jueves, 7 de octubre de 2010

Señor Montonero Lanata (Revisitado)



En un antiguo apartado de este espacio se desplumaba la retórica de Jorge Lanata como conductor de DDT en ocasión de la polémica generada sobre Papel Prensa. Entonces se insistía, entre otras cosas, en lo inteligente que es Lanata. Por más que alguno lo haya podido interpretar de otra forma, dicha calificación estaba en gran parte desprovista de ironía. "En gran parte" digo, porque siempre hay algo de ironía intrínseca al llamar "inteligente" a quien se le está objetando la mayor porción de lo que dice. Pero la admiración por el gordo no estaba perdida ni mucho menos, y hasta se le reconocía en su capacidad de provocación una invitación a la reflexión encendida.

Esta nueva exposición de Lanata en DDT del martes pasado, aquí adjunta, aterriza oportunamente para desmentir dicha calificación. Atina uno a pensar varias cosas: entre ellas, que la inteligencia no es un absoluto y que nadie es inteligente per se. No cabe otra teoría para explicar los brontosáuricos baches de lucidez en los que se hunde Lanata en este editorial.

El video en cuestión se amplificó en redes sociales y con especial énfasis en La Nación Online (dos veces: una en la sección de videos, editado; otra en el Blog "Sin Quorum" en su versión completa). No hace falta ser muy prejuicioso para sospechar; si La Nación le da manija a Lanata es porque Lanata dijo algo que reproduce la ideología de La Nación y si Lanata reproduce la ideología de La Nación, estamos en el horno. Tenemos, todavía, un problema de tipo ontológico. ¿Cómo va a decir esto Lanata? ¿Cómo puede ser? ¡El gran adalid progresista de los 90 convertido en secuaz de Magnetto y Saguier! La pregunta es legítima, pero a Lanata no le importa nada. Da la impresión de que está buscando a toda costa desprenderse de esa ontología progre, aferrándose, en todo caso, a esa otra ontología heroica que es la del periodista independiente, el profeta, el fool on the hill que le dice a todos lo que nadie quiere oír (aunque los lectores de La Nación sí lo quieren oir, claro está). No le interesa la militancia de quedar pegado como Neustadt a Menem o Walsh a Montoneros (¡uh! no pregunten de dónde sale esa comparación, sigamos). Porque un periodista veraz, en teoría, no puede embanderarse, no puede enamorarse de nada ni de nadie; debe siempre plantarse en una vereda crítica y rebelde, la del menos poderoso, la del más débil. Cuando Clarín, "el más débil", deje de tambalear, será el momento de darle con un caño de nuevo. Ahora mismo no, porque sería lo políticamente correcto; el contrato de lectura Lanata, el linaje Lanata, la marca Lanata, como tal, dejaría de existir.

En el editorial sobre Papel Prensa, el tipo hacía un manifiesto explícito al respecto: "libertad es poder decirle a los demás lo que no quieren escuchar", la cual es una linda frase. Lo irónico de esta peculiar "libertad" - más cuando se la toma tan prescriptivamente como parece hacerlo Lanata - es que al decir algo quedás preso de lo que quieren o no quieren escuchar los demás. Ya no se trata de lo que pensás vos, sino de lo que piensan otros.

En esta tónica es elocuente el artículo de Robert Cox que el propio Lanata cita en el video, "Emblematic Jorge Lanata". Allí, el exdirector del BA Herald revela detalles de una charla que Lanata dio hace poco en el Colegio Carmen Arriola de Marín de Beccar; un colegio privado de Zona Norte, de confesión católica, con una cuota por alumno de más de 3000 pesos. ¿Será que se habrá dedicado a fustigar a los Kirchner por Papel Prensa? ¿Será que le habrá dado soberana paliza a 678 y su panel? ¿Habrá masacrado las figuras del Che y de Hebe y del Mono Jojoy? Piensen en clave lanatiana, piensen en la coyuntural platea, piensen en Aliverti (en un Colegio Católico progres somos todos) y habrán dado en el clavo. Según Cox, el tipo se despachó criticando el terrorismo de estado y explicando a la gente de San Isidro y barrios linderos por qué los crímenes de la dictadura no pueden ni deben ser comparados con los de Montoneros. Ante una pregunta sobre los Kirchner del mismo Cox - que reconoce en la nota no haber estado seguro "dónde se para Lanata" - Lanata parece haber afirmado que la democracia no está en riesgo y que les da a los Kirchner el beneficio de la duda (más allá de notarles ciertas cosas autoritarias).

Ahora bien; cuando el receptor pasa a ser la prole de 678, como aquí, los Kirchner se transfiguran, sin matices, en una "pareja real autocrática". Los del Jorge son discursos circunstanciales que van mutando según el interlocutor que se tiene enfrente con una lógica camaleónica invertida. Demagogia al revés, si se quiere, lo cual en el fondo es lo mismo que demagogia a secas: porque tira a matar contra la progresía pero entona dulces lieder al advenedizo oído de las corporaciones. Siendo más indulgentes, Lanata se asemeja a un despertador de conciencias compulsivo. Puede ser una encomiable misión, por qué no, si rescatamos - como lo hemos hecho ya - el disenso como puesta a punto para el mecanismo de nuestro propio pensar, pero es de inferirse que tiene que haber libertades aún más libérrimas en el horizonte.

A modo de ejemplo; "libertad es poder decirle a los demás lo que pienso sin importar si quieren o no escucharlo".

El intríngulis de esta operación que hace Lanata es irse de mambo. El gobierno de Fernández de Kirchner arrastra pesadamente varios aspectos criticables que el foro de 678 y allegados eliden bastante y no hablamos, como Fontevecchia, de carteras Louis Vuitton o de los aplazos de Florencia en el Lasalle (sí hablamos de INDEC, inflación, política ambiental, política universitaria, política de transporte, política exterior, etc.). Se puede suponer que basta analizarlos y referirlos cada tanto para evitar el terror de quedar pegado, pero esto del editorial del martes, Lanata, no hace falta.

No hace falta, por ejemplo, una batería de elementales falacias ad hominem a raíz de unas críticas moderadas y respetuosas de Tognetti y algunos miembros del panel de Duro de Domar; o por lo que dicen en 678, donde se lo cuestiona desde la admiración de otrora y donde difícilmente se lo tilda de "gorila" o "pro-milico" (y menos por criticar a Hebe de Bonafini, visto que varios afines a 678 como Forster o Verbitsky la criticaron también). Que Barone haya trabajado en tal lado tal año, que a Russo la haya llevado él a Página 12, que a Cabito no lo conozca nadie, que Lanata la tenga más larga que todos; nada de esto prueba absolutamente nada ni contrapesa ninguna crítica ¿O sí?

No hace falta tampoco decir textualmente "no estoy de acuerdo con que le inventen una causa a Papel Prensa" cuando hace apenas unas semanas, en la misma pantalla, había dicho que estaba bien que se investigue el caso Papel Prensa. ¿Cómo? ¿Ahora la causa está inventada? ¿Ya salió el fallo? ¿Se tomó un café con el juez? ¿Sabe algo que nosotros no? ¿Podría explicar esto del "invento"? Probablemente no y por eso no lo hace. Tendría que desmentir el artículo firmado por él mismo - al que hace referencia Matías Castañeda en el video de Duro de Domar - publicado en Crítica de la Argentina en abril de 2008, donde Lanata cuenta, o mejor dicho, "inventa" la historia de Papel Prensa tal cual la redescubre hoy el gobierno, Goebbels mediante.

No hace falta decir "te mienten en la cara", sin especificar cuál es esa mentira o por qué es una mentira. A no ser que ésta sea que tomando colegios se hace la revolución - curiosa disgresión que jamás se escuchó decir a nadie que defendiera las tomas - Lanata no siente ni una milimétrica urgencia por brindar algún argumento o justificación de su pensamiento. Puede incluso objetar las tomas de colegios por no generar ningún efecto inmediato y al instante aclarar que ningún cambio se hace de golpe. Parece alcanzar con que es él, y así como Tognetti no tiene razón porque presentó un video de un travesti, él sí la tiene porque fundó Página/12.

No hace falta festejar la frase "el mundo está hablando del Mini Cooper y Cristina nos quiere vender un Torino" sin más, como si esta se explicara por sí sola. ¿Qué se supone que representa el Mini Cooper para Lanata? ¿El progreso económico? ¿El bienestar? ¿La verdad? ¿Las mejoras edilicias en los colegios?... ¿Alguna idea un tris menos polimorfa?

No hace falta recomendar una columna groseramente superflua de El País de Madrid, en la que se analiza la situación económico-social argentina a la luz de la actuación de la Selección en el Mundial de Sudáfrica (ojo, la misma pavada que promovía 678 con esto de que se juega como se vive) y se azota al Maradona drogón por decirle a los periodistas "que la chupen", cuando minutos antes (¡minutos antes!) le había dicho a Orlando Barone "toda la dictadura chupando, Barone, toda la dictadura chupando" ¿En qué quedamos?

No hace falta decir "alguien grita cuando no tiene razón, alguien ataca cuando tiene miedo", ¡Y repetirlo! ¡Como 678! ¡Como Goebbels! para cerrar una disertación donde insultó y ninguneó a sus críticos como nunca y donde se la pasó puteando a los cuatro puntos cardinales ("estamos en el recontra-hiper orto del mundo"). Si alguien ataca cuando tiene miedo, entonces acá Lanata directamente tiene terror.

Y sobre todo: no hace falta victimizarse. La libertad de decirle al otro lo que no quiere escuchar implica la libertad del otro de responder ¿O el mensaje es unidireccional? ¿Que esto no era un diálogo? En un diálogo no hay víctimas: hay críticas. Hay críticos y criticados. Digerir cualquier crítica (incluso la más insolente, que no fue precisamente la de Tognetti, ni la de los de 678) es, uno supone, lo primero que se está dispuesto a hacer desde el momento que abre la boca. Esto de, medio compungido (pero no te cree ni Dios), contar cómo lo llaman amigos para apoyarlo, o de decir que se siente vulnerable por "responderle a alguien", como si responder, dialogar, fuera una extravagancia o una especie de tortura... Esto no hace falta.

No hace falta, viejo.