miércoles, 29 de agosto de 2007

Pensar en imágenes (con epígrafes)

Libro abierto.

Vendo taza con motivos alegóricos y referencias crípticas.

Respondo mejor bajo presión.

Un azulejo a otro: "Desde que Mario leyó 'El Capital' se está tirando bastante a la izquierda".

Una desata el cielo y la otra el infierno. El tema es saber cuál es cuál.

No tuvo mucha onda la fiestita de cumpleaños que hicieron los hermanos Sachet.

Allá afuera, donde todo es frío y oscuro.

Tesis de Doctorado en Traducción sobre Cerámica.

- Che, pero vos vivís en una frutera?
- Sí.

5to año "C". Una manga de borrachos del primero al último.

En agosto, la agencia de empleos no tiene nada para ofrecerles.

Al grano, cadena.

Los custodios del Libre Comercio.

Doble penetración.

Sin que lo sepamos, rostros extraños nos observan.

Para sintonizar HOT HOT hace falta el deco.

Esperando a que jueguen las blancas.

Eclecticismo rules!

martes, 28 de agosto de 2007

Odio

Algún memorioso seguidor del blog recordará cierto antiguo post sobre la campanilla del paso a nivel que tengo a metros de mi casa. Entonces, suplicaba a TBA (la empresa privada con fines de lucro que tiene la concesión del servicio público llamado "tren") que por favor se hiciera cargo de reparar dicho artefacto, el cual resulta algo molesto cuando por desgracia se queda trabado. "Algo molesto" es, en definitiva, un eufemismo para sintetizar que no puede uno conciliar el sueño hasta las 5 de la mañana, que no puede uno escuchar música tranquilo, que no puede uno siquiera ponerse a leer un libro en la habitación, que no pue... en fin, se entiende. El ciclo funciona más o menos así: a) Se llama por teléfono para reclamar; b) TBA manda unos técnicos que atan todo con piolines; c) El artefacto funciona con normalidad en un plazo que puede oscilar entre un par de horas y tres meses; d) El artefacto vuelve a quedarse trabado, y así ad infitum.

A partir de ahora narración en presente dramático.

El viernes 24 de agosto, el dichoso artefacto vuelve a trabarse. Tin tin tin. Al día siguiente hago la cuenta: supera los cien tin tin tin en menos de un minuto. Día y noche tin tin tin. Cómo mi dormitorio da hacia la calle, el tin tin tin no puede simplemente evitarse; es como mi propio péndulo del cuento de Poe, salvando distancias. Luego de un insomne fin de semana a puro tin tin tin, esta mañana me dispongo finalmente a realizar las llamadas telefónicas de rigor. En esta situación se pueden optar varias fachadas: últimamente me está dando más resultados el vecino sufrido, amable y que da un poco de lástima ("a la noche no puedo dormir muy bien, y justo que ando medio enfermo, y estoy por rendir varios finales"), aunque en algún momento supe utilizar al maníaco psicótico con sed de sangre que amenaza a interlocutor y flia. escupiendo insultos con una voz babosa y desarticulada.

Pero nada. Por ahora vamos con vecino amable a full. La primera llamada tiene como destino algo que se llama "BASE" y que queda en la estación Victoria. No sé qué carajo será, pero cada vez que llamo atiende un perejil diciendo "BASE!". Imagino un depósito con dos o tres salames que no tienen un pomo para hacer y que se llevan ravioles fríos en tapers. Atiende: "BASE!" (voz de salame, lógico). Le explico la situación, trato de articular mi fachada de vecino sufrido, pero me interrumpe diciendo que enseguida envían una cuadrilla. No tiene ganas de oirme. Le explico que es la calle Roca, en Beccar. RO-CA. Como BASE pero con otras letras. Ok.

La segunda llamada va para Retiro. Allí hay una oficina que se encarga de toooodo lo que es señalización, a cargo de un tal Ingeniero Colombo. Nunca ví al Ingeniero Colombo, pero por analogía de apellidos me lo pinto igual a Christian Colombo y, por derivación de apariencias hacia personajes un poco más actuales, a Caruso Lombardi. Sí, tengo a Caruso Lombardi en la cabeza cuando llamo. Por historia, este teléfono es lo que más resultado da, así que estoy esperanzado. Atiende una secretaria que tiene la voz más pajera del universo conocido. “Hola” dice entre dormida y flasheada. "Hola", digo "con el Ingeniero Colombo o alguien de su oficina”. Musiquita con poco swing (me permite reflexionar sobre lo poco que han evolucionado las músicas de espera en alguno sitios). Atiende alguien que por su voz de desorientado me doy cuenta de que NO ES el Ingeniero Colombo. No importa, porque es el mismo con el que hablé la última vez con óptimos resultados (tres meses, redondeando, de campanilla funcionando bien). Se llama Fernando. Fernando me permite desplegar el vecino sufrido bastante a fondo. Hasta me presento como “un vecino de Beccar”, lo cual me hace sentir inconfesablemente ridículo; me imagino con 60 años juntando firmas para que declaren de interés municipal la esquina de mi casa. Pero bueno, vecino de Beccar. Le comento la cronología de los acontecimientos, desde el viernes bla bla blá. Le explico lo de no poder dormir (acá no miento. NO SE PUEDE DORMIR, CARAJO), a lo que responde condescendiemente “sí, me imagino, la verdad tiene razón”. Solo falta que diga “pobrecito”. Acato su falsa complicidad con una falsa conciencia ciudadana: “claro, porque además la señal no cumple con su función y puede ser peligroso para la gente que cruza” (mentira, me importa un huevo la gente que cruza, lo único que quiero es que no me rompan más las pelotas, después a la gente que cruza que la pise el tren, qué carajo me importa). Le explico que es la calle RO-CA, del ramal a TI-GRE, entre BE-CCAR y VIC-TO-RIA. Fernando no sabe ni dónde queda Beccar ni dónde queda Victoria, pero bueno, que anote en un papelito (Victoria va con V corta) y le pase al jefe. Supongo que servirá. Muy amable. Muchas gracias. Ah! No, antes Fernando me comenta que sí, que él toma nota, pero que me ponga media pila y haga el reclamo también al CAP (Centro de Atención al Pasajero). Ok, ok. Muy amable, muchas gracias.

Admito que esto ya no me gusta. Eso de “yo tomo nota pero haga el reclamo en nosédónde” me suena sospechosamente a “arreglátelas por otro lado que yo este papelito lo voy a usufructuar para limpiarme placenteramente el culo”. Además el CAP brinda, justamente, atención al PASAJERO. Y si bien en algunas ocasiones sí soy pasajero, este reclamo puntual lo hago como “VECINO HINCHADO LAS BOLAS”. Pero bueno. Qué puedo hacer. ¿La revolución bolivariana? Nada. Llamo al CAP. Me atienden rápido. Una tipa con onda enérgica que se llama Patricia. Le hablo de una campanilla trabada y salta con “ah, es la de Alvarez Thomas y no se qué”… Muestra la hilacha de que tienen varias campanillas hechas concha. NO. Le digo que NO. Esta está en otro lado. Es en la calle RO-CA, en BE-CCAR, en el ramal de TI-GRE. Ah sí, sí. Comprendido, ya enviamos en seguida una “Patrulla de Emergencia”. ¡Mató maaan! Una PATRULLA de EMERGENCIA para arreglar una campanilla. ¡Encontré lo que buscaba! Seguro que en cinco minutos cae Nissan Patrol con sirena, clava frenos y arreglan la poronga esa. Qué lindo, qué lindo que todo funcione tan bien. Qué lindo que la gente responda como uno, un pobre vecino de Beccar que no puede dormir, se merece.

Cuando termino las diligencias ya está por ser el mediodía del lunes 27 de agosto. Pasan exactamente doce horas y hasta diría que un poco más. Mientras escribo estas líneas, un martes 28 de agosto a las dos de la mañana, el artefacto SIGUE TRABADO. Tin tin tin. Durante el día no vino ni cuadrilla de inpectores, tin tin tin ni patrulla de emergencia, tin tin tin ni nadie. Son las dos de la mañana y ya sé que me tengo que pasar otra noche en vela, mientras el desequilibrio en mis neuronas va increyendo. Comienzo a fantasear con una venganza definitiva. Hace AÑOS que esta campanita está friccionando insidiosamente los lóbulos exhaustos de mis gónadas. Sí señor, fantasías de todo tipo recorren los perturbados recovecos de mi cerebro en la noche solitaria. Cortarle los cables con una tijera de podar. Salir a lo loco con un hacha y cagarla a hachazos. Rociarla con metanol y prenderla fuego. Darle con martillazos. Sí. Me veo totalmente a las tres de la mañana, encaramado en la campanilla en la oscuridad, solo como un perro, ojos chispeantes, dándole con un martillo al rojo vivo. Sería absolutamente triunfal. Sería el momento cumbre de mi vida. Sería la catarsis de todo un odio visceral que tengo en lo profundo del alma hacia todo lo que sea campanillas, campanas, despertadores, alarmas, timbres, ringtones y chicharras, signos inequívocos de un organigrama déspota interiorizado en nuestros corazones a fuerza de sobresaltos.

Señores, un fantasma recorre Beccar. La guerra contra las campanillas de los pasos a nivel está declarada.

lunes, 27 de agosto de 2007

Elegíamos

Estuvimos a punto de perecer en el socavón bajo las azoteas
Vimos el cielo que se derretía como una caparazón ardiendo
La sedición había germinado en las vísperas de San Agustín
Y el mundo, tal como lo habíamos soñado, ya estaba muerto
Vimos a los espíritus sonámbulos, ataviados como gendarmes
Lobos que aullaban al ir tomando los suburbios del alto
Leímos sus gargantas al gritar el nombre santo de la revolución
Mientras la derrota se escurría por las grietas del pavimento
El subsuelo tembló cuando anchos tambores y gongs de plata
Anunciaron embriagados de victoria al adalid de la libertad
Por una hendija entre los escombros caídos lo vimos desfilar
Como un dios nórdico envuelto en los fuegos de su mascarada
No habrá lugar para nosotros, nos dijimos casi con ojos llorosos
En ese momento, las banderas bailaron bajo una luna de sangre fría.

Y cuánto duró nuestra espera en aquella noche salvaje de brujas
Cuántas veces dormimos, soñando con entregarnos a la balacera
Salir del agujero a morir como hombres, y conquistar el honor
Preguntabas para qué arrastrar una vida en un mundo de muertos
Y luego, cómo morir en ese cuerpo incesante, emperrado en respirar
Sé ahora que los ojos de la historia se posaron a nuestras espaldas
Como espesas golondrinas que partieron en vuelo desde muy lejos
El arma sufriente, las balas de guerra, hasta siempre empuñada
Y las fogatas anidando en tu mirada, como galaxias perdidas
Y las orugas tensas de mis venas siempre a punto de reventar
Sin órdenes de mando, excepto la colmación de todas las hambrunas
Sin papel moneda custodiando la moral grisácea del día a día
Acaso algo nos anclaba además del miedo, que se gesta en el vacío
Acaso alguien nos indultaba, o es que sólo elegíamos sobrevivir.

viernes, 17 de agosto de 2007

Preguntas que contesto

La mayoría de las preguntas no se contestan, o no esperan ser contestadas (sobre todo las filosóficas, las de los exámenes finales y las que hace Luis Majul). Algunas, muy pocas, sí. Aquí hay unos buenos ejemplos ilustrativos:

Pregunta: ¿Cuánto tiempo lleva usted blogeando?

Yo (Federico): "eh, estee, un año".

Pregunta: ¿Cómo se ha enterado de la existencia de los blogs y se ha animado a participar?

Yo: "La existencia de los blogs... qué pregunta picante, porque la verdad no me acuerdo. Para mí están desde siempre, o sea, sé que no es así, pero no recuerdo un momento clave en mi vida en el que haya visto un blog y haya dicho 'mató loco, faaa, un blooog!'. Pudo haber sido en algún momento circa 2002 o 2003. Lo más probable que haya visto mi primer blog sin darme cuenta de qué se trataba. Se confunden con páginas de Internet vió."

Pregunta: Sí pero ¿Cómo se animó a participar?

Yo: "Bueno, yo ahí no estoy tan de acuerdo, digo, con lo de "participar". Utiliza ese término como si esto fuera una competencia deportiva con otros blogs. Estaría bueno que lo fuera; de hecho, ahora que hay mundial de tango no me extrañaría que apareciera un mundial de blogs. Hoy por hoy escribo en mi blog porque hay ciertas cosas que se le ocurren a uno y siente que valen la pena ser compartidas. Y va y las publica sin censura política ni espacios fagocitados por anunciantes. Obviamente se cuelan muchas cosas que NO valen la pena ser compartidas y que nadie lee... pero de eso se trata también. Esa es la razón para "animarse". No vas a hacer plata o a ganar minas escribiendo en un blog, eso lo sé desde hace unos días cuando me di cuenta de que ya pasó un año y que no tengo un peso y las minas no me llaman... vió? Ah! Y debo reconocer que fue una amiga la que me animó un poco a arrancar. Siempre hay una mano que ayuda o que inspira con estas cosas."

Pregunta: Hábleme de 5 blogs que visite con mucha frecuencia.

Yo: "Cómo no. Está "Tiempos Difíciles", de un amigo que se llama como yo y escribe de todo. Ahora ha hecho un viaje por Europa (el muy hijo de puta) y sus crónicas son muy gratas de leer, tanto que hasta se le va la envidia a uno. Publica con frecuencia, sobre todo para recomendar artículos de otros blogs o medios: eso suma, porque además de producir su propio material, sirve como un recopilador de muchas cosas que merecen ser leídas. También está "Il Corvino", uno de esos raros blogs de posts bien largos que uno cuando los ve exclama 'naaah pero qué paaaaja' pero arranca y sin darse cuenta se lo terminó de un tirón, y además tiene ganas de comentar algo. Un sujeto lúcido que se ve que escribe casi por compulsión, no para el tipo; me ha inspirado a elaborar mis propios posts superlargos, pero como el maestro... difícil. También está "Desarmándonos", que me gustó mucho porque es parecido al mío; el joven (Matías se llama) gusta de las reflexiones serpenteantes, las hemorragias de palabras y el surcar por lo desconocido. No todo tiene que tener sentido, cordura y equilibrio ¡Menos en un blog! También soy fanático de "Line Of Sight" porque salen todo tipo de fotos muy grosas de Buenos Aires. También de "Luminous Times" porque como que siempre tira la posta con pocas palabras y sin empantanarse en retórica ornamental como me pasa a mí todo el tiempo. Y de algunos mas, seguro, que podrán ver en la sección de enlaces. Leo pocos blogs, en realidad."

Pregunta: ¿Es usted lector anónimo de algún Blog?

Yo: No estoy seguro de haberle entendido bien. Yo siempre que leo un blog me sigo llamando Federico. Pasa lo mismo cuando leo un libro o el prospecto adjunto de algún medicamento (y de estos últimos leo pocos, debo confesar). Curiosamente siempre me llamo igual. De todas formas yo siempre digo que habría que cambiar un poco eso, y que la gente pueda llamarse distinto por la noche, o según la ropa que lleva. Porque el nombre en realidad no se diferencia mucho de la ropa. Y siga con otra pregunta antes de que siga diciendo bolucedes, rápido.

Pregunta: ¿Qué autores le despiertan especial simpatía?

Yo: "Voy a ser ecuménico, diplomático y aburrido acá: cuando un blog me gusta el autor por definición me cae bien. Aunque no lo haya visto ni lo vaya a ver en la vida."

Pregunta: ¿Con qué cinco blogeros te irías de borrachera?

Yo: "Mire jovencito, si me vio a mí cara de borracho, guárdese sus impresiones para usted."

Pregunta: ¿Con qué tres blogeros pasaría usted una noche de locura sexual?

Yo: "Mire jovencito, si me vio a mí cara de sexópata, la verdad es que tiene toda la razón. A la mayoría no los conozco en persona. Lo que sé es que si pudiera ser con los tres a la vez, mejor. Y le digo más: ¿Por qué lo limitamos a tres, habiendo tantos blogeros sueltos por ahí?

Pregunta: ¿Está usted satisfecho con su blog?

Yo: "Si estuviese satisfecho seguramente no postearía más. Está en la naturaleza del blog su permanente vocación de mejoría. Mi blog, como todos, tiene cosas copadas y cosas horribles según quién lea. A partir de allí, se puede decir que la basé está."

Pregunta: Elija entre tres y cinco blogeros para que contesten estas mismas preguntas en su blog.

Yo: "Pero qué es esto ¿Un test psicológico? El que quiera que las conteste y el que no quiere que siga su camino. Yo no soy quién para elegir a nadie."

sábado, 11 de agosto de 2007

Válvulas oníricas

“Por la madrugada, digamos a las dos o a las tres, lo sé porque de a ratos miro el reloj (mientras puede que una colchoneta de nubes bajas esté regurgitando la luminiscencia de Capital y alrededores, lo que achica la noche, la priva de estrellas heladas), sucede que una armada de ideas me contamina el cerebro. Lo que alcanzo a saber con un mínimo de rigor estadístico es que son varias ideas ansiosas, disparando como cucarachas de pronto liberadas en un terreno extraño, ideas que serpentean y que se trastabillan las unas con las otras, haciendo gala de una inusitada torpeza, enlazándose de mil maneras nuevas que no atino a apresar con los dedos de la memoria, así dejándolas ir. Imposible hacer nada porque se echan a perder una vez traspasado lo repentino del momento. Claro que, como le ocurriría a cualquiera, apenas me puedo dormir con ese corso de ideas esquiando por mis recodos neuronales. Muchas de ellas se contradicen con comicidad, otras invitan a la muerte o al delirio. Las más intrépidas remontan hasta las mismísimas puertas giratorias de mi conciencia, donde pueden entrar y salir ad libitum sin un mínimo de pudor. A éstas las puedo ver. Están ahí, claramente delimitadas.”

“Veo que se cruza para este lado, ojo que esto viene a modo de ejemplo, un teatro. Puede ser un teatro elegante en una calle de Olivos (puede o no ser la misma sobre la que vivía, pero qué importancia tiene); en ese teatro, en ese escenario ante ese público, podría estar yo mismo actuando una obra de mi autoría; una obra que es acaso mi propia vida, o mi propia vida interpretada de diversas formas. Solo así se puede explicar cómo aquel gol errado increíblemente una tarde de colegio (el arquero gateando, la pelota mansita, el arco ahí nomás, y después las carcajadas) finalmente lo termine marcando en los primeros compases de la sonata Waldstein al principio del verano, cuando la navidad todavía era más que una formalidad de ofertas y promociones jugosas. En ese escenario también protagonizo una rotunda rapiña de sexo, en la que los espasmos de mis amadas (y un tornasolado gradual en sus vientres) delatan orgasmos poco comunes que se prolongan tanto como se me antoje, pero aún sigue doliendo la indiferencia de esa puta gallega que nunca alcancé a confundir con los enciclopedismos de mi supuesto orgullo. Unas tras otras, las imágenes del virtuosismo y la derrota piensan por mí, me arrinconan y pisotean su propia huella en doble mano por todo mi cuerpo. Uy! si en este estado pudiera sentarme y recobrar cada hilo, cada voz, cada concepto, sería posible para mí hacer lo que sea. Estoy muy seguro, muy seguro, de que en alguna chispa de todas esas está la contraseña de algo que sirva para dominarme por completo. Cosa que no me vendría nada mal en tanto siempre, por algún motivo, quedo situado más bien del lado opuesto a mi voluntad.”

“Pero después ya con el día, con la luz, las cosas pierden todo sentido: la existencia no vuelve a ser más que esa ficción de viceversas ensayadas, donde los moldes sociales conspiran en cada vacilación, donde el sol no se permite alumbrar más que una colonia de seres que van y vuelven como cultivos ambulantes por el mismo zodíaco que éticas ancianas les han trazado, en sus biblias ruminando cómo imitar provechosamente las Fórmulas del Éxito. Con todos ellos habré de irme yo también, a la caza del dinero y el bienestar (a los que me han acostumbrado bien, por otra parte) hacia los templos donde se me pedirá pasión por cosas que me son monolíticamente ajenas, así todo el tiempo (que tiende a durar pero que muy pronto ya no será nada). Procuraré pues que vean a un sujeto precavido, un sujeto higiénico, un sujeto modular, un sujeto ambicioso pero manso, para que con una o dos zanahorias pendulando frente a mis ojos me muden para dónde más les convenga. Hasta es mejor que ni me vean, para el caso; mejor será que me confundan con el fondo, la escenografía, con esa pátina ecualizadora que dibuja a los bichos caminantes en el plano de las edificaciones y las murallas y las torres de alta tensión. Supongo que no me será tan difícil, además, todos lo recomiendan.”

“Al menos durante unos años estará la noche; esa carencia de luz y esa soledad que es sin dudas la máxima falla que tenemos. En esa soledad, también la más entendible de las compañías, la próxima vez estaré bien atento a cuando las válvulas oníricas revienten en pedazos y las ideas infernales vuelvan al control del mundo. Tal vez, gracias al empleo astuto de las palabras o a algo de suerte (que nunca está de más), pueda descifrarlas, dotarlas de un cuerpo mortal y así mimetizarme con ellas. Si lo consigo, ese mundo, en ese momento puntual, será al fin una posesión soberana. Y ya no volveré. Ya no más ese holograma de síntomas en la epidermis que, con su arte de aparentar, no hacen más que burlarse, reírse de mí en plena vigilia.”

lunes, 6 de agosto de 2007

Conferencia perdida de Alvin Toffler (Entretejiendo naderías)

Todos los que alguna vez tuvimos en cuenta la mendacidad de lo efímero nos hemos pronuciado en contra de la herejía que se desprende de las contiendas, tan halladas por estos días, en las que nunca se sabe quién o qué conduce los hilos mayoritarios. Dado por sentado el objetivo, los epistemólogos han respetado su propia máxima y pueden decir que, al fin y al cabo, las causas pendientes que rebosan de fragilidades nunca serán halladas en esos islotes ecuménicos donde supuestamente desfondan. No pocos han hecho oír sus voces, levantadas en súplicas que poco tienen que ver con nuestra realidad actual, reclamando que se anule la ley vigente en el cuadrante etario en uno o varios satélites ilocalizables. Bastante poco se ha estipulado, en cambio, sobre la incapacidad de los clérigos malditos para predecir las vedas oportunas que el estado mayor dicta, no por casualidad, en su sacro nombre. Esto se debe básicamente a dos razones; por un lado los superíndices que ionizan los vástagos del sorgo tienden a subir su cotización estándar: por el otro, es verdad que casi siempre hay palomas agonizando en los altos llanos que están más allá de lo que vemos, y algunos también oyen. Casi cualquier búsqueda en este sentido corre el riesgo de revelarse infructuosa; nunca quedará aclarada dicha cuestión mientras, al menos desde un punto de vista nihilista, no queden directrices a las que apuntar para sacar al mundo de su vicioso despotismo jovial.

De todas maneras, la cuestión sobre el amor desleal es susceptible de ser escindida en tres o cuatro parámetros asequibles para quienes pretendiesen, en un rapto de positivismo burgués, reconstruir la moratoria del jubileo. En una primera instancia hay un algo, aquello que no sabemos, que por el momento podemos llamar “tropos”, en tanto que precede a su propia entidad mientras no aparenta volver. Es ante todo una forma de eludir el problema de la estética, cuyas aristas más refinadas raramente han estado empotradas en esas largas apoyaturas, hoy naturalmente caducas. Habrá, y esto no deja de ser improbable, quienes sostengan que ante la duda vale la pena el escarnio de la defensa del sistema ptolemaico: si, por ejemplo, la palabra italiana “nubile”, derivada del fraseo de los escolásticos nubirem (que vendría a remitir a la plutocracia de un Thomas Mann pasteurizado), pudiera ser recortada sobre el sistema figura-fondo de su misma verticalidad, se podría indagar la miopía de aquellas comunidades que, acaso, han paladeado el juego de Scotie Pippen en su plenitud.

En una segunda instancia, y aquí nos vamos a concatenar aunque sea en modo tangencial con la teoría del “hyper-espectrum” de la escuela de Vía Flaminia, pasamos a denominar una suerte de espacialidad oscilante en cuyos vectores de flujo (vecteurs de flux) hallaremos, y esto entendido quizás banalmente, el núcleo deíctico de la mayor fracción del problema (sin omitir una fracción menor en cuya disyunción étnica han querido ver algunos la voracidad de un correcaminos). Siempre volviendo a los hechos acaecidos durante el medioevo en el período conocido por muchos historiadores como La Gran Salpimentación de los Frigobares, nos situaremos ante una posibilidad de “sincretismo social”, o bien, “sincretismo asintomático”, en cuyos cauces han empezado a florecer tercas hipótesis de improbable origen hispánico-parlante.

Es la tercera instancia o etapa la que aparece como genuinamente problemática o - si rastreamos un término más concordante con la tradición Hegeliana de tostar el pan lactal de un solo lado – enervante, en el sentido mundomariniano de su vasta terminología. Es en este tipo de confrontaciones espirituales donde nos vemos cara a cara con el duodeno de Morley y el apéndice de Shostakovich. Porque, y aquí quizás germinen las dificultades más extensas que ofrece el diagrama de Venn cuando se halla entablillado, no es la simpleza del azar la que pretende desnudar a los titiriteros de la democracia (Ismael Serrano y Cía.), sino el mismo establishment del clero, el cual, si bien ha estado cerca, no ha sucumbido ante la mala prensa que suele cultivar la resurrección de la carne en las altas esferas de la barra brava de Aldosivi, últimamente muy ligada al tráfico de piernas ortopédicas para babosas emancipadas y, sobre todo, al montaje de reality-shows ilegales en la Triple Frontera. Es en este punto crítico en el que las alianzas se resquebrajan, quizás imperceptiblemente, pero con consecuencias a veces evitables en los mercados de la periferia, sobre todo en el área comprendida entre el eje financiero de Belmopán y el corredor ecológico ártico donde pueden verse osos polares todos los meses del año, armando sus árboles navideños anticipadamente.

Un ejemplo lo suficientemente concreto viene provisto por el ahora legendario Mario Grasso, en cuyas maniobras “retro-spectivas”, fuertemente objetadas en su momento por el parlamentarismo villero, puede hallarse tal vez el mayor clivaje pre-operacional con arreglo a fines de este lado de la línea internacional de cambio de fecha, al menos en los últimos veinticinco antaños. Grasso, probo experto en el mundano arte del punk-rock panfletario, había encontrado un nicho de negocios con la comercialización de magazines pornográficos para bisabuelos postizos. El boom de la Bayaspirina Forte (con tecnología capaz de evitar el agregado de azúcar impalpable para las llamadas lenguas vivas) y la caída de precios en los prostíbulos de calle Lavalle demostraron, en todo caso, que era el hombre justo con la idea justa en el momento Juan B. Justo. Hoy en día, alarmada por el crecimiento ostensible del “libertinaje geriátrico” – así lo han dado en llamar los apocalípticos – ciertos sectores de la avanzada izquierdista napolitana (cuyo lema, irónicamente, reza: “A la izquierda de la izquierda”, es decir, a la derecha, y cuyo himno sigue siendo el tema “Walk Of Life” de los Dire Straits) han propuesto a la gestión del Jefe de Gobierno, mediante una solicitada emitida por la Agencia Fatua, un sistema de parquímetros con forma de helicóptero que deberían instalarse en los terruños públicos que los jóvenes y no tan jóvenes utilizan como geografía para perfeccionar la carantoña de Neanderthal (siempre inconclusa), el nasal-fuck popularizado por Romina Gaetani y otras prácticas de sexopatía corporativa (porque esta es, muy en el fondo, su naturaleza). Ha sido harto difundido, y por ende el lector no debiera desconocer, que dichas prácticas fueron recientemente avaladas por el Concilio Vaticano III luego de que la Papisa francesa Amelie Mauresmo adhiriera al free love largamente solicitado por el mártir xeneize Timothy Leary, en aquel cónclave organizado por agentes del KKK (apropiadamente encubiertos como marineros de jerseys turgentes con sinusitis).

A propósito del amor desleal, entonces, y retornando a la cuestión de la cultura popular y su peligrosa obsesión con los números impares (por ejemplo, y sin irnos más lejos, podemos mencionar a los tres chanchitos, los cinco latinos, los siete samuráis, los bizcochos nueve de oro, el once contra once, los martes trece, las fiestas de quince, y las diecisiete maneras distintas de dibujar decágonos regulares con un pincel atado al hombro), nos queda dilucidar cierta tipología estilística sobre los repertorios legislativos en el seno de nuestros juzgados y regímenes carcelarios. Mientras la ley sea impartida desde las cortes, con la afinidad institucional que el status-quo hoy garantiza, se seguirá dando un mensaje equivoco a aquellos que buscan el objetivo político desde los cortes, como ha ocurrido últimamente con los tractorazos de Nito Artaza y su Movimiento Armado de Babushkas (acento en la primera sílaba, ¡Guarda!) con Sed de Sangre (bloodthirsty). Nótese la diferencia morfológica en este sentido. Cuando Fito Páez, en un célebre reportaje a Radiolandia en el año MMVII d.c. decía “El planetario es un buen lugar para fagocitarse una chala, man” se refería, justamente, a este tipo de ambigüedades semánticas que nuestro vocabulario aún custodia como remendones de la época de Cervantes, el Mono Navarro Montoya y las funciones de trasnoche de la agrupación A.N.I.M.A.L. (Sigla para Acá Nunca Intentamos Metérsela A Lopilato).

Provisionalmente, estamos en condiciones de redactar una conclusión temprana pero pertinente que, si las expectativas de nuestros sueños están para ser cumplidas, deberá ser aprobada como epitafio final del mundo moderno, cuando los monolitos universales apunten a la roca muerta y parda de nuestra Tierra otrora elegante, bajo la sombra de una enana blanca que alguien en algún momento pudo ver brillar a través de unas muy lookeadas gafas oscuras, quizás cabalgando por las planicies y ciertamente maravillándose ante la inagotable energía cósmica desplegada ante sus narices. Hace poco, y esto viene al caso por más de una razón académica, Sol Acuña explicó en el confesionario de Gran Hermano (no famosos) que: “Sería necesaria la energía consumida por los Estados Unidos durante decenas de años para generar el equivalente a un sol durante un segundo. Por eso me llamo como me llamo”. Esto le valió una nominación de parte de Haliburton, que no quiere competencia – realmente no la quiere – a la hora de definir qué recursos energéticos debemos utilizar y qué precios debemos pagar por ellos.

“Somos rehenes”, dice una “misheard lyric” del grupo Wings. Amén. Y una última aclaración antes del inevitable epílogo: a quién no le gustan los canapés éstos, especialmente si los sirvieron con pepino engatillado.