martes, 28 de diciembre de 2010

La canción de la lluvia


These things are clear to all from time to time.

¿Qué hacer con esa canción que me mostraste que tanto te gusta? Sí: algo tengo que hacer. Para darle cabida, para que no te pierdas. Ahora, sumarla a mi colección como otro anclaje de mi "capital cultural", incluso buscando el álbum completo en el que se incluyó, me parece solo una rutina. ¿Qué hacer? Escucharla una y otra vez hasta aburrirme, preguntándome como un loco qué puede significar esta canción en mi vida, sería como vaciarla y vaciarme, desmantelar toda esta imaginación invertida durante el día ¿Qué hago? ¿Decís que me aprenda la letra? ¿Que aprenda a cantarla? Puedo investigar un poco sobre el artista, su trayectoria, sus discos. Pero no quiero toquetear algo precioso que se puede romper en pedazos con un leve gesto torpe. Es increíble cómo nada es irrompible. ¿Sabés? Siento como si algo se escapara horriblemente de entre mis dedos, o peor, de lo que puedo delimitar con palabras. Qué pequeño tirano es el idioma cuando comprobás que no sirve para expresar ni de la mitad de lo que importa. Todo enunciado es malversación. Ahora me parece que la canción me gusta, creo que me gusta, solo porque te gustaba a vos, porque fuiste a internet, buscaste y la escuchamos juntos una vez. Solo una vez en la mañana; ¡qué miseria! No supe qué decir al respecto en ese momento porque no suelo emitir juicios tan inmediatos: ¿Me gustó o no? Qué se yo, pasó todo tan de golpe. En la memoria todo pasa de golpe ¿viste? Seguramente tendría otras mil cosas en la cabeza como para que de verdad le pudiera prestar atención a la música o a la letra. Deberíamos ser más tontos, tener solo unos pocos pensamientos no tan perennes como éstos. Pero entonces estabas vos ahí, y no había nada claro. No sabía si me estabas dando algo tuyo o me estabas sacando algo. Lo pienso en términos de propiedad, de dar y recibir y decir gracias, pero la canción no es tuya después de todo. Tampoco era tuyo ese pelo y esa sonrisa y ese gesto que hacías. Nada es de nadie, porque todo es del día que pasó. Entonces, cuando la escuchábamos, yo ni sabía qué iba a ocurrir después y estaba ansioso. Pero ahora siento esta incomodidad de que tengo que hacer algo más con eso, con esa canción, esas naves prendiéndose fuego junto al hombro de Orión. Empuñarlas, controlarlas ¿Dictar yo su significado? Sea como sea, no duerme, no quiere quedarse ahí, hay una inquietud nómade en mí que no puedo desterrar ni caminando varias cuadras por calles céntricas. Porque hasta hoy, cada vez que alguien menciona la canción o el artista me distraigo, dejo de pensar en lo que venía pensando, se me hace un vacío en el esternón y no sé por qué. No sé cómo llamarlo. Pienso que no retuve algo cúlmine. Una sombra que mutó en la periferia de mi campo visual, sin que pueda llegar a saber si fue un pez que saltó en el lago.

Quiero ser obvio; encontrarte y decirte "te acordás de esta canción, sí: ésta o aquella, me gustó, me gustó mucho, gracias por mostrármela, gracias por ese momento, lo podemos repetir eh, cuándo vos quieras". Algo así como bajarte a tierra de una vez, algo normal. Qué pequeño tirano es el idioma. Qué turbia, qué inmensa es la música, y qué raro lo que hace con la mente de uno.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Apostillas desde el barro


Hace algo más de un mes se murió "K". Quise escribir algo acá, pero no quise. Me lo impidió el chisporroteo en mi cabeza. Me lo impidió la retransmisión de discursos y contradiscursos al respecto, que no cesan porque son recíprocos. Me lo impidió cierta incredulidad. Me lo impidió el no tener lágrimas porque la muerte, como la vida, no me es fácil de lamentar. Me lo sugería, por el contrario, la gran conmoción ante lo palpable: la Historia.

Quién me niega que la Historia es así; cada tanto le escapa al recuento bíblico y extiende su vaho sobre la ciudad como si tuviera cuerpo propio y maleable, que lo tiene. Hubo Historia con la muerte (por un tiempo no hará falta decir de quién, se va a entender) porque dio toda la sensación de que lo invisible comenzó a verse y lo impensado comenzó a repensarse. En términos más callejeros: nos agarró en off-side. Se tuvieron que quemar muchos manuales y yo descubrí que mis manos quemaban el teclado de la computadora. La mayoría de las veces me sabe que la realidad es inefable. Y aunque es plausible que no exista realidad por fuera del discurso, los dichos multiplicados por "K" fueron una topadora de lugares comunes. El tipo ahí, aún ardiente, y la sociedad discursiva ya lo juzgaba. Yo soy de digestión lenta.

Ahora algo decantó. Quiero escribir esto en primera persona, aunque me remuerda después (me incomodan un poco las confidencias). Fui a La Plaza de Mayo; dos veces. La primera apenas me enteré de la noticia. Pocas veces fue Buenos Aires una ciudad tan solitaria; las banderas albicelestes ya flameaban a media asta y ese lugar solo tenía un silencio de mediodía. Fue la plaza espectral, de cuando tironéas todavía de algo para desandar las últimas 24 horas y evitar la despedida. Mientras las cámaras de la TV apuntaban aún dormidas a la Casa Rosada, anticipando andá a saber qué escena, intenté imaginar cómo habría sido esa misma Plaza el 25 de mayo de 1810. Tal vez por esto de que ahí mismo, de pronto, sentís que la Historia te llama por tu nombre de pila; que ese momento pasará a formar parte de un imaginario colectivo, y vos, nada menos que vos, ya lo estás imaginando.

Después vinieron los días - cuatro o cinco - del querer caer y no poder. Volví a la Plaza el jueves a la noche. Me fui para allá vía directa por línea D después del laburo: arriado, sí, pero no por el choripan sino por la necesidad inobjetable de ver, de estar, y sobre todo de burlar la aduana de los shows noticiosos. Encontré una Plaza de luto y fiesta, poblada de incondicionales y curiosos (Sebreli, no está mal ser curioso; significa querer saber qué pasa). Los mensajes afectuosos, los dibujos hechos con birome o crayón hacían de los vallados un emocionante palimpsesto. Y eso lo quería ver. Porque mostraban la huella del amor, pero sobre todo la de las múltiples experiencias; un país gigantesco. En la Plaza ya no había un muerto, sino miles que vivían.

Se dijo tanto sobre Néstor Kirchner y su muerte que solo puedo ofercer un tardío tributario a tanta loa y diatriba junta. Por ende no me interesa hablar de Kirchner como persona; no lo conocí. No me interesa hablar del bonachón rompe-protocolos ni del maniático de poder; tales atributos suponen una retórica romántica que no me place y de la que no puedo dar fe. No soy personalista, me tienta más hablar de políticas, que son - valga la redundancia estúpida - la esencia de lo político. Hace falta hacerlo porque es lo que más se reteacea; la industria mediática se quedó en el corralito y sigue comunicándonos que lo político se resume en los ajedreces del poder, que toda decisión es electoralista por defecto. Por eso tal vez cuando murió Kirchner la oposición dedicó obituarios a un "gran luchador" sin siquiera dejar entrever aquello por y contra lo cual luchaba. Operación comprensible si tenemos en cuenta la bilis que le causa. Hipócrita si recordamos que lo que más le recriminaron durante años fue, precisamente, su "estilo confrontativo". En última instancia es una operación trivial; hasta Adolf fue un gran luchador.

Pero compilar un ranking de aciertos de Kirchner y su esposa - muerto Néstor, ni al más simpatizante le hizo asco admitir que gobernaban juntos - tampoco sería de un mayor empeño; basta sintonizar cualquiera de los programas de PPT cualquier día para verlos murmurados como un Credo. A nivel intelectual desconfío de estos constantes replays porque me arriman al axioma, a algo que se desangra de contenido como el dar la paz en la misa. Para colmo tapan deliberadamente temas como el INDEC (ahora adiestrado por el FMI !?!) o el gusano de Jaime y me salta la alarma anti-tonto. Me agarra el síndrome Caparrós. Por supuesto, también entiendo que hay un mensaje que debe hacerse escuchar en espacios reducidos; entonces no alcanza una sola vez ni es oportuno matizar tanto. Hay que viralizar, hasta que Magdalena se resigne o explote de rabia. Entonces lo tomo, un poquito todos los días, y lo retransmito cuando puedo o cuando creo necesario. ¿Síndrome Gramsci?

Quienes elogian a Kirchner desde esta perspectiva siempre empiezan por la asignación universal por hijo (el buque insignia) y siguen con la Corte Suprema, los derechos humanos, la gobernabilidad, la recuperación del PBI, el desendeudamiento, la obra pública, las jubilaciones, la ley de medios, el matrimonio igualitario, la no represión de la protesta, las paritarias, la unión latinoamericana y así hasta el Canal Encuentro no paramos. La lista impresiona: se trata de verdaderos hechos políticos que trascienden el mero enunciado. Son más bien concretos y difíciles de desmentir. Una vez consumados, hasta la parlanchina oposición político-mediática desiste de impugnarlos; prefiere más bien el franco ninguneo. Así de establecido está el "kanon", como para que venga yo a refritarlo por quichicentésima vez (lo hice ¿no?)

Por eso quiero acotarme a rectificar una de las "críticas" que le han hecho a Néstor Kirchner hasta colmarnos el cerebro de siesta. Tal vez la más omnímoda, la más asumida y, por ende, la más definitivamente muerta. Hablo, claro, del "estilo confrontativo". Motes alternativos: dividir al país, sembrar el odio, la crispación, el todo o nada, la falta de diálogo, la falta de consensos, la erosión de la institucionalidad, divide y reinarás, que el opositor un enemigo, que el disidente un traidor y así hasta desgranar un relato automático a medida de quienes ya no tienen la esperanza de pensar (ni distinto ni igual). Desde hace años, no se ha visto día sin estas acusaciones siendo eyaculadas desde surtidas muecas (las que hace Carrió con la boca cada vez que enciende un petardito). El estado de este discurso es tan monolítico y tan falto de una auténtica elaboración que eclipsa, a próposito seguramente, lo medular: que el "estilo confrontativo" de Kirchner no es realmente un "estilo" sino un aspecto intrínseco de las políticas y reformas que llevó a cabo. Atacar el "estilo confrontativo" es en realidad una forma pusilánime o encubierta  - según como se mire - de atacar el corazón mismo de lo más importante que logró hacer el Presidente Patagónico.

Tratemos de no ser ilusos. Muchas de las decisiones fundamentales que tomaron Néstor Kirchner y su esposa durante sus respectivos gobiernos estaban destinadas a generar bruscas controversias casi por ontología. Los reclamos insistentes de "diálogo", "consenso" e "institucionalidad" emanados desde cierta prensa solo pueden leerse como camuflados anhelos de transigencia. Es decir: pactos, trueques, medias tintas que hubieran implicado desnaturalizar muchas de las políticas, hoy claves, de los K. El problema con el consenso y el diálogo es que se los fue recitando en un plano demasiado conceptual que en la práctica resulta inconducente: ¿Cómo lograr el "consenso" para establecer el matrimonio igualitario? ¿Sentándose a revisar las Sagradas Escrituras con las cúpulas eclesiásticas de Ciudad Gótica?; ¿Cómo lograr el "consenso" para sancionar la Ley de Medios Audiovisuales? ¿Invitando a Magnetto y Herrera de Noble a que modifiquen varios de los artículos de la misma luego de su elaboración en múltiples foros en todo el país?; ¿Cómo lograr el "consenso" para aplicar la 125? ¿Llevando a la mesa de enlace a un tour villero?; ¿Cómo lograr el "consenso" para bajar los cuadros de Videlas y enjuiciar genocidas? ¿Regalando a todos los Fernando Ciro y Elena Cruz del país la discografía completa de Gieco? Los ejemplos son fáciles de hallar en todo caso; en cualquiera de estos y otros escenarios de los últimos años, "consenso" y "conservadurismo" se unen en santa sinonimia.

La sociedad democrática ha instituido las mayorías representativas para dirimir luchas de poder. No podría haber consenso o paz social ante reformas importantes, puesto que cualquier reforma lo es, precisamente, cuando promueve el desafuero de privilegios estructurales que - por mero instinto de supervivencia - reaccionan siempre. Y dividen las aguas. En este sentido hay muchísima hipocresía: los que reaccionan también van "a todo o nada" y contra "el enemigo" en la defensa de sus quintas y si no lo creen, basta hojear tres o cuatro páginas de un solo ejemplar de Clarín. Las polémicas de la era K no aparecen solo cuando el gobierno crispado propone y la oposición se opone en defensa de la "institucionalidad" y el "sentido común"; lo hacen también cuando los medios promocionan su propia agenda de infiernillos diarios para friccionar a ese poder por el que se sienten amenazados (inseguridad creciente, inflación asesina de niños, sanidad mental de la Señora Presidenta, lavado de dinero de Wikileaks, etc). Ocurre lo que ha ocurrido siempre en todas partes y todo tiempo: para pelearse hacen falta dos.

Por supuesto que a todos nos alienta el diálogo pulcro y el entendimiento entre las partes. Naturalmente que de repente nos agobia tener cada mes un conflicto donde todos despotrican. Lógicamente nos gustaría sonreírnos, abrazarnos, "tirar todos para el mismo lado" y sacar el país adelante. Todo muy lindo, pero tenemos que ser lo suficientemente vivos para reconocer que éste no es momento para todo eso. Es momento para otra cosa; es momento para salir voluntariamente de la boludez y animársele por fin a las discusiones de fondo. De ir por la vida reputeándose con parientes y amigos, de escuchar en la tele lo que dicen personajes simpáticos y siniestros, de buscar y tragar estadísticas y datos, de leer todos los diarios y todas las columnas aunque algunas nos den arcadas, de entrecomillar todos los significantes vacíos y sobre todo, salir a la calle y ver con los ojos propios qué pasa o que pasó o qué puede pasar. Si algo entendió muy bien Néstor Kirchner, más allá de la devoción y el rencor que pudo despertar su persona, es que la política todavía tiene pulmón para generar rupturas y conciencias en lo profundo de la sociedad y que éstas eran inevitables.

Y ahí está la cuestión: es la Historia misma, esa que ví reptar en la Plaza del 27 de octubre, la que nos trajo hasta aquí y no tanto la figura de Kirchner, que en suma es un mortal y pudo equivocarse. Esta "crispación permamente" que hoy muchos lamentan es la propia de una sociedad a la que, tras haber orillado la disolución en 2001, no le queda otro camino que reformularse a sí misma, volver a poner todas las discusiones sobre la mesa, no dejar un solo dogma sin maltratar. Si lo tenemos que hacer a los gritos y sin caretas (aunque con varias mentiras) es porque no estamos discutiendo pavadas. Y si lo tenemos que hacer desde el barro, es porque hay que moldear todo de nuevo, con una nueva forma.

Mal rayo nos parta si después de aquel 20 de diciembre no se hubieran planteado en el proscenio de la Argentina otros focos y otras deudas; si se hubiera reeditado lo anterior, con el beneplácito de los mismos de siempre, haciendo como que aquí no pasó nada. Hoy, entre tanto quilombo y crispación, somos un país bendito.

jueves, 7 de octubre de 2010

Señor Montonero Lanata (Revisitado)



En un antiguo apartado de este espacio se desplumaba la retórica de Jorge Lanata como conductor de DDT en ocasión de la polémica generada sobre Papel Prensa. Entonces se insistía, entre otras cosas, en lo inteligente que es Lanata. Por más que alguno lo haya podido interpretar de otra forma, dicha calificación estaba en gran parte desprovista de ironía. "En gran parte" digo, porque siempre hay algo de ironía intrínseca al llamar "inteligente" a quien se le está objetando la mayor porción de lo que dice. Pero la admiración por el gordo no estaba perdida ni mucho menos, y hasta se le reconocía en su capacidad de provocación una invitación a la reflexión encendida.

Esta nueva exposición de Lanata en DDT del martes pasado, aquí adjunta, aterriza oportunamente para desmentir dicha calificación. Atina uno a pensar varias cosas: entre ellas, que la inteligencia no es un absoluto y que nadie es inteligente per se. No cabe otra teoría para explicar los brontosáuricos baches de lucidez en los que se hunde Lanata en este editorial.

El video en cuestión se amplificó en redes sociales y con especial énfasis en La Nación Online (dos veces: una en la sección de videos, editado; otra en el Blog "Sin Quorum" en su versión completa). No hace falta ser muy prejuicioso para sospechar; si La Nación le da manija a Lanata es porque Lanata dijo algo que reproduce la ideología de La Nación y si Lanata reproduce la ideología de La Nación, estamos en el horno. Tenemos, todavía, un problema de tipo ontológico. ¿Cómo va a decir esto Lanata? ¿Cómo puede ser? ¡El gran adalid progresista de los 90 convertido en secuaz de Magnetto y Saguier! La pregunta es legítima, pero a Lanata no le importa nada. Da la impresión de que está buscando a toda costa desprenderse de esa ontología progre, aferrándose, en todo caso, a esa otra ontología heroica que es la del periodista independiente, el profeta, el fool on the hill que le dice a todos lo que nadie quiere oír (aunque los lectores de La Nación sí lo quieren oir, claro está). No le interesa la militancia de quedar pegado como Neustadt a Menem o Walsh a Montoneros (¡uh! no pregunten de dónde sale esa comparación, sigamos). Porque un periodista veraz, en teoría, no puede embanderarse, no puede enamorarse de nada ni de nadie; debe siempre plantarse en una vereda crítica y rebelde, la del menos poderoso, la del más débil. Cuando Clarín, "el más débil", deje de tambalear, será el momento de darle con un caño de nuevo. Ahora mismo no, porque sería lo políticamente correcto; el contrato de lectura Lanata, el linaje Lanata, la marca Lanata, como tal, dejaría de existir.

En el editorial sobre Papel Prensa, el tipo hacía un manifiesto explícito al respecto: "libertad es poder decirle a los demás lo que no quieren escuchar", la cual es una linda frase. Lo irónico de esta peculiar "libertad" - más cuando se la toma tan prescriptivamente como parece hacerlo Lanata - es que al decir algo quedás preso de lo que quieren o no quieren escuchar los demás. Ya no se trata de lo que pensás vos, sino de lo que piensan otros.

En esta tónica es elocuente el artículo de Robert Cox que el propio Lanata cita en el video, "Emblematic Jorge Lanata". Allí, el exdirector del BA Herald revela detalles de una charla que Lanata dio hace poco en el Colegio Carmen Arriola de Marín de Beccar; un colegio privado de Zona Norte, de confesión católica, con una cuota por alumno de más de 3000 pesos. ¿Será que se habrá dedicado a fustigar a los Kirchner por Papel Prensa? ¿Será que le habrá dado soberana paliza a 678 y su panel? ¿Habrá masacrado las figuras del Che y de Hebe y del Mono Jojoy? Piensen en clave lanatiana, piensen en la coyuntural platea, piensen en Aliverti (en un Colegio Católico progres somos todos) y habrán dado en el clavo. Según Cox, el tipo se despachó criticando el terrorismo de estado y explicando a la gente de San Isidro y barrios linderos por qué los crímenes de la dictadura no pueden ni deben ser comparados con los de Montoneros. Ante una pregunta sobre los Kirchner del mismo Cox - que reconoce en la nota no haber estado seguro "dónde se para Lanata" - Lanata parece haber afirmado que la democracia no está en riesgo y que les da a los Kirchner el beneficio de la duda (más allá de notarles ciertas cosas autoritarias).

Ahora bien; cuando el receptor pasa a ser la prole de 678, como aquí, los Kirchner se transfiguran, sin matices, en una "pareja real autocrática". Los del Jorge son discursos circunstanciales que van mutando según el interlocutor que se tiene enfrente con una lógica camaleónica invertida. Demagogia al revés, si se quiere, lo cual en el fondo es lo mismo que demagogia a secas: porque tira a matar contra la progresía pero entona dulces lieder al advenedizo oído de las corporaciones. Siendo más indulgentes, Lanata se asemeja a un despertador de conciencias compulsivo. Puede ser una encomiable misión, por qué no, si rescatamos - como lo hemos hecho ya - el disenso como puesta a punto para el mecanismo de nuestro propio pensar, pero es de inferirse que tiene que haber libertades aún más libérrimas en el horizonte.

A modo de ejemplo; "libertad es poder decirle a los demás lo que pienso sin importar si quieren o no escucharlo".

El intríngulis de esta operación que hace Lanata es irse de mambo. El gobierno de Fernández de Kirchner arrastra pesadamente varios aspectos criticables que el foro de 678 y allegados eliden bastante y no hablamos, como Fontevecchia, de carteras Louis Vuitton o de los aplazos de Florencia en el Lasalle (sí hablamos de INDEC, inflación, política ambiental, política universitaria, política de transporte, política exterior, etc.). Se puede suponer que basta analizarlos y referirlos cada tanto para evitar el terror de quedar pegado, pero esto del editorial del martes, Lanata, no hace falta.

No hace falta, por ejemplo, una batería de elementales falacias ad hominem a raíz de unas críticas moderadas y respetuosas de Tognetti y algunos miembros del panel de Duro de Domar; o por lo que dicen en 678, donde se lo cuestiona desde la admiración de otrora y donde difícilmente se lo tilda de "gorila" o "pro-milico" (y menos por criticar a Hebe de Bonafini, visto que varios afines a 678 como Forster o Verbitsky la criticaron también). Que Barone haya trabajado en tal lado tal año, que a Russo la haya llevado él a Página 12, que a Cabito no lo conozca nadie, que Lanata la tenga más larga que todos; nada de esto prueba absolutamente nada ni contrapesa ninguna crítica ¿O sí?

No hace falta tampoco decir textualmente "no estoy de acuerdo con que le inventen una causa a Papel Prensa" cuando hace apenas unas semanas, en la misma pantalla, había dicho que estaba bien que se investigue el caso Papel Prensa. ¿Cómo? ¿Ahora la causa está inventada? ¿Ya salió el fallo? ¿Se tomó un café con el juez? ¿Sabe algo que nosotros no? ¿Podría explicar esto del "invento"? Probablemente no y por eso no lo hace. Tendría que desmentir el artículo firmado por él mismo - al que hace referencia Matías Castañeda en el video de Duro de Domar - publicado en Crítica de la Argentina en abril de 2008, donde Lanata cuenta, o mejor dicho, "inventa" la historia de Papel Prensa tal cual la redescubre hoy el gobierno, Goebbels mediante.

No hace falta decir "te mienten en la cara", sin especificar cuál es esa mentira o por qué es una mentira. A no ser que ésta sea que tomando colegios se hace la revolución - curiosa disgresión que jamás se escuchó decir a nadie que defendiera las tomas - Lanata no siente ni una milimétrica urgencia por brindar algún argumento o justificación de su pensamiento. Puede incluso objetar las tomas de colegios por no generar ningún efecto inmediato y al instante aclarar que ningún cambio se hace de golpe. Parece alcanzar con que es él, y así como Tognetti no tiene razón porque presentó un video de un travesti, él sí la tiene porque fundó Página/12.

No hace falta festejar la frase "el mundo está hablando del Mini Cooper y Cristina nos quiere vender un Torino" sin más, como si esta se explicara por sí sola. ¿Qué se supone que representa el Mini Cooper para Lanata? ¿El progreso económico? ¿El bienestar? ¿La verdad? ¿Las mejoras edilicias en los colegios?... ¿Alguna idea un tris menos polimorfa?

No hace falta recomendar una columna groseramente superflua de El País de Madrid, en la que se analiza la situación económico-social argentina a la luz de la actuación de la Selección en el Mundial de Sudáfrica (ojo, la misma pavada que promovía 678 con esto de que se juega como se vive) y se azota al Maradona drogón por decirle a los periodistas "que la chupen", cuando minutos antes (¡minutos antes!) le había dicho a Orlando Barone "toda la dictadura chupando, Barone, toda la dictadura chupando" ¿En qué quedamos?

No hace falta decir "alguien grita cuando no tiene razón, alguien ataca cuando tiene miedo", ¡Y repetirlo! ¡Como 678! ¡Como Goebbels! para cerrar una disertación donde insultó y ninguneó a sus críticos como nunca y donde se la pasó puteando a los cuatro puntos cardinales ("estamos en el recontra-hiper orto del mundo"). Si alguien ataca cuando tiene miedo, entonces acá Lanata directamente tiene terror.

Y sobre todo: no hace falta victimizarse. La libertad de decirle al otro lo que no quiere escuchar implica la libertad del otro de responder ¿O el mensaje es unidireccional? ¿Que esto no era un diálogo? En un diálogo no hay víctimas: hay críticas. Hay críticos y criticados. Digerir cualquier crítica (incluso la más insolente, que no fue precisamente la de Tognetti, ni la de los de 678) es, uno supone, lo primero que se está dispuesto a hacer desde el momento que abre la boca. Esto de, medio compungido (pero no te cree ni Dios), contar cómo lo llaman amigos para apoyarlo, o de decir que se siente vulnerable por "responderle a alguien", como si responder, dialogar, fuera una extravagancia o una especie de tortura... Esto no hace falta.

No hace falta, viejo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Alta Gama de Pirlos (Compendio de temas)


Créase o no, este compilado ha sido confeccionado con amor. A quién o a qué es lo que todavía está en duda.


1) Bleeding All Over You - Martha Wainright
del álbum: "I Know You're Married But I've Got Feelings Too" (2008)

El título del álbum está sacado de contexto, y es de la letra de esta canción, la primera de todas. Martha Wainright - canadiense, hermana de Rufus - le canta "my heart was made for bleeding all over you" a un amante perdido en esta melódica diadema pop, engalanada de guitarras acústicas y esa voz entre chillona y aguardentosa y apasionada que parece, valga el juego de palabras, sangrar de sentimiento. Lo que puede llamar un poco la atención es que, para ser una oda al amor no correspondido, es una cosa bastante light. Hasta alegre. Martha canta con más regocijo que pesar, y sin melodrama alguno. Quizás porque no lo siente realmente (la tipa está, en efecto, casada) o quizás porque la belleza de la música sobrepasa cualquier angustia.

2) Blessed State - Wire
del álbum: "154" (1979)

Podría decir que es la cosa más cool del mundo, pero - tratándose de Wire - incurriría en una tautología indigna. Voy a ser un poco más arriesgado y voy a decir que Blessed State es hermosa; es imposible resistirme a pensarlo cuando suenan esas frases new-wave y esa melodía circular tan mínima pero tan expresiva, fatalista ("To the fatal gift of a well timed lie") que se robustece casi sin que lo percibamos con más toques y toquecitos que sin embargo apenas están ahí, con esa letra críptica que nos recuerda que las mentiras son esenciales para el sostenimiento del mundo, o algo así.

3) Peace Like A River - Paul Simon
del álbum: "Paul Simon" (1970)

Cuando empieza Paul Simon (ya sin Garfunkel) a cantar esta inolvidable melodía de su primer álbum la mente se empapela con imágenes de imprecisa semántica pero visualmente conmovedoras. No se sabe bien de qué está hablando el tipo cuando la paz, como un río, entra a la ciudad mientras todos miramos con los ojos llenos de estrellas. Ni tampoco a qué viene con esto de levantarse a las cuatro de la mañana y quedarse despierto un rato debido a sentirse "reconciliado" con algo. Como suele suceder con las letras de canciones (y parece que no me canso de resaltarlo), allí está parte del chiste; la vaguedad de las imágenes, la falta de un significado cerrado, permite que la interpretación sea la que más se acomode con lo que el oyente evoca o construye. ¿Yo? No sé, yo solo veo las imágenes, las veo claramente, y las siento como algo que me pasaría o me pasó. Y me emociono sin saber bien por qué. En todo caso, deben ser pocas las canciones que utilizan la palabra "misinformation" ("followed us like a plague, nobody knew from time to time if the plans were changed"); la idea es, a mi jucio, la de una confusión y una oscuridad que de pronto empiezan a aclararse para todos, impregnando el aire de una sensación de entusiasmo colectivo que no deja dormir. Puede ser por cualquier cosa: el final de una guerra (interpretando literalmente el título) o el comienzo de cualquier cosa que al oyente le ocurra. Sea como sea, parece una excelente canción para los tiempos que corren. Y, como si hiciera falta, la melodía y la guitarra son casi perfectas.

4) She's Beyond Good And Evil - The Pop Group
del álbum: "Y" (1979)

Una de las bandas más radicales de la new-wave británica se llamó, con ironía total, "The Pop Group". Su álbum debut "Y" es un torpedo de cacofonías indescifrables donde se aullan las típicas consignas izquierdistas de la época (y de hoy también) sin que el factor disfrute del oyente ostente la más mínima relevancia. Salvo que seas - puede pasar - uno de esos oyentes desfasados que sí disfruta de este tipo cosas. Esta canción, la que abre a patadas el mencionado disco, es ideal para un compilado por ser relativamente accesible sin dejar de representar el registro sublevado de estos flacos, sonando como los Clash pasados por la silla eléctrica de los Birthday Party. Para pensar, o salir corriendo.

5) Last Night I Had A Dream - Randy Newman
del álbum: "Sail Away" (1972)

Randy Newman no resiste un archivo. Hoy más conocido por "You Soy Tu Amigo Fiel" y otras tonadas cálidas cantadas con frecuencia por dibujitos para toda la familia, Newman tiene un pasado oscuro que conviene revisitar cada tanto. Digamos que para escribir una canción como esta te tiene que patinar un poquito, y si no les convence el tono amenazante de esos acordes de piano, o esa guitarra malévola alla Ry Cooder, o esa voz de roto que tiene Randy... si eso no les convence, ¡lean la letra!, lean ese inmejorable despliegue de paranoia acerca del cual no se puede entender demasiado excepto que todos lo asustan, y que ¡vos! sos quien más lo asusta de todos. Una canción rara y bella y podrida en misterio. En el mismo disco está la célebre "You Can Leave Your Hat On"; por eso, ¿qué le vamos a decir en el futuro a nuestros hijos de cinco años? ¿que el Vaquero Woody es un zátrapa? ¿que todo vale? ¿que está bien que un juguete tome drogas y quiera ver minas en bolas?

6) Victoria's Secret / Just A Bad Dream - Lisa Germano
del álbum: "Excerpts From A Love Circus" (1996)

¿Cuál es el secreto de Victoria? Es lo que se pregunta Lisa Germano mientras, conjeturo, hojea los avisos sexys en revistas sexys, y la respuesta no puede ser más prosaica. Ella dice: "vos sos fea y yo soy linda, tu novio desea que te vieras como yo". Bien la autoestima de esta flaca ¿no? Pero bue che, al menos la fea tiene un novio. Al menos la fea es inteligente y sardónica. El novio también puede que sea un gordo semicalvo, en cuyo caso no tendría derecho de reclamar nada. ¿Ves Lisa que siempre querés tirar la peor y al final no es tan terrible? El tema cierra con unos ronroneos de un gato teniendo un mal sueño - ¿el de Randy Newman? - como diciendo que todo iba medio en joda y sin malos sentimientos. Por eso, no es tan terrible.

7) Who By Fire - Leonard Cohen
del álbum: "New Skin For The Old Ceremony" (1974)

Sí o sí tiene que haber algo de Cohen en mis compilados. Es una especie de vicio que me persigue a donde vaya y sean cuales sean mis circunstancias: siempre hay un tema del canadiense más groso del mundo que se encuadra perfectamente en ellas. Esta canción en particular, extraída de su cuarto álbum, ostenta demasiada poesía como para que yo pueda agregar algo que tenga un mínimo de onda con mis devaneos random. Me gusta cómo queda la voz femenina al unísono.

8) I Used To Say I Love You - Robyn Hitchcock
del álbum: "I Often Dream Of Trains" (1984)

El ex-violero de los Soft Boys se manda cosas notables: una de ellas es emocionarte con una cancioncita en apariencia medio pelotuda sobre, justamente, la ausencia de emociones. El tipo se encarga de confirmar de una y mil formas que ya no le pasa más nada con la ex y que no le cabe en la cabeza cómo alguna vez se sintió tan excitado con esa mina. Lo hace fríamente y con meticulosidad, en segunda persona (excepto un momento en el que habla de "that person I could never call my own"), como para que la chica - si está escuchando y le importa - se sienta bien para la mierda. Pero ¿por qué ese estribillo de repente suena tan trascendente? ¿por qué se erizan los pelitos de la nuca con ese "but my heart doesn't feel anymore"? Porque es tristeza pura, porque te das cuenta que el tipo no puede hacer nada para evitar que el sentimiento simplemente no esté. Una banda inglesa de cuatro losers una vez cantó que "love has a nasty habit of disappearing overnight". En este caso, casi que el amor ni siquiera existió; Hitchcock solo quería garchársela.

9) Couldn't Cause Me Harm - Beth Orton
del álbum: "Central Reservation" (1999)

Ciertas canciones empiezan errabundas y parecidas a otras; anuncian poco, se van armando y entonces llega un momento en el que "llegan", valga la horrenda redundancia. Esta de Beth Orton viene de entrada con la clásica moldura del cantautor noventas; el inicio frío pero congoso y con sonajeros de smoot-jazz, la voz de la mina que se subsume como dubitativa, obviamente diciendo algo sobre alguna relación con alguien, y entonces cuando canta "There's no right or wrong, this isn't a test" (una frase más interesante de lo que parece), es como que la cosa tomó color y hasta le das un poco más de bola a la letra para desentrañarla. Cosa que todavía no logré, porque tengo ganas de seguir intentándolo un rato más.

10) Silver - Pixies
del álbum: "Doolittle" (1988)

A mucha gente esta canción le parece una garcha y no sé si hago bien sacándola de contexto. En "Doolittle" suena tan fuera de sintonía con lo que la rodea que incita a la aplaudible sorpresa antes que al repudio y además te despabila antes del final (no es que "Doolittle" sea un disco para dormirse, conste). De repente y porque sí, entre los serruchos rifferos, los tipos la lían con este lamento folk (tambores indios; acústicas con las cuerdas que se sueltan y se enrulan) que te lleva a las mesetas de siluetas rocosas y plantas chamuscadas resistiendo sequías. La sensación de ruina y soledad es totalitaria. Ni siquiera se distinguen las voces en falsete de Kim Deal y Frank Black, que no atienden a razones de melodía alguna en esta tierra de extraños.

11) Street Waves - Pere Ubu
del álbum: "The Modern Dance" (1978)

Un viento del ártico sopla entre los cables pelados, haciendo chisporrotear una electricidad inestable sobre los escombros de una explosión. Así suena el intermezzo de esta contundente mini-locura extraída de esa contundente macro-locura que es "The Modern Dance", un monolito de la música moderna de Ohio. No solo las guitarras teledirigen sus escupitajos de watios, sino que la palabra "electricidad" se adivina en la letra desencuadernada por el energúmeno que "canta". No sé qué más decir.

12) Police Me - Tori Amos
del álbum: "Abnormally Attracted To Sin" (2009)

Hace tiempo que los días famosos de Tori Amos están atardecidos, pero la flaca todavía saca álbumes de millones de canciones para que la gente común no olvide su oficio, supongo, y para que sus seguidores dedicados fisgoneen en su enrevesada mente. O porque le pinta, también. Tiene todo para hacerlo, por supuesto, aunque a la crítica estos últimos álbumes mucho ya no le quepan. A mí del último disco sí me llamó la atención este engendro metido en el medio que son como cuatro canciones en una. De repente hay cuerdas que suenan a mellotron; de repente una cosa medio noventosa y medio rapera; después un estribillo que no te lo sacás más de la cabeza, un bizarro patrocinio a Blackberry y la entonación de la palabra "perhaps" más malévola de la música grabada.

13) Half Day Closing - Portishead
del álbum: "Portishead" (1997)

El segundo álbum de Portishead es menos famoso que el primero, lo cual es muy injusto si consideramos que está igual de bien. Claro, pasa que aquel "Dummy" en comparación con éste otro equivale a pedirle matrimonio a tu novia en el clímax de un show de luces y aguas danzantes en Magic Kingdom. Igual digamos que se les va un poco la mano a Gibbons y Barrow con toda la oscuridad y toda la ruina: la letra de esta canción es demasiado obvia en cuanto a sus intenciones, por eso sugiero no darle bola. Sí sugiero darle bola a las texturas, sobre todo cuando entra el muro de cuerdas. Monstruosamente llorón, delicioso.

14) Jumping Through The Mirror - The Red Krayola & Art Of Language
del álbum: "Sighs Trapped By Liars" (2007)

Ah, la típica canción Indie. Tiene todo lo requerido: la melodía gris inventada en el momento. La instrumentación desgarbada o imprecisa, a cargo de alguien que se acaba de matar a pajas. La tipa que canta como quien se pasea por la góndola de Carrefour mirando detergentes. Una onda lounge-bossa adivinable en la distancia. El ADN de algo que podría pasarme desapercibido, solo que esta vez no. No sé si será por la impronta lacaniana de las letras, o por la fijación under que siempre impregna el solo nombre de la banda (Red Krayola! Los mismos de "The Parable Of Arable Land"!), o por el agradable mullido de guitarras que parecen sonar solo de pedo porque hay objetos que las rozan, o por la tapa del disco que es una pintura, cuándo no. Muy inspirador.

15) Phantasmagoria In Two - Tim Buckley
del álbum: "Goodbye And Hello" (1967)

Si querés ser cantante y estás para anotarte en la próxima temporada de La Paternal's Got Talent, hacete el bocho: NUNCA en tu vida vas a cantar como Tim Buckley. Qué va a hacer. Es bueno saberlo de antemano así uno se dedica a otra cosa, por ejemplo, sentarse frente a la compu nueve horas al día ayudando a que gente que no conocés se haga rica. La muy elisabetiana gema que nos ocupa es también muy triste. No sé por qué. Tal vez porque el flaco la está cagando; la relación con la chica apenas empieza y este Tim ya le abre todo su corazón sin censura; le confiesa todos sus miedos, todos sus defectos y le hace miles de promesas incumplibles. ¿Para qué? ¿Qué quiere probar? Al pedo. Pero bue. Por lo menos la melodía es increíble y eso hace que nos enamoremos de él y del mundo por un rato.

16) These Days - R.E.M.
del álbum: "Lifes Rich Pageant" (1986)

Ok, no iba a poner nada de esta banda pero cambié de determinación porque me subleva que nadie conozca este tema. No es que algo vaya a cambiar ahora, pero por lo menos dentro de muchos años la gente hablará del noble y sabio bloggero al que nadie leía que pateó el tablero y dijo por primera vez que ésta (y NO la fantochada de "Everybody Hurts" y NO la quemada "Losing My Religion" y NO la boludez de "Man On The Moon") es la gran canción de R.E.M. ¿Alguna vez pensaron que esta banda era adultosa aburridosa intelectualosa y sin sangre? Súbanle el volumen al mango a esta cosa y ¡Piensen de nuevo! A ver qué onda. Y, de paso, quédense con uno de los más grandes twitts del rock militante de estadios:

We are young despite the years,
We are concerned,
We are hope despite the times.

All of a sudden, these days.

domingo, 29 de agosto de 2010

Señor Montonero Lanata



Jorge Lanata es un jerarca inteligente; él lo sabe y le sienta bien el clímax televisivo que monta cada vez que editorializa pantalla mediante, aún cuando ésta sea la subalterna de Canal 26. Su trayectoria asociada al pensamiento de izquierda lo convierte alternativamente en un tótem progre y en un eficaz referente coyuntural de la oposición cuando se le da criticar a Fernández de Kirchner. Eso también lo sabe. No es la primera vez que se planta en una vereda distinta a la que en teoría cabría esperar, pero todavía genera la sensación de estar violando el libreto de lo políticamente correcto cuando él, Jorge Lanata, el que fundó Página 12, amaga sufrir vicariamente por Grupo Clarín.

Quiere que lo dejen "pensar tranquilo", y está bien. Nadie tiene que rendir cuentas por etiquetas que al fin y al cabo le han puesto otros, ni asumir oficios sacerdotales para militancias que requieren apoyaturas religiosas. Ser de izquierda - o mejor dicho, haber defendido ciertas posturas de izquierda - no implica que haya que adscribir al guión semiautomático de los convencidos que se presencia todos los días en 6-7-8. El programa de canal 7 es a la vez un contrapeso mediático necesario y una trinchera bastante monocorde, donde más allá de la retórica convincente de una Russo, un Aliverti o un Foster, se termina largando un tufillo a misa con tantas "buenas noticias" que tienen para dar, tanta unanimidad y tanto significante abusado.

La ideología, sugiere Lanata, no tiene por qué ser un ghetto familiar donde el disenso equivale a la traición. Nos pregunta entonces si lo dejamos ser ecuménico. Si lo dejamos ser neutral, tomar distancia y quedar mal con Dios y con el diablo. No quiere callarse ni en lo que que está de acuerdo con el gobierno ni en lo que está de acuerdo con Clarín, aún cuando esta pelea, dice, no es la suya y pareciera que no quiere meterse (pero se mete de lleno). Aún cuando esta pelea, dice, no es por ideología sino por plata (como si plata e ideología, base y superestructura, estuvieran divorciadas). Dejémoslo pues ser neutral a Jorge Lanata; dejémoslo pensar tranquilo y en libertad. Su inteligencia nos merece esa indulgencia, aunque nuestra libido política, golosa, quisiera que piense exactamente igual a nosotros.

Sin embargo la neutralidad de Lanata resultará, a lo largo de este editorial, cuanto menos llamativa. Porque promediando el video nos enteramos de que está muy de acuerdo con ambas decisiones concretas del gobierno de Fernández de Kirchner. Le parece perfecto que se declare de interés público la manufactura de papel para diarios. También le parece perfecto que la Justicia investigue el traspaso de la empresa Papel Prensa a manos de La Nación y Clarín. Tanto es así que explícitamente felicita al gobierno por las medidas anunciadas el martes. Sin mucho aire para matices, adopta una posición con respecto a la cosa concreta que de neutral no tiene nada; la política del gobierno en relación al tema merece su aprobación.

¿Por qué, entonces, ocupa solo treinta segundos en esa aprobación y el resto del tiempo lo dedica a criticar cuestiones que ya no queda claro si son de forma o de fondo pero que se corren intencionadamente del eje de lo que él mismo, segun dice, apoya?

A medida que habla Jorge Lanata, el conflicto de intereses que lo lleva a disertar con tanta vehemencia se torna secundario y la cosa vuelve donde había empezado: al terreno del descargo personal. Porque el editorial, se va comprendiendo, tiene un destinatario clarísimo; ese público que siempre lo siguió por sus ideas progresistas y ahora no lo deja "pensar tranquilo". ¿Por qué molestarse entonces en detallar las razones por las que felicita al gobierno respecto a lo de Papel Prensa? Un tipo que se cansó de hablar pestes de Clarín y de los oligopolios de prensa; que está donde está porque hace rato que, por indócil, lo corrieron de los grandes medios audiovisuales ¿Qué va a decir de Papel Prensa? ¿Que está bien que lo controlen los dos diarios más poderosos del país? ¿Que se hace mal en investigar cómo fue el chanchullo? No parece hacer falta: su público lo adivina.

Entonces qué hace. Se rebela. Se rebela contra aquellos que desean domesticar su pensamiento. Desdeña la oportunidad de convencer al escéptico de que lo que hizo el gobierno está bien y lo critica por detalles periféricos atizando una provocación espectacular. Porque eso es lo que Jorge Lanata siempre fue: un provocador. Le gusta descolocar a su público en vez de poner en lindas palabras lo que éste ya piensa. Su calculado circo apunta a esa provocación, y nunca más claro que cuando se regodea con sorna en las supuestas reacciones y puteadas que causará "lo que voy a decir ahora". Sabe que lo que dice molesta, que son "barbaridades", y le encanta. Ese es Lanata.

El gordo nunca nos deja indiferentes. Nos obliga a engranar el cerebro aunque sea solo para desguazar sus argumentos uno por uno, que es la forma más poderosa de reforzar los propios. Cuando escuchamos, por ejemplo, a los editorialistas de TN o a los panelistas de 6-7-8, ya sea que estemos o no de acuerdo, sabemos sus versículos de memoria. Dicen casi textualmente lo que la propia tribuna espera escuchar y repiten tantas veces lo mismo en los mismos términos que se cae pronto en un letargo de frases hechas, de lugares comunes, de verdades reveladas. Con estos programas, la posibilidad de cuestionar nuestro propio credo se antestesia en un aplauso o un repudio futboleros. Lanata se las ingenia, en contraste, para desencuadrarnos siempre.

La retórica de Lanata es hábil. Es justamente cómo lo dice, desde dónde lo dice y a quién se lo dice. No tanto lo que dice. En rigor, las críticas contra los Kirchner sobre las que derrapa en la segunda mitad del video parecen más un compendio estándar de los lectores de La Nación Online que el resultado de un largo "pensar tranquilo". Se pregunta por qué se fijaron en Papel Prensa recién ahora, cuando llevan siete años de gobierno. Impugna varias veces la duración del discurso de la presidente (¡hora y media!). Reclama atención oficial sobre problemas mucho más importantes como la inseguridad, la salud pública y el hambre. Se queja indignado de que se remita tanto a cosas que pasaron hace 34 años y, sí, ¡menciona la palabra "crispación"! Todos artilugios poco originales, de picado grueso, que se sustraen voluntariamente de la cuestión de fondo y que molestan por quién lo dice; no por peso propio.

Por querer provocar, por belicoso, por desafiar a sus fans, Lanata cae en algo demasiado cercano a la desinformación. Despliega un discurso virulento contra una política con la que, en su nivel más crítico, está de acuerdo. Nos promete que no tomará partido para enseguida ensañarse con una sola de las partes, con todo lo que esto implica. Porque sus palabras en DDT serán sin duda citadas y reproducidas por destinatarios rémora, sin siquiera tener que tergiversarlas, para argumentar contra las políticas oficiales en torno a Papel Prensa. Sin ir mas lejos, este video apareció colgado en un blog de La Nación para pleitesía de sus lectores. Esto es algo que Lanata, un tipo inteligente, tiene que haber podido prever; lamentablemente su figura no tiene margen para inocentadas de joviales cincuentañeros. Que no las hay; el tipo solo sabe cómo manipularnos.

El debate por Papel Prensa, aún en su raigambre de corte administrativo, se enmarca dentro de uno de mayor alcance que tiene que ver con el tipo de democracia se queremos configurar a futuro. Es un tema cuya sola referencia se silenció - convenientemente para algunos - durante muchos años. En este marco no parece muy acertado objetar que se hable una hora y media sobre Papel Prensa por TV, ni chicanear con los problemas multiuso de "el hambre" y "la inseguridad", como si los distintos temas que conforman la agenda política fueran excluyentes entre sí.

A la vez, en una historia que lleva más de 500 años, lo que pasó hace 34 no necesariamente es tanto tiempo como sugiere Lanata, sobre todo si convenimos - esto es esencial - en que el trauma de lo que sucedió entonces sigue determinando en buena parte la matriz de poder que opera hoy, como ocurre supuestamente en el caso de Papel Prensa. La objeción de Lanata suena muy extravagante en boca de un tipo que publicó dos libros de historia argentina, porque si tiene razón entonces para qué estudiar historia; para qué releerla; para qué hablar de ella. Condenar que una presidente hable de historia aspira a tratar ésta como si fuera acaso una sitcom de episodios aislados que empiezan y terminan, una colección de instantes que se congelan para siempre, antes que el devenir continuo que hace a la construcción nunca acabada de una sociedad, sus poderes y la distribuición de sus riquezas.

Señor Montonero Lanata: re-nun-cie.

viernes, 27 de agosto de 2010

Olor a cosas raras

Se publicó ayer por la tarde el informe "Papel Prensa: La Verdad" en la página web del Ministerio de Economía. Varios opositores al gobierno habían criticado que éste no fuera público, abonando la idea de una conspiración. Ahora que lo tienen, estaría bueno que se tomen un recreo y lo lean antes de seguir con sus escupitajos programados.

La Nación y Clarín - quién iba a sospecharlo - no dicen nada al respecto de esta publicación en sus sitios; ni mención, ni referencia, ni un link que ponga "la mentira" o algo del género.

En lugar de eso, se entretienen desinformando a lo campeón, tal vez superando sus propias cuotas históricas. Al cubrir la declaración ante la justicia de Lidia Papaleo ayer, subrayan que de su testimonio se desprende que ella nunca fue torturada específicamente para vender Papel Prensa y que aún estaba en libertad cuando la empresa fue transferida (La venta se realizó en noviembre de 1976 y el secuestro de los Papaleo y los Graiver fue en marzo de 1977). Esto les alcanza a los interesados LN y Clarín para hablar de un "desmoronamiento" de la denuncia del Ejecutivo Nacional. ¿Qué se omite? Básicamente, que si - como ellos mismos resaltan y el mismo gobierno reconoce - Lidia Papaleo fue secuestrada cuando Papel Prensa ya había sido vendida a los actuales accionistas ¿Por qué la habrían de torturar por ese motivo (habiendo tantos otros)? No se informa mucho más sobre el resto de una declaración que duró cerca de cinco horas y eso que está ausente es a lo que habrá que estar más atentos. Esta parte del testimonio resaltada por LN y Clarín puede, en todo caso, poner en duda la asociación de la venta de papel prensa con delitos de lesa humanidad, pero de ninguna forma descarta la existencia de presiones malintencionadas previas para que se realice la transacción a los accionistas actuales.

Otro vértice del "desmoronamiento" está en la solicitada de Isidoro Graiver publicada en adivinen-qué-diarios (y pagada por vaya-a-saber-quién). Allí, vuelve a cotejar las fechas de la venta y del secuestro como principal argumento para desmentir la denuncia del gobierno. Además indica que la venta se realizó "sin amenazas ni extorsiones y en libertad". Según "los diarios", esta declaración vuelve a probar lo infundado de las sospechas y azuza a los perros de la oposición para ir al choque por "la libertad de prensa", equiparar a La Nación y Clarín con el país mismo (¡ay Elisa!) y exigir renuncias.

Al respecto, ayer a la noche 6-7-8 emitió al aire unos fragmentos de cintas en donde se escucha al mismo Isidoro Graiver dando un testimonio completamente opuesto al de la solicitada en una entrevista privada con Roberto Caballero, director del diario "Tiempo Argentino". La grabación fue hecha pública, según Caballero que estaba presente en el piso, porque desde el momento en que la fuente contradice públicamente lo dicho en una instancia privada, el periodista se ve forzado a romper el pacto de confidencialidad para resguardar su propia credibilidad:



Las repercusiones inmediatas se dieron en "El Juego Limpio" - la pantalla de Clarín - donde Nelson Castro se animó a poner al aire a Osvaldo Papaleo, el hermano de Lidia, aludiendo entre otras cosas a las cintas de Caballero con el humor casi quebrado. El momento fue bastante dramático y hasta brutal (no todos los días se habla de Clarín como "una mafia" en el propio TN), tanto que el programa terminó inmediatamente y, a continuación, se los vio a Blanck y Van der Kooy abrir "Código Político" en algo parecido a un estado de shock, comentando con titubeos terribles el testimonio de Lidia Papaleo y obviando olímipicamente lo que había pasado segundos antes en el estudio de Castro:



Olor a cosas raras, le dice Papaleo a Castro. Un olor a podrido que está llegando a Dinamarca. Suele pasar cuando se destapan algunas ollas.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Avasallamiento

La Nación y Clarín publicaron ayer, 24 de agosto a primera hora, una especie de solicitada criticando los intentos del gobierno de Cristina Kirchner de intervenir Papel Prensa (en ese momento no sabían que haría algo peor todavía: enviar un proyecto de ley al congreso). Su título: "Una historia inventada para quedarse con papel prensa". Su intención: dar a conocer ante la opinión pública la verdad sobre este grave atropello a la libertad de expresión. Hay que aclarar en este caso que las fuentes son totalmente confiables, dado que se trata de las principales accionistas de la empresa en cuestión.

Dejando el chiste de lado, van algunas citas del texto que insisten (voluntariosamente) en llamar mi atención.

Controlar el papel es controlar la información, y esto es lo que el Gobierno viene buscando a través de varias herramientas: la propaganda oficial, la ley de medios, el control del acceso a la información, el manejo militante de los medios públicos y la multiplicación de los medios paraoficiales.

El primer párrafo ya es casi antológico. No lo quería dejar pasar aún cuando esto lo señaló todo el mundo, desde los comentaristas "a sueldo" en LN Online hasta la Presidente en su ponencia en Casa Rosada. "Controlar el papel es controlar la información". ¡Te lo están diciendo en la cara y hasta se les escapan un par de salivazos!: nosotros controlamos el papel o sea que controlamos la información; lo venimos haciendo desde hace más de 30 años y estamos interesados en que siga siendo así por unos cuantos más. Me maravilla lo explícito que aparece el interés corporativo que están resguardando. Si la bajada, en vez de dar a conocer un "comunicado respecto de las verdaderas intenciones del Gobierno" hubiera puesto "nuestras verdaderas intenciones", no habría dislate alguno. Luego hacen uso de los pequeños tópicos de siempre, en donde quieren que asumamos, por ejemplo, que la Ley de Medios es un instrumento de tortura para castigar a los libreprensadores del país, sin que esto amerite presentar prueba, aclaración o comentario al margen alguno. Ya está cristalizado, impuesto de esa forma.

En los últimos días, esta intención de avasallar el derecho de la sociedad a la libre elección y expresión se reveló de manera muy clara con la cancelación de la licencia de un proveedor de Internet.

Palabras solemnes. Frases hechas. Significados vacíos. Y no iban a mencionar siquiera la posibilidad de que esta licencia en realidad no existiera y que el tema en todo caso lo deberá determinar la justicia. ¿Para qué? ¡Si ya está todo dicho con lo de la "libre elección"!

La compraventa se llevó a cabo el 2 de noviembre de 1976. Fue una operación absolutamente legal y pública, anunciada en todos los diarios de la época.

Esta oración constituye una pequeña genialidad de la ñoñez discursiva encubierta. ¿Qué significa "legal" y "público" en un país que atravesaba una dictadura? ¿Qué implica que la compraventa fuera anunciada "en todos los diarios de la época" a siete meses del golpe de estado que diera origen al PRN? Los diarios de entonces publicaban y se abstenían de publicar básicamente según lo que complaciera a la dictadura. El hecho de que la compra de Papel Prensa por parte de La Nación, Clarín y La Razón fuera informado en los diarios, presentado aquí como una prueba de transparencia, no quiere decir absolutamente nada hoy en día, cuando las claves para leer esos diarios son radicalmente otras (y no hace falta hacerse fan de 678 en Facebook para aceptar esto). Son los mismos diarios que, por ejemplo, glorificaban sin problemas acciones contra "la subversión" que hoy están siendo juzgadas y condenadas. Los que informaban de una "campaña anti-argentina" en el mundo que hoy invita al llanto y mañana invitará a la risa. Los que publicaban panegíricos de personajes que hoy hasta los mismos La Nación y Clarín prefieren condenar casi por contrato de lectura; la misma solicitada que aquí analizamos, unas líneas más abajo, tacha el secuestro de los herederos de Graiver como "repudiable". Con este comentario apelando a la autoridad de "diarios de la época", La Nación y Clarín pretenden suspender la historia que a ellos mismos les pasó por encima.

Por otra parte, se omite risueñamente - no solo en esta oración sino en toda la solicitada - que la compra de Papel Prensa fue realizada con la participación activa y sumamente interesada del Estado, que de hecho sigue siendo accionista minoritario de la empresa. Sucede que quien ocupaba el gobierno nacional en aquel entonces era una dictadura militar, es decir, un gobierno ilegal de anti-constitucionalidad comprobada que tenía varias razones para tener a los diarios de su lado ¿Qué tan "legal" puede ser una compra en la que interviene un gobierno de facto y probadamente genocida? Si bien la solicitada argumenta que el Estado se quedó con su parte porque un juez no se expidió con respecto a lo que le tocaba a Lidia Papaleo luego de la compra, asumir así nomás que el gobierno de facto no tuvo nada que ver con la cuestión sería de un candor criminal.

Los integrantes del grupo Graiver, vendedores de la empresa, fueron ilegalmente detenidos 5 meses después de la venta de Papel Prensa y por imputaciones ajenas a este tema. Al momento de esa operación, los Graiver estaban libres: no habían sido secuestrados ni torturados ni amenazados por la dictadura gobernante.

En esta disyuntiva reside gran parte de la disputa. ¿Los Graiver vendieron la empresa por su propia voluntad o fueron amenazados para hacerlo? El argumento de que fueron secuestrados 5 meses después no tiene demasiado peso; por más brutal que haya sido la dictadura del Proceso, no es imprescindible secuestrar y torturar para presionar con algo, especialmente tratándose de una dictadura militar. De todas formas lo que más llama la atención es la utilización de "imputación", un término de la justicia penal, como razón para secuestrar y torturar a un grupo de personas. Algo que, como sabrán, con la justicia penal tiene poco y nada que ver. Huele a justificación y suena raro, incómodo, como una hilacha que se muestra.

No encontré más frases espectaculares. Más allá, todo el discurso consiste en una aseveración de hechos supuestamente probatorios que solo de a ratos mencionan sus fuentes. El argumento fundamental de La Nación y Clarín es que la adqusición de Papel Prensa a instancias de presiones mafiosas nunca había "saltado" con anterioridad (ni en la justicia ni en la opinión pública) y eso por sí solo prueba que las denuncias del Gobierno son manipulaciones coyunturales de la historia, o que las acusaciones de los exherederos de Papel Prensa son tardías y sospechosas de acomodarse a lo que les conviene.

La falla estructural del argumento está en que ciertas cosas pueden permanecer ocultas mucho tiempo; eso no las hace menos verdaderas o graves cuando finalmente salen a la luz. Por otra parte, si este tema no se trató ampliamente hasta ahora es por una buena razón. Buena y evidente. Las irregularidades acerca de Papel Prensa, así como aquellas relativas a la titularidad de licencias y la Ley de Radiodifusión de la dictadura sí eran discutidas en ciertos círculos (sin ir más lejos, la Carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA); simplemente no habían tenido difusión en los grandes medios, lo cual tiene demasiado sentido cuando los dos diarios todopoderosos de la capital - uno de ellos un coloso multimedios - son los interesados número uno en mejor no hablar de ciertas cosas.

La Nación y Clarín no tienen paz. La Nación hoy publica una irrisoria nota demostrando que el rating de los canales de aire en cadena televisando el discurso de Cristina Kirchner bajó con respecto al mismo horario el lunes anterior. Sí, no es joda, compara desfavorablemente el rating del acto en Telefé con el de Casi Angeles en ese mismo canal: desinformación distribuida al por mayor que, más allá de su completa irrelevancia, "olvida" la ingenuidad de comparar un contenido cuya audiencia se reparte en varios canales con otro que es exclusivo (el rating total del discurso, naturalmente, fue comparable al de Tinelli, Coki y Fort).

Ante este tipo de cosas, la sensación es que les cuesta mucho a La Nación y Clarín y sus emporios digerir que venga alguien de afuera a imponerles la agenda que estaban acostumbrados a manejar a placer y tener que publicar sobre cuestiones que mas vale no haber tenido que ventilar jamás. El acto de Cristina Kirchner ayer, más allá de la credibilidad que cada uno le prodigue, mostró algo realmente inédito: un primer mandatario hablándole al país abiertamente sobre los medios y sus historias y sus nombres y sus intereses comerciales, con un sesgo pedagógico y documental antes que de trinchera, y sin importarle demasiado - hasta lo dijo - las tapas nefastas que le lloverían al día siguiente. Para algunos estará loca; puede ser, pero lo cierto es que está haciendo algo que, más allá de como salga, nadie nunca había hecho antes. Ni en este país y no sé si en algún otro. Con locos así, da para interesarse.

Si esto lo hace porque es una luchadora por un país más justo o porque quiere hacerse con el control de la prensa que opina en contra de su gobierno; si los Papaleo están finalmente siendo escuchados o cambiando su discurso por conveniencia o presiones lo tendrá que investigar la justicia y lo tendrá que decidir el congreso. Fiel a su "autoritarismo", lo único que hizo Cristina Kirchner fue presentar una denuncia y envíar un proyecto de ley. Que se investigue. Que se debata. Más allá de cómo se compró Papel Prensa, el solo cuestionar públicamente la administración del insumo básico de toda la prensa nacional es un hecho de política pura. Porque, ¿cuál es el problema? ¿por qué tanto nervio? No me dirán que Clarín y La Nación, a diferencia de Macri, sí tienen algo que ocultar.

Los medios no son tan intocables, entonces. Son jugadores del juego del poder y la riqueza, también llamado en estos tiempos juego democrático, y como tal lo más sano es poder criticarlos - desde el estado, desde la militancia, desde la academia ¡desde donde sea! - sin que esto tenga que ser leído automáticamente como un "avasallamiento de la prensa independiente", como si esta fuera una especie de Jesús o Gendarme de la Verdad. Hasta que no haya evidencias de que lo que quiere el gobierno es limitar voces contrarias solo para ganar elecciones - que no las hay; esas voces están y siguen chillando a amplio volumen en todos lados - no hay razón para que no haya paz. Pero quién entiende razones. No habrá paz, y eso es lo interesante.

Al final el 24 de agosto fue mucho más que el cumpleaños de Borges. Aníbal, la tenés adentro.

lunes, 23 de agosto de 2010

Todos somos Fibertel

LADO A

Otra vez lo mismo viejo. Así no se puede. Los muy HDP pretenden ahora clausurar una empresa que presta servicios de banda ancha sin licencia para hacerlo. Repito: así no se puede. ¿A quien en su sano juicio se le puede ocurrir que la falta de licencia es una buena razón para cerrar una empresa? ¿A quién le importa? Estos tipos no entienden que estamos en Argentina (pronunciado aryentina). ¿Desde cuando en este país sureño esos enrevesados vericuetos legales conocidos como "leyes" se toman tan a pecho? Además, viejo, ¿Cómo les entra en la cabeza que gente como la del Grupo Clarín, con tanta desinformación que cubrir, tantos precandidatos que patrocinar y tantos negocios de los que ocuparse, se va a poner en gastos viendo a ver si tienen o no licencia para todo lo que hacen? No, pará, posta lo digo. Yo elegí Fibertel. Yo elegí esta empresa fantasma ilegal y tengo derecho a hacerlo. ¿Qué me importa si tienen licencia o no? ¿Qué me importa si forma parte del monopolio de la TV por cable? Esas son giladas para los giles. A mí lo único que me importa es tener internet de banda ancha para ver pornotube y boludear en face sin que vengan unos HDP a sacarmela porque "es ilegal", los mismos HDP que regalan plata a los villeros para que se rasquen el ombligo a cuatro manos todo el día. Los mismos que con esta ley de medios quieren instituir una red de editorialitas adictos, como hicieron con la Corte Suprema que está ahora llena de abortistas anticlericales. Esto así no va. Nos parecemos mucho a un país tropical que empieza con V corta y termina con "enezuela" que no lo voy a nombrar entero porque Dios me libre. Tengo unas ganas bárbaras de agarrar la cacerola otra vez. Loco, cortenlá. Soy clase media viejo. Qué carajo me importa si Clarín es o no es un monopolio, o si los accionistas de papel prensa son tales o cuales, o las viviendas que hace o deja de hacer Milagro Sala en una provincia lejos, o si hay gente en las villas que no quiere laburo y le da al paco. No me rompan las pelotas. Soy clase media. Soy la gente. Soy TN. lo único que me interesa soy yo, que un negrito con gorra no me cague a tiros en la esquina y que a los estancieros de la pampa húmeda, que son mis ídolos, les vaya bien. Todo lo demás me resbala. Posta. O sea, me da igual cuánto ganan los peones del campo o los obreros, me da igual la propiedad de las frecuencias de radiodifusión, me da igual lo que pasa en Colombia, Honduras o Carupá. Lo único que yo quiero es hacer con mi vida es kite-surf, ir a new-shampoo, enrejar bien todas las ventanas de mi chalet (incluida la del playroom en el tercer piso) y ver a Susana los domingos hablando con Flor de la V (porque soy re tolerante y abierto, ojo: la mejor con travas como ese). Repito: así no se puede. Me cortan Fibertel porque "es ilegal" y "no tiene licencia". Yo no entiendo estos tipos qué onda. Dios me libre posta.

LADO B

¿Recién ahora se enteran que Fibertel es ilegal? ¿Tiene que desaparecer sí o sí en vez de ser transferida o regularizada? ¿Se dan cuenta que Telecom y Telefonica - oligopolio por excelencia - ya están armando el arbolito no? Una cosa es simpatizar con el gobierno y otra es ser boludo. Pensamientos nada más.

lunes, 9 de agosto de 2010

Reidiojed

Este humilde servidor pensaba que no se podían subir a YouTube videos que superaran los diez minutos. Hasta que vio que alguien subió a dicha web - hace cosa de medio año, esto no es primicia ni pretende serlo - el recital entero que Radiohead dio en Buenos Aires el 24 de marzo del año pasado. Y que está en dos partes en HD. Y que cada una dura más de una hora. Cosas como éstas vienen a desestructurar aún más el groso desorden que impera en mi mente. Pero no importa. Si no te alcanzó la plata, si te alcanzó pero te dio fiaca, si no te gustaba la banda entonces y ahora sí, si fuiste pero te olvidaste, si fuiste y querés revivirlo, o si simplemente tenés un par de horas al pedo para aniquilar, aquí están, estos son.

No pongo el setlist para recrear la sorpresa.

También descargable en este link



miércoles, 28 de julio de 2010

Un arquitecto

“Me encuentro solo, y camino en dirección hacia el atardecer que disminuye lo que me rodea. Hay pocas personas en las calles vacías, pero se arrima un murmullo de avenida desde detrás del terraplén. Palermo Viejo luce sombrío, como un acertijo que nadie resuelve; a un costado, la vía del San Martín va trazando un horizonte. Detrás, supongo, Juan B. Justo, y una cortina de edificios que sube. Las torres de Buenos Aires, que ya empiezan a estar en todas partes. Y alguien me mirará desde esas ventanas, creo”.

La esquina de Gorriti y Godoy Cruz.

De pronto, el Arquitecto Sandoz parece olvidar por qué se encuentra allí, hacia dónde iba y de dónde venía. Olvida también el portafolio que lleva bajo el brazo. Olvida que hace rato sentía un poco de frío, y no repara en el rumor de un tren que apura su rumbo a Chacarita y el cementerio. Se ha quedado contemplando el escenario, y ha comprendido que, como una hipnosis que domina su voluntad, algo ha comenzado a tomar forma frente a sus ojos.

El telón de la ciudad se descorre como un velo. Lo que estaba quieto comienza a moverse. Lo que era silencio es ahora un zumbido. Y la luz, hace un instante inclinada sobre los talones del día que agoniza, se renueva a sí misma en cuestión de segundos. Abunda el sol.

“Abunda el sol, abunda el ruido. Me encuentro de pronto ante un espacio vacío en el tejido urbano, y mi genio no se resiste a colmarlo. Sueño despierto. Todas las posibilidades parecen abiertas; un escenario vacío que busca expresarse, llenarse de vida, anexar lo que lo rodea. Fundirse con todo. Empezar a ser parte de la ciudad y no del olvido”.

“Miro de nuevo. Cuesta creerlo, no puede ser, pero… No, seguro que no estoy viendo visiones. Lo veo claramente; está allí. Una verticalidad se ha adueñado imprevistamente del vacío; el escenario se ha llenado de actores y el momento ya es otro. Pienso en paredes que se elevan sin freno hacia el cielo como buscando todo ese azul. Dejo que ventanas muy anchas recorten contornos a su antojo sobre los muros de colores; allí están. Las veo. Lo hacen con método. No me arrepiento”.

“Dimensión. Darle dimensión. Dejo que una concavidad invente un trazo sobre el frente. Sí, así está bien; siento que puedo sumergirme en ella con la mente. Pero hay demasiada gente y marea de golpe; debe ser el horario de salida. Todo de pronto empieza a saturarse de movimiento y a mi alrededor, como si hubiera sonado un cambio de hora o de turno. Es gente, que llega y sale. Que habla contagiosamente de los vaivenes que cumplen. Caminan todos en diferentes direcciones y me rodean. Y la luz se desploma con agrado sobre los parques del costado. Es perfecto”.

El Arquitecto Sandoz está parado en la esquina, como congelado. Piensa que es perfecto.

“Pasa delante de mí un pibe. Tendrá unos 19 o 20 años. Quizás incluso menos. Lleva una maqueta, como puede, y parece estar apurado. Corre, también como puede, hacia adentro. Apenas capto su atención con un saludo”.

- Buenos días.

“Me responde con un gesto vago de la cabeza. Pronto lo pierdo de vista”.

La esquina de Gorriti y Godoy Cruz. Demasiada gente. Demasiada luz. Demasiado murmullo que impide buscar su punto de afluencia. Marcelo Toscanini, que no ha dormido bien, tiene que detenerse por un momento porque nota que se le han caído un par de maderitas de la maqueta que, evidentemente, no han quedado bien pegadas después de tanta noche en vela y fumando. Resopla. Mira a su alrededor con desconcierto; no sabe dónde apoyar la maqueta. Ésta, para colmo, es bastante grande. El camino es llano; alrededor solo hay suelo. Una mueca de fastidio quiebra la comisura de sus labios.

El Arquitecto Sandoz, imperturbable, inmóvil.

“Cuánto aire, cuanto movimiento. Allí, tal vez, tiene que haber un camino que comunique con el estacionamiento. Es bonito, además, no le quedarían mal unos bancos al costado. De madera, blancos. O, mejor planos, de hormigón... pero grandes y no tan rectangulares como de constumbre, sino más equiláteros”.

Marcelo, que ya está por dejar la maqueta en el piso ve, de pronto, que hay un banco a su lado. Está perplejo; podría jurar que hace un rato no estaba allí. Apoya la maqueta en él y recoge apurado los palitos del piso. Se han perdido dos o tres. Rodaron por ahí.

“Mejor perder dos palitos que seguir perdiendo tiempo”.

Luchando para que no se le caiga la mochila que cuelga precariamente de uno de sus hombros, toma nuevamente la maqueta y entra en el edificio, casi corriendo. El edificio lo traga.

Luz cenital. La recepción del edificio destella con una luminosidad inesperada. Marcelo Toscanini recuerda que siempre ha asociado la luz con la energía. Eso le devuelve el humor perdido. Al pasar por un aula, escucha música. Alguien ha puesto “Desolation Row” como una lluvia de palabras, pero Marcelo no puede quedarse escuchando. Llega tarde. Lo dice el reloj y la forma en que quedan marcadas las sombras.

Finalmente, la profesora le ha puesto una calificación provisional de siete puntos. Tiene un buen concepto de él porque suele participar en la clase, aun diciendo cosas porque sí o porque no entendió. Pero evidentemente esta maqueta no está muy bien resuelta. No le ha gustado a nadie y los titulares de la materia le han sugerido numerosas reformas al tiempo que la iban desguazando con meticuloso encono. Marcelo piensa en qué puede haberle salido mal, pero a la vez tiene la sensación de que ya no le importa demasiado; la entrega está hecha y ya siente cómo algo en él se relaja y cómo el tiempo que le queda se abre al lento disfrute. Tiene hambre. En un momento, al mirar por la ventana del aula hacia el frente, del otro lado de la calle ve a un hombre que está parado bajo la sombra de una acacia.

“Ese es el tipo que me saludó cuando entraba. Me pregunto quién será y qué hace ahí parado. No se movió desde que entré… y eso fue hace… ¿Dos horas? ¿Dos horas y media?”.

No puede determinarlo con certeza.

Mientras tanto, en la biblioteca la profesora de Marcelo dialoga con un par de colegas sobre los trabajos que han corregido. Algunos han estado muy mal, otros muy bien; lo de siempre. Luego discutirán sobre la arquitectura de los nuevos edificios de la zona, especialmente los que están al otro lado de Juan B. Justo, al cual todos coincidirán en denostar como expresiones de un negocio y no de una planificación urbana. El profesor Marcos Benítez, sin saber que las paredes oyen, cuenta una anécdota vivida hace unas pocas noches con los hacendosos travestis que se suelen ver de noche por los alrededores de la escuela.

“La biblioteca. Mucha más luz aún; quizás, filtrada por unos parasoles. Un ventanal del otro lado deja entrar un gran pedazo de cielo. Celeste. Unas horas antes, habría entrado el sol directamente, inundando todo de blanco y paz. Por la mañana, blanca.”

Se llama Carina Monsignor. La profesora. Hace unos buenos quince minutos que la conversación la ha aburrido. Tiene ganas de salir a fumar al patio y ya revuelve la cartera donde nunca encuentra nada. Un leve temblor parece dibujar unas ondas circulares en su café. Inventando otra distracción, simula no darse cuenta; es el San Martín que brama, y se aleja galopando al sur.

“El ventanal está abierto y entra un poco de aire fresco; aquí estoy sentada luego de mi jornada de trabajo. Espío por sobre mis anteojos y descubro que afuera todo está un poco mas quieto. El cielo, también. Allí enfrente sigue ese hombre. Está increíblemente estático; quién sabe en qué andará pensando. Yo, por mi parte, creo que esta biblioteca es casi como mi casa, a donde no quiero volver (sé muy bien por qué) aunque le faltarían urgentemente unas computadoras”.

Igualmente, preferiría por un rato no pensar en nada.

Una sombra de forma incierta comienza a alargarse ahora sobre el patio interno que da a la cafetería. Algunos alumnos dibujan sobre unas enormes láminas de papel, sentados en el suelo en la posición del loto. El espacio es amplio, pero está a buen reparo del viento. Hay bastantes alumnos a esa hora; sin embargo, parecen distribuirse bien. Siempre hay espacio. Amén se ser reiterativos, siempre hay luz.

“Un patio interno. Grande. La luz del sol entra inclinada y se infiltra por los demás rincones, hacia adentro. El viento se va a levantar, tal vez desde el sudeste donde no hay edificios que oficien de muralla. Pero el patio seguirá inmóvil. A buen resguardo. Es un buen lugar para estar”.

Desde el segundo piso, hacia el norte, Leopoldo Ibarretche ve los esqueletos de hormigón que se levantan del otro lado del terraplén. Ya no hay obreros que caminen por las vigas, excepto algún que otro grito sordo, y los aletargados movimientos de máquinas se han extinguido a lo lejos. Dos formaciones del San Martin con sus locomotoras, cada una viajando en su sentido, se cruzan justo frente a sus ojos. Es hora de volver, o al menos de salir de aquí.

“Espero que el 55 no tarde en venir como la otra vez. Ojalá pueda llegar a casa rápido; tengo que leer este libro de Simon Feldman para mañana y me quiero dormir temprano.”

Ya lleva un mes en este seminario de Arquitectura y Cine. Cualquier tema puede relacionarse con cualquier otro y termina teniendo su trama; es lo que siempre comprueba con cierto desencanto. Viene dos veces por semana; definitivamente ha sido una buena idea anotarse. Leopoldo Ibarretche baja ahora por las escaleras principales. A través del amplio ventanal atisba un verde oscuro de árboles y pasto que lo invade todo bajando desde el terraplén. La luz golpea de lleno sobre su cara, pero es cuestión de tiempo que los cipreses comiencen a recortar su sombra como figuras.

“Cada vez más tarde. Luz y sombra contrastan permanentemente todos los recorridos. Ahí está todo.”

Leopoldo Ibarretche cruza la recepción en diagonal y sale. Va andando el parque a paso veloz, y no se detiene a admirar el jardín, donde varios grupos de jóvenes debaten animadamente. Un dejo de pasto recién cortado se mezcla con las bocinas de los colectivos que discurren por lo lejos; en Juan B. Justo y en Thames y Borges, detrás de todo. Y adelante.

“Era obvio que me iba a pasar lo mismo, como siempre. El 55 yéndose y alejándose justo cuando llego a la parada. Mejor me voy a tomar una cerveza al bar nuevo que abrieron frente a la facu a ver si hay alguna banda buena tocando. El libro y dormirme: pueden esperar”.

Se hizo de noche como de golpe y, mientras se va alejando, Leopoldo Ibarretche mira atrás una vez. Las luces del edificio brillan con blancura, un filo sólido e impúdico hundido como puñal en la oscuridad recién nacida. De alguna ventana muy elevada y mucho más lejos surge el reflejo de muerte del sol náufrago. Luces artificiales, recuerdan que está en la ciudad.

“La noche me gusta más porque es cuando el estudio se mezcla un poco con el ocio. Los árboles son negros, pero el movimiento persiste. Las calles aledañas: uno las recorre y ve bares. Luces amarillas y rojas humean desde adentro. Y música. Hace cuánto qué no escuchaba ésta: “Samba de Orly” de Buarque. También veo talleres donde se hacen cosas, y hay gente. Una chica va caminando; lleva un arpa y desaparece misteriosamente tras una portezuela”.

Leopoldo no está seguro de dónde queda el bar, ni de cómo se llama. Al doblar por la esquina se encuentra al señor que sigue allí parado, que contempla la noche con aires de meditación y no parece reclamar para sí demasiada atención de nadie. Ese señor que ahora mismo, lo está pensando. Debe saber.

- Señor, ¿sabe usted dónde queda…

“Alguien me pregunta algo, y cuando doy vuelta la vista hacia atrás dejo de ver el edificio. Mi mirada, luego de mucho tiempo, se posa en otro lado. Instintivamente sé también, por fin lo comprendo, que he vuelto a la realidad”.

Una mujer alta, de muslos gruesos y voz de cantinero le pregunta al Arquitecto Sandoz si hay algún locutorio por la zona. Pero Sandoz, visiblemente sobresaltado, lo ignora, y hace un gesto negativo con la cabeza. No obstante, segundos después no cree que sea mala idea. Algún día habrá varios locutorios por ahí. Si todo sale bien.

La esquina de Godoy Cruz y Gorriti. Allí va un San Martín, galopando de nuevo, como tantas otras veces. Un terreno baldío enorme, sembrado de yuyos y envuelto en un silencio igual siempre. Bocinazos a lo lejos; Palermo oscurecido por los primeros retazos de la noche porteña.

Un gato maúlla en algún lado. Hay poca gente en las calles vacías. Y el Arquitecto Sandoz apura el paso hacia Córdoba. Recién se acuerda: se le ha hecho muy tarde.

martes, 27 de julio de 2010

A la pucha

Querer realmente a alguien es posible cuando encontramos a un alguien que realmente nos viene bien, nos gusta, nos hace sentir felices

Alejandro Rozichner

jueves, 22 de julio de 2010

Aproximación de π

Pocos recuerdan que el 22 de julio se celebra el día de la aproximación de π. Para las fechas expresadas en formato continental europeo - ubicando el día en primer lugar y el mes a continuación - el encabezamiento se lee como: 22/7, tal que la fracción impropia 22/7 ≈ 3,14285714... ≈ π (siendo que π ≈ 3,14159265... y, por ende, 22/7 > π, quedando probado desde la antigüedad que 22/7 es una aproximación diofantina superior a π). El 22 de julio es, de hecho, la fecha del calendario gregoriano cuya fracción más se avecina a π, aunque situándonos fuera de él, la impropia 355/113 provee una aproximación a π más precisa, aunque menos popular entre los inmortales. En los Estados Unidos - tierra de los libres y hogar de los valientes - se prefiere el 14 de marzo para esta misma celebración puesto que, expresada en formato inglés, la fecha 3/14 nomina los tres primeros dígitos de π (dado que π ≈ 3,14). En el día de aproximación de π, según establece el antiguo oráculo de Herminius Watt, "puo capitare qualsiasi cosa", tal como lo prueba, entre otras desventuras, el asesinato del electricista mineiro Jean Charles de Menezes en la estación Stockwell (Londres), a manos de la ley imperial, el día de aproximación de π correspondiente a 2005.

¿π?

El extravagante número π supone la división entre la circunferencia (c) y el diámetro (d) de un círculo dado en la geometría euclídea, tal que π = c/d para cualquiera de los círculos que componen el cosmos. Así, π constituye una invariante que señala el número de veces que el diámetro de un círculo, independientemente de su valor, es contenido en su circunferencia o perímetro. Su denominación deriva de la letra griega π (pronunciada: "pi"), que oficia de inicial de los vocablos περιφέρεια (periferia) y περίμετρος (perimetro), y fue utilizado por primera vez por William Jones en su fascículo "Abandon all hope", publicado en 1709. El nombre, hecho extensivo más tarde por el afamado matemático suizo Leonhard Euler, permanece en uso hasta nuestros penosos días, aunque la misma letra griega es un símbolo relevante en otras disciplinas tales como microeconomía (π = ganancia) y miembrología (π = presión de los eslabones).

π es un número irracional, ya que no puede ser representado de forma exacta en una expresión fraccionaria (ej: m/n, donde m y n son Z), ni en una expresión decimal, ya que esta es infinita y aperdiódica (en cuanto a que no evidencia repetición alguna de patrones numéricos). π es también un número trascendental, ya que no puede expresarse como raíz de una ecuación algebraica (como x2=2). Por este motivo y otros menos difundidos, el valor exacto de π es imposible de ser precisado. Aún la expresión con mayor cantidad de cifras decimales computada hasta el día de hoy (se han descubierto hasta 1012 cifras decimales de π) malogra la infinitud de su naturaleza. Con la misma idiosincracia con que la eternidad recién comienza cuando una flemática gaviota ha terminado de cargar, uno por uno, todos los granos de arena de todas las playas del mundo desde una orilla hacia otra, el primer billón de dígitos decimales del número π no constituye siquiera una modestia (los lacanianos afirmarían que π es tan solo la más poética referencia a sí mismo o, en otras palabras, una metonimia indiscutible).

No obstante, bastan apenas unas pocas de estas cifras (las primeras, por lo general) para ejecutar con precisión cualquier cálculo práctico. El clérigo Giles Agnes-Memberand, durante una estadía breve en Constantinopla en 1355, calculó el perímetro de una pizza de muzarella horneada a leña utilizando tan solo el primer dígito decimal de π (≈ 3,1) con un margen de error equivalente a 1/20 de un azabache carozo de oliva. Si bien los revisionistas, implacables, sostienen que su fórmula se inspiró en el modelo básico del Libro de Reyes 7:23 (donde π = 3), su demostración estableció por siglos el diametro oficial de la pizza católica en 28 cm, patrón que no sobrevivió a la Reforma. En el s. XIX el astrónomo egipcio Hal El-Akhmed, virtuoso del análisis y el esmero, demostró que con 11 decimales se puede refrendar la circunferencia de un planeta o satélite al azar con precisión milimétrica. En 2002, el anuario del Pan-American Journal of Physics arriesgó que con los primeros 39 decimales puede calcularse la curvatura del universo conocido (esa cosa cóncava y lúgubre) con un margen de error similar al de una bolita de naftalina.

Arqueología de la constante π

El valor de π puede ser estimado de forma empírica diseñando círculos con tiza (o tomándolos de la naturaleza o la industria), midiendo sus variables "diámetro" y "circunferencia" y realizando una simple ecuación donde π es la incógnita: π = c/d. La referencia a π más antigua de la que se tiene registro aparece en un papiro de 33x5 cm, transcripto en tiempos ultra-pretéritos por el escriba griego Ahmes o Ahmose, y cuyo título - según la traducción del hierático encargada al docto Museo Británico - es ambiciosa: "Accurate reckoning for inquiring into things, and the knowledge of all things, mysteries... all secrets". Los sabios sostienen que el documento forma parte de una obra mayor, ya definitivamente perdida, compuesta durante la 12da dinastía de Egipto, cuando reinaban el turbulento Ahmenemhat II y sus látigos de animadversión. En él, se establece el valor de π en 3,16 a través de la fórmula (8/9)2*4 ≈ 3,1605; se especula que tal aproximación pudo haberse obtenido a partir de la medición de platos o vasijas africanas.

Arquímides y sus ayudantes lograron establecer una precisa aproximación a π (3*10/71 como valor mínimo y 3*1/7 como valor máximo) unos 200 años antes de Cristo, inscribiendo círculos en polígonos regulares de múltiples lados y calculando sus respectivos diámetros. Arquímedes ya sospechaba que los círculos poseen infinitos lados, por lo que cuanto mayor cantidad tuvieran los polígonos utilizados, más precisa sería la aproximación a π a partir de este método. Por eso, ensayó el cálculo a partir de un hexágono y fue doblando pacientemente los lados hasta llegar a 96, cantidad con la que se dio por satisfecho. Creen los historiadores que, en aquellas mismas centurias, físicos y brujos conversos de Zarachma, en medio oriente, realizaban experiencias similares con polígonos regulares de hasta 3600 lados inscriptos en pizarras o murales, y aunque no se han encontrado evidencias del grado de aproximación a π logrado, se estima que, en caso de haber existido la operación, éste debió haber sido clarividente.

En la era del cálculo aritmético y el advenimiento de la ilustración, un séquito de eruditos promulgó fórmulas racionales de aproximación al infausto número. La más sencilla (y sorprendentemente precisa) es la ya referida fracción impropia 355/113, descubierta en China por Tsu Ch'ung Chih, anticipándose unos 900 años a los matemáticos occidentales. La fórmula fue derivada de una pequeña prestidigitación doméstica que propone secuenciar los tres primeros números impares repitiendo cada uno una vez (113355), marcar una fracción en el medio y luego invertir su numerador y denominador. En la India, a la sombra de dioses arcanos y mercenarios, los cientificos propusieron fórmulas tales como π/4 = 1 - 1/3 + 1/5 - 1/7 + 1/9 - 1/11..., secuencias ciertamente estéticas pero poco prácticas, dado que que requerían la sumatoria de al menos 4000 factores fraccionarios para lograr una aproximación similar a la de Arquímedes.

Con el arraigo de las computadoras promediando el s. XX, π se ha convertido en un sofisticado fogueo para evaluar la puesta a punto de superprocesadores (cada vez más veloces). Así como en la madrugada del 6 de noviembre de 1956 la super-computadora ARIES necesitó alrededor de 17 horas (y un par de patadas rotundas, según dicen los memoriosos) para calcular y traducir del binario los primeros 2000 valores decimales de π, siete años después, su homóloga y sucesora ENYAD llegó a los 14000 dígitos en aproximadamente la mitad del tiempo. Hoy en día, procesadores minúsculos como el Manouvers, de "Angst", se hacen un picnic, calculando más de un billón de dígitos en jornadas casi exiguas. El récord actual de decimales de π conocidos a través de la tecnología moderna es de 1,241,100,000,000, tal como lo establece oficialmente el portal supercomputers.org

Hobbes vs. Wallis

Una de las mayores implicancias teóricas de la trascendentalidad de π es la imposibilidad de resolver el problema clásico de la cuadratura del círculo, aparecido por primera vez en el Blog "Тэарэма" de Pitágoras y Tales, dedicado a la geometría euclídea. Aquel proponía, a partir de un círculo dado, la construcción de un cuadrado de la misma área, utilizando tan solo pasos (o atajos) con compás y regla. En 1882, la prueba definitiva de la trascendentalidad de π por parte de Ferdinand Von Lindemann demostró que el problema era insoluble, ya que implicaba hallar la inexistente raíz cuadrada de π. Antes de tal disgusto, varios matemáticos, magos postizos y aficionados intentaron en vano hallar la solución al problema, aunque los más entusiastas creyeron (y reclamaron con vehemencia) haberlo logrado.

Uno de ellos fue, curiosamente, el filósofo británico Thomas Hobbes. Según una oscura cita del Estrangulador de París, Hobbes habría dicho alguna vez: "los hombres se arrancan los cabellos o la vida por la política, pero se entienden sin problemas sobre la hipotenusa y la caída de los cuerpos". Tal sentencia se contradice con el desagradable enfrentamiento público que mantuvo hasta su muerte con el matemático John Wallis, a raíz de sus propias y risueñas soluciones al problema de la cuadratura del círculo. Thomas Hobbes se enamoró de la geometría euclídea al ser introducido a los "Στοιχεία" por un viejo camarada de andanzas; se cuenta que al familiarizarse con el teorema de Pitágoras por vez primera, exclamó su admiración ante el fenómeno y se dedicó gozosamente a estudiar las comprobaciones, recluido en su chalet de campo al amparo del mundanal ruido. En 1655 publicó un libro en latín titulado "De Corpore" ("Sobre los Cuerpos"), en el cual sugería una ingeniosa solución a la cuadratura del círculo (y a otros problemas clásicos de "Тэарэма" como la trisección del ángulo, la duplicación del cubo y la introyección de los pares, cuyas soluciones - como se probaría tras decenios - son posibles a través de sofisticadas técnicas de origami).

En "De Corpore", Hobbes reformula conceptos tales como punto y recta tomando influencias - casi textuales - de Cavalieri y Roberval. Su empresa no por ambiciosa deja de ser ardorosamente ingenua. Con insistencia nos preguntamos hoy por qué motivo se molestaría John Wallis en criticar los postulados matemáticos de Hobbes, dada la menospreciable estatura del autor de "Leviatán" en la disciplina; para este último, la matemática debía tener su fundamento teórico en las estructuras del mundo empírico, por lo que su análisis descartaba conceptos demasiado abstractos (e inconcebibles) tales como la trascendentalidad de π (y su parsimoniosa estela de decimales). La respuesta de Wallis no se hizo esperar y apareció bajo el título de "Elenchus Geometriae Hobbianae", refutando de forma tajante la cuadratura del círculo hobbesiana, a lo que replicó el poco humilde informe de Hobbes "Six Lessons to the Professors of the Mathematiques" (haciendo referencia a otro antagonista involucrado, el emérito profesor de astronomía Falstaff D. Rochus de la "Indivisible University"). Wallis continuó con su carga despiadada a través de la publicación "Due Correction for Mr. Hobbes... for not saying his Lessons right" y el especialmente mordaz tratado "The Ramblings of Mr. Hobbes' Obfuscated Mind and other Thesis". El filósofo no dudó, pues, en arremeter con títulos de tono cuasi-sensacionalista como "Markes of the Absurd Geometry, Rural Language, Scottish Church-Politicks, and Barbarismes of John Wallis".

Hobbes falleció en 1679 sin reconciliarse con Wallis y creyendo aún que había descubierto la solución a la cuadratura del círculo (cosa inaudita, aunque sus múltiples diagramas de aproximación no son despreciables como jugarretas adivinatorias). La amarga disputa con su compatriota demuestra hasta qué punto la geometría eculídea conforma una arena tan política como cualquier otra lid de intereses en un mundo congestionado de desmesuradas ambiciones. Asuntos como el valor de π pueden generar polémica suficiente entre dogmatismos y heterodoxias, probando que, de hecho, el hombre es un lobo para el hombre también en cuestiones alfanuméricas.

La enmienda #246 de Indiana

Hobbes no fue la única personalidad de origen anglosajón a quien le atormentaba la irracionalidad de π. En 1897, el buscavidas Edwin Goodwin ("buen triunfo" en castellano, mas no "buena voluntad") intentó establecer una supuesta verdad matemática por ley. Visto y comprobado que el melindroso valor de π asfixiaba sus intentos de resolver la cuadratura del círculo, el leguleyo ciudadano de Indiana pretendió imponer un valor de 3.2 para π en la Asamblea General de dicho estado. Esta arbitraria racionalización del número, que daba por defectuosos y malintencionados a los cálculos previos de toda una era, le permitiría a Goodwin ufanarse de la hazaña de haber resuelto los ancestrales misterios insolubles de la ciencia matemática, tal cual lo declara textualmente la enmienda en su tercera sección:

In further proof of the value of the author's proposed contribution to education and offered as a gift to the State of Indiana, is the fact of his solutions of the trisection of the angle, duplication of the cube and quadrature of the circle having been already accepted as contributions to science by the American Mathematical Monthly, the leading exponent of mathematical thought in this country. And be it remembered that these noted problems had been long since given up by scientific bodies as insolvable mysteries and above man's ability to comprehend.

El proyecto de ley - este "regalo al estado de Indiana" - no tuvo cabida legislativa gracias a la presencia (fortuita, tal parece) de un anónimo profesor de matemáticas en el recinto, quien lideró la rebelión contra el agravioso entuerto. Con simples demostraciones, ante los funcionarios presentes, se encargó de desestimar la posibilidad de que π no fuera más que un insípido numerillo decimal, mientras los manifestantes de ambas facciones se trenzaban mortalmente en los callejones de Indianápolis.

Goodwin, en pos de lauros personales, se había atrevido a mansillar el abolengo de un número fabuloso; con justicia, fue olvidado por sus congéneres y debió oficiar el resto de su vida como plomero especializado en desagües.

π de memoria

Durante siglos, los japoneses han hegemonizado el arte recreativo de memorizar decimales de π. El tenista de mesa retirado Akira Haraguchi reclama desde el año 2001 haber recitado de memoria los primeros 100000 dígitos de π para agasajar a su familia política, durante una tertulia navideño-filosófica en los años 90', en la ciudad de Sapporo. Tal récord no ha podido ser comprobado por el Comité Internacional de Control de π (dependiente de la UNESCO), ni por el libro Guinness de los Récords, ya que, pocas noches después, la totalidad de los testigos presenciales del acontecimiento (la exmujer de Haraguchi, sus suegros, dos cuñados y una proporción indeterminada de tíos y tíos segundos) fue envenenada ritualmente con ravioles chinos en pésimo estado, a la vera de un templo rural. A pesar de las profusas sospechas en torno a surtidos memorizadores de π de la zona del Pacífico Norte (chinos y coreanos fuertemente sindicalizados que se verían relegados por el récord de Haraguchi en caso de hacerse oficial) la policía nacional japonesa nunca pudo dar con el autor o coautores de la masacre.

El récord, por ende, se halla aún en manos del juvenil chino Lu Chao, hijo menor de un conocido comerciante de bulones exiliado en Taipei, cuyo nombre es impío. En un cónclave de escribanos y profesores realizado en el auditorio "Uninvention" del puerto de Shangai, Chao repitió - o rezongó - de memoria los primeros 67890 dígitos de π sin un solo error, lo cual le llevó más de un día - incluyendo pausas de diez minutos para beber agua, ingerir alimentos (estricto All-Bran original con yogur) y usar los sanitarios disponibles para desagotar o fumar algún 皮红艳. A partir de tan ingente hazaña, el juvenil chino obtuvo fama y fortuna; el gobierno popular de su país le entregó por correo una corbata estampada a modo de reconocimiento, lo cual le motivó el mote de "Lucky" (tipo con suerte). Actualmente, "Lucky" Chao está haciendo carrera gracias a los decimales de π. Ya batió el récord de decimales de π recitados en caída libre antes de abrir el paracaídas (los primeros 443 decimales en dos minutos, para lo cual tuvo que desarrollar un idioma alternativo tres veces más veloz que el mandarín pedestre) y el récord de decimales de π nombrados durante un combativo acto sexual. Su último proyecto - en curso - consiste en escribir una novela matemática con los primeros cinco millones decimales de π resecuenciados en un orden secreto, en lo que los editores de todo el mundo han referido con el slogan "la búsqueda de la última oración" o bien, "la más monumental odisea literaria de nuestro tiempo".

En occidente, el récord - de unos 27000 decimales sentenciados en voz alta - pertenece a Daniel Tammet, un sinestésico de nacionalidad inglesa que fue capaz, entre otras infrecuentes empresas, de aprender a hablar la lengua islandesa en una semana o menos. Según él, el secreto para memorizar π radica en que cada número ostenta un color, un olor y una textura específicas que los hacen inmediatamente reconocibles al ir desfilando en una secuencia infinita. Circula el rumor de que recientemente Tammet estuvo a punto de firmar un contrato millonario para superar su propio récord en vivo para la BBC, en el marco de un reality-show matemático (cuyo piloto llegó a filmarse para ser luego destruído en un boicot gremial). Aunque la hazaña fue anunciada en diversos agasajos, el programa se canceló a último momento ante la presunción, por parte de directivos de la emisora, de que sería ligeramente aburrido (amén de que Tammet exigía la enormidad de 500 libras esterlinas por decimal de π memorizado). Actualmente, Daniel Tammet administra un weblog de poesías y opiniones políticas, donde se ha pronunciado en contra de un proyecto legislativo para reformar la ortografía inglesa (en el que se prevé, entre otras economías, cambiar la escritura de "rough" a "rof").

π-emas y canciones

Se conocen como π-emas aquellas creaciones literarias que permiten recordar con mayor agilidad los decimales de π, en caso de que esto fuera necesario. La de mayor renombre es la Cadaeic Cadenza, compuesta por el profesor Michael Keith en 1996 y recitada en ocasión del Festival de Aguamarinas y Guarismos de Avalon Palace. Esta partícula seminal de la escritura constreñida cifra los primeros 3835 dígitos de π en una asombrosa secuencia en prosa y versos; los fundamentos de su concepción no se someten exclusivamente a una utilidad memotécnica, sino que buscan explorar el potencial literario del número irracional transpuesto a la lengua alfabética. La codificación es simple: cada palabra del texto representa un número decimal de π según la cantidad de letras que posee. Atisbemos este ejemplo tomado del mismo comienzo:

One
A Poem

A Raven

Midnights so dreary, tired and weary,
Silently pondering volumes extolling all by-now obsolete lore.
During my rather long nap - the weirdest tap!
An ominous vibrating sound disturbing my chamber's antedoor.
"This", I whispered quietly, "I ignore".

Donde la cadena de significantes "One A Poem A Raven", equivale a las primeras cinco cifras de π, en tanto 3,1415 expresa ordenadamente el número de letras de cada vocablo. En la decimosegunda parte, el autor se impuso además los imperativos de utilizar solamente la vocal "o", comenzar todas las palabras por la letra "p" y no hacer usufructo de adjetivaciones ociosas, metáforas estereotipadas ni sentimentalismos de baja estofa.

La crítica literaria europea se unió en una danza de entusiasmo en torno a la obra, al definirla como una "proeza de la heteronomía", exaltando sobre todo el uso de la palabra "antedoor" (el crítico Ralph Egours llegó a hablar del "bisturí del ingenio" en referencia a la perenne pluma de Keith). En vivo contraste, sus colegas matemáticos - tentados por la sospecha - jamás prodigaron aquiescencia a la aventura literaria de Keith, llegando algunos incluso a reclamar el desafuero del extraño poeta.

La identidad de Euler

El ya referido matemático Leonhard Euler incluyó a π en su conocida Identidad de Euler, donde e + 1 = 0 (ecuación demostrable a través del análisis matemático complejo). La identidad fue votada por los lectores de la revista inglesa Mathemathinks como la ecuación más bella del universo matemático, dado que utiliza cada una de las operaciones basadas en la suma (suma, multiplicación, potenciación) y los cinco grandes números del sistema: 1, 0, π, i y e (donde i es la unidad imaginaria y e es la base del logaritmo natural ≈ 2,71828..., irracional y trascendental como π). Actualmente, la Identidad de Euler es un ícono pop que aparece, por ejemplo, en el Treehouse of Horror IV de los Simpsons - 7ma temporada -, siendo una de las fórmulas que Homero J. Simpson encuentra (en su versión simplificada e = -1) al ser transferido misteriosamente a la poco conocida tercera dimensión, donde sí estamos nosotros.