15 step - airbag - there there - all i need - kid a - karma police - nude - weird fishes / arpeggi - the national anthem - the gloaming - no surprises - pyramid song - street spirit (fade out) - jigsaw falling into place - idioteque - bodysnatchers - how to disappear completely [BIS] videotape - paranoid android - house of cards - reckoner - planet telex [BIS] go slowly - 2+2=5 - everything in its right place - creep.
En determinado momento de Idioteque, Thom Yorke declama con elocuencia que "this is really happening"; dos canciones más tarde, en How To Disappear Completely, se despacha con una frase similar, pero al revés: "this isn't happening". Con toda probabilidad, no hay contradicción más clarividente - más sincera - para desentrañar con el lenguaje lo que se pudo haber sentido en el Club Ciudad de Buenos Aires la noche del último feriado, cuando Radiohead por fin se presentó en Argentina por única vez.
Porque ¿Cuántas veces nos habremos detenido, sumidos en la vorágine de un apretujamiento de nervios y transpiración, a caer en que sí, esto "realmente está sucediendo"? ¿Y cuántas más nos habremos quedado mudos, convencidos de que - más allá de toda evidencia - la irrealidad prevalecía triunfal? Y así, canción tras canción hasta que, sin advertirlo (por estar en las nubes), las dos horas se pasaran volando con el inconfundible regusto de lo efímero, lo inaprensible, o quizás lo onírico.
¿Demasiado aspaviento para un espectáculo de música y luces? Tal vez, pero hay que entenderlo en perspectiva: luego de años oyendo estas canciones en cinta, CD, mp3, streaming o el soporte que sea; luego de años escuchándolas en habitaciones vacías, bares concurridos, trenes repletos o autos varados en el tránsito; luego de años incorporándolas a la memoria, a la piel, haciéndolas símbolos o usándolas de señaladores para las páginas de nuestras vidas, de nuestras secretas elucubraciones mentales... Luego de todo eso, es muy difícil creerse la corporalidad brutal de la banda en vivo. No es tan sencillo como pareciera aceptar que los flacos están ahí y están tocando. Que no es que otra vez le dimos "play" a algo y nos pusimos, como de costumbre, a ensoñar.
Mi hipótesis, no obstante, es que a pesar de la borrachera y la resaca, Radiohead realmente pasó en el Club Ciudad. Que un tímido pero expresivo Thom Yorke, un circunspecto Jonny Greenwood, un afable Ed O'Brien, un sobrio Phil Selway y un entusiasmadísimo Colin Greenwood pasaron en el Club Ciudad. Y que dieron un show desbordante, intenso, de esos que no estamos acostumbrados a presenciar. Un show que amén del profesionalismo impecable (luces impecables, sonido impecable, performance impecable) trascendió el mero circo para convertirse en un genuino ritual, capaz de lo sumamente vandálico (2+2=5, sobre el final) como de lo solitario e íntimo (Pyramid Song, y un nudo en la garganta).
Pero la inteligencia del setlist no se agotó en su ancho abanico de emociones. Haber interpretado In Rainbows casi en su totalidad sirvió para confirmar en carne viva sus credenciales de álbum clásico. Weird Fishes, con sus intoxicantes arpegios a todo volumen, se logró inmisucir como un viejo hit; Jigsaw Falling Into Place, esa obra maestra del crescendo y el no dar respiro, dinamitó todo con una virulenta versión eléctrica que bien pudo haber aniquilado a su público; Reckoner directamente fue como un himno. El único signo de debilidad lo aportó Nude, una canción vieja en la peor connotación de la palabra, una parodia apenas maquillada por sus lujosos colchones de cuerdas y la fenomenal performance vocal de Yorke (y su voz de sirena en un naufragio).
Otro acierto relevante fue la inclusión de un puñado de arreglos alternativos entre tanto calco de estudio, sobre todo en los números más electrónicos del recurrente Kid A y Hail To The Thief, como la embrujadísima The Gloaming ("genie let out of the bottle, it is now the witching hour"), una monstruosa The National Anthem con el escenario prendiéndose fuego y la excelente versión neo-fiestera de Everything In Its Right Place (introducida con un pequeño homenaje de Thom a Tim Buckley y Song To The Siren) con su extensa coda llena de clicks y beeps y cositas funky ante las cuales era improbable mantener el cuerpo estático.
El segmento bajonero de rigor estuvo capitaneado por esa sobrecogedora oda a la muerte que es Pyramid Song, que con su elegante piano a lo Satie, su psicodelia y sus guitarras tocadas como cellos fue el único, y oportuno, giño al olvidado Amnesiac. Complementaron una versión algo plana de No Surprises y la sorpresiva inclusión de su análoga Go Slowly, un tema del disco bonus In Rainbows que amenaza todo el tiempo con reventar sin hacerlo nunca. La depresiva in-extremis How To Disappear Completely, fue tocada expresamente (O'Brien dixit) para homenajear a los 30.000 desaparecidos del PRN en el feriado del 24 de marzo, gesto que fusionó de manera brillante la correccion política clásica con el humor negro.
El Radiohead más guitarrero también se sumó a la deliciosa marea de contrastes, aunque el legendario The Bends fue escasamente revisitado. En compensación, se presentó quizás el tema más emotivo de aquel álbum, la desolada Street Spirit, mientras que Planet Telex, con su tremolo a lo How Soon Is Now?, fue una grotesca medusa de distorsión pegoteándose a los oídos. Otros momentos bien al palo fueron otorgados por el infravalorado Hail To The Thief (el final de There There y 2+2=5 provocaron la absoluta apoteosis del público) y la ubérrima Paranoid Android, el momento clave; el momento en el que muchos de los presentes nos apiolamos de que todo esto estaba "really happening".
La frutilla del postre fue, inesperadamente o no tanto, Creep, aquel hit maldito de Pablo Honey al que se le da más prensa (positiva y negativa) de la que merece. Una canción adolescente, sólida como cualquier otra, ostensiblemente manoteada del clásico de Phil Everly y The Hollies The Air That I Breathe y llevada a la inmortalidad por esos paranoides eructos eléctricos de Jonny Greenwood. La respuesta de amor y odio que genera en los fans hace que su inclusión no pueda escapar a los comentarios y bisbiseos. Luego de años de repudio por parte de propia la banda, la aparición de Creep puede ser leida de múltiples maneras: una señal de pura y llana hipocresía; una reconciliación con las raíces; una crítica implícita al snobismo que la banda abrazó con discos como Kid A; una ironía apenas disfrazada; una pequeña concesión a la nostalgia por ser este el primer tour en Sudamérica; o cualquier cosa.
Poco importa después de todo, ya que el final-final, con Yorke en primer plano, cantando casi a cappella las siempre resonantes "What the hell I'm doing here, I don't belong here" y el público coreando a todo pulmón, fue un epílogo más que apropiado para uno de los mejores conciertos de rock que jamás se hayan visto en Buenos Aires.
BONUS:
LAS ENTRADAS: carííííísimas, nos vieron la cara, pero ya fue.
EL LUGAR: medio choto, pero así suelen ser los festivales, qué se le va hacer.
LA GENTE: quilombera, empujones, forcejeos, desmayos, paquetes masculinos en mi culo, encima varios filmando como boludos con las camaritas y celulares, pero bue.
KRAFTWERK: muy groso, especialmente Radioactivity.
LA PORTUARIA: muy groso también, qué se yo.
Se nota que me chupa todo un huevo después del flor de recital que se mandó Radiohead ¿no?
Porque ¿Cuántas veces nos habremos detenido, sumidos en la vorágine de un apretujamiento de nervios y transpiración, a caer en que sí, esto "realmente está sucediendo"? ¿Y cuántas más nos habremos quedado mudos, convencidos de que - más allá de toda evidencia - la irrealidad prevalecía triunfal? Y así, canción tras canción hasta que, sin advertirlo (por estar en las nubes), las dos horas se pasaran volando con el inconfundible regusto de lo efímero, lo inaprensible, o quizás lo onírico.
¿Demasiado aspaviento para un espectáculo de música y luces? Tal vez, pero hay que entenderlo en perspectiva: luego de años oyendo estas canciones en cinta, CD, mp3, streaming o el soporte que sea; luego de años escuchándolas en habitaciones vacías, bares concurridos, trenes repletos o autos varados en el tránsito; luego de años incorporándolas a la memoria, a la piel, haciéndolas símbolos o usándolas de señaladores para las páginas de nuestras vidas, de nuestras secretas elucubraciones mentales... Luego de todo eso, es muy difícil creerse la corporalidad brutal de la banda en vivo. No es tan sencillo como pareciera aceptar que los flacos están ahí y están tocando. Que no es que otra vez le dimos "play" a algo y nos pusimos, como de costumbre, a ensoñar.
Mi hipótesis, no obstante, es que a pesar de la borrachera y la resaca, Radiohead realmente pasó en el Club Ciudad. Que un tímido pero expresivo Thom Yorke, un circunspecto Jonny Greenwood, un afable Ed O'Brien, un sobrio Phil Selway y un entusiasmadísimo Colin Greenwood pasaron en el Club Ciudad. Y que dieron un show desbordante, intenso, de esos que no estamos acostumbrados a presenciar. Un show que amén del profesionalismo impecable (luces impecables, sonido impecable, performance impecable) trascendió el mero circo para convertirse en un genuino ritual, capaz de lo sumamente vandálico (2+2=5, sobre el final) como de lo solitario e íntimo (Pyramid Song, y un nudo en la garganta).
Pero la inteligencia del setlist no se agotó en su ancho abanico de emociones. Haber interpretado In Rainbows casi en su totalidad sirvió para confirmar en carne viva sus credenciales de álbum clásico. Weird Fishes, con sus intoxicantes arpegios a todo volumen, se logró inmisucir como un viejo hit; Jigsaw Falling Into Place, esa obra maestra del crescendo y el no dar respiro, dinamitó todo con una virulenta versión eléctrica que bien pudo haber aniquilado a su público; Reckoner directamente fue como un himno. El único signo de debilidad lo aportó Nude, una canción vieja en la peor connotación de la palabra, una parodia apenas maquillada por sus lujosos colchones de cuerdas y la fenomenal performance vocal de Yorke (y su voz de sirena en un naufragio).
Otro acierto relevante fue la inclusión de un puñado de arreglos alternativos entre tanto calco de estudio, sobre todo en los números más electrónicos del recurrente Kid A y Hail To The Thief, como la embrujadísima The Gloaming ("genie let out of the bottle, it is now the witching hour"), una monstruosa The National Anthem con el escenario prendiéndose fuego y la excelente versión neo-fiestera de Everything In Its Right Place (introducida con un pequeño homenaje de Thom a Tim Buckley y Song To The Siren) con su extensa coda llena de clicks y beeps y cositas funky ante las cuales era improbable mantener el cuerpo estático.
El segmento bajonero de rigor estuvo capitaneado por esa sobrecogedora oda a la muerte que es Pyramid Song, que con su elegante piano a lo Satie, su psicodelia y sus guitarras tocadas como cellos fue el único, y oportuno, giño al olvidado Amnesiac. Complementaron una versión algo plana de No Surprises y la sorpresiva inclusión de su análoga Go Slowly, un tema del disco bonus In Rainbows que amenaza todo el tiempo con reventar sin hacerlo nunca. La depresiva in-extremis How To Disappear Completely, fue tocada expresamente (O'Brien dixit) para homenajear a los 30.000 desaparecidos del PRN en el feriado del 24 de marzo, gesto que fusionó de manera brillante la correccion política clásica con el humor negro.
El Radiohead más guitarrero también se sumó a la deliciosa marea de contrastes, aunque el legendario The Bends fue escasamente revisitado. En compensación, se presentó quizás el tema más emotivo de aquel álbum, la desolada Street Spirit, mientras que Planet Telex, con su tremolo a lo How Soon Is Now?, fue una grotesca medusa de distorsión pegoteándose a los oídos. Otros momentos bien al palo fueron otorgados por el infravalorado Hail To The Thief (el final de There There y 2+2=5 provocaron la absoluta apoteosis del público) y la ubérrima Paranoid Android, el momento clave; el momento en el que muchos de los presentes nos apiolamos de que todo esto estaba "really happening".
La frutilla del postre fue, inesperadamente o no tanto, Creep, aquel hit maldito de Pablo Honey al que se le da más prensa (positiva y negativa) de la que merece. Una canción adolescente, sólida como cualquier otra, ostensiblemente manoteada del clásico de Phil Everly y The Hollies The Air That I Breathe y llevada a la inmortalidad por esos paranoides eructos eléctricos de Jonny Greenwood. La respuesta de amor y odio que genera en los fans hace que su inclusión no pueda escapar a los comentarios y bisbiseos. Luego de años de repudio por parte de propia la banda, la aparición de Creep puede ser leida de múltiples maneras: una señal de pura y llana hipocresía; una reconciliación con las raíces; una crítica implícita al snobismo que la banda abrazó con discos como Kid A; una ironía apenas disfrazada; una pequeña concesión a la nostalgia por ser este el primer tour en Sudamérica; o cualquier cosa.
Poco importa después de todo, ya que el final-final, con Yorke en primer plano, cantando casi a cappella las siempre resonantes "What the hell I'm doing here, I don't belong here" y el público coreando a todo pulmón, fue un epílogo más que apropiado para uno de los mejores conciertos de rock que jamás se hayan visto en Buenos Aires.
BONUS:
LAS ENTRADAS: carííííísimas, nos vieron la cara, pero ya fue.
EL LUGAR: medio choto, pero así suelen ser los festivales, qué se le va hacer.
LA GENTE: quilombera, empujones, forcejeos, desmayos, paquetes masculinos en mi culo, encima varios filmando como boludos con las camaritas y celulares, pero bue.
KRAFTWERK: muy groso, especialmente Radioactivity.
LA PORTUARIA: muy groso también, qué se yo.
Se nota que me chupa todo un huevo después del flor de recital que se mandó Radiohead ¿no?
14 comentarios:
Creep fue una "pequeña concesión a la nostalgia", claramente.
Gran reseña.
Sin lugar a dudas el concierto que más disfruté en lo que va de mi corta vida. Todo impecable: El sonido, la puesta, el clima, la gente, ellos...
El setlist 10 puntos. Me quedé con las ganas de The Bends y A wolf at the Door, pero bueno, TODO no se puede.
Muy buen post. Ojalá no haya que esperar tanto para una revancha.
c.
Antes que nada: gracias por tan excelente y vívida reseña... da ganas de ver y escuchar.
Algunas cosas aisladas que pensé/sentí: Creo que para muchos fue muy importante la parte "histórico-personal" (?) de la banda; eso de venir esperándola y habitándola desde siempre. ¿Cómo pudieron pasar tantos años y cómo no revivir tantas cosas con el recital (puta madre: ¡Creep!)?
Muchos se quejan de los cantitos de cancha y demás, yo me argumento sola con los versos: still cries at a good film, still kisses with saliva.
El momento de Rain down, rain down fue una cosa completamente delirante y mística y el cielo (from a great height) estaba perfecto para detener todo ahí, con los brazos arriba... (y crecer alas)
Me gusta porque la visita tuvo mil sentidos distintos para cada uno... y el denominador común de haber sido un tremendo recital.
Vi un video de Chile y había muuuuuuchas más cámaras que acá, pero mal, muy freak (this is one for the good days and they have it all here in red, blue, green). :)
Volver caminando y levantarme para trabajar al otro día fue lo más agridulce que me pasó en mucho tiempo.
Saludos, un placer leerte!
Aquí también "abrió" kreftwerk. Yo no fui, pero no creo que una banda merezca ser "abridora" de la otra. Quizá Radiohead sí.
As: El Avión De La Muerte - Los Tigres Del Norte.
Atte: Juan Ramón Velázquez Mora.
weón, hicieron otro show. yo pensé que iban a tocar lo mismo.. hay diferencias CRUCIALES en el set list. Allá tocaron Street Spirit, acá Just.. malditos. Espero que ayer en la noche acá en Santiago no hayan cambiado los temas..
Tan shockeado estoy aún que mi reseña no la puedo hacer.
Ya se puede borrar ese parrafo que rezaba:
"pero por lo que ví me dio la impresión de que las performances en vivo de sus clásicos son inferiores a las versiones de estudio y su música pierde en el escenario mucha de la riqueza, la belleza y el fuego que ostenta en sus discos." (http://drmusicstudio.cmact.com/Grupos/radiohead.htm)
Firmado: un antiguo lector
Supongo que se pueden borrar demasiados párrafos, como para hacerlo efectivamente.
Lauris, si tuviera que elegir un momento del recital, sería Pyramid Song; escuchar esos acordes de piano sonar alrededor a todo volumen tocados por el mismo Yorke me puso en suspenso, y por un momento toda la gente a mi alrededor desapareció literalmente. Pero si me pongo a darle vueltas cambiaría de opinión al toque, así que mejor ni sigo!!
Y sí Vortice, en la segunda noche de Santiago abrieron con Creep y cerraron con Paranoid Android, además de que tocaron Morning Bell (temazo), Climbing Up The Walls y Dollars & Cents.
Un concierto inolvidable, pasan los días y uno aún lo sigue procesando...corear el fade out again en streetspirit o delirar saltando con el paying attention de 2+2=5. Tantos momentos emotivos, esperemos que algún día regresen. Saludos!!
Fue único. Aunque no pudimos estar físicamente en el mismo huequito, sentí que estabamos viviendo una ficción compartida y que en algún lugar cercano estaban los dos fedes alucinados como yo. Confirme esto, en la complicidad de tu saludo el otro día.
Un abrazo che, nos vemos.
Llegué a la conclusión de que podría armar un rompecabezas del recital (o las sensaciones del recital) sólo con citas de canciones de Rh.
Hoy, a la distancia, el tema sería Song to the siren (aunque parece que covereaban Sing a song for you y no ésa, de Tim; recordaba lo contrario).
Pyramid song estaría seguro. Saludos!
me gustó tu reseña che.
Chino: los vi en Chile y tocaron just, efectivamente. como anécdota, en la parte del medio que ponen un arreglo de guitarra limpia medio rifero, j. greenwood pifió TODAS jaja. lo bueno fue que se cagó de risa y le chupó un huevo, lo cual lo sacó del lugar de pifie pedorro y le dio un más de categoría eeeeaaalhvcpñiycvwpc rock & roll.
Anónimo 1ero: también tocar a wolf at the door. (alto momento)
muy buena reseña (crítica?) del recital. la mejor que leí hasta ahora.
mi momento de realidad/irrealidad fue cuando tocaron Pyramid Song. sencillamente nunca pensé que eso iba a pasar.
que pajero no escribiste más. Estas como yo jaja
¡Renuncie montonero Fernandez, re-nun-cie! ¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte!
muy bueno el programa
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