sábado, 19 de mayo de 2012

Neutralidad y matices


La neutralidad política no existe: los propios términos se anulan entre sí brutal, esencialmente. La gente de 6-7-8 lo sabe muy bien porque la desmitificación de la neutralidad y la reivindicación de la política (que son lo mismo) son el fundamento del programa desde sus inicios allá en los albores de la ley de medios. Ricardo Darín no fue neutral ni pretendió serlo en su comentario sobre Lanata durante la última emisión de TVR. El lugar desde el cual habló - el sillón de Gvirtz - es ya de por sí una fulgurante toma de posición: no cualquiera acepta sentarse de buena gana ahí, como no cualquiera acepta secundar a Morales Solá o a Kirchbaum en su ansiedad por "preguntar". Darín es lo suficientemente claro en sus opiniones acerca del informe sobre los twitteros falsos, acerca de los motivos del enojo de Lanata y acerca de la existencia de fanatismos de los cuales "no quiero ser rehén". Jamás pronuncia la palabra "neutralidad", ni "neutral", ni "neutro". Tan poco "neutral" es esta breve declamación del actor que inmediatamente provocaron (esa es la palabra) una réplica en forma de debate mediático que culminó con la ira de Orlando Barone - "esa tontería que dijo (Darín)" - en la emisión de 6-7-8 del jueves.

Los panelistas y editores de 6-7-8 encasillaron no obstante a Darín entre los "neutrales"; una especie de vendetta retórica al interpretar que éste los había encasillando a ellos, en primer lugar, entre los "fanáticos". Se dieron por aludidos como quien dice. Pero nadie con unas mínimas reservas de lucidez podría dudar de qué lado están Ricardo Darín o, para el caso, Matías Martin, Andy Kusnetzoff y muchos otros "neutrales".

Esto, suponiendo grosso modo que sí, que de un lado estaría lo popular / democrático y del otro lado estarían los grupos económicos concentrados de Magnetto y Escribano y las mentes de a pie que aún colonizan con falsos pronósticos de ruina. El asunto está en comprender que éstas son categorías propias de un microclima discursivo, pero que ni el 54% que votó a Cristina ni el 46% que no lo hizo pueden reducirse a adherencias irrestrictas a una u otra cofradía. El universo de votantes es un espectro de múltiples frecuencias, no esta polarización mitificada por los medios y en apariencia excluyente.

Cuando Darín dice "yo no quiero ser rehén", se esta desmarcando de posturas extremas, inalterables, maniqueas, según las cuales o bien el gobierno de Cristina es la cosa más incompetente y corrupta que nos pasó en la historia, o bien ella es poco menos que Jesucristo. Cuando dice "yo no quiero ser rehén", está eludiendo la trampa de un binarismo trucho que nos desacredita a los ojos de ambos "bandos" en cuanto expresamos un mínimo disenso. Cuando dice "yo no quiero ser rehén", está diciendo que ninguna afiliación cuasi-ontológica a determinado "pro" o "anti" contamina de antemano su visión frente a cada tema que se debate (en todo caso su ideología, algo mucho más grande, sí lo hará). Se puede defender la aplicación de la ley de medios pero repudiar la falta de transparencia en las estadísticas y tomarse la libertad de hablar de ambas cosas sin traicionar a nadie, ni "hacerle el juego" a nadie, ni claudicar en la lucha.

No ser rehén es permitirse dudar o ir modificando alguna opinión en el proceso. La duda es una toma posición en sí misma: la más frecuente, la necesaria para la historia y la crítica, y es inherente al pensamiento. Las "convicciones firmes" necesitan, de pronto, someterse a cismas internos para reforzarse o evolucionar. Sancionar la duda como propio de tibios o cobardes funcionales es inhumano.

En este sentido, por ejemplo, es interesante la humanidad de Barak Obama al reconocer públicamente que no siempre pensó lo mismo, que dudó, que dio vueltas, que discutió con sus hijas, acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo. Un refrescante contrapunto ante la estéril glorificación de las "convicciones de toda la vida" y la coherencia de "pensar siempre lo mismo". Como si las grandes decisiones políticas fueran el resultado de un empecinamiento mágico y no de la reflexión sobre las circunstancias.

La neutralidad no existe. Es en todo caso la más extrema de las posturas, de tan inviable que es.

1 comentario:

s dijo...

¿qué pasa que no escribís más?