Lo que tengo ahora mismo es esta caja blanca, este marco vacío que debo colmar de inscripciones y no sé bien por qué. Mientras, como ahora, es invadido desde la parte superior por una prolija banda militar de letritas, me pregunto: ¿Quién me obliga a tener un blog?; ¿Cuánto me pagan por mantener el blog?; ¿Para qué sirve este blog?; ¿Quién lee mi blog? - Y así surgen las respectivas respuestas: Nadie. Nada. Para nada. Tres gatos locos. Y sin embargo nunca me libero de esta caja vacía a la que vuelvo cada dos o tres días, que me ordena "escribí algo, lo que sea" y yo, sumisión pura, escribo. Lo que sea.
Y la pregunta es la misma ¿Por qué? ¿Por qué escribir?
Según mi tesis, son cuatro las características esenciales de la pregunta que acabo de formular. La primera es que todo aquel que escribe (bien, mal, regular) en algún momento, sí o sí, se la hace. La segunda es que, no importan las vueltas que le dé, nunca llega a dar con una respuesta del todo satisfactoria. La tercera es que, por consiguiente, la pregunta le respirará en la nuca durante toda la vida. La cuarta es que aún así, en realidad, le importa un huevo: seguirá escribiendo.
Hay algo que parece ser verdad: se escribe para que alguien lea. Si nadie leyera, si las palabras sirvieran tan solo a un autoerotismo sofisticado, seguro que habría muchas mejores cosas que hacer. Más productivas, como le gusta decir mi viejo. Pero alguien lee, indefectiblemente. Alguien por ahí, hasta contra su propia voluntad, se tomará la molestia de entrar acá y leer estas mismas líneas que ahora estoy escribiendo, que ahora está usted leyendo. Y es ese misterio del "ahora" perpetuado, conjeturo, el que me tienta a entrar cada tanto a la "creación de entradas" con el morbo de manchar lo blanco de letras, aunque no tenga nada específico para decir. Como ahora.
Porque ahora no tengo nada específico para decir, no voy a engañar a nadie. Y sin embargo esta seducción de venir acá que aparece y es casi irresistible. Algunos hablan de obligación, de que el medio te obliga a salir con algún post nuevo con cierta regularidad. Dicen que si pasaron siete días y no salió nada nuevo, los lectores se cansan y no entran nunca más al blog. Yo, personalmente, me atrevo a dudar de tal afirmación: a los homo-sapiens todavía les cuesta leer de la pantalla, y no creo que la mayoría tenga ganas de devorarse una parrafada nueva cada dos días. Los blogeros no somos periodistas: tendríamos que rescatar esa posibilidad, ese derecho, de postear cuando se nos da la reverenda gana o cuando hay algo urgente que decir. Incluso, y me fui al otro lado del canal comunivativo, sospecho que muchos lectores experimentan cierto alvio al entrar a un blog asiduo y ver que aún no está actualizado desde la última vez. La vorágine de escribir por escribir lleva a una sobrecarga de cosas, de información, que termina nublando el entendimiento. A la gente que lee blogs, en el fondo, le da bastante p*** leer blogs.
Aún así, alguien lee. Aún así, estoy acá escribiendo. Sin nada para decir y ya voy por el quinto párrafo, ni más ni menos. El quinto párrafo de aleatoriedad compartida. Sin eufemismos, el quinto párrafo de boludeces que a nadie sirven pero que espero que todos lean. Ah, pero no soy el único. No estoy solo. Cuántos blogs habrá dando vueltas por ahí. De repente pareciera que todo el mundo escribe (o, por lo menos, todo el mundo con acceso a Internet, que en realidad es una pequeñita fracción del auténtico todo el mundo, pero bue, tengo toda la esperanza de que sabrán lo que quise decir). La adicción, por lo tanto, es generalizada. No soy yo el único enfermo que vuelve acá a escribir cualquier cosa porque sí. Es una psicosis colectiva, un holocausto de escritos, un escenario bélico espectacular donde estamos bombardeándonos mutuamente con palabras, esa munición que no se agota nunca.
Nadie pidió blogs. De repente estaban ahí, pero nadie los pidió. No hubo una necesidad desesperada de blogs que motivara comisiones de expertos trabajando en el tema. No hubo una demanda masiva o indignada de algún espacio digital para despuntar el vicio de la escritura. No hubo un reclamo de vecinos, ni un piquete, ni un plesbiscito para ver si salía, o no, el servicio de blogs. Como toda tecnología, apareció de la noche a la mañana (y no vengan con evolucionismoos, en la práctica sabemos que fue de la noche a la mañana) y cada uno se apropió de ella como pudo o como mejor le salió. De repente, muchos vimos que podíamos escribir. Que podíamos ser leídos. Pegó; es más civilizado que escribir graffitis en las piedras y el propósito es el mismo.
Algunos blogs son diarios íntimos de público dominio, con posts como "Envídienme: me comí un sanguche bueniiisimo en Costanera. Chau!". Otros tienen posts que no terminan nunca y que los lectores espían a ver hasta dónde llegan y dicen "uh!". La blogósfera es un océano de jeroglíficos con vida propia. No hay nada que podamos hacer para evitarlos o acabar con ellos; las letras aparecen con una magia que desconocemos porque creemos haberlas inventado, pero no. Las letras nos inventan a nosotros cada día, y nos retuercen, nos modelan. Cuando escribimos, como yo ahora, nos ilusionamos con ser artesanos con dominio total del lenguaje. Ah! Si supiéramos que en ese mismo momento, oculto en nuestros cromosomas, el alfabeto se ríe a carcajadas, mientras tira de las palancas de estos dedos movedizos, que tipean y tipean y tipean. Si supiéramos.
Y la pregunta es la misma ¿Por qué? ¿Por qué escribir?
Según mi tesis, son cuatro las características esenciales de la pregunta que acabo de formular. La primera es que todo aquel que escribe (bien, mal, regular) en algún momento, sí o sí, se la hace. La segunda es que, no importan las vueltas que le dé, nunca llega a dar con una respuesta del todo satisfactoria. La tercera es que, por consiguiente, la pregunta le respirará en la nuca durante toda la vida. La cuarta es que aún así, en realidad, le importa un huevo: seguirá escribiendo.
Hay algo que parece ser verdad: se escribe para que alguien lea. Si nadie leyera, si las palabras sirvieran tan solo a un autoerotismo sofisticado, seguro que habría muchas mejores cosas que hacer. Más productivas, como le gusta decir mi viejo. Pero alguien lee, indefectiblemente. Alguien por ahí, hasta contra su propia voluntad, se tomará la molestia de entrar acá y leer estas mismas líneas que ahora estoy escribiendo, que ahora está usted leyendo. Y es ese misterio del "ahora" perpetuado, conjeturo, el que me tienta a entrar cada tanto a la "creación de entradas" con el morbo de manchar lo blanco de letras, aunque no tenga nada específico para decir. Como ahora.
Porque ahora no tengo nada específico para decir, no voy a engañar a nadie. Y sin embargo esta seducción de venir acá que aparece y es casi irresistible. Algunos hablan de obligación, de que el medio te obliga a salir con algún post nuevo con cierta regularidad. Dicen que si pasaron siete días y no salió nada nuevo, los lectores se cansan y no entran nunca más al blog. Yo, personalmente, me atrevo a dudar de tal afirmación: a los homo-sapiens todavía les cuesta leer de la pantalla, y no creo que la mayoría tenga ganas de devorarse una parrafada nueva cada dos días. Los blogeros no somos periodistas: tendríamos que rescatar esa posibilidad, ese derecho, de postear cuando se nos da la reverenda gana o cuando hay algo urgente que decir. Incluso, y me fui al otro lado del canal comunivativo, sospecho que muchos lectores experimentan cierto alvio al entrar a un blog asiduo y ver que aún no está actualizado desde la última vez. La vorágine de escribir por escribir lleva a una sobrecarga de cosas, de información, que termina nublando el entendimiento. A la gente que lee blogs, en el fondo, le da bastante p*** leer blogs.
Aún así, alguien lee. Aún así, estoy acá escribiendo. Sin nada para decir y ya voy por el quinto párrafo, ni más ni menos. El quinto párrafo de aleatoriedad compartida. Sin eufemismos, el quinto párrafo de boludeces que a nadie sirven pero que espero que todos lean. Ah, pero no soy el único. No estoy solo. Cuántos blogs habrá dando vueltas por ahí. De repente pareciera que todo el mundo escribe (o, por lo menos, todo el mundo con acceso a Internet, que en realidad es una pequeñita fracción del auténtico todo el mundo, pero bue, tengo toda la esperanza de que sabrán lo que quise decir). La adicción, por lo tanto, es generalizada. No soy yo el único enfermo que vuelve acá a escribir cualquier cosa porque sí. Es una psicosis colectiva, un holocausto de escritos, un escenario bélico espectacular donde estamos bombardeándonos mutuamente con palabras, esa munición que no se agota nunca.
Nadie pidió blogs. De repente estaban ahí, pero nadie los pidió. No hubo una necesidad desesperada de blogs que motivara comisiones de expertos trabajando en el tema. No hubo una demanda masiva o indignada de algún espacio digital para despuntar el vicio de la escritura. No hubo un reclamo de vecinos, ni un piquete, ni un plesbiscito para ver si salía, o no, el servicio de blogs. Como toda tecnología, apareció de la noche a la mañana (y no vengan con evolucionismoos, en la práctica sabemos que fue de la noche a la mañana) y cada uno se apropió de ella como pudo o como mejor le salió. De repente, muchos vimos que podíamos escribir. Que podíamos ser leídos. Pegó; es más civilizado que escribir graffitis en las piedras y el propósito es el mismo.
Algunos blogs son diarios íntimos de público dominio, con posts como "Envídienme: me comí un sanguche bueniiisimo en Costanera. Chau!". Otros tienen posts que no terminan nunca y que los lectores espían a ver hasta dónde llegan y dicen "uh!". La blogósfera es un océano de jeroglíficos con vida propia. No hay nada que podamos hacer para evitarlos o acabar con ellos; las letras aparecen con una magia que desconocemos porque creemos haberlas inventado, pero no. Las letras nos inventan a nosotros cada día, y nos retuercen, nos modelan. Cuando escribimos, como yo ahora, nos ilusionamos con ser artesanos con dominio total del lenguaje. Ah! Si supiéramos que en ese mismo momento, oculto en nuestros cromosomas, el alfabeto se ríe a carcajadas, mientras tira de las palancas de estos dedos movedizos, que tipean y tipean y tipean. Si supiéramos.
6 comentarios:
Creo que lo fundamental de un blog es la posibilidad que te lean. Aunque uno no conozca a quién lee o ni siquiera reciba un comentario. Creo que escribir en general es así. Si uno escribe es porque ya se está dirigiendo a alguien. Incluso siendo ese alguien uno mismo. Ya está habitada la escritura por el otro. Como vos decís, ese otro también es el lenguaje.
hay cosas muy buenas que andan pululando por ahí. Leo cosas realmente buenas en algunos blogs -este es uno de esos-. El otro día tuve una discusión parecida en uno. Yo decía precisamente eso que vos dudás. Que el medio te obliga; que sino los lectores se van etc... Creo que en última instancia, si habría que hacerle una crítica al blog vendría por ese lado medio fast-food que potencialmente podría tener. Por otro lado también es cierto lo que decís. Si es bueno. Lo leen. No importa cuánto se haya tardado en actualizar. Tal vez la tarea -si es que hay alguna- es escribir lo que uno quiera y cuando quiera. Estoy un poco entre las dos posturas. Quiero decir: porque cuando vos observás muy bien aquello de "sospecho que muchos lectores experimentan cierto alvio al entrar a un blog asiduo y ver que aún no está actualizado desde la última vez" ahí se supone que los lectores leen lo que no quisieran leer; que están obligados. Y entonces es la otra cara de la moneda. También se está pensando que el medio obliga; sólo que en este caso, del lado de los lectores.
No sé. Tal vez digo cualquiera.
Saludos! Y posteá seguido! JAJA.
El comentario surprimido es mío.
No siempre uno escribe para que alguien lea. Yo escribo para poner en palabras pensamientos muchas veces demasiado confusos como para entenderlos y analizarlos al dialogar con mi cerebro. (Sí, analizo TODO). A lo sumo, lo leo YO. Pero de ninguna manera, mis escritos son pensados para compartirlos con el mundo. POR SUERTE.
Tu blog es muy bueno, y la mayoría de mis links en Pop is Dead lo son; no hay por qué actualizar día a día con palabras vacías cuando se puede entregar algo bueno aunque sea espaciadamente. El lector que sabe de qué se trata no abandona.
Soy partidario de actualizar sólo cuando tengo algo que decir (aunque por las dudas siempre trato de tener algo garabateado por si hay sequía de ideas. En este momento estoy pasando por una).
Muy interesante la lectura. Coincido bastante con lo que expresás.
Sobre por qué se escribe. Creo que es una conjunción de varias cosas, pero es cierto que una vez que entraste en este mundo de los blogs, de alguna u otra manera, se siente la "presión" de tener que publicar algo, aunque uno trata (al menos en mi caso) de no caer en escribir por escribir.
Pero también depende del uso que cada uno le de a su blog. Algunos incluyen puramente textos, ensayos, pensamientos más "profundos" que tienen un desarrollo y que por su contenido lleva su tiempo elaborarlos, otros le agregan a eso experiencias personales o tratan solamente de eso. En fin... otros críticas musicales o de cine, seguramente para despuntar su vicio de críticos o de periodistas, vaya uno a saber. Quizás simplemente por que tienen ganas de escribir.
En mi caso, escribo cuando tengo algo que creo que es interesante, y le sumo a eso algunas "secciones" (críticas pequeñas de películas), que también sirven para publicar algo cuando no tengo otra cosa más interesante que decir y así calmar las ansias de lectura de los que visitan el blog. Aunque en esos por lo general no comente nadie :P y pasen de largo.
Yo también me he hecho las preguntas que te hacés vos en este post. Y mas o menos, trate de contestarlas :P.
Saludos.
Yo hace mucho tiempo que leo blogs, de amigos, de gente totalmente desconocida, espío direcciones que me van pasando, y nunca había experimentado la sensación de tener un blog propio, y escribir ahí...como vos decís...sin saber para qué lo hago, ni para quién, en fin el sentir de plasmar en un recuadro blanco, algunas palabras que salgan de mí.
Yo siempre he tenido y tengo,la necesidad de escribir, pero nunca ha sido ni lo es ahora, para que alguien me lea, yo escribo por necesidad de exteriorizar cosas, que me suceden, que me gustan, que siento, o que no siento.
En mi blog, que es muy reciente, trato de expresar lo que me sale en el momento, lo hago siempre tratando de satisfacer mi necesidad del momento, que va desde publicar una foto que ví y me gustó, hasta contar cómo me siento en un momento determinado, si alguien lee eso, y lo comparte, aunque no realice ningún comentario, mejor, es síntoma de que hay alguna otra persona en éste mundo, a la que puedo transmitirle algo, y sino he colmado mis ganas, publicando lo que surgió.
Tu blog, lo empecé a espiar hace apenas unos días, y lo que he leído hasta ahora me pareció súper interesante. No sé si esribís para tu lectores, o para vos mismo. Si la respuesta es la primer opción, los resultados son más que sorprendentes, porque cuando uno sabe quién es el destinatario, se condiciona el mensaje, y éste no creo que sea el caso.
Te sentaste a escribir que no tenías nada para escribir, y lograste un texto casi filosófico.
Puede ser que éste de postear en un blog sea una moda del momento, pero al menos hasta ahora he leído cosas más interesantes en algunos de ellos, que en las páginas de diarios y revistas, donde escribe gente con "nombre y apellido" y encima cobran por hacer basura. en fin fin...otro tema.
Mis saludos respectivos.
Llegaste a la crisis del "por qué hablar", o más bien en este caso sería: "por qué escribir". Tipos como Derrida estuvieron toda su vida cuestionándose esa cuestión... Yo por eso afirmo mucho la posición del escritor, más que periodistas, sociologos, filósofos, novelistas, etc., existen los Escritores. Y el escritor es ese tipo que tiene la escritura como forma de sobreviviencia. A mi me pasa que si no escribo algo me desespero, es una cosa de vida o muerte. Necesito "decir-escribir" algo, lo que sea. Es una forma de que tu deseo salga, hacerlo real, o sino devengo neurótico.
En relación a los blogs, es simplemente una forma de escritura para el que tiene la opción. Pero yo conozco escritores que no tienen internet pero escriben en cuadernos (sí, aún existen esos!).. Otro rollo es el publicar, ya ahi pasamos a otro tema. Más que verlo como un gesto hedonista, para mi el publicar, el que otro te lea, hace de la escritura una cuestión estrictamente de acción, es decir, política. Deleuze decía que había que crear máquinas de escritura, es decir, circuitos donde el deseo pueda fluir, y una de ellas, es la escritura.
saludos fede!
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