lunes, 16 de junio de 2008

Apología del rock

Aunque parezca mentira, todavía quedan ciertos fulanos y fulanas que no entienden que los Rolling Stones fueron la banda de rock más grande de la historia. Es cosa de no creer, pero existen. Los conozco. Si los habré visto yo. Si los habré oído a estos seres deshauciados murmurar en la honda noche, cuando la luna y la soledad dan generosa cabida a sus locas fantasías. Son peligrosos, te digo. No hay que fiarse de ellos. Vendrán y te dirán que el rock, la música, es su máxima pasión y que no hay nada como un buen vinilo junto a una copa de tinto. Pero a no confiarse. Son seres que después te alaban, por ejemplo, a los Beatles. ¡Los Beatles!, hay que ver. Una banda que, dada su clamorosa incompetencia, a tres años de comenzar su carrera profesional tuvo que retirarse de los escenarios para encerrarse en EMI y hacer cut & paste. Otros hablan de, escuchen ésta porque es para partirse, ¡Pink Floyd!. Así como lo leen; Pink Floyd. Esa terapia meditabunda de living-comedor para el yuppie que vuelve cansado de hacer alpinismo en la escala social. Y ni siquiera quiero mencionar a los que creen que la buena música empieza con Iutú, o con Nirvana, o con Radiohead, o con - Dios nos guarde y nos proteja - Coldplay. Sí, hermano, hay de todo; estos bicharracos, para desgracia de la humanidad, existen.

El antídoto también existe. Hay un tema, casi oculto al final del olvidado álbum Goat's Head Soup (1973), cuyo nombre es Starfucker pero que los cánones morales de las discográficas han preferido rebautizar con el seudónimo de Star Star. No se trata, ni por asomo, de una de las grandes canciones de la banda; entre tantas y tantas que han grabado, casi parece del montón. Aún así, Starfucker sirve lealmente al apostolado Stone que hoy nos convoca. Arranca con una guitarra que hornea Keith Richards (al que muchos reconocerán por su participación en Piratas del Caribe III) pero que amasó, sin dudas, el espíritu de Chuck Berry (al que muchos recordarán por su cameo telefónico en Volver Al Futuro I). Eso es. Arranca el tema, la guitarra pela riff, la batería tictaquea, Jagger asalta con unas líneas (Baby, baby, etc.) y la cosa, un rockito midtempo nomás, parece estar medianamente buena. Pero algo como que está faltando ¿No? Escuchen por ustedes mismos: ¿No es que falta algo? ¿No hay como una sensación de sed, de anticipación incómoda? Sí, no es joda: alcanzamos a interpretar una ausencia: la canción está pero no está.

Y entonces, la segunda estrofa. ¡BANG! Algo pasa. No se sabe muy bien qué es, pero nuestra parte trasera - el culo - empieza a columpiarse impunemente de un lado a otro, sin parar. La conciencia no opera, ya no decidimos si movernos o no. Nos movemos y listo: es puro reflejo de unos músculos y unos tendones que no hacen nuestra voluntad sino la suya. Naturalmente, nos sentiremos como violados y diremos "eh, loco, qué me está pasando", pero para esas alturas será muy tarde; el efecto del antídoto es irreversible. Es bastante probable que, mientras seguimos bailando, la cabeza nos deje de funcionar como lo haría en circunstancias normales; razonará de otra manera, o ni siquiera. Simplemente sabrá, entenderá, confesará que los Rolling Stones son, efectivamente, la banda de rock más grande de la historia.

Lo que pasó en el medio, amén de su misterio insondable para el intelecto, es obra de la sección rítmica más esencial de la historia del rock. Sin acaparar los flashes fotográficos ni la regularidad del magazinismo pedorro, Charlie Watts y el viejo desertor Bill Wyman tenían (tienen) una comprensión del ritmo rock que ninguna banda ha tenido jamás. El truco es sencillo, y si no lo querés saber tenés que parar de leer acá. Eso que faltaba en la primera estrofa y que aparece en la segunda es nada más ni nada menos que el bajo. Los Rolling Stones usaron bastante este truco - de demorar la entrada del bajo - en muchos de sus rockers más conocidos. Parece una soberana estupidez, pero el efecto es infalible: el oyente, sin advertir qué es exactamente lo que cambió, percibe de pronto que la canción está ahí, finalmente. Y el cuerpo, pleno y dichoso de golpe, danza. No puede evitarlo.

Charlie Watts es, además, un baterista excepcional que casi nunca golpea el tambor cuando nuestro metrónomo interno lo espera. A veces es un poquito después; casi siempre un poquito antes. Charlie da la sensación de ir más rápido que sus compañeros y que nosotros, de estar siempre como escapando. La famosa inexpresividad de su lenguaje corporal es, como mínimo, engañosa; él es el motor que hace avanzar cada canción, que la empuja siempre un poco más hacia adelante, provocando una sensación sutil - y no tanto - de aceleración, de desplazamiento. Los temas de los Stones no son centrados ni, mucho menos, prolijos: parecen estar en el borde de la cornisa, a punto de caer, huyendo como locos hacia alguna parte. El vértigo es inevitable; y la adrenalina también. La clave es el movimiento, y es Charlie quien hace que las cosas se muevan.

¿Cuál es el sentido de develar estos detalles minuciosos? ¿Por qué explicarle a la mente lo que el cuerpo ya sabe de memoria? Vamos a la grano: la música es, como todo arte, una metáfora, un recurso positivista que otorga formas sensibles a cosas que no podríamos nombrar o experimentar sin los sentidos. No se trata de mera simbología, de poner una cosita en lugar de una cosa y ya. El bajo entrando dos o tres compases después, no representa esa manija de la que agarrarnos o ese suelo donde pisar; mientras suena, simplemente lo es; tanto como hacer pie en la arena cuando pensábamos que el océano nos tragaba; tanto como ver, por fin, en los ojos de alguien eso que no sabíamos si existía. Por el contrario, el tamborileo huidizo de Watts es la carrera frenética que nunca acaba, esa urgencia de querer llegar a algún lugar que no está o a una plenitud que se escurre cuando creemos tenerla al alcance de un manotazo. El bajo de Wyman nos afirma en algo; el ritmo sincopado de Watts nos pone a correr: ambos coexisten y con eso arman lo que pueden. Sobreviven, como vos y yo.

Igual no hace falta ponernos tan filósofos (o pretenciosos) para rastrear este tipo de contradicciones fundamentales. Éstas son más comunes de lo que se cree, están en todos lados. En alguna instancia, todo en la vida es una gran contradicción. Los Rolling Stones son rock porque en ellos conviven abiertamente todos los aspectos de tal concepto (¡qué es el rock sino un concepto!): las ínfulas de rebeldía y la corrección política; el sótano románticamente andrajoso y la factoría multimillonaria global; los excesos autodestructivos y el burocrático oficio de músico; la pasión del artista y la mundana persecusión de la fortuna. Todo eso son los Rolling Stones y todo eso es el rock. La tensión entre unos carriles sobre los que las cosas funcionan, y unos vuelcos irreverentes que conducen al colapso regenerador; entre la ejecutividad de Jagger y la ruina de Richards; entre el bajo de Wyman y la batería de Watts.

Sabemos, entonces, que los Rolling Stones son la banda de rock más grande de la historia porque esta irresolución que nos funda a todos nosotros y a nuestra extraña comunidad es el sustrato que rezuma en cada una de sus canciones. Canciones con sus verrugas, sus fricciones, su puta corrosión. Las cuales, cada vez que suenan, nos buscan la yugular como un puñal sin tiempo. Las cuales, sin problemas, pueden ser tocadas por los cuatro homínidos británicos ante las audiencias más aristócratas y poderosas. ¿Y qué? Son canciones reales. La perfección que otras bandas de rock anhelan es indeseable; los Stones saben que no hay ninguna credibilidad en ella. Porque no existe tal cosa como la perfección - o la coherencia -, en este irredento mundo de mierda.

PROMOCIÓN OPCIONAL CON SU COMPRA: 10 perversas e intimidantes canciones de los Rolling Stones: ACA (para darle sonido a las tristes palabras).

9 comentarios:

Fede / Billie dijo...

¡Pomelo es rock!
(Confirmado: estas líneas están justificando póstumamente el #1 para Gimme Shelter :P)

fedefer dijo...

Claro, podría verse como una ¿oportuna? extensión de la reflexión de Gimme Shelter. En realidad, lo empecé a escribir en enero y lo demoré en el blog para no interferir con otras cosas de la misma índole (música).

Samuel dijo...

Espectacular reflexión... y quiero más! Con 10 temas también, de la banda que sea (atrévete con Coldplay jaja).

Dante dijo...

La mejor banda de rock de todos los tiempos es Belle Epoque. Se sabe.

=)

Hector dijo...

Una gran banda, si señor. Siempre he mantenido que la igualdad Rolling Stones = Rock & Roll es válida.

Pese a que sigo pensando que son mejores The Who.

Por cierto, la canción que más me gusta de los Stones siempre ha sido Jumping Jack Flash, sobre todo esa versión en vivo del Get Yer Ya Yas Out. Tiene uno de esos riffs que no te puede quitar de la cabeza ni estando heroinado...

fedefer dijo...

Lo de los Rollingas es más culpa de la Argentina que de los pobres Stones. Si hubiera rollingas en Inglaterra o Laos, bueno, te lo aceptaría...

Anónimo dijo...

Podria estar de acuerdo en que estan entre las mejores bandas de ROCK (junto a otras como The Who o Led Zeppelin).
Pero si en lugar de hablar de la mejor banda de ROCK hablamos de la mejor banda de MÚSICA, sigo pensando que el primer puesto les corresponde a los Beatles.

Aun así es interesante tu reflexión.

Anónimo dijo...

q es esto????
realmente no pense q vos fueras capaz de caer en algo tan pero tan subjetivo como intentar rankear canciones (me refieron al post Las cien mejores canciones del rock. TOP-TEN)...y mucho pero mucho menos q plantearas la existencia de una banda q merezca el titulo de la mejor banda de rock de todos los tiempos????
el rock es la suma de todas las bandas q lo definieron y lo modificaron. en todo caso los rolling stones podrian ser los mejores rolling stones de la historia
el ranking q cada uno haga de esas bandas depende de el estado de animo, la etapa de la vida en la q uno esta, como se levanto a la mañana, lo q sea....pero es DINAMICO, no es racional....buscar un "mejor", las "10 mejores", etc. no es ra-cio-nal
siguiendo con este razonamiento es q no voy a leer el post "Las cien mejores canciones del rock. TOP-TEN"
abrazo!

juani

1+ dijo...

Hoy escuché después de un buen tiempo Starfucker y por supuesto me acordé de este post... Hay algo más que entra en la segunda estrofa además del bajo: el inefable pianito de Stu, stonidad completa.