O tal vez para vos, amor de los arcos, de los tiempos oscuros
en los que me perdía bajo tu piel de amianto o en tus babas ilícitas
Donde se ahogan ahora las serpientes que solían colonizar tus belfos
en los que me perdía bajo tu piel de amianto o en tus babas ilícitas
Donde se ahogan ahora las serpientes que solían colonizar tus belfos
Horadándome en la arena bajo la cruel medianoche de tus parpadeos
E invitándome a pincelar la cordillera de tu espina con mis dígitos,
patinando sobre el planisferio de tu espalda
Ginebrina de ojos isósceles, ataviada con alas de arcángel
Serena de los impíos apuntándome desde fantasmales atalayas
Tus brazos como dos hélices, tus ganglios como mil gotas
Me escaparé cabalgando calle abajo por aldeas muertas entre colinas
en aeropuertos abandonados donde cantan los grillos
en moribundas abadías de mágicos transeptos vacíos
en museos anegados de pergaminos color oliva
y en pétreos desfiladeros quebrados por los látigos de la sequía
Y aún en la distancia, como un pasajero olvidado
Acalambrándose con la anestesia de tu divisar telescópico
Acalambrándose con la anestesia de tu divisar telescópico
Y en el coagular de tus apologías endócrinas
Antes de que decline como siempre el calibre de mis dogmas
Cuando ante el anverso de tus mejillas y tus pliegues preceptores
y billares en la cavidad de tu boca,
y seres cónicos alumbrados de tus fuentes,
Se empujen mis demonios hacia el vacío bíblico, hacia la nada
Volviendo por la rambla del orillero, en atardeceres
Y entonces refundarás Pangea, serás más que los años
En las vertientes de tus rincones mineros, del sismo en tus tetillas
De tus ángulos crucificados en la cáscara del estandarte
donde los caídos siguen celando tus murallas de Dis,
instruidos para repeler las caballerías de Troya
Y tu halo como un suburbio,
haciendo metástasis en praderas que no cicatrizan
Y tu pescuezo como un istmo,
buscando la caricia del oleaje en lo poco profundo
Y tu silueta como una constelación,
esculpiendo una ramera bajo los harapos
Tintes de antigüedad en tu remoto acento extranjero,
como hongos en tus muelles
Y fisuras en esas lágrimas recién aprendidas
O bien en quien vigila la réplica de tus cromosomas
Esa que te devolverá la vida sin que lo notes, sin que lo desees
dejando trunco el descenso a tu averno
Tu catacumba infinita regada de estrellas.
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