martes, 20 de noviembre de 2007

Inédito en el mundo
Es ley: se podrá volver de la muerte

No sabe aún cuándo comenzará a regir la normativa. Repercusiones dispares entre la población.

Tras una sesión extraordinaria que se extendió hasta la madrugada, la Cámara de Diputados aprobó finalmente ayer la polémica ley que permite volver de la muerte, con tres votos a favor, ninguno en contra y una abstención. La Argentina se convierte así en el primer país del mundo que avala esta normativa.

La ley fue impulsada por el diputado por Mendoza Ángel O’Demon quien anoche dijo sentirse “emocionado y profundamente satisfecho” por la sanción, la cual según él “representa un avance que el mundo imitará”. Agregó a además que esto es “lo mínimo que merecían nuestros muertos, quienes después de tanto votarnos han sido por fin escuchados”.

Por su parte, el presidente de la Cámara reconoció que el histórico hecho se trata de “un pequeño curro para un diputado, pero un gigantesco salto para la humanidad”.

No obstante, aún no se conoce con certeza el marco legal en el cual se hará efectiva la ley, ya que su plena aplicación requiere una serie de medidas que deberán ser coordinadas por todos los gobernadores. Para tal fin, la ley prevé una cumbre extraordinaria que será realizada en Mar del Plata el próximo mes, en una fecha aún por determinarse.

La sanción de la ley ha despertado diversas reacciones en los principales sectores del país. Para José Camposanto, titular del Gremio de funebreros, enterradores y serenos de cementerios la ley es “una locura”, que le quitará el pan de la mesa a “miles de familias que, aunque suene paradójico, viven de la muerte”. Laura Rigormortis, representante de la cámara de Funerarias y Cementerios Privados expresó también su disconformidad al afirmar que “esta ley no fue consensuada con el sector y le hace muy mal al negocio: si la gente ahora puede volver a ver a sus seres queridos, ya nadie va a querer juntarse a hacer un funeral”.

Algunos de sus colegas tienen una visión menos pesimista, como por ejemplo Ezequiel Eto; propietario de una funeraria desde hace veinte años, ya dijo que convertirá su negocio en una recepción para bienvenidas y fiestas de resurrecciones.

En el arco opuesto de la opinión pública se situaron distintos sectores de la sociedad civil, muchos de los cuales manifestaron espontáneamente su algarabía en las calles. Adriana Siempreviva, titular de la Asociación de Familiares de Gente Muerta, no podía disimular su alegría: “Todos tenemos derecho a la vida, y era injusto que algunos tuvieran que estar muertos. Ahora mucha gente va a poder conocer a sus bisabuelos que solo veían en fotos blanco y negro, y eso no tiene precio. Para todo lo demás existe Mastercard”.

Entre tanto, personas públicas como Charly García y Matilde Menéndez se apresuraron anoche a desmentir los rumores que los consideraban los primeros venidos del más allá. “Yo no vengo del más allá”, gritó Charly desde su jacuzzi, “De donde sí vengo es de Saturno. Qué planeta jodido”.

El Episcopado, que desde siempre se mantuvo contrario a la sanción de la ley, emitió un comunicado donde establece que “No se puede jugar con la volutad de Dios. Lo que está enterrado, debe seguir enterrado por los siglos de los siglos, amén”. El grupo Quebracho no tardó en responder: “Dicen eso porque no quieren que los muertos revelen la posta: que el cielo, Dios y todo eso no existen”. Desde el Vaticano el Papa Benedicto XVI manifestó también su preocupación. Según sus allegados cercanos, el Sumo Pontífice teme que se desate una ola de ateismo ya que, sin miedo a la muerte, la gente ya no va a necesitar creer en nada. Una fuente confesó a este medio que Ratzinger, al enterarse, habría exclamado: “Y qué hacemos nosotros, ¿dónde nos metemos todas las biblias y rosarios y campanarios?”.

Los sectores universitarios y académicos también se pronunciaron al respecto. El filósofo y escritor Paulo Cohelo, de visita en nuestro país, afirmó que “La vida sin la muerte no tiene valor, pierde especificidad, pierde historia; vivir para siempre es una trampa, y sobre eso va tratar el nuevo libro en el que estoy trabajando: ‘Los tiradores rojos de Rebecca’”. Por el contrario, su colega Jorge Bucay, opinó que “es una buena noticia” y auguró que tendrá más lectores “ya que todos los que me leen son unos muertos”.

La esfera del arte y el espectáculo tomó muy bien la noticia. Desde Estados Unidos Haley Joel Osment aplaudió la medida y declaró: “veo gente muerta”. Susana Gimenez y Mirta Legrand emitieron un comunicado conjunto en donde aclaran estar conformes con la nueva ley, aunque expresaron en varios programas de televisión que “las únicas divas somos nosotras”. El periodista y escritor Víctor Sueiro, conocido por haber vuelto de la muerte varias veces, se declaró aliviado: “Ahora que una ley me avala, ya me siento parte de la sociedad”.

Las únicas disidencias se registraron en el gremio de guionistas, para quienes ya no tendrá ninguna gracia resucitar muertos en las telenovelas y por lo tanto sus carreras están totalmente arruinadas.

Entre los detalles de la ley que aún deben ajustarse figuran cuestiones como los años de muerto mínimos y máximos que hay tener para poder volver, la eventual proscripción de ciertas resurrecciones (Ya hubo voces en contra de Juan Manuel de Rosas, Juan Perón, Pedro Aramburu y Rodrigo Bueno) y los procesos de adaptación que deberían sufrir los resurrectos al reinsertarse en la sociedad. Con respecto a esto último, la Socióloga Eva Autopsia aseguró que “No será fácil”, ya que los muertos “no están bien vistos en una sociedad de vivos”. Su colega Edmundo Formol coincide: “Fíjese la connotación que tiene la palabra ‘muerto’, es muy negativa. Esto va a traer problemas de discriminación”.

Sin embargo, la cuestión más complicada a resolver sería la forma en la cual los muertos volverían a la vida. Al respecto, el diputado O’Demon reconoció: “Sabemos que muchos cuerpos originales están en mal estado, medio comidos por los microbios, o incluso hechos cenizas”. Una comisión de expertos comenzará a trabajar a la brevedad para resolver este problema de infraestructura. Entre las varias alternativas que se manejan, la más ventajosa sería la donación de cuerpos por parte de aquellos vivos que ya no quieran vivir. Para O’Demon esta es “la mejor posibilidad”, ya que generaría “un intercambio fluido entre el más acá y el más allá que daría vigor a las relaciones bilaterales”.

La ley había sido aprobada el año pasado por el Senado, pero su debate por parte de Diputados quedó pendiente durante meses debido a la resistencia de las nuevas generaciones, para las cuales esta medida es “totalmente regresiva” y solo ayuda a “resucitar a los fantasmas del pasado”.

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lunes, 12 de noviembre de 2007

Invención

Con que es aquí donde vienen a morir los buscadores de oro cuando, en medio de las depresiones tropicales, pierden el rumbo.

Mi rival, ahora cabizbajo, se quedó escribiendo "cuando pierden el rumbo" unas dos o tres veces, y enseguida volvió al silencio. Yo sabía qué responderle, pero tampoco dije nada. Solo atiné a quedarme callado frente al tablero (mientras imaginaba una tormenta terrible, de esas que nos regocijan aunque mucha gente muere). Debo admitir que el juego estaba casi perdido: sus piezas maquinalmente erguidas parecían un perfecto ardid industrial, no dejaban brecha alguna, y acaso yo ya estaba aburrido de jugar.

Pero seguía pensando en ganarle. Juego al ajedrez como a los dados: apostando. Muevo el caballo a este o a aquel casillero porque intuyo que puede funcionar, que puede servir en algún momento. ¿Por qué no? Muchos adversarios me han sorprendido con uno de esos caballos, olvidados en las propias trincheras por pura ingenuidad; su movimiento es enigmático, invisible (además de que siempre se las ingenian para escapar, vuelan). Las consecuencias, lógicamente, siempre han sido devastadoras para mí; nadie se recupera a tiempo del trauma de una horquilla (que es cuando el caballo enemigo amenaza al mismo tiempo a dos piezas, y uno tiene que optar cuál sigue y cuál se va, salvo que una de ellas sea el rey). Ah! Caballos malditos. Por eso adelanto los míos, sin mayor plan que ese, con la esperanza de replicar este tipo de proezas espectaculares cuando el otro se distraiga. A veces funciona.

Un rato después, ya anochecía, mi rival me dio jaque mate. No digo que fuese inesperado, porque a esas alturas estaba claro que mi rey tenía que morir sí o sí. Simplemente las blancas (yo era negras) tenían todo un repertorio de mates posibles para elegir, y yo no podía preverlos todos. Moviendo la torre del fondo (que siempre molestan aunque estén ahí lejos, casi fuera del tablero), la dama en diagonal, la dama de frente, hasta un peón adelantado. Cuando un peón mete miedo es porque algo no salió como debía. Pues bien, el mate escogido por mi rival, y a esto iba, fue uno de una belleza tan extraordinaria que ninguno de los dos dijo nada durante un par de minutos. Como cuando vas al cine y la película te deja mudo un rato, necesitando un lapso de tiempo para volver gradualmente al mundo real. Casi fue así.

Rival, oponente, contrincante, adversario, antagonista, contendiente. Suelo ser calmo en la derrota porque me derrotan seguido. La próxima vez deberé volver a la apertura del peón de rey, que es aquella en la que me muevo con mayor naturalidad. Claro que jugar con negras me condiciona muchísimo en tanto se me veda la primera jugada de la partida. Con las demás (aperturas) me confundo bastante. Siempre pensé, igual, que saber la teoría de las aperturas le quitaba gracia al juego, que sería como tener un libreto, un guión sobre qué mover, cuando, a dónde. No. Qué es eso. Cuál es la gracia de jugar un juego escrito de antemano. Por qué simplemente no colmarse con la primeridad descalza de lo que no tiene proyecto, con los espacios infinitos entre los renglones, con las diagonales de los carriles, las quebradas sobre las laderas o las napas en cuencas subterráneas. Qué diversión hay en dejarse arrestar por las recetas conocidas, las máximas que ya todo el mundo sabe que funcionan, los moldes de los que siempre salen esos muñequitos horneados. Por qué los catecismos, las constituciones, los códigos, los mapas, las deontologías, los pasos a seguir, la conciencia que regula el mundo (esa abuela). ¿No es mejor inventar algo distinto en cada movida, aunque el precio sea casi siempre la derrota? Cualquier victoria supone la derrota de pensar que ya está. Pero encontrar la verdad, nadie la encuentra. No tendría gracia; todo es invención.

Mi rival se había ido sin dirigirme la palabra. Se había ido por el camino de siempre, a su morada de siempre, y probablemente me volverá a ganar como me gana siempre. Seguí pensando dónde moví mal, donde se produjo el recodo detrás del cual mi rival vió la victoria clarísima. Pero luego me aburrí y dejé flotar la noche a través de sus susurros y sus ululares y sus clicks. Afuera alguien se movió entre las sombras; yo solo me senté en un escalón, esperando que se acercara.

Con que es aquí donde vienen a morir los buscadores de oro cuando, en medio de las depresiones tropicales, pierden el rumbo.
Con que es así como te ves parada a lo lejos, buscándome con la mirada.

Y con que era esto lo que narraban los atardeceres silenciosos, cuando al volver a casa pensando demasiado en todo, me hallaba solo y con la mente llena de cuerpos extraños.
Prefiero vivir en el misterio, la indefinición, el desatino. Y te querré ahí cuando pierda el rumbo yo también.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Paradoja

Che, cuando estaba al pedo se me ocurrió una pregunta:

¿Qué es exactamente lo que va a ocurrir el día en que se ponga de moda eludir las modas?

martes, 6 de noviembre de 2007

Adivinanza

Nunca supo cómo fue que aprendió a bajar siempre la cabeza. Hace poco se quedó despierto esperando el amanecer, y se dio cuenta de que estaba nublado. Nadie sabe que sigue rezando antes de dormirse. Nunca creyó en Dios. Detesta que los pies le asomen por debajo de la sábana. Cuando era chico se sabía de memoria cincuenta decimales del número pi. Rara vez termina algo de lo que empieza (se aburre rápido de todo, aunque siempre come lo mismo). Supone que aún tiene la mente de un niño, pero no está seguro. No cree que sea imprescindible pedir perdón. Piensa bastante en dinero, cosa que jamás le interesó. Hace décadas que no dibuja, y no sabe exactamente porqué dejó de hacerlo. Tal vez se haya aburrido. Dibujó él mismo todas las tarjetas de su primera comunión. Antes de ayer copió la cara de alguien en una caja vacía de cigarrillos y le salió perfecta. Últimamente fuma mucho. Dice que un fumador nunca realmente deja (a lo sumo espera más de la cuenta para encender el próximo). Se graduó con honores de una carrera que nunca le gustó. Cuando sale de su casa a trabajar tiene la impresión de que ese día va a ser diferente. Le dura un rato. Vive solo. Le molesta la gente que en el tren se abalanza sobre los asientos. Le molestan otras cosas también, pero nunca dice nada. Cuando tenía nueve años se cayó de una hamaca y se dio contra un borde, casi se desmaya. A los pocos días su familia se mudó y nunca más volvió a esa plaza. Sin darse cuenta se acuerda de ella todos los días. Se acuerda de muchas cosas. Le gusta salir a la ruta. Una noche no se podía dormir. Daba vueltas en la cama y hablaba para adentro. En vez de tomarse un té agarró el auto y se fue a Rosario. Ya van a ser quince años o más. Todavía no estaba completa la autopista, pero tardó menos de tres horas. En una estación de servicio se compró unos sandwiches de miga envasados al vacío. Se acuerda de eso también. Llegó cuando ya no estaba oscuro. No sabía realmente qué hacer pero estaba feliz, o algo por el estilo. Ese día tenía que ir a trabajar. Estacionó y se quedó sentado al volante mirando a unos chicos que iban para el colegio. Encendió la radio pero solo escuchó zumbidos. Después de un rato se aburrió otra vez. Nunca había estado en Rosario. Nunca había estado en ninguna parte. Llovía. En el viaje de vuelta casi se mata. Vendió el auto poco tiempo después. Una vez conoció a una mujer. Fue en la noche de año nuevo y se quedaron haciendo el amor bajo una escalera de incendios. Le pidió por teléfono que se vaya a vivir con él; ella le dijo que sí pero después cambió de planes. La vio hace poco en un shopping y miró para otro lado para no tener que saludarla. Iba sola. Desde entonces piensa que nadie se enamora de nadie. Le gustan los subtes. Cuando el subte está llegando se imagina que algún loco lo va a empujar a las vías. Dice que locos hay en todos lados. Mucho antes de lo de Rosario hablaron con un amigo, compraron unas máquinas en la zona sur y se pusieron a falsificar australes. No eran perfectos, pero salían bien. Los tiene guardados o los quemó. Nunca los descubrieron. El amigo murió pero no fue al entierro. Cree que tal vez lo cremaron. Quiere que a él también lo cremen. Es lo mejor, ya está viejo. Hace poco ganó dos mil pesos en la lotería provincial y puso unos juegos en el jardín de su casa para cuando su nieto lo fuera a visitar. Nunca tuvo hijos. Suele contar un sueño que tuvo hace cinco o cincuenta años: él corría por una ciudad y desde el aire lo perseguía un dirigible, con un motor ruidoso que le taladraba las orejas. A veces estaba lejos, a veces ahí nomás. Lo buscaba a él. No cree que haya podido escapar. Se acuerda de muchas cosas. Aunque ahora empieza a olvidarlas.