jueves, 12 de julio de 2007

[Los amantes de Teruel]

Convergen en un resto de jactancia
Y es posible, supondremos, que articulen al caer
Ellos, los amantes, remontaron los vados de las naderías
Y aquí los tienen, desnudos y adormecidos
Vulnerados por el militarismo que los enjuicia
Ofrecidos para la muerte, sesgo rotundo de su siglo
Se saben solos, pero procuran no temerle
Ni a los sables de gélidos semblantes
Ni a los nichos que jadean por sus cuerpos
Cuando la desesperación deviene desesperanza
El mundo prefiere callar, pero sobrevive.

Hace tiempo ya que él se perdió en ella
Subyugado por el almirantazgo de esas lágrimas
Y por el ajedrez de esos ojos que lo merodeaban
Ella, besada en la espalda, no dijo palabra
Solo se abandonó, ya entrada la madrugada
En el argénteo bautismo de la pleamar
Pero los vientos son delatores en estas moradas
Y el anhelo es oprobio, en tiempos de guerra
En días de navíos que llegan de ultramar
Sabrán sus buenos nombres que no hay fortuna
Cuando el amor, todo amor, es prohibido.

Los vicios en sus carnes cederán pues al filo
Pero mentirán su agonía, si se mantienen fuertes
Marcharán junto a los cadáveres de la historia
Y sus epitafios, imaginamos, fundarán mitologías
Porque en las hojas, los vientos y los ciclos
En las millas que hoy se extienden bajo sus pies
Sobre el océano ancho y perfectamente iluminado
En las músicas que perfuman los rincones
Y en el aleteo de los ruiseñores de la tarde
Allí donde en secreto las vidas perduran
Serán de nuevo, en el bosquejo de otras almas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó el título. Evocativo.