jueves, 6 de julio de 2006

Otra vez, la distancia

Apenas tus ojos han comenzado a arder,
dos infartos luminosos y estelas rubias en tu piel
En un ángulo, una sombra o dos,
caminando la cornisa de una borrachera,
brindan por una noche oscura y larga.

Las grietas en tus labios, las sé húmedas.
Espirales fantasmas de jazz serpentean en tus muslos.
Y en la hondonada de tus pechos, un hormigueo de silencio.
No aparentas ningún cálculo del tiempo,
ningún sismo en tu cigarillo apagado,
ni en el pentagrama prendido a tu cuello.
Estás solamente allí. Hoy.

Grises como perlas, van ahora ascendiendo,
desde el fondo, ínfimas espinas de anhelo.
Como burbujas en la cerveza, redactan líneas.
Dibujan momentos, aspiran a más.

Mil versículos de ninfas se marean en mis venas.
Pero por fuera, estoy de nuevo como una piedra.

Y al final:
Me preguntaré si era cuestión de apresarte,
cuando ya te hayas ido.