here I am, waiting to hold you

Did I dream you dreamed about me?
Were you hare when I was fox?
Now my foolish boat is leaning
Broken lovelorn on your rocks,
For you sing: touch me not, touch me not, come back tomorrow
O my heart, o my heart shies from the sorrow

I am puzzled as the newborn child
I am troubled at the tide
Should I stand amid the breakers?
Should I lie with death my bride?
Hear me sing: swim to me, swim to me, let me enfold you
Here I am, here I am, waiting to hold you




#24. "Heroes" - David Bowie
Album: "Heroes" (1977).
Letra y música por David Bowie & Brian Eno.
Lírica clave: "We can be heroes, just for one day".

Siguiendo la inercia de las canciones de amor, llegamos a "Heroes" (sí!! va con comillas, siempre!). Esta vez me van a tener que permitir la indulgencia de incluir lo que es, a todas luces, un abonado preferencial a este tipo de listas. Si bien muchas de las letras de Bowie son bastante buenas, con toda la parafernalia estética en la que solía meterse, es algo dificil tomarse a pecho sus poses. "Heroes" es, claro está, una gran excepción; es uno de esos temas que simplemente emocionan. Y eso no implica que esta vez la producción haya sido dejada en un segundo plano; más bien lo contrario. Se grabó en Berlin para empaparse de atmósfera; Robert Fripp voló desde Estados Unidos para completar todas sus partes de guitarra en un solo día; Toni Visconti utilizó tres micrófonos para tomar la voz de David; Brian Eno tocó varios sintetizadores con osciladores desafinados y toda la bola. El resultado está a la vista: una masa de sonido imponente - escuchen esa prolongada letanía de Fripp - que concuerda a la perfección con el espíritu épico del título de la canción y su lírica. Hablando del título de la canción, bien, se escogió como guiño al mismo tema de NEU! que inclui en esta lista hace un par de tandas. Al principio iba a ser un instrumental (el álbum tiene varios), pero a último momento se decidió incluir palabras y lanzarlo como single. Y qué bien que lo hayan hecho, porque la letra es una maravilla: la historia de los dos amantes berlineses separados por el inefable muro es brillante; su encuentro furtivo y final - con las balas silbando sobre sus cabezas - es ya un cuadro consagrado de la mitología del rock.

#23. Northern Sky - Nick Drake
Album: Bryter Layter (1970).
Letra y música por Nick Drake.
Lírica clave: "Oh if you would and you could straighten my new mind's eye".

"I never felt magic crazy as this / I never saw moons knew the meaning of the sea", canta Nick Drake al comienzo de Northern Sky, y a pesar de que la idea se supone alegre, aún es tristeza lo que corre por su voz. Qué le vamos a hacer. La historia de Nick Drake siempre fue triste y no terminó de la mejor manera: murió enfermo, a los 26 años, internado en casa de los viejos. Ninguna flaca le había dado bola. Había grabado tres álbumes inmensos que nadie había escuchado (aunque se hizo famoso y millonario póstumamente). Era un tipo introvertido hasta extremos poco sanos; solía subirse el auto para manejar por ahí durante horas, y no hay un solo registro filmado de su persona (solo fotos). Con toda esta info, debemos suponer que lo que finalmente encuentra en Northern Sky es imaginación pura o, en todo caso, algo así como un amor no correspondido (¿pero reconfortante?). Sea como sea, la descripción de ese hallazgo conmueve: "Been a long time that I'm waiting / Been a long time that I'm blown / Been a long time that I've wandered / Through the people that I've known / Oh if you would and you could / Straighten my new mind's eye". Esta última referencia a una "nueva mente" siempre me pareció especialmente genial, porque pienso que eso es lo que podemos adquirir cuando nos enamoramos de alguien y nos dejamos llevar: una nueva mente. La instrumentación etérea que acompaña - Bryter Layter es el álbum más "lleno" que hizo Drake - no hace más que realzar la sensación de un momento trascendente de la vida. Esas campanitas, ese órgano abrigado, cada vez que los escucho me parece estar al atardecer en algún lugar pacífico rodeado de montañas. Y no hace falta decir mucho más: una canción preciosa.

#22. Sympathy For The Devil - The Rolling Stones
Album: Beggars Banquet (1968).
Letra y música por Mick Jagger & Keith Richards.
Lírica clave: "Please to meet you, hope you guess my name".

El solo nombre de Sympathy For The Devil instala en la imaginación un aura mítica. Su proceso de grabación fue filmado por Jean-Luc Godard, y las leyendas insisten en que era esta la canción que los Stones estaban tocando en Altamont cuando se produjo el asesinato de Meredith Hunter en manos de los Hells Angels (aunque era, en realidad, Under My Thumb). ¿Qué tiene esta canción que aviva tanto fuego sacro su alrededor? Al principio ni yo mismo lo podía saber: confieso que cuando finalmente escuché la versión original de estudio quedé algo decepcionado; basicamente esperaba algún tipo de rocker prototípico onda Jumping Jack Flash (o incluso como la versión en vivo que puede escucharse en Get Yer Ya-Ya's Out!). En lugar de eso ¿Qué nos aparece? Pues esta insólita samba vudú que pareciera nunca terminar de explotar, además de que la secuencia de acordes es tan básica que se diría casi tonta. Y sin embargo el tiempo me ha ayudado a ir descubriendo de a poco sus sutilezas, esas que la convierten en una de las grabaciones seminales del rock y, seamos rimbombantes, en uno de los hitos artísticos más magnéticos de nuestra cultura. La caracterización que Mick Jagger hace de Lucifer, como un señor distinguido que vaga por el mundo inspirando los hechos sangrientos de la historia (crucifixión de Jesús, revolución rusa, nazismo, etc.) podría haber sido una bufonada. No lo es. De hecho, no solo es bastante creíble, sino que asombra la vida que le va dando Jagger a su performance, sacándose más y más y más a medida que hace avanzar el dramatismo de la canción. Los excelentes arreglos, inspirados por Keith Richards, aportan por su parte un ambiente humeante de congas, maracas, pianos desenfrenados, un aplastante bajo (Richards otra vez, no Wyman) y esos célebres, cuasi-satánicos "woo-woo!". Y en el clímax, ese famoso solo de guitarra, cuya irrupción violenta, abrasiva, serpenteante, es uno de los instantes más gloriosos de que haya conocido la música rock.

#21. After The Flood - Talk Talk
Album: Laughing Stock (1991).
Letra y música por Tim Friese-Green & Mark Hollis.
Lírica clave: "Shake my head, turn my face to the floor".

Laughing Stock no solo es el mejor disco de los años 90, sino que además es una de esas obras que claramente trascienden la idea básica de lo que significa "hacer música". Escoger un solo tema de aquí supone una banalidad dolorosa que de todas formas vale la pena. Y digo banalidad, porque es un álbum que debe vivirse entero, que no se puede descomponer en temas que nos gustan más y que nos gustan menos. Es una unidad, y una que es obligatorio escuchar sin distracciones, con las luces apagadas, dejando que cuerpo y alma se vayan desagotando de a poco hacia un mundo impregnado de sonidos que podemos tocar. También digo que vale la pena, simplemente porque sería un insulto no incluir a Talk Talk en la lista. Banda insólita si las hay: empezaron en 1984 como new-romantics bien ochentosos (una especie de Duran Duran pero más berreta). Pronto lograron pegarla con el single It's My Life - reflotado hace poco por No Doubt - pero no pudieron sostener el éxito, lo cual les valió por mucho tiempo el célebre epiteto de "one hit wonder". Con los años, el mundillo musical descubrió que los tipos en realidad siguieron trabajando, alejándose de su estética original en pos de terrenos experimentales nunca antes explorados. Tan brusca fue la jugada que la compañía discográfica los echó al diablo (grabaron este disco para un sello de jazz) y la banda acabó por desintegrarse. El resultado de este inmenso sacrificio artístico quedó plasmado en un par de álbumes que no merecen ser mancillados con la torpeza del lenguaje: Spirit Of Eden, de 1988 y lo que sería su última placa, Laughing Stock, de 1991. Hoy en día estos discos son considerados una influencia masiva para la música que vino después; Thom Yorke, por ejemplo, es fanático de lo que Talk Talk hace acá (se nota en la obra de Radiohead). Yo también soy fanático. Con respecto al tema que aleatoriamente elijo aquí, After The Flood, podría caracterizarla como un Arca de Noé musical de diez minutos, con un solo de guitarra que te hace ver seres en la noche (lógico, fallé, es que no se puede describir). De todas formas, sugiero no escucharla en el contexto de la lista. Sugiero, en serio, conseguir el álbum y dejarse llevar por una experiencia que es lo más cercano a una "purificación del alma" que puede conseguirse a través de la música.

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domingo, 11 de mayo de 2008

Rincones

Te recuerdo de cuando no te conocía,
y el espejo de tu rostro era todo de marfil
Son esas, tus danzas solitarias en alguna playa
las que con sus sombras me siguen burlando.
Eras un pétalo que tiritaba en las esquinas,
un arroyo de tinta escribiéndote en alguna pared
Ardías antes de inyectarte en mi sangre
porque te iba a encontrar aún con ojos ciegos.
Pero qué brújulas me arrojaron en tu islote
después de tanto nadar a orillas de extraños
Quién escapara al fin de esta nomenclatura
de torvas miradas y manchados desiertos.
Y aquí, tendiendo un balcón hacia la noche,
con la música de un piano perfumando el aire
Retoco tu crisálida con nuevos mitos porteños
o el falso almanaque de tus ojos como nervios.
Y las grúas portuarias se hamacan en celo
con los vientos del oeste que fingen mi prisa
O las cosas de octubre murmurando un encuentro
sin ángeles de cera ni prestados martirios.
Callo porque sé qué es lo que aún te aferra
a esos bueyes que tironean del pasado
Deseo que te abrigues en mis brazos ausentes
mientras pierdo entre las rejas, entera, mi alma.
Así vago por jaulas de un zoológico vacío;
con tu marca en mi frente alumbro el camino
Sin iras ni esperanzas ni cruces ni olvidos
ni árboles ralos que me guarden un nido.
Si acaso nuestros ríos son tributarios
o el sol te hizo y deshizo entre nubes pasajeras
Hoy el andar se me hace aún tu cuerpo,
encrucijada de rincones y nuestro aliento.

martes, 6 de mayo de 2008

Las cien mejores canciones del rock. Puestos 40 - 31

#40. Search And Destroy - The Stooges
Album: Raw Power (1973).
Letra y música por Iggy Pop & James Williamson.
Lírica clave: "Somebody's gotta save my soul".

Tres minutos y medio de la más prístina destrucción que pueda encontrarse en una canción de rock o de cualquier otro género musical. Apuesto a que incluso el lector más sereno se sintió alguna vez como un retorcijo de nervios en combustión, incapaz de involucrarse con nada ni nadie sin destrozarlo en su totalidad. Pues esta es la canción ideal para esos momentos de descontrol en los que queremos salir a romper todo. Porque lo que parece en principio un tradicional manifiesto de rebeldía esconde un ruego desesperado de Iggy Pop para que alguien venga de una vez a sofocar sus impulsos autodestructivos ("Somebody's gotta save my soul"). La canción tiene además una letra excelente que se vale de algunas metáforas impresionantes; éstas toman ideas, en buena parte, de las noticias que en aquel entonces provenían de Vietnam. Probablemente la canción más violenta jamás grabada, y una de las influencias capitales en la música punk cuatro años después, Search And Destroy es una más que conveniente obertura para Raw Power, el último disco que grabaron los Stooges. El mix original, a cargo de David Bowie, se hizo con tan bajo presupuesto que la canción y el álbum suenan realmente como si hubieran sido registradas en alguna grabadora periodística. Años después Iggy Pop pudo remixar el álbum y hacerle total justicia a su título, y esta es la versión que aquí les presento. Muy peligroso escuchar a alto volumen. Muy peligroso. No digan que no les avisé.

#39. Mrs. Robinson - Simon & Garfunkel
Album: Bookends (1968).
Letra y música por Paul Simon.
Lírica clave: "Our nation turns its lonely eyes to you".

Esas congas, esas maracas, ese enjambre de guitarras acústicas. Deleite total. Nunca voy a olvidar lo enganchado que quedé la primera vez que escuché este temazo, y nunca dejará de sorprenderme cómo sigue enganchándome sin importar cuántas veces lo oiga. El famoso estribillo - y su deuda ineludible con los Everly Brothers - es ya lo bastante pegadizo, pero lo inolvidable del tema está luego del "hey, hey, hey", en ese oscuro pistoneo jazzero que retumba mientras Simon y Garfunkel se montan con ese suave, glorioso falsetto ("We'd like to know a little bit about you for our files", etc.). Lo cierto es que este muchacho Paul Simon era un compositor del carajo y, por ende, este dúo ofrece unos cuantos himnos aún más ambiciosos, como The Sound Of Silence, The Boxer o esa brillante oda a la misantropía llamada I Am A Rock. Sin embargo, siento que nunca hicieron nada más groseramente irresistible que Mrs. Robinson. Escrita para la película El Graduado y luego agregada en su versión definitiva a Bookends, la cosa era originalmente un instrumental que Simon tenía dando vueltas pero que no podía resolver. Hasta que su compañero le sugirió agregar una letra cantada con el nombre del personaje principal de la película (Mrs. Robinson). El resto de historia.

#38. Peaches In Regalia - Frank Zappa
Album: Hot Rats (1969).
Letra y música por Frank Zappa.

Era difícil esperar una canción instrumental en la lista, pero aquí está. La razón por la que aparece es - no debería sorprender - que se trata de la mejor canción instrumental de la historia del rock. Para empezar, no hay forma de clasificarla. ¿Qué tipo de música viene a ser? Ni idea. Podría decir: "jazz psicodélico medieval" y tal vez me acerque un poco, pero cuando vuelvo a escuchar se me ocurre que puede ser cualquier otra cosa. Lo cierto es que la brillantez compositiva de esta cosa es absoluta; me deja patidifuso cada una de las veces que la hago sonar en mi habitación o donde sea. No termino de identificar bien qué instrumentos están usando exactamente (mandolinas? saxofones? balafones? flautas? órganos? cosas que suenan como siendo rascadas por uñas?), pero sin dudas que salen algunas melodías malditas de esas cosas. Es hermoso contemplar cómo los diferentes sonidos se van amalgamando en lo que parece puro arte de magia, verdaderamente hermoso. Y yo no tengo nada más que decir. Excepto que el álbum del cual está sacado, Hot Rats, es la mejor fusión entre jazz, rock y otras cosas que se puede escuchar mientras se está vivo.

#37. 16 Shells From A Thirty-Ought Six - Tom Waits
Album: Swordfishtrombones (1983).
Letra y música por Tom Waits.
Lírica clave: "I'm gonna whittle you into kindlin'".

¿De dónde pudo haber salido este asombroso síncope de blues astral que no sea de las cavernas prehistóricas de Saturno? Pues de la mente privilegiada de Tom Waits, el menos ochentoso de los artistas ochentosos, lejos. Mientras todos estaban haciendo dance-synth-disco-pop, jugueteando con artilugios tecnológicos, máquinas de ritmos y bronces sintetizados, Tom Waits prefiere explorar a partir de Swordfishtrombones un extravagante sonido orgánico que parece reburgitar de los mismos polvorientos escenarios que llenan las mitologías narradas en las letras. En este caso, un jinete solitario, a lomo de mula, sale a la caza de un cuervo negro armado de un rifle (el thirty-ought six al que hace referencia el título). Las peripecias son impresionismo puro cabalgando sobre un notable ritmo circular y sincopado que nunca descansa, que avanza y avanza como una locomotora. Un portentoso Waits se encuentra aquí en el punto máximo de su animalesco rugido blusero, convergiendo con su banda en una atmósfera implacable, moderna y ancestral a la vez.

#36. I'm Waiting For The Man - The Velvet Underground
Album: The Velvet Underground & Nico (1967).
Letra y música por Lou Reed.
Lírica clave: "I'm feeling good, I'm feeling oh so fine. Until tomorrow, but that's just some other time".

Cuando The Velvet Underground apareció en la escena con el mítico The Velvet Underground & Nico, la píldora del momento era de psicodelia, flower-power y verano del amor. ¿De dónde vienen estos tipos contando estas historias horribles de drogadicción, sadomasoquismo y muerte? No podía haber sido sino de ese microclima musical llamado New York, donde las cosas pasan a su ritmo y a su manera. Enclavados en medio del Swinging London y la hippie costa oeste, los Velvet pasaron bastante desapercibidos en su momento, solo para alcanzar un status de culto años después. Ciertamente es un álbum adelantado a su tiempo, y si no me creen basta con una escucha a algunas de sus máximas joyas, como Venus In Furs y la que aquí propongo, I'm Waiting For The Man. Lo característico de la pieza es, sin dudas, su monumental ritmo percusivo, ese martilleo insistente que enmarca la historia un adicto yendo al encuentro de su dealer. El truco es tan original pero a la vez tan rudimentario que cualquier cosa posterior que haya buscado imitar el mismo ritmo genera la comparación inevitable. Como si la hipnosis del ritmo fuera poco, la distorsión de las guitarras es un sonido totalmente maravilloso que uno no se cansa nunca de escuchar.

#35. Sinnerman - Nina Simone
Album: Pastel Blues (1965).
Letra y música tradicional.
Lírica clave: "Where you gonna run to, all on that day".

Una tonada gospel tradicional convertida en una épica suprema. Eso es Sinnerman de Nina Simone, y todas las demás versiones tendrán que ser desterradas a segundos planos. Es impresionante cómo la voz de la tipa transmite esa profundísima sensación de urgencia ante poderes superiores - sea Dios, el diablo o las tribulaciones incontrolables del alma humana. La frenética carrera por la redención que el pecador de la letra busca en cielo y tierra es acá un viaje psicológico inmortal, de esos ante los cuales el fluir del mundo pareciera detenerse. La excelente banda de jazz que acompaña a la cantante deja correr un trance de acordes fogosos, espirales eléctricas y un montón de cosas sueltas por ahí que hacen de Sinnerman una de esas experiencias que prácticamente no se pueden contar con palabras. Por eso no tengo mucho más para decir, en este caso.

#34. Paint It Black - The Rolling Stones
Album: Aftermath [Edición EEUU] (1966).
Letra y música por Mick Jagger & Keith Richards.
Lírica clave: "I wanna see the sun bloated out from the sky".

Si la dicotomía Beatles vs. Stones sigue teniendo algún sentido (lo dudo, pero qué va), Paint It Black es siempre mi prueba número uno para demostrar todo aquello que los Stones son capaces de aportar y los Beatles ni a palos. Si la formalidad casi perfecta de los de Liverpool puede ocasionalmente hacerse un poco estéril, no hay mejor antídoto que la crudeza de los Rolling Stones. Sus arreglos, mucho más descuidados e irreverentes, logran un nervio tal que en cierto punto dan la ilusión de estar más cerca de "la verdadera cosa" que sus más reputados colegas. En ese sentido, Paint It Black es, como decía antes, un magnífico ejemplo de cómo los Rolling Stones alcanzaban un dramatismo extraordinario justamente al evitar la sofisticación como último fin. En este caso la instrumentación dista de ser la más rudimentaria, dada la presencia de un sitar en manos de Brian Jones. Pero escuchen cómo suenan los tipos; como un denso colapsar de vibraciones sin nombre, como un cráter de cosas burbujeantes, terrenales y caóticas. Esa sensación maravillosa habría sido totalmente neutralizada de haber aplicado la producción cristalina que solían perseguir los Beatles o los Hollies. De todas formas, Paint It Black no puede ser reducida a un mero truco de producción: la composición, con su alternancia entre partes más "misteriosas" y partes más rockeras, es excelente. Además, no recuerdo ahora otra canción de rock que sugiera la pérdida física, o sea la muerte, del ser amado. Se trata de una sensación poco comentada en un cancionero popular que prefiere hablar de abandonos y engaños. Los Stones no solo se le animan al asunto sino que lo hacen bien, retratando un mundo dolorosamente pintado de negro, como si todo estuviera sumido en un velorio perpetuo.

#33. I Want You - Elvis Costello & The Attractions
Album: Blood And Chocolate (1986).
Letra y música por Declan MacManus.
Lírica clave: "Everything else is a waste of breath".

Sigue el caso de las canciones de igual nombre apareciendo en la misma lista. Si bien la "I Want You" de Bob Dylan no podía entrar por cuestiones de espacio, ésta otra, menos conocida, tiene sus credenciales para ocupar el puesto sin pestañear. La palabra que la define es: "ira". Como suele ocurrir con muchas excelentes canciones, la carne no está en el gancho melódico - que en este caso es, como mínimo, repetitivo - sino en la letra y cómo ésta se expresa en la performance. La voz de Costello está muy al frente en la mezcla, y la instrumentación, aunque va progresando, pronto se vuelve una nota al pie; lo central es que el oyente sienta en su piel la frustración, la ira, el deseo demencial en esas frases bien lineales que son como cuchillos directo a la yugular. Comienza con una dulce declaración de amor que de pronto se vuelve amarga: lo que sigue son casi seis minutos del más vicioso odio que haya sido pronunciado en un tema de amor. Porque justamente allí radica la magistral ambivalencia de I Want You: esa sensación cruel, indescriptible, que sobreviene ante el engaño de la persona amada. El amor lastimado degenera en esta imprevisible alternancia entre ruego angustioso ("I want you: no-one who wants you could want you more / I want you: every night when I go off to bed and when I wake up") y obsesión asesina ("It's the stupid details that my heart is breaking for / It's the way your shoulders shake and what they're shaking for / It's knowing that he knows you now after only guessing / It's the thought of him undressing you or you undressing"). La licuadora de puro sentimiento visceral, desnudo, que escupe Costello en la letra no lo hace precisamente un tema para escuchar tranqui por la radio ni abrazadito a la novia; es una canción jodida, catárquica, desesperada, para momentos en los que el amor perdido parece arrancarnos el alma completa. En video, abajo, les ofrezco una versión cantada en vivo por Fiona Apple (con Costello en la guitarra) en la que literalmente se olvida uno de respirar. Nada mejor que una chica atormentada para expresar con todo su ser la canción de deseo y frustración más desgarradora que se haya escrito jamás.


#32. Baba O'Riley - The Who
Album: Who's Next (1971).
Letra y música por Pete Townshend.
Lírica clave: "Let's get together before we get much older".

Si bien últimamente mi entusiasmo por los álbumes de The Who ha ido mermando, todavía les reconozco un aspecto en el cual nadie los podrá superar jamás. Nadie como ellos para crear este tipo de himnos generacionales bombásticos. Es casi imposible lograr que un arena-rocker diseñado para conmocionar a las masas en estadios pueda además tocar una fibra interna muy profunda, como si se tratara de algo despojado e íntimo. Baba O'Riley lo logra y cómo. Hay algo en la pura pasión que los Who ponían en todo lo que grababan que, cuando la pegan así, es muy dificil evitar que las emociones fluyan como ríos subitamente crecidos. En esencia, Baba O'Riley no es otra cosa que una exaltación de la trascendencia del espíritu humano. Su nombre cruza a Meher Baba, un gurú espiritual al que seguía Pete Townshend y a Terry Riley, un músico cuyas exploraciones con cintas loopeadas fueron inspiradores de la memorable introducción al tema. Si alguna vez se sienten algo bajoneados y necesitan una canción que realmente les suba la moral, debe haber pocas opciones mejores que ésta. Su marcha triunfal de proporciones casi sinfónicas es apabullante por donde se la mire; desde los demoledores power-chords de Townshend hasta ese majestuoso solo que planea por los cielos, sin contar la abrumadora coda que imita a un violinista-sobre-el-tejado entrando en trance. El rugido de Roger Daltrey merece recordarse para siempre:

"I'm here in the fields / I fight for my meals / I get my back into my living / I don't need to fight / To prove I'm right / I don't need to be forgiven / Sally take my hand / Travel south crossland / Put out the fire and don't look past my shoulder / The exodus is here / The happy ones are near / Let's get together before we get much older".

Toda una declaración de principios: acá estoy, nada ni nadie me va a pasar por encima y ya no voy a mirar al pasado. Aunque nadie es tan ingenuo como para suponer que una canción puede salvarnos la vida, Baba O'Riley sería la candidata más apropiada: es absolutamente liberadora.

#31. Positively 4th Street - Bob Dylan
Album: single (1965).
Letra y música por Bob Dylan.
Lírica clave: "You'd know what a drag it is to see you".

El lector supondrá lo difícil que es escoger canciones de Bob Dylan para una lista así. Si por mi fuera, podría agarrar cincuenta del tipo que podrían estar entre mis 100 favoritas. Por eso, en este caso tuve que afinar la puntería como nunca y allí quedó claro que Positively 4th Street sencillamente no podía quedar afuera. Escrita y publicada solo como single en 1965 - pleno cenit de la carrera de Dylan - algunos la han desvalorizado amablemente como una mera revisión de Like A Rolling Stone u otra cara de la misma moneda. Ciertamente ambos temas se parecen bastante en cuanto a la textura de los arreglos y en el hecho de que las dos letras comparten el factor "descalificación viciosa de otro". Pero si se cava un poco más profundo se pueden resctar ciertas cosas que convierten a este tema en algo incomparable. Positively 4th Street es, en resumen, la más lapidaria declaración de desprecio que se haya plasmado en una canción. Las palabras son directas, sin los dadaísmos ni metáforas que pueblan otras canciones de Dylan de la época. Cada una de estas doce estrofas constituye un enorme "fuck-you" universal, de esos que no se olvidan más. La melodía es circular, sin un solo atisbo de estribillo o resolución, de alguna forma enfatizando que el encono de Dylan es demasiado como para distraerse con embellecimientos. Y el perfecto fraseo, la intimidante convicción con la que Dylan escupe la letra es una de las cosas más embriagadoras que dio el rock. Es una canción que levanta el ánimo, que se regocija en reducir a pulpa a alguien que, dicho mal y pronto, nos cagó. Porque si bien se dice que Dylan la escribió pensando en sus viejos seguidores folk (que le dieron la espalda cuando empezó a hacer rock), en definitiva Positively 4th Street funciona como una declaración general contra los falsos, los garcas, los que apuñalan por la espalda, los que tienen doble discurso. Todos tuvimos o tendremos a alguien a quien dedicarle esta canción, y creanme que solo por eso su resonancia emocional siempre será e-nor-me.

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domingo, 4 de mayo de 2008

(Beethoven) Sonata n°14 en do# menor, primer movimiento

Dónde habrán quedado aquellos jardines oscuros, desolados de tristeza. Quisiera volver a posarme en ellos como un pájaro después del vuelo. El murmullo de una tormenta a lo lejos, el viento del amanecer que se derrama sobre el océano, la tarde agonizando en hamacas vacías, como tumbas sin flores. Algo viejo vuelve a mí como un escalofrío cuando miro hacia el este, por donde se eleva ahora la sombra de la tierra. El patio del recreo al quedarse después de hora, y el gajo blanco de la luna la noche de mi nacimiento. O la urna funeraria en sus ojos que aún no he olvidado, aunque cuánto de mí se desprendió para siempre con ellos. Es que aún pueden llamarme por mi nombre, en este enclave que de otra forma es puro ensueño. Un niño descalzo que pasó corriendo, sus risas y después nuevamente el silencio. Qué habrá dejado en sus pisadas sino un valle de recuerdos, como vencejos embrujados que caen a mis pies por una claraboya abierta. Muertas sobre el piso, las plumas imitan su pelo revuelto sobre la almohada en la penumbra tibia. Entonces ansío volver a dormir las horas en las lágrimas de mi madre, como si este paisaje nunca me hubiera sido obsequiado, como si nunca se hubiera resbalado un mundo del cuenco de mis manos. Siempre alcanzando algo que luego malentiendo, en este bosque me unto en la dureza del suelo y me amamanto del barniz de sus ojas muertas. De cuando en cuando, recostado, vuelco la mirada a un cráter de cielo entre las copas de los árboles, por donde desfilan inmóviles las estrellas. Casi el milagro, casi el deseo. Dónde refugiarnos entre tanto misterio.