El bajo de Sting lució más vapuleado por los lustros que su propio intérprete, por lo que esta vez el cliché periodístico de los años, las canas y los kilos de más quedará demorado: los dos, instrumentista e instrumento, sonaron lo suficientemente bien como para sepultar los discursos que gustan de ponerle fecha de vencimiento a los músicos de rock. Quizás la vuelta de The Police haya servido más que nada para recordarnos que Sting es - además de un muy mediático promotor del sexo tántrico y ocasional documentalista de partos humanos - un bajista. Y uno más bien tirando a bueno. Junto con el hiperkinético Copeland, diseñaron uno de los ensembles rítmicos más singulares que ha dado el rock en toda su historia. Ya que está otorguémosle su crédito al bueno de Summers, cuya Stratocaster siempre fue más empapelado y tapiz que fuegos artificiales. ¿Es exagerado hipotetizar ahora que los Stings sin los Summers ni los Copelands no tenían mucho sentido? ¿Y que por eso está bien que volvieran a juntarse después de un largo rato de olvido? Tal vez lo sea, pero por qué no imaginar que existe una pulsión musical además de la otra, la de las cifras; por qué no suponer que aunque sea un espectro de autenticidad anidó este último fin de semana en los hi-hats más exquisitos que se hayan escuchado en River.
Pero mejor no, mejor no caigamos en el lugar común de especular por vez enésima dónde termina el rock auténtico y dónde empieza el show-business. En todo caso The Police nunca disimuló su golosa vocación mercantil, menos aún en sus años mozos, cuando les convenía hacerse pasar por punks para lograr un contrato discográfico. Bastante más rapaces que las bandas punk promedio, supieron desde siempre dónde estaba la papa y qué caminos eran los correctos para conseguirla. Juntarse para colectar unos billetes no es exactamente una traición de The Police a sí mismos sino, au contraire, una confirmación de sus prioridades. Por lo menos hay que reconocerles que si fueron comerciales, lo fueron sin renunciar a reinvenciones de géneros ni a pesquisas sonoras. O lo que es aún más asombroso: cómo les alcanzaba con dos o tres hitazos por álbum para salirse con la suya, aún cuando el resto fuera más bien relleno inestable (ejem, Zenyatta Mondatta, ejem). Difícilmente haya habido una banda más inteligente desde que estos tres se juntaron por primera vez. Ahora que se juntan una segunda: si las canciones que tocan son esas mismas que (casi) todo el mundo sigue queriendo escuchar, qué más da. O sea, ¿A quién no le gusta Message In A Bottle?
Message In A Bottle, justamente esa pieza de orfebrería musical, justamente la obra maestra del grupo, fue la elegida por The Police para zumbillirse en las dos noches porteñas. Lo bueno: no podían elegir una mejor canción. Lo malo: versión abreviada. Lo aún peor: le cortaron LA parte, que es la repetición triunfal del riff antes de la coda. Lo bueno otra vez: que a nadie le importó, porque la banda sonó realmente muy ajustada durante todo el recital. Además de sorpresivamente ruidosa, en una versión mucho más "power" del trío que por momentos hasta cortaba la respiración, sucitando posibles preguntas estilo "¿son solo tres tipos haciendo este quilombo?" (pero que tampoco alcanzó a levantar a los cuerpos contemplativos, que solo se animaron con algún tímido saltito con Bottle y después yoga).
A partir de allí lo que vino fue el esperado rosario de aspen-classics más alguna que otra anomalía, como la impecable Hole In My Life (gema olvidada del primer álbum, aparentemente solo la tocaron el domingo) y la bizarra Walking In Your Footsteps (y su simbología con dinosaurios que da pie al chiste fácil, en una acertadísima revisita blusera). Sting por suerte habló muy poco, apenas para saludar y decirle al público que cantaba muy bien (¿o aseverando que éra él quién cantaba muy bien? Difícil diferenciarlo en su lábil castellano). No hubo discursos sobre el medio ambiente ni los derechos humanos, y la correción política tan cara al bajista apareció solo en su mínima expresión, con las arquetípicas fotos del buen salvaje en las pantallas durante Invisble Sun.
Los hits por su parte fueron infalibles, saltando los unos detrás de los otros sin apenas espacios para la anticipación ni, por ende, para la curva dramática. Desde la electricidad apoteósica de Synchronicity II apenas comenzado el show, pasando por la tensa calma de Walking On The Moon, hasta la elegancia sobrecogedora de Wrapped Around Your Finger (cuando Copeland fue la vedette con sus floridos artículos de percusión), fueron muchísimos los aciertos y casi nulos los bajones. Tal vez Voices Inside My Head haya echado de menos a la propulsión del original, tal vez Don't Stand So Close To Me no sea tan interesante después de todo, tal vez Roxanne no haya tenido el estribillo glorioso de toda la vida (Sting ya no llega a las notas y los espectadores que ni lo intenten). Aún así, se trata solo de buscar moscas en la sopa casi por obsesión. El show definió el concepto de "profesional".
Un accésit de honor va con certeza para Driven To Tears, un tema no demasiado estelar de Zenyatta Mondatta que cobra renovado vigor en vivo, gracias a una revisión apocalíptica a la manera de Bullet The Blue Sky. Y de paso un memo para todos los aspirantes a rockeros: una nota grave, pesada de guitarra, martillada en el momento justo, hace maravillas con los cimientos del alma. Más carne a la parrilla tiraron con la fe-no-me-nal Truth Hits Everybody, uno de los pocos temas realmente punkeros de los que pueden ufanarse (lógico, del Outlandos D'Amour, el primer y mejor álbum), solo que dos o tres velocidades más abajo. Se entiende: el pulso es otro.
El bis o encore descerrajó simplemente los clásicos que faltaban y que todo el mundo sabía cuáles iban a ser. King Of Pain, So Lonely y la ubicua Every Breath You Take, en la que todo el estadio se prendió a corear las palabras de un psicótico peligroso pensando tal vez que son muy románticas. Lo genial de la canción es justamente eso, que condescendemos alegremente con el Sting obsesivo y queremos vigilar con él cada paso que dé nuestro objeto del deseo. Pero el concierto no podía terminar en una nota tan ominosa, por lo que Andy Summers se hizo el que quería seguir tocando para arremeter con la furibunda aplanadora de Next To You. Irónicamente el tema con el que The Police escogió abrir su carrera sirve para cerrar sus shows y demostrar que sí, que también ellos son una banda de ere-o-ce-ka, ROCK. Ante todo eso.
Si hay que lamentar ausencias notorias, se pueden mencionar a Bring On The Night y Spirits In The Material World (Ghost In The Machine fue, comprensiblemente, el álbum más relegado, aunque no habría estado de más el gesto impopular de un Demolition Man por ahí). Seguramente alguno habra extrañado también la grandiosa Synchronicity I. Pero son pocos, muy pocos relegados; no es tan difícil complacer a todos para una banda de solo cinco álbumes.
Ah! Salvo que se venga uno nuevo para el hexágono. Ya veremos, por ahora nos quedaremos con estos tres tipos, ellos solos sobre un escenario casi vacío, retomando esos estribillos fáciles, que seguirán resonando como voces dentro de nuestras cabezas.
lunes, 3 de diciembre de 2007
Policías en acción
stand up (fragmento) - message in a bottle - synchronicity II - walking on the moon - voices inside my head / when the world is running down you make the best of what's still around - don't stand so close to me - driven to tears - hole in my life - truth hits everybody - every little thing she does is magic - wrapped around your finger - de do do do, de da da da - invisible sun - walking in your footsteps - can't stand losing you / reggatta de blanc - roxanne - [BIS] king of pain - so lonely - every breath you take - next to you.
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10 comentarios:
Estimado señor:
primero dejar constancia que lo mío no será una réplica furibunda.
Su escrito me ha gustado mucho, aunque tengo ciertos tontos reparos, como por ejemplo: ¿como es eso de Charly con jacuzi propio? a lo mas le alcanzara para urinario, digo yo.
Mientras lo he leido, no he podido dejar de recordar una imagen de un libro que nunca acabé de leer: La Odisea, de Kazantzakis, cuando el pueblo de Itaca ve aparecer detras de Ulises los espíritus de todos sus antepasados (los de ulises y los del pueblo mismo).
Bien instalados en una tradicion y un aqui y ahora, traer a los muertos no es regresion o retrocentismo, sino todo lo contrario: poder, historia.
efectivamente los muertos resucitan dia a dia
pero no de la mejor forma
le envio un saludo cordial
blackjacket
Del concierto que hicieron en Barcelona no me habían hablado muy bien, no pude ir por falta de dinero y de tiempo, aunque me gustaría haber estado para dar al menos mi opinión. Aunque claro, quizás en River tocaron mejor. Nada que después de tiempo leyendo anonimamente me animé a postear. Saludos señor.
Relleno tienen las empanadas, los canelones o los ravioles. Es imposible hacer un album de puros hits (a no ser un Geatest Hits, pero hasta esos tienen "relleno"). Siempre hay temas que se destacan y que saltan a la fama, en el mejor de los casos. Pero un disco es una atmósfera con ups y downs, con aire y encierro, con pitos y matracas. Es una unidad, no una colección de dos temas y después relleno. No entendés nada.
Blackjacket: con la ley, todo se puede. Pero imagino que se estará refiriendo al post de abajo. Pero tal vez, al fin, es que todos los posts pueden reencarnase en otros. Aprecio su metáfora.
Samuel: claro que hay que animarse a postear y comentar, así me das cosas para leer. Quiero puteadas, funciono mejor con las puteadas.
Niña Santa: me dijeron que las almohadas también tienen relleno; quizás lo estés tomando con demasiada linealidad lo que es solo una métafora. Así como vos llamas a ciertos temas "boludos" (boludos son los hombres, a veces lo perros y ocasionalmente las lauchas), yo utilizo el término "de relleno". Estoy de acuerdo con que siempre hay mejores y peores canciones en un álbum. Es normal. A esos "downs" que mencionás yo los llamo "relleno" porque me dan un poco la sensación de que rellenan espacios entre las mejores canciones, lo cual no quiere decir que deslegitime su existencia. El álbum perfecto probablemente no existe, pero no todos tienen la misma proporción de ups and downs. Hay álbumes que se construyen a partir de dos o tres temas (discos de los Animals, por ejemplo), otros donde ni un solo tema está de más (Red de King Crimson, ponele). Con lo cual no se puede uniformar tanto lo que "es" un álbum. Pregunta ¿Escuchaste todos los álbumes de The Police?
Nunca escuché The police, pero sí creo que hay álbumes en donde no hay ni un "down". Por ejemplo: Abbey Road de los Beatles ¿Alguien podría elegir un solo tema de ese disco sin sentirse culplable?
Un poco que nada que ver mi comentario. Saludos señor.
Abbey Road debe ser lo más cercano al disco perfecto que conozco. Aún así, no deja de tener sus relaxes y sus climaxes, pero de alguna manera todos contribuyen a una sola, monolítica cosa.
The Police es una de mis bandas favoritas. De verdad lamento mucho no haber podido tener la oportunidad de verlos en vivo pero tu texto lo sustituye bien.
As: Message In A Bottle - The Police.
Atte: Juan Ramón Velázquez Mora.
Yo no te puteo ja, ja, ja
As: It's Alright For You - The Police.
Atte: Juan Ramón Velázquez Mora.
Puteadas?
Dame ejemplos
Otra que se extrañó fue "Tea in the Sahara", gran tema que han sabido hacer en vivo muchas veces.
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