#20. Manic Depression - The Jimi Hendrix Experience
Album: Are You Experienced? (1967).
Letra y música por Jack Bruce & Pete Brown.
Lírica clave: "Manic depression's captured my soul".
Si bien Hendrix es recordado primero como mitología, luego como violero y después como compositor de canciones, uno de sus atributos más distintivos suele ser confinado en un plano más bien difuso. La voz. Hendrix, como suele ocurrir con la mayoría de los cantautores, no entonaba con voz de ángel pero su fraseo hablado-cantado es inconfundible; un ingrediente cúlmine de su obra. La que probablemente sea su mejor performance vocal aparece en el legendario álbum debut con The Experience, hecha sandwich entre clásicos de aún mayor reputación como Purple Haze o Hey Joe. Pero Manic Depression - apología triunfal de la tristeza (ese "feeling sweet feeling") - no se queda solo en la voz. En el librito del CD, el crítico musical Dave Marsh la enmarca como "una guerra psicológico-musical entre Hendrix y Mitch Mitchell", lo que me parece una de las definiciones más acertadas que leí acerca de alguna canción. La batalla no da descanso. El baterista se posesiona con un ritmo brutal mientras Jimi alterna un riffeo precioso (lo más cercano a algo "thrash" que puede oirse en los 60's) con electrificados bosquejos siderales. ¿El resultado? Un swing contagioso que resume en escasos minutitos el poderío real de un conjunto elemental de la lengua del rock.
#19. Black Crow - Joni Mitchell
Album: Hejira (1977).
Letra y música por Joni Mitchell.
Lírica clave: "Oh, I'm like a black crow flying in a blue sky".
No es la primera vez que aparece esta flaca en la lista, y tal reincidencia tiene un por qué. Siendo sintético, se puede afirmar que Joni Mitchell aportó la esencia del singer-songwriter confesional femenino. Es decir, todo ese enjambre de introspecciones, catarsis y dolores que ya tenemos bastante digerido a través de chicas como Alanis Morisette, Tori Amos, Fiona Apple, Sheryl Crow, KT Tunstall, Aimee Mann y un largo etcétera. Cuando Mitchell empezó a escribir canciones a fines de la década del 60's, la idea de que una mujer ventilara sus elucubraciones íntimas con total sinceridad no era nada normal. Hoy, al contrario, parece raro que una artista femenina escriba y cante sobre alguna otra cosa. La ejemplar Black Crow, en donde la autora se compara a sí misma con esa "ragged soul" del metafórico cuervo es solo un retazo de la obra maestra que es Hejira. La tantas veces reciclada figura de la ruta, el viaje, la huida a cualquier lado, el perderse de todos como forma de encontrarse con el propio "ser mujer" aparecen ya totalmente conceptualizados en una colección de canciones inmaculadas. Sin omitir, claro que no, los aventurosos zambullidos en el jazz (atención al toque estelar de Jaco Pastorius, bajista de Weather Report) que conducen a Mitchell por un sonido seductor, sofisticado y afectivo a la vez. El ritmo sexy y oscuro de Black Crow rockea sin necesitar percusión, mientras la poderosa voz de la cantante vuelve sobre esa búsqueda quintaesencial, esa forma tan inquieta de habitarse y conocerse a sí mismas que parecen tener las mujeres, a juzgar por su música, su poesía.
#18. Old Man's Back Again (Dedicated To The Neo-Stalinist Regime) - Scott Walker
Album: Scott 4 (1969).
Letra y música por Scott Walker.
Lírica clave: "I can see him back again".
El 21 de agosto de 1968 unos 7000 soldados soviéticos invadieron Praga para reestablecer el orden, al juzgar sus emisarios que las ínfulas de la Pražské jaro se estaban yendo de madres. Dubček y todo esto de la democratización no se compenetraban muy bien con los planes de Moscú después de todo, por lo que tuvo que sobrevenir el saneamiento. Scott Walker, cantautor fantasmagórico de ideas izquierdistas, vislumbró en el hecho la resurrección de Josef Stalin (The old Man) y lo inmortalizó en esta perfecta pieza de horror y desencanto extraída del monumental Scott 4. Old Man's Back Again sigue siendo una de las afrentas más brutales de un músico hacia un régimen dictatorial, aunque la imaginería expresiva de su poesía permite lecturas menos sesgadas, si el oyente así lo prefiere. La canción carretea sobre el mejor andamiaje de bajo jamás grabado, agregando cuerdas y una masa coral lúgubre. Sobre esa vocinglería bombástica, el timbre de Walker es imponente como ningún otro al cantar "I can see him back again". Verdaderamente, una de las composiciones más singulares e idiosincráticas de las que tenga registro.
#17. Waterloo Sunset - The Kinks
Album: Something Else By The Kinks (1967).
Letra y música por Ray Davies.
Lírica clave: "As long as I gaze on Waterloo sunset I am in paradise".
Que una canción que incluye la línea "I don't need no friends" se haya convertido en un himno coreado al unísono por masas de estadio no resiste a la carátula de paradoja. O bien, Ray Davies supo capturar con Waterloo Sunset el romanticismo propio de la cultura británica, lo cual, en definitiva, no nos tendría que llamar demasiado la atención (ver reseña anterior de Sunny Afternoon para más claves). La premisa es simple: nuestro héroe disfruta de tan solo contemplar desde su ventana el atardecer sobre Waterloo (situación que, de trasponerse a nuestro escenario sudaca, sería algo así como Retiro o Constitución). ¿Qué es lo que ve? Nada del otro mundo: un río viejo y sucio que discurre hacia la noche, gente que corre de un lado a otro, una pareja de enamorados - Terry y Julie - que se encuentra en la estación de trenes y se aleja caminando. Y aún así, esas imágenes simples lo llenan de vida, al punto que parece no necesitar amigos ni salir de su hogar. Este Davies es un tipo raro, seguro, pero por qué negar que cada tanto me quiero ver reflejado en esta soledad contemplativa, que se regocija en ver pasar el mundo sin estar tan atado a él - esa extraña sensación de caminar sin urgencias entre la gente apurada de la gran urbe. Las imágenes son vívidas, agridulces, y la melodía es hermosa sin perder totalmente los rebordes "toscos" propios de la British Invasion. Waterloo Sunset constituye, básicamente, un simple canto a nuestra vida interior, ya no sórdida o torturada sino llena de paz. Ojalá pudiéramos sentirnos así más seguido.
#16. I Am The Walrus - The Beatles
Album: Magical Mystery Tour (1967).
Letra y música por John Lennon & Paul McCartney.
Lírica clave: "I am he as you are he as you are me and we are all together".
Así que John Lennon es la morsa. Y la morsa era Paul, como confesaría él mismo más tarde en el Álbum Blanco. ¿Y a mí qué? La mítica Walrus no trata sobre nada particularmente importante y, aún así, es lo más cercano que los llamados fab-four estuvieron de detrozar todos los moldes. Interpolando el automatismo psíquico de Dylan y la catarata barroca de su propio precursor Sgt. Pepper's, los Beatles concibieron esta ópera dadaísta siniestra, aumentada por las partituras líquidas de George Martin. Injustamente relegada a lado-B de la más dulzona Hello Goodbye, esta híbrida creación es lo menos comercial que haya publicado el cuarteto de este lado de Revolution 9. La hemorragia de palabras lennoninas es un disparate fuera de control, con espirales verbales para el recuerdo tales como "Yellow matter custard drippin from a dead dog's eye" (Natillas amarillas goteando del ojo de un perro muerto), o "Semolina Pilchard climbing up the Eiffel Tower" (sardinas de semolina trepando la Torre Eiffel), o "Goo-goo Goo-joob" (Goo-goo Goo-joob). La voz de John parece una sierra eléctrica. Las cuerdas retacean delirios del inconciente. La coda introduce a varias gárgolas enfiestadas que parecen entrar en aquelarre - mientras suena la BBC y una representación radial de King Lear ("Oh! Untimely death") -. Una artesanía perfecta de caos controlado.
#15. I Can See For Miles - The Who
Album: The Who Sell Out (1967).
Letra y música por Pete Townshend.
Lírica clave: "I know that you have 'cause there's magic in my eyes".
A Pete Townshend su chica le metió los cuernos y arde Troya. El contundente power-chord que da inicio a esta inolvidable secuencia musical - los Who eran los reyes indiscutidos de este recurso - no puede ser más locuaz en su vibrante carga de ira. Porque eso es lo que nos deparan los siguientes minutos: una ira alucinada que solo comprende la retórica de la venganza, porque al fin y al cabo no hay mayor vena que la que revienta de un amor traicionado. "You're gonna lose that smile" es apenas la amenaza más suave que profiere Roger Daltrey en su convincente registro. Toda la canción parece ir moviéndose sobre un tándem de nubarrones psicodélicos, sugiriendo como una inminencia de tormenta que es maravillosa. Lo que hace Keith Moon con la batería, presten atención, es para sacarse varios sombreros. Aunque I Can See For Miles fue lanzada como single, no hay nada mejor que escucharla en el contexto del álbum The Who Sell Out, curiosa emulación de una transmisión radial pirata en la que las canciones en sí no son tan descollantes como su secuenciación. Intercalados entre ellas, aparecen risueñas parodias de avisos publicitarios; en este caso es el del "Charles Atlas", al final de todo. De esta forma, el oyente va navegando en plácidas aguas de pop y jingles hasta que aparece esta cosa. Ahí sí, la sensación es que los tipos desatan, de pronto, el infierno.
#14. Mr. Tambourine Man - Bob Dylan
Album: Bringing It All Back Home (1965).
Letra y música por Bob Dylan.
Lírica clave:
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me,
I'm not sleepy and there is no place I'm going to.
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me,
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.
Though I know that evenin's empire has returned into sand,
Vanished from my hand,
Left me blindly here to stand but still not sleeping.
My weariness amazes me, I'm branded on my feet,
I have no one to meet
And the ancient empty street's too dead for dreaming.
Take me on a trip upon your magic swirlin' ship,
My senses have been stripped, my hands can't feel to grip,
My toes too numb to step, wait only for my boot heels
To be wanderin'.
I'm ready to go anywhere, I'm ready for to fade
Into my own parade, cast your dancing spell my way,
I promise to go under it.
Though you might hear laughin', spinnin', swingin' madly across the sun,
It's not aimed at anyone, it's just escapin' on the run
And but for the sky there are no fences facin'.
And if you hear vague traces of skippin' reels of rhyme
To your tambourine in time, it's just a ragged clown behind,
I wouldn't pay it any mind, it's just a shadow you're
Seein' that he's chasing.
Then take me disappearin' through the smoke rings of my mind,
Down the foggy ruins of time, far past the frozen leaves,
The haunted, frightened trees, out to the windy beach,
Far from the twisted reach of crazy sorrow.
Yes, to dance beneath the diamond sky with one hand waving free,
Silhouetted by the sea, circled by the circus sands,
With all memory and fate driven deep beneath the waves,
Let me forget about today until tomorrow.
¿Qué más puedo decir?
#13. Mother Of Pearl - Roxy Music
Album: Stranded (1973).
Letra y música por Bryan Ferry.
Lírica clave: "Oh mother of pearl, I wouldn't trade you for another girl".
La banda arranca con Mother Of Pearl como si fuera a romper todo el local. De pronto, se detienen; esos acordes de piano toman la posta y la verdadera gloria comienza. Describir esta canción es aún más difícil que explicar su grandeza. Para empezar, como he probado con el anterior tema de Roxy que incluí en esta lista, el implacable estilo de Bryan Ferry logra justificar casi cualquier experimento bizarro en el que se le ocurriera embanderarse. Acá no solo logra esa justificación, sino que el tipo convierte un simple crescendo - un repetitivo crescendo - en una experiencia vibrante (romántica, jubilosa, pletórica de belleza, etc). La banda no se queda atrás y aporta un desarrollo con sutiles pero intoxicantes cambios: un bongo aquí, una guitarrita allí, una maraca por atrás y así por siempre. ¿A quién rinde tributo Ferry? A una mujer, eso está claro, a una mujer que no cambiaría por ninguna otra. No obstante, la volátil asociación de imagenes parece querer retratar, más que a una mujer puntual, las peripecias de la eterna búsqueda del amor: "If you're looking for love / In a looking glass world / It's pretty hard to find" es ya toda una definición, totalmente veraz por cierto. Pero las editorialzaciones más reveladoras dicen cosas como "With every goddess a let down / Every idol a bring down / It gets you down / But the search for perfection / Your own predilection / Goes on and on and on and on". Ante semejante platonismo, en el que nos empantanamos buscando a "la" persona - que al final nunca existe - Ferry prefiere admitir ante la mujer a su lado que "a place in your heart makes me feel more real", invitándola a "Take refugee in pleasure / Just give me your future / We'll forget your past". En úlima instancia, Mother Of Pearl no es más que una embriagadora canción de amor, alumbrada por la magia de una banda excelente, que nos está invitando - en cada nota, en cada respiro - a afirmarnos en las cosas de la vida.
#12. How Many More Times - Led Zeppelin
Album: Led Zeppelin (1969).
Letra y música por John Bonham, Jimmy Page & Robert Plant.
Lírica clave: "I'm sure, sure you're gonna crawl".
Esta épica pieza que clausura el álbum debut de Led Zeppelin podría ser juiciosamente descartada como una vampirización ad-hoc de viejos temas de blues. En esencia, de eso se trata. How Many More Years y No Place To Go, de Howlin' Wolf; The Hunter, de Albert King; Kisses Sweeter Than Wine, de los Weavers; O Rosie y Steal Away, de las grabaciones etnográficas hechas por Alan Lomax en el sur de Estados Unidos (los mismos orígenes del rock); ¡Hasta el Bolero de Ravel!: todos estos títulos aparecen referenciados con su correspondiente omisión en los créditos, y el rejunte dista de agotarse con ellos. Lo que a mi juicio redime semejante holgazanería compositiva es el apasionado amor por el blues que tenían estos flacos: lo que algunos han considerado liso y llano plagio es, para mí, más bien una celebración dionisíaca de las raíces folk y blues que engendraron a Led Zeppelin. Sé que no es lo más apto escoger un vulgar popurrí para un listón tan alto, pero la performance increíblemente vigorosa que entrega la banda - joven, con la prisa de mostrarse al mundo - es capaz de acallar todo tipo de boicots. Si no alcanza con ese mastodonte de riff que todo lo impregna, si no alcanza con ese truculento intermezzo de pantano, si no alcanza con ese feroz groove en la parte dedicada a O Rosie (la versión blues del finale de la novena de Beethoven), entonces no alcanza con nada. En ese caso, el rock nunca habría existido.
#11. Starless - King Crimson
Album: Red (1974).
Letra y música por Bill Bruford, David Cross, Robert Fripp, Richard Palmer-James & John Wetton.
Lírica clave: "Sundown dazzling day, gold through my eyes".
La desolación nocturnal que pintarrajea el comienzo de Starless es para hundirse en llanto. Las líricas no dicen nada importante porque la música lo calla todo: quién puede resistirse al epitafio que halló Robert Fripp en esa melodía de guitarra; quién no siente el corazón encogerse con la miseria de ese saxo y esos cellos fúnebres. Con el álbum Red, la segunda (la tercera, o la cuarta, ya perdí la cuenta) encarnación de King Crimson alcanza la cúspide de sus capacidades, y ese mausoleo de notas musicales que es Starless demuestra que no hay nada más arriba. No es para sorprenderse que luego de este disco Fripp disolviera la banda durante siete años (para volver en 1981 con Discipline). Es el tiempo que hace falta ¿para recuperar el aliento?. Si todo se redujera a la triste balada que mencioné ya estaríamos ante una obra de fuste suficiente, pero es el imposible tour-de-force que comienza a los cuatro minutos y medio lo que le da a la composición su carácter homérico. No me voy a tomar el atrevimiento de describirlo excepto con estamentos metonímicos: un serpenteo de paranoia; un viaje enloquecido al corazón de la locura urbana; la perfecta banda sonora de la perdición. Son minutos tensos que culminan con un final que, en un intento desesperado por hallar calificativos, podría llamar "bíblico".
Album: Are You Experienced? (1967).
Letra y música por Jack Bruce & Pete Brown.
Lírica clave: "Manic depression's captured my soul".
Si bien Hendrix es recordado primero como mitología, luego como violero y después como compositor de canciones, uno de sus atributos más distintivos suele ser confinado en un plano más bien difuso. La voz. Hendrix, como suele ocurrir con la mayoría de los cantautores, no entonaba con voz de ángel pero su fraseo hablado-cantado es inconfundible; un ingrediente cúlmine de su obra. La que probablemente sea su mejor performance vocal aparece en el legendario álbum debut con The Experience, hecha sandwich entre clásicos de aún mayor reputación como Purple Haze o Hey Joe. Pero Manic Depression - apología triunfal de la tristeza (ese "feeling sweet feeling") - no se queda solo en la voz. En el librito del CD, el crítico musical Dave Marsh la enmarca como "una guerra psicológico-musical entre Hendrix y Mitch Mitchell", lo que me parece una de las definiciones más acertadas que leí acerca de alguna canción. La batalla no da descanso. El baterista se posesiona con un ritmo brutal mientras Jimi alterna un riffeo precioso (lo más cercano a algo "thrash" que puede oirse en los 60's) con electrificados bosquejos siderales. ¿El resultado? Un swing contagioso que resume en escasos minutitos el poderío real de un conjunto elemental de la lengua del rock.
#19. Black Crow - Joni Mitchell
Album: Hejira (1977).
Letra y música por Joni Mitchell.
Lírica clave: "Oh, I'm like a black crow flying in a blue sky".
No es la primera vez que aparece esta flaca en la lista, y tal reincidencia tiene un por qué. Siendo sintético, se puede afirmar que Joni Mitchell aportó la esencia del singer-songwriter confesional femenino. Es decir, todo ese enjambre de introspecciones, catarsis y dolores que ya tenemos bastante digerido a través de chicas como Alanis Morisette, Tori Amos, Fiona Apple, Sheryl Crow, KT Tunstall, Aimee Mann y un largo etcétera. Cuando Mitchell empezó a escribir canciones a fines de la década del 60's, la idea de que una mujer ventilara sus elucubraciones íntimas con total sinceridad no era nada normal. Hoy, al contrario, parece raro que una artista femenina escriba y cante sobre alguna otra cosa. La ejemplar Black Crow, en donde la autora se compara a sí misma con esa "ragged soul" del metafórico cuervo es solo un retazo de la obra maestra que es Hejira. La tantas veces reciclada figura de la ruta, el viaje, la huida a cualquier lado, el perderse de todos como forma de encontrarse con el propio "ser mujer" aparecen ya totalmente conceptualizados en una colección de canciones inmaculadas. Sin omitir, claro que no, los aventurosos zambullidos en el jazz (atención al toque estelar de Jaco Pastorius, bajista de Weather Report) que conducen a Mitchell por un sonido seductor, sofisticado y afectivo a la vez. El ritmo sexy y oscuro de Black Crow rockea sin necesitar percusión, mientras la poderosa voz de la cantante vuelve sobre esa búsqueda quintaesencial, esa forma tan inquieta de habitarse y conocerse a sí mismas que parecen tener las mujeres, a juzgar por su música, su poesía.
#18. Old Man's Back Again (Dedicated To The Neo-Stalinist Regime) - Scott Walker
Album: Scott 4 (1969).
Letra y música por Scott Walker.
Lírica clave: "I can see him back again".
El 21 de agosto de 1968 unos 7000 soldados soviéticos invadieron Praga para reestablecer el orden, al juzgar sus emisarios que las ínfulas de la Pražské jaro se estaban yendo de madres. Dubček y todo esto de la democratización no se compenetraban muy bien con los planes de Moscú después de todo, por lo que tuvo que sobrevenir el saneamiento. Scott Walker, cantautor fantasmagórico de ideas izquierdistas, vislumbró en el hecho la resurrección de Josef Stalin (The old Man) y lo inmortalizó en esta perfecta pieza de horror y desencanto extraída del monumental Scott 4. Old Man's Back Again sigue siendo una de las afrentas más brutales de un músico hacia un régimen dictatorial, aunque la imaginería expresiva de su poesía permite lecturas menos sesgadas, si el oyente así lo prefiere. La canción carretea sobre el mejor andamiaje de bajo jamás grabado, agregando cuerdas y una masa coral lúgubre. Sobre esa vocinglería bombástica, el timbre de Walker es imponente como ningún otro al cantar "I can see him back again". Verdaderamente, una de las composiciones más singulares e idiosincráticas de las que tenga registro.
#17. Waterloo Sunset - The Kinks
Album: Something Else By The Kinks (1967).
Letra y música por Ray Davies.
Lírica clave: "As long as I gaze on Waterloo sunset I am in paradise".
Que una canción que incluye la línea "I don't need no friends" se haya convertido en un himno coreado al unísono por masas de estadio no resiste a la carátula de paradoja. O bien, Ray Davies supo capturar con Waterloo Sunset el romanticismo propio de la cultura británica, lo cual, en definitiva, no nos tendría que llamar demasiado la atención (ver reseña anterior de Sunny Afternoon para más claves). La premisa es simple: nuestro héroe disfruta de tan solo contemplar desde su ventana el atardecer sobre Waterloo (situación que, de trasponerse a nuestro escenario sudaca, sería algo así como Retiro o Constitución). ¿Qué es lo que ve? Nada del otro mundo: un río viejo y sucio que discurre hacia la noche, gente que corre de un lado a otro, una pareja de enamorados - Terry y Julie - que se encuentra en la estación de trenes y se aleja caminando. Y aún así, esas imágenes simples lo llenan de vida, al punto que parece no necesitar amigos ni salir de su hogar. Este Davies es un tipo raro, seguro, pero por qué negar que cada tanto me quiero ver reflejado en esta soledad contemplativa, que se regocija en ver pasar el mundo sin estar tan atado a él - esa extraña sensación de caminar sin urgencias entre la gente apurada de la gran urbe. Las imágenes son vívidas, agridulces, y la melodía es hermosa sin perder totalmente los rebordes "toscos" propios de la British Invasion. Waterloo Sunset constituye, básicamente, un simple canto a nuestra vida interior, ya no sórdida o torturada sino llena de paz. Ojalá pudiéramos sentirnos así más seguido.
#16. I Am The Walrus - The Beatles
Album: Magical Mystery Tour (1967).
Letra y música por John Lennon & Paul McCartney.
Lírica clave: "I am he as you are he as you are me and we are all together".
Así que John Lennon es la morsa. Y la morsa era Paul, como confesaría él mismo más tarde en el Álbum Blanco. ¿Y a mí qué? La mítica Walrus no trata sobre nada particularmente importante y, aún así, es lo más cercano que los llamados fab-four estuvieron de detrozar todos los moldes. Interpolando el automatismo psíquico de Dylan y la catarata barroca de su propio precursor Sgt. Pepper's, los Beatles concibieron esta ópera dadaísta siniestra, aumentada por las partituras líquidas de George Martin. Injustamente relegada a lado-B de la más dulzona Hello Goodbye, esta híbrida creación es lo menos comercial que haya publicado el cuarteto de este lado de Revolution 9. La hemorragia de palabras lennoninas es un disparate fuera de control, con espirales verbales para el recuerdo tales como "Yellow matter custard drippin from a dead dog's eye" (Natillas amarillas goteando del ojo de un perro muerto), o "Semolina Pilchard climbing up the Eiffel Tower" (sardinas de semolina trepando la Torre Eiffel), o "Goo-goo Goo-joob" (Goo-goo Goo-joob). La voz de John parece una sierra eléctrica. Las cuerdas retacean delirios del inconciente. La coda introduce a varias gárgolas enfiestadas que parecen entrar en aquelarre - mientras suena la BBC y una representación radial de King Lear ("Oh! Untimely death") -. Una artesanía perfecta de caos controlado.
#15. I Can See For Miles - The Who
Album: The Who Sell Out (1967).
Letra y música por Pete Townshend.
Lírica clave: "I know that you have 'cause there's magic in my eyes".
A Pete Townshend su chica le metió los cuernos y arde Troya. El contundente power-chord que da inicio a esta inolvidable secuencia musical - los Who eran los reyes indiscutidos de este recurso - no puede ser más locuaz en su vibrante carga de ira. Porque eso es lo que nos deparan los siguientes minutos: una ira alucinada que solo comprende la retórica de la venganza, porque al fin y al cabo no hay mayor vena que la que revienta de un amor traicionado. "You're gonna lose that smile" es apenas la amenaza más suave que profiere Roger Daltrey en su convincente registro. Toda la canción parece ir moviéndose sobre un tándem de nubarrones psicodélicos, sugiriendo como una inminencia de tormenta que es maravillosa. Lo que hace Keith Moon con la batería, presten atención, es para sacarse varios sombreros. Aunque I Can See For Miles fue lanzada como single, no hay nada mejor que escucharla en el contexto del álbum The Who Sell Out, curiosa emulación de una transmisión radial pirata en la que las canciones en sí no son tan descollantes como su secuenciación. Intercalados entre ellas, aparecen risueñas parodias de avisos publicitarios; en este caso es el del "Charles Atlas", al final de todo. De esta forma, el oyente va navegando en plácidas aguas de pop y jingles hasta que aparece esta cosa. Ahí sí, la sensación es que los tipos desatan, de pronto, el infierno.
#14. Mr. Tambourine Man - Bob Dylan
Album: Bringing It All Back Home (1965).
Letra y música por Bob Dylan.
Lírica clave:
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me,
I'm not sleepy and there is no place I'm going to.
Hey! Mr. Tambourine Man, play a song for me,
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.
Though I know that evenin's empire has returned into sand,
Vanished from my hand,
Left me blindly here to stand but still not sleeping.
My weariness amazes me, I'm branded on my feet,
I have no one to meet
And the ancient empty street's too dead for dreaming.
Take me on a trip upon your magic swirlin' ship,
My senses have been stripped, my hands can't feel to grip,
My toes too numb to step, wait only for my boot heels
To be wanderin'.
I'm ready to go anywhere, I'm ready for to fade
Into my own parade, cast your dancing spell my way,
I promise to go under it.
Though you might hear laughin', spinnin', swingin' madly across the sun,
It's not aimed at anyone, it's just escapin' on the run
And but for the sky there are no fences facin'.
And if you hear vague traces of skippin' reels of rhyme
To your tambourine in time, it's just a ragged clown behind,
I wouldn't pay it any mind, it's just a shadow you're
Seein' that he's chasing.
Then take me disappearin' through the smoke rings of my mind,
Down the foggy ruins of time, far past the frozen leaves,
The haunted, frightened trees, out to the windy beach,
Far from the twisted reach of crazy sorrow.
Yes, to dance beneath the diamond sky with one hand waving free,
Silhouetted by the sea, circled by the circus sands,
With all memory and fate driven deep beneath the waves,
Let me forget about today until tomorrow.
¿Qué más puedo decir?
#13. Mother Of Pearl - Roxy Music
Album: Stranded (1973).
Letra y música por Bryan Ferry.
Lírica clave: "Oh mother of pearl, I wouldn't trade you for another girl".
La banda arranca con Mother Of Pearl como si fuera a romper todo el local. De pronto, se detienen; esos acordes de piano toman la posta y la verdadera gloria comienza. Describir esta canción es aún más difícil que explicar su grandeza. Para empezar, como he probado con el anterior tema de Roxy que incluí en esta lista, el implacable estilo de Bryan Ferry logra justificar casi cualquier experimento bizarro en el que se le ocurriera embanderarse. Acá no solo logra esa justificación, sino que el tipo convierte un simple crescendo - un repetitivo crescendo - en una experiencia vibrante (romántica, jubilosa, pletórica de belleza, etc). La banda no se queda atrás y aporta un desarrollo con sutiles pero intoxicantes cambios: un bongo aquí, una guitarrita allí, una maraca por atrás y así por siempre. ¿A quién rinde tributo Ferry? A una mujer, eso está claro, a una mujer que no cambiaría por ninguna otra. No obstante, la volátil asociación de imagenes parece querer retratar, más que a una mujer puntual, las peripecias de la eterna búsqueda del amor: "If you're looking for love / In a looking glass world / It's pretty hard to find" es ya toda una definición, totalmente veraz por cierto. Pero las editorialzaciones más reveladoras dicen cosas como "With every goddess a let down / Every idol a bring down / It gets you down / But the search for perfection / Your own predilection / Goes on and on and on and on". Ante semejante platonismo, en el que nos empantanamos buscando a "la" persona - que al final nunca existe - Ferry prefiere admitir ante la mujer a su lado que "a place in your heart makes me feel more real", invitándola a "Take refugee in pleasure / Just give me your future / We'll forget your past". En úlima instancia, Mother Of Pearl no es más que una embriagadora canción de amor, alumbrada por la magia de una banda excelente, que nos está invitando - en cada nota, en cada respiro - a afirmarnos en las cosas de la vida.
#12. How Many More Times - Led Zeppelin
Album: Led Zeppelin (1969).
Letra y música por John Bonham, Jimmy Page & Robert Plant.
Lírica clave: "I'm sure, sure you're gonna crawl".
Esta épica pieza que clausura el álbum debut de Led Zeppelin podría ser juiciosamente descartada como una vampirización ad-hoc de viejos temas de blues. En esencia, de eso se trata. How Many More Years y No Place To Go, de Howlin' Wolf; The Hunter, de Albert King; Kisses Sweeter Than Wine, de los Weavers; O Rosie y Steal Away, de las grabaciones etnográficas hechas por Alan Lomax en el sur de Estados Unidos (los mismos orígenes del rock); ¡Hasta el Bolero de Ravel!: todos estos títulos aparecen referenciados con su correspondiente omisión en los créditos, y el rejunte dista de agotarse con ellos. Lo que a mi juicio redime semejante holgazanería compositiva es el apasionado amor por el blues que tenían estos flacos: lo que algunos han considerado liso y llano plagio es, para mí, más bien una celebración dionisíaca de las raíces folk y blues que engendraron a Led Zeppelin. Sé que no es lo más apto escoger un vulgar popurrí para un listón tan alto, pero la performance increíblemente vigorosa que entrega la banda - joven, con la prisa de mostrarse al mundo - es capaz de acallar todo tipo de boicots. Si no alcanza con ese mastodonte de riff que todo lo impregna, si no alcanza con ese truculento intermezzo de pantano, si no alcanza con ese feroz groove en la parte dedicada a O Rosie (la versión blues del finale de la novena de Beethoven), entonces no alcanza con nada. En ese caso, el rock nunca habría existido.
#11. Starless - King Crimson
Album: Red (1974).
Letra y música por Bill Bruford, David Cross, Robert Fripp, Richard Palmer-James & John Wetton.
Lírica clave: "Sundown dazzling day, gold through my eyes".
La desolación nocturnal que pintarrajea el comienzo de Starless es para hundirse en llanto. Las líricas no dicen nada importante porque la música lo calla todo: quién puede resistirse al epitafio que halló Robert Fripp en esa melodía de guitarra; quién no siente el corazón encogerse con la miseria de ese saxo y esos cellos fúnebres. Con el álbum Red, la segunda (la tercera, o la cuarta, ya perdí la cuenta) encarnación de King Crimson alcanza la cúspide de sus capacidades, y ese mausoleo de notas musicales que es Starless demuestra que no hay nada más arriba. No es para sorprenderse que luego de este disco Fripp disolviera la banda durante siete años (para volver en 1981 con Discipline). Es el tiempo que hace falta ¿para recuperar el aliento?. Si todo se redujera a la triste balada que mencioné ya estaríamos ante una obra de fuste suficiente, pero es el imposible tour-de-force que comienza a los cuatro minutos y medio lo que le da a la composición su carácter homérico. No me voy a tomar el atrevimiento de describirlo excepto con estamentos metonímicos: un serpenteo de paranoia; un viaje enloquecido al corazón de la locura urbana; la perfecta banda sonora de la perdición. Son minutos tensos que culminan con un final que, en un intento desesperado por hallar calificativos, podría llamar "bíblico".
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2 comentarios:
Buen día.
-Pienso que hay grandes aciertos con "Manic Depression", "Waterloo Sunset" y "Walrus", por ejemplo.
-Tu elección de "How Many More Times" está bien justificada.
-Bien por "Starless", que muestra un Crimson siniestrísimo, clausurando un disco en el que, tal cual la contratapa, la válvula está a punto de estallar... pero no estalla. Esa tensión es Red, y ejemplo de ello es el largo intermedio instrumental de "Starless". Hola, Primus...
Gran tanda del ranking.
Saludos
Black Crow es mi tema preferido de uno de mis discos preferidos, el ululante regreso de la voz de Joni replicando la última frase del solo de viola me pone la piel de gallina cada vez que lo escucho, no puedo evitarlo.
Starless: Shhh... silencio todo el mundo.
Y no puedo dejar de comentar ese "Goo-goo Goo-joob" (Goo-goo Goo-joob), no pude seguir leyendo hasta que se me pasó el ataque de risa. Espero el top 10.
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