jueves, 28 de junio de 2007

Receta para una canción de blues

El blusero es madrugador. Nada de dormir hasta las cuatro de la tarde cual marmotas, como hacen los rockeros. Así que, a levantarse temprano, bien temprano a la mañana cuando sale el sol. Si canta un gallo, mejor. El gallo es clave. Si se levantan antes de que cante dicho gallo, mejor todavía. Suman un montón.

El blusero labura. No solo labura, sino que se rompe bien el culo. Como el negro que es. De la mañana a la noche, de siete a once, todo el día. Y no es que hay una oficina prolijita con cuadritos modernos ni cosas copadas de vidrio. El blusero suda a pleno sol, la pasa mal. El jefe, para colmo, es un hijoderremilputa y le pagan una miseria que apenas la alcanza para comprar zapatos. Lo que sí puede comprar son anillos y perlas para su mujer (que después lo va a cagar mal).

Nada de autos o pick-ups. El blusero, en tren. El tren, la estación, esperando interminablemente. No hay dónde ir, o no se sabe a dónde ir. No importa; pase lo que pase (que siempre será algo malo) la salida es siempre tomarse el tren y mandarse para alguna parte. Es clave llevar siempre la valija; el viaje va a ser largo. Queda re-bien mirar atrás cuando el tren está partiendo, para explicitar sin vueltas que algo se está dejando atrás. Si es para siempre, mejor.

Es importante tener la mente preocupada. Preocupada por un amor perdido. El blusero tenía una mujer que estaba buena y que, como si fuera poco, lo amaba, que lo trataba bien (una mujer, a no confundirse que el blusero de cepa no anda con troladas). Pero él se encargó de mandarlo todo al demonio, y ahora se arrepiente. Es factible también que sea la mujer la que le hizo mal (a pesar de los anillos y perlas que le compraba); en ese caso el blusero, si bien no deja de llorar día y noche, jamás abrigará deseos de venganza, sino un simple lamento ante Dios por su mala fortuna.

Más o menos con estas cuatro máximas de vida (se pueden tirar por ahí un par de pactos con el diablo, algún consejo del padre viejo, justo antes de morir o no, una gitanita adivinando en los naipes), se tiene la base para una buena canción de Blues. Cualquier otra sofisticación o artificio ya no es verdadero blues. Recordar ir tirando cables a la cuarta y la quinta y cantar con la voz doliente, como si mañana se acabara el mundo.

Porque, no sé si sabían, que mañana se puede acabar el mundo.

sábado, 23 de junio de 2007

Diálogos en el América (II)

No decimos palabra. El bar América se inhala como una mezcla de pan ácimo y madera recién cortada. Mi amigo Ángelo Cassini, como todos los viernes, se toma con sosiego el primer vaso de Fernet. Yo, en cambio, doy los últimos sorbos a un café, mientras me pregunto cómo es posible que éste sea más sabroso en cualquier bar de cuarta (aunque no sea éste el caso particular del América, que es el Queen Elizabeth Dos de los bares porteños) que en mi propia casa. Siempre me hago la misma pregunta y nunca me la contesto. Pienso que debería preguntárselo a Sócrates, a ver qué opina él.

Sócrates: “¡No opino nada estimado Sr. Fernández! Jamás tomo café. Ni alcohol. Sólo cicuta”.

Yo: “Usted, estimado Sócrates, me sorprende; si no me equivoco me acaba de leer la mente”.

S: “No soy quién para determinar si está usted equivocado o no. Lo único que sé es que no sé nada”.

Ángelo: “No la limés más, man”.

S: “Sr. Fernández, ¿Ha estado usted reflexionando sobre su consideración de votar a Macri en el ballotage de mañana?”

Yo: “En efecto. No me han quedado sabores muy dulces de la conversación que sostuvimos el otro día. Usted tiene ciertamente un don para hallar los puntos débiles en los pensamientos de los otros, y meter el palito justo ahí, siempre justo ahí, hasta que todo el edificio se desmorona como casita de naipes ¿Por qué lo hace?”

S: “Para eso me pag… ejem… Solo sé que no sé nada”.

Yo: “Sin embargo estoy bastante seguro de haber dejado las cosas más o menos en claro. Yo dije que vo-ta-ría, nótese el uso del tiempo condicional, votaría a Mauricio Macri por una cuestión experimental, para que su bello discurso que tantos resultados parece haberle dado se desintegre como polvillo. Más que lo votaría, la idea fue sugerir que me interesa, desde un punto de vista analítico, el escenario político de tenerlo como Jefe de Gobierno de Buenos Aires. Nunca sostuve que su figura me simpatizara, y mucho menos que creyera en su propuesta”.

S: “Sin embargo lo ha ubicado en franca oposición a la improvisación de Filmus, acusándolo a este último de ser un designado que llega sin ningún programa a ocupar un despacho para Kirchner. Recuerdo que había acusado al gobierno nacional de competir por la Capital como si fuera una aberración”.

Yo: “No es una aberración. En realidad admito que no hay ninguna razón lógica que diga que el gobierno no debería competir. ¿Cómo no va a competir si es la principal fuerza política del país? Por otra parte, eso que decía de ganar posiciones como en el TEG, es algo inherente al “juego” de la política, con lo cual si usted me aprieta le digo que Mauricio Macri busca exactamente lo mismo. Mi duda en este aspecto se apoyaba, y se sigue apoyando, en la figura de Filmus. Por qué y desde cuándo quiere llegar Filmus a Jefe de Gobierno… lo veo como un candidato forzado, que no está hoy peleando la Capital porque haya sido su voluntad original, sino porque alguien se lo ordenó y porque tiene todo el kirchnerismo detrás dándole una mano enorme. Su carta de presentación número uno es: “Soy el candidato del oficialismo”. El mismo como persona no dice mucho. Su programa o su ideología tampoco dicen mucho. La gente lo va a votar y lo va a dejar de votar basada en su pertenencia al Frente por la Victoria. No hay mucho más para analizar, y ahí va a tener unos cuantos votantes que prefieren votar a Macri antes que cualquier cosa relacionada con el gobierno. Esa es la sensación que me deja. Seguramente exageré al decir que no tiene un programa, pero lo he visto al programa, está en la página de Internet, y algunas cosas todavía son un poco vagas. También hay cosas interesantes, pero me parece muy poco tiempo el que tuvo desde su designación para armar algo que piense que puede llegar a andar. En ese sentido Macri hace bastante tiempo que ha armado su fuerza, de la cual él es el líder: y no lo hizo como Kirchner sobre las bases semiautomáticas de tener la presidencia; es decir, es un candidato más “natural”, y eso independientemente, de la afinidad ideológica que pueda tener con uno y otro”.

S: “No obstante Mauricio Macri mismo ha dicho que se metió a competir por la ciudad porque no tenía chances de ganar la presidencia. Se puede decir que es candidato por descarte ¿Cómo asocia eso a ser un candidato “natural”?”.

Yo: “Tiene usted razón señor Sócrates. No obstante Macri ya participó en elecciones anteriores, en el año 2003 cuando perdió el ballotage con Aníbal Ibarra, con lo cual sostengo que su conocimiento de causa es necesariamente mayor a la de un tipo que, si bien ya tiene experiencia como funcionario, recién hace un puñado de meses que está armando su propuesta para gobernar en Capital. Después uno puede coincidir o no con su discurso, y yo ya dije que su discurso global de que estamos en el peor de los infiernos me parece lamentable y que se nutre de la calentura de los votantes, y no de su capacidad de pensar, de la cual siempre quedan enormes dudas. Queda claro, entonces, que mi supuesto voto por Macri no es porque lo vea como el candidato “natural” (que es sin dudas una fortaleza por sobre Filmus), o porque coincida con su ideología, o admire su figura individual. Lo votaría para cagarlo, hablando mal y pronto. Como es tan solo un supuesto, dado que Macri va a ganar lo vote o no, además de que yo no voto en Capital, me parece que todos mis amigos de izquierda no deberían considerarme un facho en potencia a punto de caer en el lado oscuro de la fuerza, sino tan solo un abridor de latas... Yo quiero abrir la lata que es Macri y ver qué hay dentro. Me parece más interesente que abrir la lata de Filmus, donde ya sé que voy a encontrar al tuerto”.

S: “¿Y qué piensa que va a encontrar abriendo la lata de Macri? ¿Socialismo?”.

Yo: “Justamente ahí radica el interés político de todo el asunto. La gente, desde la vereda anti-Macri, lo asocia rápidamente con el neoliberalismo, el privatismo, la patria empresaria, el laisez-faire económico y la represión. Y admito que hay cierto fundamento lógico a ese esquema, teniendo en cuenta de dónde viene el muchacho. Pero el tipo no va a gobernar una burbuja, Sócrates. El tipo va a llegar a un escenario bastante complejo que merece un análisis atento: por un lado todo lo que tenga que ver con el menemismo, los 90, que Macri de alguna manera encarnaría, está todavía fuertemente desacreditado. Parece haber una onda más “progre” si tenemos en cuenta el nivel de consenso que llegaron a tener ciertas políticas del kirchnerismo, tanto al nivel de la opinión pública (lo que sea que sea eso) como a nivel mediático (todos los medios están con Kirchner) y a nivel político (todos los cadáveres se quieren salvar con Kirchner). Si Macri es más o menos inteligente, por más que tenga a Mussolini en el fondo del corazón, no va a traer el menemismo de vuelta sin más. De hecho, su campaña en general ha tratado de ocultar mucho la onda ideológica, y eso por algo es. El tipo no es boludo. Además, cuando sea Jefe de Gobierno probablemente va a tener que pactar con el gobierno y está claro que no va a andar picaneando a todo el mundo. Al menos no hasta que consiga esa autonomía que dice que va a buscar apenas asuma. Por otro lado, el hecho de que la gente esta vez se haya animado a votarlo, y con el nivel altísimo de porcentajes que sacó en primera vuelta, da para preguntarse si acaso el “noventismo” está empezando a volver, si la gente en general está empezando a pedir un poco más de fascismo, de represión, de mano dura ante los problemas persistentes. Y por eso votan a Macri, a quien, más allá de su campaña, siguen asociando a alguien de derecha que está por la ley y el orden. Puede ser eso. Pero también puede ser, y a mí personalmente me parece más probable, es que Macri haya dado en la tecla y los votantes se estén tragando eso de que él viene sin ideologías a solucionar los problemas concretos. Eso parece sin dudas seductor para un padrón acostumbrado a grandes discursos de principios ideológicos que a la hora de los bifes nunca se traducen en soluciones empíricas. En todo caso, suponiendo que Macri inevitablemente va a traer “aires noventosos”, va a ser interesante analizar cómo va a empezar a jugar esa mentalidad en el contexto kirchnerista, cómo se va a encastrar en un panorama ideológicamente contrario. Qué va a querer hacer Macri y qué no. O también, qué va a poder hacer y qué no. Si va a pulsear con el gobierno para imponer otro paradigma, o si simplemente va a terminar cooptado por el kirchnerismo”.

S: “Justamente, el tema de los problemas concretos también parecía “tragárselo” usted ¿Cómo ha digerido esta semana el tema de ideología vs. propuestas concretas?”.

Yo: “He estado rumiando bastante ese tema, que me parece la cuestión de fondo. Muchos amigos me han dicho que votar según las propuestas concretas de un candidato, independientemente de su ideología, es caer en las telarañas del discurso macrista sin pedir nada a cambio. Y tienen razón en parte; no soy tan ingenuo Sócrates. Soy plenamente conciente de que eso de las “propuestas concretas” es uno de los principales caballitos de batalla de la campaña de Macri. Ahora ¿Cuál es el primer impulso desde la izquierda? Pensar que como viene de Macri, se trata todo de un chamuyo barato para ocultar sus diabólicas intenciones de reprimir y privatizar. Y chau. Esa, Sócrates, me parece una postura bastante miope; y no porque crea que Macri vaya a cumplir todo lo que propone, ni porque crea que el tipo realmente venga sin ideología, sino porque a la luz de sus resultados, hay que detenerse a analizar seriamente cómo su discurso supo capitalizar una preocupación social por las soluciones concretas que evidentemente está, existe. El analista vago va a decir: los votantes de Capital son todos fachos, los odio a todos, qué tipos de mierda. Y listo. Un análisis realmente pobre, dualista: la gente votó a un facho, la gente es facha. Case closed. Yo, en cambio, creo que la mayoría de la gente que votó y va a volver a votar a Macri no quiere necesariamente que les den con palos a todos los piqueteros o que deporten a todos los bolivianos. Puede ser que siempre un poco de eso haya, pero no tenemos que desatender la pregunta de cómo pegó el tema de las soluciones concretas, de las propuestas más allá de lo ideológico. Y a partir de esa pregunta, buscar un análisis un poco menos obvio que decir “todos los que votaron a Macri son fachos”. Las cuestiones son: ¿Qué estado de las cosas determina que tanta gente haya sido seducida por ese discurso? ¿Hay realmente una superación del tema ideológico?”.

S: “Sin embargo, el viernes pasado usted decía coincidir con ese discurso, y poco después condenaba el voto a Macri diciendo que la gente evidentemente era estúpida. No parece un análisis muy sabio a la luz de lo que nos está diciendo ahora, además de ser contradictorio. ¿No lo cree Sr. Fernández?”.

Yo: “Veo, Sr. Sócrates, que está empecinado en llegar al corazón de mis argumentos. Veo que quiere destrozarlos. Pero tenga cuidado: se las tiene que ver esta vez con un formidable rival”.

S: “Miedo y terror me invaden este preciso instante. Pero continúe, Sr. Fernández. Ardo en deseos de conocer su respuesta”.

Yo: “No arda estimado Sócrates. Con la cicuta tiene suficiente ardor. Bien. El discurso de Macri tiene dos aristas. Por un lado nos quiere convencer de que la ciudad es un caos total, un desastre. Es lo que dijo en el debate, y lo que dice en varias entrevistas. En ese punto no coincido. Buenos Aires tiene problemas lógicos inherentes a toda megalópolis deforme y desproporcionada. Son problemas, es cierto. Algunos son bastante serios, es cierto. De ahí a que sea el infierno total que sugiere Macri en su discurso hay una importante brecha. Yo vengo a Capital todo el tiempo. Hay cosas que están mal, pero sigue siendo en esencia una ciudad muy habitable. Salvando, claro está, a una minoría que vive en villas. Pero para la clase media, que es la que lo vota, es una ciudad habitable. Ahí es donde veo en Macri un discurso barato, previsible, distorsivo, que lo que busca es apelar a la gente que anda con miedo, que se calienta, a la gente que vota con la víscera y que exagera todo. Hay un paro de subtes un día y es el fin del mundo. La gente se calienta y se le queman las neuronas. Esa es la lógica, y ahí si puedo decir que si la gente se come ese verso, entonces la gente es medio pelotuda”.

S: “Lo sigo atentamente”.

Yo: “Pero esa arista es secundaria, es solamente uno de los aspectos que toma su discurso más fuerte… que es que la ciudad tiene problemas, y nosotros, Mauricio y Gabriela, vamos a solucionarlos. Tan simple como eso. Filmus también habla de problemas y soluciones, pero Filmus se basa en discursos sobre los derechos humanos y el imaginario progresista, y recurre al truco elemental de mostrarnos a famosos que supuestamente lo van a votar (Referentes comprometidos del progresismo argentino como Alejandro Fantino y Horacio Fontova, por poner un par de ejemplos). Qué me prueba a mí que Víctor Heredia lo vote a Filmus. Qué me dice sobre lo que va a hacer Filmus con los problemas de la ciudad. No mucho. Apela afectivamente al imaginario del votante de izquierda o progre. Es un truco viejo que no solo ya fue usado con Ibarra (y sabemos en qué terminó Ibarra), sino que hasta diría que no es inteligente. El tipo que ve a Víctor Heredia y dice “ya está, lo voto a Filmus” es el tipo que se corta las manos antes de votar a Macri. Es decir, ya es un votante cautivo. ¡¡¡Filmus tiene que convencer al tipo que tiende a decidirse por Macri!!! Y a ese tipo ni a palos lo convencés mostrándole una foto de Víctor Heredia, ¡Y mucho menos de Alejandro Fantino!”.

S: “No tengo nada que objetar”.

Yo: “Macri trata de evitar ese tipo de conceptos ideológicos. Habla de soluciones concretas mientras la ideología pierde peso. Se puede decir que él mismo flexibiliza su condición de “candidato de derecha”, dice que eso no importa en tanto él es solamente un tipo que tiene un programa concreto para solucionar problemas concretos. Por eso hace esas maratones de propuestas y toda esa onda. Y ahí me parece que si esto tiene pegada por algo es, por algo muy importante, muy serio, que Macri supo interpretar en el colectivo social, y que va más allá de la tesis de que la gente es idiota, fascista y se come cualquier cuento. Ahí tenemos que buscar las razones. La postura de Macri en principio parece coincidir con ese discurso de derecha tan común de “lo ideologizado” como algo negativo: ejemplo: “No, ese tipo está demasiado ideologizado”. Yo digo, perfecto que esté ideologizado. Sin ideologías a dónde vamos a parar, digo yo. Pero después sale el discurso automáticamente especular, que dice que todo es ideología. Es el discurso típico de la izquierda. Todo es ideología. Y es un discurso interesante, debatible, pero a la hora de la verdad, a la hora de ir a votar con los problemas cotidianos a cuestas, cuánto termina pesando la ideología. Tradicionalmente mucho, históricamente se votaba con lo ideológico y no había problema, pero Macri ha sabido interpretar que eso como que está dejando de funcionar. Se nos han vendido tantos discursos ideológicos que después en la práctica terminaban siendo cuentitas de vidrio. ¿Qué pasó con el “progresista” Ibarra? Su gestión terminó avalando que mueran casi doscientas personas porque alguien quiso hacer mejor su negocio. Los votantes se cansaron un poco de eso… y ahí ya no los puedo acusar tanto. Porque yo mismo si me quiero parar ahí digo… claro, no vas a extender los subtes con derechos humanos. Los vas a extender con la competencia necesaria. Ahí necesitás a alguien competente y con voluntad. Puede ser Trosky reencarnado o Milton Friedman resucitado. Da lo mismo si sale y hace las obras necesarias. Creo que eso es lo que está circulando, lo que Macri supo explotar a la perfección. Y creo que algo de eso es legítimo. No es ilógico votar una gestión que tenga resultados visibles. Es verdad que a veces Macri suena medio tonto hablando de “una ciudad linda, etc.” pero lo cierto es que eso está, guste o no guste. Yo camino por la calle, y digo “qué sucia que está, porqué nadie es capaz de hacer algo concreto y útil para que gente sea un poco más limpia”. Lo digo yo, y no me avergüenzo para nada. No soy facho por pensar eso. Y fíjese que de pronto paso por Retiro y veo la villa 31. Unos dirán, “qué los deporten a todos y a los que quedan le prendan fuego”; yo digo “Que les den trabajo y una vivienda digna”. Ahí está la ideología, pero por debajo está el sustrato común: “que se haga algo”, porque siempre está igual. Y Macri no sale y dice “los vamos a deportar a todos”. Dice “vamos a hacer algo”. Y ahí se lleva a los votantes, sean de derecha o más progresistas. Neutraliza el tema ideológico. Estas cuestiones son las que están teniendo su peso al momento de votar, y no si te vota Víctor Heredia, Estela de Carlotto o la Madre Teresa. Si la gente vota a Macri no es porque sean todos fachos, sino porque evidentemente los gobiernos anteriores, barrocos en el discurso ideológico, no han sabido capitalizarlo en obras concretas. No quiero caer en el populismo de decir “en esto la gente tiene razón”, pero evidentemente las cosas pasan por algo, ya eso quiero ir. Nosotros desde nuestros púlpitos letrados podemos fustigar esta desideologización, quedarnos preguntando “¿A dónde fueron los valores?” Pero lo cierto es que la percepción es otra, y el que la ha sabido encontrar mejor que nadie es Macri. Habría que ver cómo hacemos para que las ideologías que defendemos no queden en simples discursos baratos y ayuden a crear la sensación de que las cosas que necesitan solución se solucionan”.

A: “¿Dónde votabas vos, Federico?”.

Yo: “En San Isidro”.

A: “¡¡¡AH SOS UN CHICO PRO!!! Ahora entiendo”.

Yo: “Según veo te dejás seducir por esos estereotipos arcaicos más usados que un forro. No tenés nivel alguno para discutir conmigo”.

A: “Aflojá mariconazo… era una broma. En realidad lo que decís es interesante, pero hay otra cosa de Macri que fastidia mucho a la izquierda más allá de su intención de ocultar lo ideológico, que es esa onda “light”, dolorosamente banal, que pretende imprimir en su lugar. ¿Vos entraste a la página web de PRO? Si no la viste, te la recomiendo, no tiene ningún tipo de desperdicio. Vos ves esa página y si tenés media neurona Macri se hace automáticamente invotable. En la portada hay un menú con opciones como “Sumá un amigo a PRO”, “Mandanos tu foto”, “Mandanos tu video”, “Votá la mejor foto”, “Votá el mejor video”. ¿Qué mierda es eso? ¿Un casting para American Idol? Si vas al link para votar la mejor foto, aparece cada pelotudez que asusta. Los chupamedias de Macri mandan fotos de sus bebés con la camiseta de Boca, de sus perros, sí, de sus malditos perros, fotos de un arco iris tipo almanaque zen, cualquier verdura… Hay mucha chica linda con gafas oscuras, mucho pendejo bien empilchado, mucha vieja con cara de bisturí. Hay mucho yate, mucha estancia, mucho veraneo en la playa. Una manda una foto de Puerto Madero, con la consigna “todos los barrios deberían ser como Puerto Madero”. Ahí tenés quiénes votan a Macri. Ahí tenés la ideología. Solo falta una rubia bronceada con la consigna “Miami también es pro”. Parece el foro de un club de fans histéricos que no tienen una mínima idea sobre lo que es la política, y que además remiten a toda una cultura, una cultura light, aburrida, vana, incapaz de articular medio pensamiento; todo ese resabio del consumismo menemista que vuelve por sus fueros. Es desolador. Ya no sabés si son una secta new-age o una propuesta política. Después tenés una lista de todo lo que es PRO. Esa lista a mí me parece clave porque por un lado muestra la hilacha de algunas de las cuestiones ideológicas que según vos Macri pretende ocultar, como por ejemplo “que se pueda volver a circular por las calles”, o “terminar con la puerta giratoria en las cárceles”. Y también, hay boludeces atroces como “Que el equipo de fútbol más popular de la Argentina sea admirado en el mundo”.

Yo: “Leí esa lista. Es un artefacto discursivo interesante que amerita discutirse punto por punto. Hay cosas bastante triviales, otras bastante ideológicas, y otras con las que en principio no disiento. Me parece interesante para discutir punto por punto. En cuanto a lo de las fotos, es bastante chocante, pero no te olvidés que el “chetaje”, es solo una porción de los votantes. No te olvides que sacó mayoría en todos los barrios. Hay muchos otros votantes de Macri que no saben lo que es un yate, por lo cual no podés reducir el voto macrista al menemismo nostálgico. De todas maneras, es un punto válido y obviamente que Macri y esa clase social se identifican sin problemas. Y el problema es que cada uno vota por diferentes razones. Lo que está claro es que el voto ideológico está en retroceso, ya sea a favor de la solución concreta o a favor de la camaradería de clase. El problema para nosotros, los "amigos de las ideologías", es saber qué está fallando. Porque yo también soy ideológico. No soy un absolutista de las ideologías, pero creo que son inexorables, y creo necesario que los ciudadanos sean capaz de pensarlas. Así que sí, me considero un "amigo de las ideologías”.

S: “No más preguntas por hoy. Tanto blablablá y tanta cicuta están empezando a hacer efecto”.

jueves, 21 de junio de 2007

Tus murallas de Dis

O tal vez para vos, amor de los arcos, de los tiempos oscuros
en los que me perdía bajo tu piel de amianto o en tus babas ilícitas
Donde se ahogan ahora las serpientes que solían colonizar tus belfos
Horadándome en la arena bajo la cruel medianoche de tus parpadeos
E invitándome a pincelar la cordillera de tu espina con mis dígitos,
patinando sobre el planisferio de tu espalda
Ginebrina de ojos isósceles, ataviada con alas de arcángel
Serena de los impíos apuntándome desde fantasmales atalayas
Tus brazos como dos hélices, tus ganglios como mil gotas
Me escaparé cabalgando calle abajo por aldeas muertas entre colinas
en aeropuertos abandonados donde cantan los grillos
en moribundas abadías de mágicos transeptos vacíos
en museos anegados de pergaminos color oliva
y en pétreos desfiladeros quebrados por los látigos de la sequía
Y aún en la distancia, como un pasajero olvidado
Acalambrándose con la anestesia de tu divisar telescópico
Y en el coagular de tus apologías endócrinas
Antes de que decline como siempre el calibre de mis dogmas
Cuando ante el anverso de tus mejillas y tus pliegues preceptores
y billares en la cavidad de tu boca,
y seres cónicos alumbrados de tus fuentes,
Se empujen mis demonios hacia el vacío bíblico, hacia la nada
Volviendo por la rambla del orillero, en atardeceres
Y entonces refundarás Pangea, serás más que los años
En las vertientes de tus rincones mineros, del sismo en tus tetillas
De tus ángulos crucificados en la cáscara del estandarte
donde los caídos siguen celando tus murallas de Dis,
instruidos para repeler las caballerías de Troya
Y tu halo como un suburbio,
haciendo metástasis en praderas que no cicatrizan
Y tu pescuezo como un istmo,
buscando la caricia del oleaje en lo poco profundo
Y tu silueta como una constelación,
esculpiendo una ramera bajo los harapos
Tintes de antigüedad en tu remoto acento extranjero,
como hongos en tus muelles
Y fisuras en esas lágrimas recién aprendidas
O bien en quien vigila la réplica de tus cromosomas
Esa que te devolverá la vida sin que lo notes, sin que lo desees
dejando trunco el descenso a tu averno
Tu catacumba infinita regada de estrellas.

sábado, 16 de junio de 2007

Diálogos en el América (I)

Como todos los viernes luego de caer el sol, comparto unos tragos con mi amigo Ángelo Cassini en el casi desconocido bar América, ubicado sobre la terraza del edificio más elevado de Buenos Aires. Desde lo alto, la capital es una gigantesca medusa luminosa y sus destellos cetrinos parecen ir destejiéndose en la distancia vacía. La medianoche de junio es helada como el ártico. Como el ártico, también, un ánimo sombrío me pesa por dentro. Después de un rato sin hablar, durante el cual solo ha sonado la voz de Fiorella Manoia, Ángelo Cassini me hace un gesto con el mentón, señalando un punto incierto a mis espaldas. Es entonces cuando se desarrolla el siguiente diálogo.

Ángelo: “Sócrates”.

Yo: “¿Acá? Qué raro”.

A: “Sí”

Yo: “Invitalo a nuestra mesa”

A: “Para qué. ¿Lo conocés, Federico?”

Yo: “Ni siquiera le ví la cara”.

A: “Está solo”.

Mientras, dibuja tréboles en su empañado vaso de Fernet. El cielo está limpio y regado de tinta negra. Las estrellas ecuatoriales dibujan una montura sobre el Brasil: Antares la roja parpadea como enunciando un mensaje en código morse. Está viva.

A: “Federico, Sócrates. Sócrates, Federico Fernández, un amigo mío de por ahí. Él mismo insistió para que venga a compartir la mesa con nosotros”.

Sócrates: “Siempre un gusto. Ya nos hemos visto anteriormente, de todas formas”.

Ángelo me mira con una tormenta en sus ojos, pero enseguida un soplido resignado diluye su dentadura. En ese momento alguien ha dejado música de Gilberto Gil; el bar América se encuentra prácticamente vacío. Y aún así, sus paredes marrones agobian, sus severas cenefas de color desierto. Todo es interior. Sócrates se sienta entre Ángelo y yo. El mozo pasa como distraído a nuestro lado.

S: “Cicuta, por favor”.

Ángelo aprovecha y pide otro Fernet. Yo solo quiero un vaso de soda fría, pero no pido nada.

S: “A quién van a votar… ¿Filmus o Macri?”.

Yo: “En realidad yo no voto en Capital, así que me ahorro la engorrosa tarea de tener que decidirme por el menos peor”.

S: “Bueno, entonces… ¿A quién votaría si tuvieras que votar, Señor Fernández?”

Yo: “Antes habría dicho que a Macri. Pero últimamente ya no estoy muy seguro”.

A: “¿A Macri? Esa es buena…”

S: “¿Cuándo es “antes”?”

Yo: “Antes es antes de la primera vuelta. Bastante antes. Digamos que no tenía ningún motivo en especial para votar por ninguno de los tres, y sinceramente me cuesta pensar que alguien realmente los tenga”.

S: “Entonces por qué Macri”.

Yo: “No sé. Digamos que para que demuestre algo. El tipo habla mucho todo el tiempo, dice que él tiene un proyecto. Bueno, si tenés un proyecto lo quiero ver. Entonces lo voto. Es para ver si cumple o no, para ver si es distinto o no. No es que tenga mi crédito, conste, porque yo por definición no creo en nadie que sea canditato a algo. Para mí votar a Macri sería una especie de experimento”.

S: “Los otros candidatos también tienen proyectos. Filmus también tiene proyectos. ¿O no?”

Yo: “No. No tiene proyectos. Tiene consignas: vote salud, vote educación, vote seguridad… Es decir, generalidades recontra-obvias que ya escuché mil veces y que, la verdad, no entiendo cómo siguen usándolas, o mejor dicho, porqué les seguimos creyendo. En no-sé-cuántos días de campaña no me queda claro qué piensa hacer Filmus con la gestión de la ciudad. Solo sé que descubrió que Telerman publicitaba como suyas obras que se están haciendo en Avellaneda. Por lo demás, me parece solo un tipo al que vino alguien y le dijo: “vos vas a ser candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad” y el tipo contestó “bueno”, seguro que porque no le quedaba opción. No podés armar ningún proyecto significativo en tan poco tiempo y sin tener vos la iniciativa. El tipo se manda porque tiene al gobierno nacional detrás. Esa es su carta. Vote a Kircher. La idea es llegar, como en el TEG ¿Vieron? Llegás, tenés la posesión de un territorio, y está bueno porque desde ahí podés saltar a otro, pero en ese territorio no hacés nada. Filmus va a llegar al despacho y va a preguntar “Qué onda ahora, che”. Que es lo que hacen todos. Quieren despachos, quieren bancas, quieren todo eso, pero no porque tengan mucho para hacer. El despacho en sí mismo, la banca en sí misma los re-calienta. Saben que a partir de allí tienen para hacer todas las tramoyas”.

S: “Sin embargo, si Macri no tiene su crédito, como decía usted antes,… cuál es el sentido de ver si cumple o no cumple, si es distinto o no. Si no le cree, es porque cree que no va a cumplir”.

Yo: “Bueno… sí... Pero lo votaría como para quemarlo. Para que quede demostrado que es un politico berreta más, al que solo le interesa el poder y listo”.

A: “Man! Qué razón rara para votar a alguien. Es como si ahora se presentara Hitler y yo dijera: no me gusta mucho Hitler, pero lo voto para que mate a todos los judíos, a todos los putos y travestis, a todos los zurditos y así quede probado que es un facho y nadie lo quiera. Medio pelotudo lo que decís, Federico”.

Yo: “Sí, pero no tanto. Si Macri se quema en la ciudad no corremos el riesgo de que después sea presidente. Imaginate que gana Filmus y después Macri, por un golpe del destino (igual que Kirchner), llega intacto a presidente. Ahí nos la vamos a tener que bancar ¿eh? Mejor probar en la ciudad. Si se quema, ya está, se quemó solo. Y si le va bien… cosa que no creo… pero si le va bien, bueno, en ese caso no tendríamos que temer tanto. Pero como le va a ir mal, o más bien, no va a demostrar nada importante, nos aseguramos que las cagadas las haga en la ciudad y no en el país entero. Acordate de Lopez Murphy. No lo va a votar nadie nunca porque en el brevísimo lapso en el que estuvo en el ejecutivo anunció recortes presupuestarios de todo tipo. Quedó asociado a eso. Ya está. Nadie que quiera salir electo va a andar hablando de recortes a la gente. De la misma forma, nadie va a votar a Macri si prueba en la ciudad todo lo malo que hoy dicen de él, por ejemplo”.

A: “Man, lo decís como si lo de Menem ganador en primera vuelta en 2003 nunca hubiera pasado. O como si Macri no hubiera hecho nada, justamente, en la época de Menem. Se ha votado a cada uno acá, y más de una vez. No es que hacés algo mal y ya todo el mundo se da cuenta y no te vota más. Lamentablemente, nos convencen con cualquier gilada y esconden toda la mierda bajo la alfombra. Y nosotros vamos y OK, los votamos. Fijate que Macri se cansó de hacer negociados millonarios con el gobierno menemista y nada, se presenta y 46% saca. Además, es diputado… quiénes entre quienes lo votaron tendrán una mínima idea de qué hizo como diputado. No importa. Van y 46% de votos le dan, ¿Entendés?”

Yo: “Tenés que entenderme vos. Si me dicen que tengo que elegir a alguien no voy a tirar los dados. Alguna razón tengo que buscar. Y la que encuentro yo es: quiero ver qué hace Macri. Me interesa ver qué hace. Ojo, no te digo: “me interesa darle una oportunidad”, te digo: “me interesa ponerlo en esa situación delicada”. Además es el único que más o menos habla de las cosas tangibles. La ciudad se inunda, bueno, nosotros vamos a arreglar las inundaciones, dice Macri. Yo digo: no va a arreglar un carajo… pero es una apuesta, suya y mía, y quiero ver quién gana”.

S: “Un experimento, un juego de apuestas. Se ve que se lo toma usted en serio, Sr. Fernández”.

Yo: “Cómo quiere usted que me lo tome, Sócrates. Tengo fuertes objeciones para ambos candidatos, así que por mí no votaría a ninguno. Alguna razón tengo que utilizar. Si es por un juego, por una apuesta o un experimento, bienvenido sea. No la caretiemos, Sócrates: hoy en día votar en la Argentina es un experimento o una apuesta. Los dos, de alto riesgo. Yo lo único que hago es agregar la novedad de apostar negativamente”.

S: “Pero de esa forma está, en definitiva, dándole al tipo exactamente lo que quiere. Usted lo votaría no porque le cree, sino para “ver qué onda”, pero viene luego el Sr. Macri y lo que le dice es: “muchas gracias”. ¿La razón de la ideología? ¿No sirve?”

Yo: “Sí, pero no mucho. De hecho, si fuera por la ideología es obvio que simpatizo muchísimo más con Filmus. Filmus siempre me pareció un tipo serio, mucho más serio y pensante que Macri, solo que tiene ese problema de que es él como podría haber sido cualquier otro ministro elegido a dedo por Kirchner. Las ideologías siempre influyen, pero hay que pensar un poco: montándose sobre las ideologías te venden cada cantidad de humo que da miedo. Y si nos descuidamos también nos terminamos vendiendo humo a nosotros mismos, lo que es mucho peor. Está muy bien tener ideologías, pero la ideología no es, no debería ser, un tema de fanatismo o de aguante, como el cuadro de fútbol del que somos hinchas. No me gusta eso de que como soy de izquierda siempre voy a votar al candiadato más de izquierda que haya disponible, sin importar quién sea ni qué ofrezca, suponiendo que la definición ideológica – como antes los partidos – determina unilaterlamente todo lo que va a venir después. Porque no es así. ¿Cuántos dirigentes “progresistas” o “de izquierda” cuando llegan al poder se la pasan haciendo negocios, nombrando amigos y reprimiendo manifestaciones? ¿Cuán “de izquierda” son realmente Lula Da Silva en Brasil, Michelle Bachelett en Chile, o Tabaré Vazquez en Uruguay? A lo que voy es que hoy en día, por más que nos pese, al votar por una ideología no estamos votando una serie de programas concretos y bien definidos que apuntalan esa ideología, sino que estamos votando a un individuo con sus intereses individuales que solo tiene un discurso que nos gusta. Además, ¿Qué diferencia existe hoy en día votar por izquierda o derecha? Qué diferencias sustanciales va a haber. Hoy en día, y por muchos años, el mercado es el que manda. Y mientras sea así, muchas cosas complicadas que tienen que cambiar no van a cambiar”.

A: “Bueno man, no habrá diferencias sustanciales como vos decís. Pero hay diferencias. Mínimas como sean siguen siendo una razón mucho más interesante que votar a Macri para ver a ver qué hace. Porque, además, para ver a ver qué hace me parece igual de interesante ver qué hace Filmus. Ver si hace una gestión interesante o no. Si se reafirma como un muppet o si se anima a hacer su propio gobierno, a emerger como figura fuerte. Lo que digo es: si vos votás a Macri votás a un tipo que, por ejemplo, piensa, y además lo dice, que hay que reprimir la actividad de los cartoneros. Con Filmus votás casi lo contrario. Tu posición en ese tipo de cuestiones delicadas tiene que pesar a la hora de ir votar. Si te descomprometés así estás directamente tirando el derecho de voto por la basura”.

Yo: “Estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo. Yo pienso que el tan mentado voto es una mentira para que pensemos “copado che, con mi voto decido el futuro del país”, cuando en realidad las cosas grosas del país se deciden por gente que no conozco sin que yo me de cuenta, vote a quien vote. Además yo voto una serie de opciones limitadísimas que son lo que hay. Te dicen: “elegí entre Macri y Filmus”. Punto. Yo no tengo ningún medio que me permita elegir a alguien mejor que esos dos. Como si fuera poco, después esos tipos nombran una legión de chupasangres que pueden ser buenos, muy cada tanto, pero que también pueden terminar haciendo todo tipo de mocos, que es lo más probable. Y yo no tengo forma de fiscalizar eso. O sea que esa “fiesta cívica” del voto, por mí que se la metan en el tuje. Quiero decir, desde que empecé a votar lo hice siempre con la sensación de que no tenía demasiada importancia. Es cierto, después llega una persona u otra, y están las diferencias que vos decís… pero justamente a eso voy. El tema de si se reprime o no a los cartoneros no es que sea secundario. Es importante, y si me preguntás a mí me parece una locura pensar en reprimir a los cartoneros. Pero hay muchos otros problemas, problemas muy concretos, que tiene la ciudad, que no se solucionan con ideología. No es cuestión de ideología, por ejemplo, ponerse las pilas para solucionar el tema de las inundaciones. Cualquier tipo medianamente capaz lo hace, independientemente de qué piense sobre el mercado, el trabajo y la propiedad de los medios de producción. Yo lo que necesito es eso. Si vos me decís, tal candidato es de derecha pero en tres años me contruye dos líneas de subte nuevas, que es la cosa concreta en donde yo voy a ver la gestión, entonces que venga el candidato de derecha. Yo puedo tener ciertas ideas de izquierda, pero no tengo porqué satanizar a alguien que piensa diferente, y menos si es alguien que de repente puede hacer una buena gestión gubernamental. Yo busco eso, busco tipos que sepan gestionar… Después, lo que piensen o dejen de pensar sobre las grandes cuestiones ideológicas, se debatirá o no”.

S: “Parece usted suponer que la cuestión ideológica está totalmente separada de la gestión. No obstante he aquí una pregunta. Supongamos que Macri te construye dos líneas de subte en tres años… Supongamos que termina la línea H y la F también. Pero además empieza a perseguir a los cartoneros y a meterlos presos. Alguien te dice que va a ser así, y lo damos por hecho. ¿Lo votás?”

Yo: “Sabiéndolo, no lo voto”.

S: “Pues bien, está entonces admitiendo que las cuestiones ideológicas sí importan, y mucho. Porque en este caso una simple cuestión ideológica entre tantas determina un no rotundo de su parte, Sr. Fernández, aún con esa buena gestión de infraestructura que tanto pretende usted reivindicar”.

Yo: “Sí, ok, lo ideal sería que construyan las líneas de subte y además tengan políticas concretas para no reprimir a los pobres cartoneros. Pero por eso mismo le decía antes que el rango de opción es muy pobre. Porque ya sé que Macri piensa, o lo ha dicho alguna vez, en reprimir a los cartoneros pero tampoco tengo indicios claros de que vaya a ampliar la red de subtes o a mejorar el tema innundaciones”.

A: “Entonces lo votás a ver qué onda. Bien ahí”.

Yo: “OK, tienen razón. Igual no creo que Macri reprima a ningún cartonero. Otra apuesta que me gustaría ganar. De todas formas ustedes dos se olvidan de que había dicho que esto era antes. Después realmente aborrecí el discurso fatalista que trae Macri; habla de caos, de que la situación en la ciudad es horrible, que está hecha un basurero y que matan gente todos los días; según su discurso pareciera que Buenos Aires es la peor ciudad del mundo para vivir. En vez de decir, “hay algunos problemas y tengo la solución”… no, dice que estamos casi al borde al apocalipsis ¿Realmente somos tan imbéciles? Parece que sí, digo, por los votos que sacó con ese discursito tan berreta. Después claro, si uno sigue y se pone a pensar y a pensar y lo único que queda es votar en blanco”.

S: “¿En blanco? Si descartó usted al Sr. Macri a pesar de que en principio lo votaba… ¿Por qué no Filmus?”

Yo: “Filmus me cae bien, como dije antes. Pero pertenece al gobierno nacional, que ya no me cae tan bien. Y haga lo que haga no puedo evitar a verlo a Filmus como una improvisación del gobierno nacional para copar la parada en Capital. El tipo tiene que prometerme que cuando llegue se va a hacer el boludo, en el mejor sentido del término, y no le va a dar bola a nadie más que a sus convicciones. Pero aún si hiciera eso ¿Es un tipo capacitado para ejercer él solo el ejecutivo? No sé, quizás si mañana entrara al cuarto oscuro, y repito que en realidad no voto acá, lo voto a Filmus. Pero son demasiadas preguntas sin respuesta”.

S: “No hacen falta respuestas. Hacer preguntas es más inquietante que responderlas. Si todo el mundo se hiciera las preguntas que nos hacemos hoy acá, los políticos como Filmus o Macri estarían en serios problemas”.

A: “Celebremos entonces estas preguntas. Y propongo juntarnos todos los viernes, acá, en el bar América, para seguir debatiendo éste u otros temas”.

Levantamos nuestras copas sobre nuestras cabezas. Mi ánimo sombrío comienza a disiparse ya, como si los vapores del alcohol lo hubiesen envuelto en mimos. Miro el reloj: son las dos de la mañana del 16 de junio de 2007. Le pregunto a Angelo, “Y vos por quién vas a votar”.

A: “Man, por Macri, a ver qué hace”.

Me hace un guiño burlón y se echa un par de tragos de Fernet. Un bostezo me recorre la tráquea hacia abajo, llenándome de un aire que busca en vano renovarme. Solo el sueño, pienso, me tendrá un poco más vivo mañana a esta misma hora. Desde el bar América, mientras tanto, se contempla la madrugada fría y todavía envenenada de oscuridad.

domingo, 10 de junio de 2007

YouTube sobre el trípode (I)

"Breath" - Pere Ubu se rinde a las veleidades del pop (y por qué nadie dijo que Lavagna tocaba la viola?):



"Ashtray Heart" - Al Captain Beefheart se le acabaron las píldoras (hace rato):



"In The Name Of The Holocaust" - Díganle a John Cage que el piano no tiene la culpa:

miércoles, 6 de junio de 2007

Proclama para la Nueva América (Excluye Guyanas)


Si bien el hado propicio coronó nuestros votos y anhelo en la copia feliz del Edén, están indignados tus hijos del yugo que te impuso la ibérica audacia. Hoy, que el progreso acaricia tus lares al compás de una sublime canción, se sabe que ni opresores ni siervos alientan donde reinen unión e igualdad; ese será el voto que el alma pronuncia y que heroicos sabremos cumplir, porque la libertad derrama las auroras de su invencible luz sin olvidar el estruendo de roncas cadenas que escucharon tres siglos de horror. Más si osara un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo, verás a tu pueblo valiente y viril la tosca herramienta en arma trocar. La grandeza se anida en sus pechos, a su marcha todo hacen temblar, y desde el Empireo del Supremo Autor, o sol da liberdade, em raios fúlgidos brilhou no céu da Pátria. Ojalá que ni haya esclavos que llaman el yugo ni tiranos que escupan tu faz, ahora que en tu suelo ya no ruge la voz del cañón. Porque fue obtenerla su eterno problema y conservarla es su gloria mayor, por eso, bajo un lampo de cielo por un bloque de nieve cruzado, ya no quieran con cadenas vivir.

Guayaquil, 26 de julio de 1822

Letra chica: los abajo firmantes no se hacen responsables de las tropelías y desatinos que puedieran emprender los representantes de las generaciones futuras en el ejercicio del poder sobre las naciones americanas. Si acaso aquellos que carguen con los destinos de la nación y velen por la justicia no honrasen el desempeño que la patria les haya encomendado, serán los ciudadanos libres del mundo quienes impugnarán sus mandatos con la soberanía de sus tarjetas de crédito. Los abajo firmantes tampoco se hacen responsables de los golpes de estado, conspiraciones y genocidios que pudieran llegar a acometer los altos mandos militares en cruzadas mesiánicas que, alimentadas por la febril combustión de espaldarazos oligárquicos, quisieran en nombre de la patria secuestrar intereses populares irrenunciables. En caso de ocurrir, habrá volver al arte de la guerra civil sin caer en la tentación de bolchevismos doctrinarios. La realización de los pueblos dependerá exclusivamente de los pueblos, y aunque los abajo firmantes han hecho grandes sacrificios por el futuro de estas jóvenes naciones que al mundo despuntan hoy, es hora de unas merecidas vacaciones en el exilio.

martes, 5 de junio de 2007

Solucionador de problemas

Solucionador de problemas para la impresora XXX
NOTA: el estado de fábrica de la impresora puede diferir del de la imagen de abajo.


PROBLEMA: La impresora no imprime.

SOLUCIONES:

a) Probablemente no haya encendido la impresora. Compruebe que la impresora esté encendida. Si está apagada, enciéndala (para ello debe presionar el botón de encendido). Si aún así la impresora no se enciende, compruebe que esté correctamente enchufada a su red de electricidad doméstica. Si está desenchufada, enchúfela y luego enciéndala. Si no encuentra un enchufe cerca, siga buscando hasta que encuentre uno. Cuando encuentre uno, enchufe la impresora y no se olvide luego de encenderla. Si se olvida de encenderla, acuérdese.

b) Es posible que no haya enviado ningún documento a imprimir. Abra en su ordenador el documento que quiera imprimir; seleccione “Archivo” en la barra del menú y luego “Imprimir”. Recuerde que para que la impresión sea visible debe haber algo escrito en el documento. Si el documento está en blanco, escriba algo utilizando el teclado que viene con el ordenador (ejemplo: quiero a mi mamá). Si quiere imprimir una foto, es conveniente que ésta haya sido previamente tomada con una cámara fotográfica y correctamente digitalizada en un documento de imagen.

c) Compruebe que haya puesto papel en la bandeja de entrada de papel de la impresora. Recuerde que no podrá imprimir a menos que haya papel en la bandeja de entrada de papel. Si no hay papel en la bandeja de entrada de papel, ponga papel (ver p. 20). Si no tiene papel, cómprelo en su proveedor habitual de papel. Recuerde que XXX recomienda papel XXX satinadum premium® para un óptimo rendimiento de la impresión sobre papel.

d) Es posible que no haya instalado los cartuchos de impresión, que estos estén mal instalados, o agotados. Compruebe que los cartuchos de impresión estén instalados en la impresora, que estén bien afirmados y que no estén agotados. Recuerde que sin cartuchos de impresión no podrá imprimir. Si no ha instalado los cartuchos en la impresora, instálelos según el procedimiento ya descrito (ver p. 24). En caso de no tener cartuchos a mano, cómprelos en su proveedor habitual de cartuchos. Recuerde que XXX recomienda cartuchos originales XXX ultra-hyper-carum® para un óptimo rendimiento de la impresora. Si los cartuchos están mal colocados, colóquelos correctamente (ver p. 24). Si los cartuchos se han agotado, reemplácelos por cartuchos nuevos (ver p. 24). En caso de no tener cartuchos nuevos, cómprelos de la misma manera que en el caso previamente mencionado. Si usted es manco y no puede manipular correctamente los cartuchos, pida asistencia a alguien con manos para que le ayude con el proceso. Recuerde que XXX no discrimina a los mancos, aunque estos no puedan imprimir.

e) En la mayoría de los casos, es imposible imprimir si la impresora no está correctamente conectada a su ordenador. Compruebe que el cable que conecta la impresora con su ordenador esté correctamente conectando y funcione adecuadamente. Si no está conectado, conéctelo (ver p. 16). Si no encuentra el cable, recuerde que éste viene incluido en la caja de la impresora. Búsquelo y, cuando lo encuentre, utilícelo para conectar la impresora a su ordenador. Si el cable no funciona correctamente reemplácelo por otro que sí funcione.

f) Recuerde que, así mismo, la impresora no imprimirá si su ordenador está apagado. Compruebe que su ordenador esté encendido. Si no sabe cómo encenderlo consulte con su proveedor de ordenadores o bien con el correspondiente manual de uso. [TIP: está comprobado que en el 90% de los casos basta con oprimir una vez el botón de encendido.] Recuerde que para que su ordenador pueda encenderse, éste, al igual que la impresora XXX, debe estar enchufado a su red doméstica de electricidad.

g) Compruebe que la impresora sea la XXX. Si la impresora no es la XXX es posible que sea de otra marca, por lo tanto de mala calidad y que por ello no imprima. Deberá cambiarla inmediatamente por una impresora XXX. Si comprueba que se trata de la impresora XXX, lea el solucionador de problemas en el manual de uso de la XXX. [TIP: es este mismo que está leyendo en este momento.]

Si el problema persiste, por favor consulte la sección “soluciones avanzadas”.

SOLUCIONES AVANZADAS PARA “La impresora no imprime”.

a) La impresora no imprimirá si está sumergida en algún medio acuoso (como agua de lluvia, escabeche, líquido amniótico etc.). Compruebe que la impresora no esté sumergida en algún medio acuoso. En caso de estarlo, deberá retirar la impresora de dicho líquido, secarla con una o varias toallas y ponerla en un medio libre de líquidos. Si aún así no imprime, compruebe si no la ha vuelto a sumergir nuevamente. Recuerde que si usted es buzo o entrenador de delfines, no podrá emplear la impresora en el trabajo.

b) Se han dado casos en los cuales la impresora no imprime porque está prendiéndose fuego. Compruebe que su impresora no esté prendiéndose fuego. Si está prendiéndose fuego, compruebe si éste proviene de la impresora misma o si se ha originado en otro lugar de la casa. Si proviene de la impresora, utilice un matafuegos para apagar el fuego (ver p. 35). Si comprueba que el fuego proviene de otro lugar de la casa, llame a los bomberos. Si usted o alguno de los miembros de su familia también están prendiéndose fuego, salga corriendo por ahí y grite pidiendo auxilio.

c) Salvo en casas con paneles solares, la impresora no podrá imprimir si su hogar no tiene red de energía eléctrica. En ese caso, consulte con un proveedor del servicio para contratarlo antes de intentar utilizar la impresora. Si usted tiene red de energía eléctrica y se ha producido un corte temporal en el suministro, llame a su proveedor habitual del servicio para quejarse o preguntar porqué no tiene energía eléctrica. Recuerde que hasta que no se reestablezca el suministro normal de energía eléctrica la impresora no podrá imprimir. Si necesita imprimir con urgencia, lleve la impresora a un lugar donde sí haya suministro normal de energía eléctrica. Si no necesita imprimir con urgencia, espere a que se reestablezca el suministro. Si directamente no necesita imprimir nada, no imprima nada [TIP: de todas formas no podría.]. No intente utilizar baterías; recuerde que esta versión de la impresora no incluye la opción de alimentación con baterías. De todas maneras, compruebe que las baterías estén cargadas, ya que si estás están descargadas, la impresora no podrá imprimir correctamente. Recuerde que con baterías cargadas, la impresora tampoco podrá imprimir correctamente.

d) Compruebe que usted esté realmente intentando imprimir y no haciendo otra cosa como, por ejemplo, preparando un pastel. Si usted está preparando un pastel la impresora no imprimirá. Si usted quiere imprimir pero está preparando un pastel, deje de preparar el pastel y vaya a imprimir. Si, en cambio, prefiere seguir preparando un pastel, siga preparándolo. Compruebe que no ha confundido el manual de la impresora con el recetario de pasteles. Si quiere hacer ambas cosas a la vez recuerde que la XXX no ha sido diseñada para imprimir mientras se prepara un pastel. [TIP: no necesariamente debe estar imprimiendo todo el tiempo; elija el momento del día que considere más apto para imprimir.]

e) Recuerde que debido a un problema comprobado de presión atmosférica la XXX no funciona en otros planetas. Si usted se encuentra de viaje en algún otro planeta, no podrá imprimir. Compruebe que está en la Tierra antes de utilizar la impresora. Para ello, basta con intentar respirar. Si puede respirar sin problemas, está en la Tierra; si siente que se ahoga y fallece repentinamente, está en otro planeta. [TIP: en este caso no sirve verificar las constelaciones, ya que éstas tienen la misma forma que en la tierra en cualquier planeta de nuestro sistema solar.] Si quiere imprimir en otro planeta, compre una impresora en una tienda local. Pida un catálogo para ver las ofertas.

f) Es posible que la impresora no esté realmente allí. Compruebe que la impresora esté realmente allí. Para ello puede intentar percibirla con la vista o el tacto en las cercanías de su ordenador [TIP: la impresora XXX no produce sensaciones olfativas excepto en caso de estar prendiéndose fuego, en cuyo caso producirá olor a impresora quemándose. Para más detalles remítase al punto b.] Si la impresora no está realmente allí, no podrá imprimir. Si no la ve o no puede tocarla, seguramente es porque la impresora no está realmente allí. Ésta puede encontrarse en otro lugar de su casa o bien usted nunca compró una impresora. En ese caso, vaya a comprar la impresora para que se haga presente físicamente allí donde usted la necesita.

g) También es posible que usted crea ver la impresora, pero que ésta no esté realmente allí. Compruebe que la impresora esté realmente allí. Para ello, consulte a otra persona y pregúntele si puede él / ella ver la impresora en el mismo lugar que usted la ve. Si esa persona no la ve, es porque allí no hay ninguna impresora. Esta puede encontrarse en otro lugar de la casa o bien usted nunca compró una impresora. Si aún así usted sigue viendo la impresora, consulte a un psiquiatra. Si la otra persona también ve la impresora, vayan juntos. Si son varias las personas que pueden ver la impresora, es probable que se trate de un caso de delirio colectivo, o bien la impresora está realmente allí.

h) Se ha comprobado que, salvo unos pocos casos, los muertos y/o los que aún no han nacido no pueden imprimir. Compruebe que usted no esté muerto o que haya ya nacido. Para ello, pídale a alguien que le tome el pulso. Si éste es igual a 0 pulsaciones por minuto, es posible que esté muerto o bien, que aún no haya nacido. Otras indicaciones de muerte u ontología nonata pueden ser: no existir, no estar respirando, o no tener cuerpo. Compruebe que exista, que respire y que tenga un cuerpo. Aún así, a veces lo que usted cree que está viviendo es en realidad su vida pasando por delante de usted en un segundo mientras se está muriendo. Recuerde que tampoco podrá imprimir mientras está viendo su vida pasar en un segundo mientras está muriendo. Sepa que si usted está muerto y no existe la vida después de la muerte no solo no podrá imprimir con la XXX sino que tampoco podrá leer. En ese caso, es posible que alguien que sí pueda leer tenga que ayudarle a leer este manual.

Si el problema persiste, es posible que la impresora tenga un desperfecto técnico. Llévela a reparar a un service autorizado de XXX o compre una nueva. Recuerde que XXX recomienda impresoras XXX.

martes, 22 de mayo de 2007

Derroteros en la arena

El atardecer naranja tiembla en tus pupilas; será, tal vez, que algo teme en su negrura. El océano, ya gris, también calla, y algo nos convence de que es hora de alejarnos. Conforme andamos, las playas distantes se desvanecen en murmullos; te voy siguiendo detrás y veo cómo tus pies dibujan derroteros en la arena. Cómo se alarga tu sombra. Te voy siguiendo detrás; siempre detrás, como dejándote ir. Y así, mientras tanto, sigo escribiendo:

"No hay nada en ella que sea demasiado trivial. Se narra a sí misma como una gota de corrosión pura que busca el mundo sin altisonancias, incluso sin coordenadas corpóreas. Apenas dos o tres invitaciones que me ha dejado caer como promesas; por ejemplo, cuando nuestros dedos se entreveraron inquietos por un momento, (ese momento, buscado) y sus ojos resinosos me miraron alucinados. Pero ¿Cómo catalogar entonces todo eso? De ser lujuria, es de una cepa que no calcina, sino que más bien paraliza. Por lo demás toda ella es un ánima fría, taciturna. Casi siempre, inaprensible".

A veces no impugno mirarte porque no me queda otra opción. Más bien pronto, un día, te vas a ir, te vas a disipar como si fueras en realidad una veta en algún cristal empañado. El devenir me llevará a olvidarte. Tantas cosas he tenido que olvidar que ya ni me acuerdo. Qué hay que sea distinto esta vez, me pregunto mientras te miro. Y no lo sé. Confío que nada, solo el desenlace inevitable, ese que se vislumbra varias jugadas antes, y después del cual ya no vas a volver, ni a escuchar cuando te invoque con mis palabras equilibristas. Por eso te observo a veces, con algo de fastidio, enterado de que tus formas son las de mi vía crucis y mi mansa locura. Al final, quién te dice, voy a hacerte migrar de mi cabeza. Es cuestión de burlar uno esos albedríos poco lúcidos que salen a cabalgar envueltos en misterio, sobre todo cuando es verano y no hay nada que los entretenga.

Pero hoy, entonces, te anhelo sin razón alguna. O tal vez con; nunca logré evitar la sospecha agnóstica de que las cosas no pueden ocurrir porque sí. Procuro, por supuesto, que no te des cuenta, porque en general soy un poco cobarde. Por eso esta meticulosa indiferencia. Por eso también espero, y cómo, a que te duermas, a que tus párpados caigan rendidos de una buena vez. Sólo entonces consiento en vulnerarte, percibirte con osadía en la penumbra, aunque no dejo de pensar que si de pronto abrieras tus ojos, o falsamente sonrieras desde un sueño, podrías clausurar la brecha antes de tiempo. Luego, me aparto. Es como un ritual; casi me desprecio al suponer que alcanzará con eso, con esa cuaresma infinita junto a tu talla inmóvil, semidesnuda y, sin embago, aún enfática.

Espero. Falta un poco. Ahora el cielo va prolongando su oscurecer, depositando sobre la planicie toda su melancolía. Estamos atrapados en ese rato fantasmal en el que no es más de día, pero tampoco de noche. Las ráfagas de aire que estriban desde el sudeste dejan inhalar un océano intermitente y en lo alto Sirio tirita congelada. Todo lo que sin esfuerzo vislumbro cómo querrá volver, cuando no sea más que un resto diurno agonizando al dormitar. Sonrío vagamente al pensar en casa y en las grietas de la ruina cotidiana; pero vuelvo al sol tajante bajo el que estúpidamente vimos caducar el día como una pérdida, como un dulce desperdicio.

Te miro de nuevo. Y se me ocurre imaginar tu cara cuando ya no la pueda imaginar. Supongo entonces: una ausencia de electricidad imprecisa, ya sin trazos, incapaz siquiera de moverse. Distante. Descarto que a la larga, cuando los días sean demasiados y la apatía coagule como debe, ya no me va a perder el hálito de tu aparición. Mientras tanto, escribo:

“La pensé, pero no la pensé así nunca. Está aquí mismo, muy cerca. Si extendiera mi brazo la tocaría; pero apenas me muevo. En cambio, me quedo atónito ante los vasos sanguíneos que se bifurcan como genealogías debajo de su piel. Su piel, que es una perfecta hoja de calcar desocultando el andamiaje sombrío de su musculatura. Y por debajo estos filamentos morados que aparentan nadar hacia la comisura de sus labios. Si la miro fijo, muy fijo, en un par de segundos intuyo en mi saliva el latido de su boca al dejarse besar. Sólo por ese instante perecedero su espectro se encarna, su sexo se dilata, su porosidad se degrada con sumisión hacia un brote de desborde físico, de enfermedad, de una fruición incomensurable”.

Esta noche sos algo especial. Estás demasiado viva; respirás demasiado y tus globos oculares oscilan como un periscopio. Sos la mujer sin héroes que ambicioné diseñar tantas veces; sos la opinión en el núcleo de la ciencia. Puedo amar tu idioma, la órbita cárnea de tus pechos ínfimos, la falacia de tu carcajada agria cuando condena. Llego a vacilar porque siento que me delatás, cuando te volvés porque sí. Cada mísero ademán tuyo se me va por la cabeza como una bocanada de humo avinagrado, como una borrachera que, delirante, entibia mis cánones y los empasta unos contra otros, reformándolos. Cómo me animo, no sabés, a creer que no me importás en lo más mínimo. Pero bajo este calor, y afuera esa oscuridad febril, entiendo que no existe el gesto que te suprima.

La mayoría de las veces, como ahora, no nos decimos nada, porque no hay nada para decir. Solo te quedas ahí acurrucada, atenazada a tu pantomima. Las nubes, que hoy tienen bordes dorados, se desflecan con pereza en un vértice de la ventana. Oímos música, como una música que alguien ha puesto a sonar, y en cierta forma nos trenzamos a través de ella, lamiéndonos en la síncopa, entregados al vaho seductor de su timbre. Dejo, y vos también, que suene. Música. Ojalá las cronologías detuvieran su huída hacia ninguna parte y nos abandonaran a una cuarentena en la que no me faltes. Y mientras tanto no parecés entender. Que me llevás. Que hoy me llevás a dónde querés, porque estás maldita.

Y me llevás de vuelta al mar. Mientras, escribo con el dedo en la arena húmeda:

“Será, tal vez, que algo temen en su negrura. Las olas, al zanjarle un camino en la laguna infinita del mar; el viento, al desenhebrar su cabellera con gentileza exagerada; la luz solar, al descubrir su cuerpo con la incredulidad de un amante que no la merece. Temen, sin duda. Pero ella no se puede dar cuenta, porque hoy por fin no es más que ella misma, aislada de golpe en el monólogo de su imperfección. Alguien que, desde lejos, ya no es el esbozo de la imaginación más perversa, ni una figura perdida en la topografía de mis desesperanzas. Sino alguien que, desde lejos, sólo creo divisar moviéndose en el agua”.

Desde lejos. Siempre en otra parte.

Como dejándote ir, como olvidándote para siempre, mientras tus pies van dibujando derroteros en la arena.

martes, 17 de abril de 2007

Películas

Es un gato con una pipa


Eso mismo, películas. Entre el 22° Festival de Cine de Mar del Plata y el 9° Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, pude ver unas modestas trece. No es mucho, pero tampoco es una cifra despreciable para alguien como yo. ¿Qué significa "alguien como yo"? Pues, alguien que, como yo, no es exactamente un cinéfilo empedernido que gusta de sentarse todo el día a ver cintas, y que tampoco hace un seguimiento exhaustivo de ciertos directores under nacidos en el Himalaya, y que tampoco baja doce películas por día en e-mule, y que tampoco compra ni alquila muchos DVD's. Así es, a grandes rasgos, alguien como yo. Pues bien; empujado por la aceitada maquinaria propagandística de un amigo y una renovada curiosidad por ver films fuera del circuito de shopping habitual (que motivó un viaje a Mar del Plata, por ejemplo), esta vez logré ser un poco, aunque sea un poco, menos "como yo". Y sí, estoy complicando la redacción a propósito. Es mi vicio favorito.

Claro que los viejos hábitos siempre traicionan un poco; por eso de las trece películas elegidas, un total de siete tienen relación directa con la música. Por ejemplo, en el BAFICI procuré perderme lo menos posible de la retrospectiva del documentalista de rock Don Pennebaker en detrimento de las películas en competencia oficial, entre las cuales pude llegar a ver un meritorio total de cero, sumando ambos festivales. Sí, sí, muy mal. Nada festivalero lo mío, pero qué le voy a hacer. No soy tan cinéfilo como melómano: si puedo ver a Bob Dylan en pantalla en una película de hace cuarenta años, la oferta va a ser automáticamente más atractiva que ir a ver la última del director chino Fulano sobre una aldea y un samurai. Qué se yo. El mundo es prejuicioso y francamente no voy a hacerme pasar por una excepción.

Aún así todas las películas no musicales que ví me resultaron satisfactorias en menor o mayor medida y aún entre las musicales se dio una sorprendente variedad, tanto en contenido como en calidad. Algunas de estas películas son oscuridades que tal vez dentro de un par de años nadie recordará, pero otras son casi obligatorias. Tanto si os importa como si no, aquí os dejo mi ranking de films, acompañado por mis sinceros, humildes, y despiadados comentarios sobre cada una de ellas.

13° Tonite Let's All Make Love In London / Peter Whitehead - BAFICI (Vista en Hoyts Abasto, Miércoles 11/04)

La apunté porque sabía que algo tenía que ver con Pink Floyd... y no me equivocaba, ya que una excelente versión de "Interstellar Overdrive" enmarca la totalidad de la cinta con su pulso embriagado de ácido. "Tonite Let's All Make Love In London" es un breve documental sobre la escena del "Swinging London" circa 1966/1967, con sus artistas bizarros, sus happenings, sus luces, su poesías beat, sus pepas de LSD y, también, sus nuevos negocios. Intuyendo que algo especial ocurre en todas partes, Whitehead sale con su cámara a retratar la vida diaria de aquellos días; los lugares, los eventos y los protagonistas que de alguna manera se cuelgan del mismo hilo de la contracultura inglesa.

El mayor mérito que le atribuyo al montaje es que se acerca mucho a su objetivo: recrear casi a la perfección el "feeling" singular - y efímero - del momento y plasmarlo en celuloide para la posteridad. El mayor problema es que no pasa de ahí, de ser un "documento de época". Vale oro para la cápsula del tiempo, pero como documental no revela casi nada, ni entretiene gran cosa. Salvando el humor muy british de Michael Caine y la confesión lunática de un pintor de cuerpos desnudos ("me he vuelto pervertido haciendo esto"), los reportajes resultan algo superfluos: queda claro que Mick Jagger no es el más lúcido pensador contemporáneo y la retórica de Julie Christie no parece muy alejada de la que hoy esperaríamos de alguien como Rocío Girao Díaz (aún cuando, en un brevísimo rapto de lógica, señala que la mayoría de los londinenses no deben tener ni idea de lo que es el "Swinging London"). Por lo demás, un par de bonitos logros visuales, mucha lucecita y colorido, algún que otro hallazgo curioso (Imperdible Vanesa Redgrave alabando a Fidel castro y farfullando "Guantanamera") y no mucho más.

Calificación meramente orientativa: 4 puntos.

12° Cream's Farewell Concert / Sandy Oliveri & Tony Palmer - BAFICI (Vista en Atlas Gral. Paz, Miércoles 11/04)

Problemático desde el vamos por su perversa calidad de audio y video, este modesto concierto-documental no deja de regalarnos un par de curiosidades de máximo interés: a) Los cineastas se acercan a Cream siendo completos outsiders del mundillo del rock y con una hipótesis apenas disimulada: "El rock y el pop son, básicamente, una mierda"; b) En consecuencia, proceden a hacer un estudio virtualmente etnográfico de la banda, en los cuales los músicos de Cream son retratados casi como "otros" culturales pertenecientes a un mundo raro y desconocido. Es así que en las entrevistas a Bruce, Clapton y Baker (en ese orden) un periodista sin rostro les pide que enseñen sus instrumentos y expliquen cómo se tocan, llegando incluso a requerir la repetición alguna maniobra "extraña" ("haga eso de nuevo, por favor", le pide a Clapton con súbito entusiasmo luego de que éste enseñe un vibrato) o a insistir con cierta impaciencia cuando no obtiene lo que quiere escuchar ("ahora intente algún patrón rítmico, por favor" le pide a Baker al ver que éste no hace más que redobles y redobles). También aparecen preguntas paternalistas del estilo "¿Qué le parece que el pop de hoy en día sea una basura?" (!) o "¿No tiene miedo de que el volumen al que tocan le haga mal a los oídos?" (!), a las que que Bruce replica con la eficaz diplomacia que provee el hacerse el boludo. Estas entrevistas redondean una mezcla entre lo bizarro y lo hilarante, sobre todo porque los músicos se encuentran visiblemente incómodos con la situación, siendo sin dudas lo más valioso de la película.

El concierto en sí deja bastante poco: las performances son monumentales, pero los directores no saben aún cómo filmar un concierto de rock: casi no encuadran a los instrumentos ni las manos, por lo que no llegamos a ver cómo tocan; tampoco aparecen planos generales que nos permitan representarnos el lugar desde otras perspectivas. Nada. Solo primerísimos planos eternos de un inexpresivo Clapton, a quien no se le ven los ojos, y un pálido Bruce, cuyo cadavérico plano detalle de la boca orbitada por feos granos constituye una formidable violación de cualquier sentido estético. Todo esto adornado por los más cutres efectos especiales imaginables (zoom in-out a toda velocidad ¡Excitante! y ¡Conmovedor!) para aportar una espantosa sensación de claustrofobia. Está bien que en aquellos años recién comenzaba el concepto de "filmar rock", aunque teniendo en cuenta lo que Pennebaker había hecho un año antes con "Monterey Pop", esta excusa no permite abrigar indulgencias.

Calificación meramente orientativa: 5 puntos.

11° Radiant City / Jim Brown & Gary Burns - BAFICI (Vista en Atlas Gral. Paz, Miércoles 4/04)

Otro documental, pero en este caso no tiene nada que ver con música, sino con urbanismo. Su tema: las denominadas "comunidades" en norteamérica, enormes barrios privados emplazados en las periferias metropolitanas, fabricados en serie, con casitas grises todas iguales y más baratas que en los cascos urbanos tradicionales (Si lo pensamos de cierta forma, vendrían a ser una cruza entre nuestros countries de Pilar y nuestros monoblocs de Lugano, menuda ironía). En realidad, antes que un documental, se trata de una suerte de editorial filmado; los realizadores no salen con la cámara a buscar respuestas en el mundo, sino que parten de un mensaje concebido de antemano y arman la película sólo con el objeto de transmitírselo al espectador y, en lo posible, convencerlo. ¿Y cuál es el mensaje? Básicamente, que estas comunidades son maaaalas para vivir. Para demostrarlo, Brown y Burns echan mano a una genuina batería de argumentos que se pueden dividir en: a) Opiniones de expertos en urbanismo; b) Estadísticas cuantitativas (cómo nos gustan!) y c) Testimonios de una familia que se mudó hace un año a una de estas comunidades y, naturalmente, la está pasando mal.

Sorprende el tono satírico, hasta burlón, que recorre la película desde el principio. ¡Si los mismos habitantes de la comunidad se mofan de sí mismos por el tipo de vida que llevan! Esto le da una bienvenida dosis de humor a la trama, pero también parece haber excesiva unilateralidad en los juicios; sólo la madre de la familia defiende la vida que llevan en la nueva casa, aunque está claro que busca con desesperación convencerse a sí misma antes que al espectador. Lo que se nota demasiado pronto es que no hay mucha espontaneidad en los testimonios, sino que todo lo que aparece en cámara está ahí porque apunta a reforzar el argumento de los directores. Aún así, la crítica se sostiene bastante bien, especialmente a través de las opiniones autorizadas: que los vecinos no se conocen, que no se puede ir caminando a ninguna parte, que hacen falta dos autos, que las casas son feas, que el espacio público no existe, etcétera. Cabe preguntarse si muchas de estas críticas no son aplicables a cualquier ciudad moderna, pero... dejemos el debate para una secuela.

Bien. Cuando todo parece haber sido dicho de forma más o menos prolija, "Radiant City" colapsa. Así como así, los directores deciden mostrar en pantalla una insólita deconstrucción de lo visto anteriormente (algo así como una reflexión metodológica, pero no doy más detalles), lo que no tiene mucho sentido en tanto no modifica la argumentación inicial y en tanto nos impone quince minutos más de película en los que no se dice nada nuevo. No se entiende qué quiso hacer, ¿Algo más "festivalero"? ¿Algo para que el film sea digno de una mesa de debate con invitados especiales? Quién sabe. Intencionadamente o no, los directores logran el mejor momento "WTF?" de todo lo que ví en el BAFICI cuando, antes del punto de quiebre, incluyen secuencia de suspenso con arma de fuego (sí señores). Las musas a veces son impredecibles. La credibilidad de la película, en el proceso, toma el siguiente vuelo y se despide para siempre. De todas formas, sigue siendo recomendable para estudiantes de urbanismo.

Calificación meramente orientativa: 5 puntos.

10° Geo-Lobotomy / Gok Kim & Sun Kim - BAFICI (Vista en Hoyts Abasto, Martes 10/04)

Hay directores a quienes les gusta maltratar a su público, y hay cierto público al que le gusta mucho ser maltratado. Dos condiciones objetivas para una buena sesión de sadomasoquismo cinematográfico, tal vez para aquellos cuya civilidad le teme al látex ajustado pero que están dispuestos a gozar de una buena cachetada en la oscuridad secreta de una sala. Hay películas que, entonces, parecen filmadas solo con el objeto de proveer a esta industria del sufrimiento. Para ser justos, "Geo-Lobotomy" no merece ser reducida totalmente a dicha categoría. Primero, porque su contenido dista de ser extremo y, segundo, porque le quedan algunas cosas interesantes más allá de su condición general de "soy-una-película-jodida-conmigo-vas-a-sufrir-hijo-de-puta".

En efecto, cosas interesantes. Algunas. Unidades visuales poderosas (las minas abandonadas, sobre todo), la voz en off de un muerto que narra la película pero que a la vez parece verla con nosotros, uno o dos personajes bien conceptualizados y humor negro al por mayor capaz de momentos memorables (ejemplo: una chica llorando desconsoladamente porque su novio egoísta se tomó todo el veneno y ahora ella no se puede suicidar cómo él). Aún así, la sensación es que todos estos elementos no convergen en nada. La narración principal - un hombre que busca dinero para conmemorar la muerte de su padre - se termina perdiendo muy pronto entre tanto artificio freak que montan los hermanos Kim. La voz en off sigue hablando aún cuando ya no tiene nada interesante para decir. Sobre el final, queda revelado un misterio que, en rigor, no existía... y si existía, ya ha dejado de importar. Ahí es cuando lo narrativo del film acaba fracasando. "Geo-Lobotomy" se convierte velozmente en un despropósito generalizado, una confusión sin más; en determinado punto deja de tener interés el destino de los personajes; todo da lo mismo y, por lo tanto, aliena.

Cabe preguntarse si la búsqueda de lo bizarro en el cine, por sí misma, merece ser un arte. Si una película tiene un mérito intrínseco al retorcerse hasta los límites de lo comprensible, aunque en el fondo no tenga nada que contar. Siempre vuelve la disyunción opinable de la forma y el contenido; el debate de nunca acabar. Por lo pronto "Geo-Lobotomy", en su búsqueda empalagosa de la bizarrez, termina siendo una película brumosa, una sumatoria de intrigas que al final no le importan a nadie. Hasta su alegoría anti-capitalista, quizás el único tegumento expresivo del film, queda empañada por su verbosidad intencionalmente grotesca. Tal vez viéndola otra vez otras luces iluminen el cuento, pero, francamente, con una me basta y sobra.

Calificación meramente orientativa: 5 puntos.

9° Depeche Mode 101 / D.A. Pennebaker, Chris Heagdus, David Dawkins - BAFICI (Vista en Atlas Gral. Paz, Domingo 15/04)

¡Más rock! No. Synth-pop, mejor dicho. Los ingleses Depeche Mode brindan su 101° y último concierto de la gira de "Music For The Masses" en el Rose Bowl de Los Angeles. Año 1988. Para quien no esté familiarizado con la historia de la banda, estamos hablando de su absoluto pico de popularidad. Si bien aún les quedaría el asalto final del mercado con "Violator" (LA obra maestra del género, por si alguien me quiere preguntar y no se anima), nunca más lograrían volver a meter 65.000 personas en un concierto. Y esto, por si hace falta aclararlo, es MUCHA gente, sobre todo para una banda de electro-pop. Considerándola una ocasión propicia, Pennebaker (+ colegas) toman el ojo eléctrico y se meten en la intimidad del tour, a ver qué onda.

¿Y qué onda? Ambigua, digamos. Por un lado, como documental aporta lo mínimo. Hay mucho backstage de la banda y si algo queda en limpio mirándolo es que los tipos no son personalidades de mayor interés. Cada uno será un excelente profesional en lo suyo, pero ante una cámara tienen poco que decir. David Gahan es el único que se expone un poco más, el único que confiesa un par de cosas (por ejemplo, que le divertía más trabajar de repositor en un súper que salir de gira con la banda). Los demás, sobre todo Fletcher y Gore, están en mute, solo agraciando la pantalla con sus cuidados looks. La que sí queda muy bien reflejada, a mi juicio, es la condición de laburante del músico pop; el que cada noche sale a hacer su circo bajo las luces para que todos lo crean un dios, pero que puertas adentro es un empleado más de la industria; el que con su trabajo hace ganar toneladas de plata a fulanos anónimos; el que se cansa y de a ratos preferiría mandar todo al carajo para volver a casa. El que gana fortunas, también... pero eso ya se sabía.

El error del film es que, por algún motivo, también se decidió documentar intercaladamente el viaje de siete u ocho fans descerebrados que ganaron un concurso para presenciar el concierto. Gente simpática, pero embarazosa. Los vemos tiñiéndose el pelo, emborrachándose y declarando idioteces en el micro que los lleva al Rose Bowl. Irrelevante, en un sentido granhermaniano. Solo zafan un puñado de tomas on the road bien acompañadas por una excelente versión de "Route 66" de los mismos Depeche. En el mejor de los casos, quedará como un documento antropológico sobre los 80's y su gente, para ver dentro de 100 años, mejor.

Pero vale la pena. Y esto se debe en un 90% a las performances en vivo que, por suerte, ocupan una buena parte del film. Se ve a las claras que los flacos estos estaban en quinta marcha: clásicos como "Behind The Wheel", "Everything Counts" y "Master & Servant" nunca han sonado mejor, solo por mencionar algunas, ya que virtualmente todos los clásicos de la banda hasta el momento participan con una performance completa. De hecho, mis momentos favoritos de la película llegan cuando alguien dice "Could we start the tapes please?" y enseguida la dramática secuencia de "Pimpf", más el griterío del público, van anunciando que es hora de mandarse para el escenario; mientras, la banda se va juntando tras bastidores y haciendo chistes para distenderse. Es cuando la película logra recrear magistralmente la adrenalina del show-por-comenzar pero desde el otro lado.

Calificación meramente orientativa: 6 puntos.

8° Zidane, Un Portait Du 21e Siécle / Douglas Gordon & Philippe Parreno - MAR DEL PLATA (Vista en Paseo Diagonal, Jueves 15/03)

Probablemente la película más radical que ví en mi vida, "Un Portait Du 21e Siécle" se balancea entre dos ópticas posibles al momento de evaluarla: por su valor como experimento y por el nivel de disfrute que uno, como espectador, puede llegar a vivir en la sala de cine. El film parte de una premisa tan sencilla como risqué: seguir con no-sé-cuántas cámaras a Zidane, y solamente a Zidane, durante los 90 minutos de un partido de fútbol. No un partido cualquiera, sino nada menos que su despedida del Real Madrid, frente al Villarreal en el Bernabeu, antes de su retiro definitivo en el mundial de Alemania.

Es difícil armarse de prejuicios frente a semejante concepto. Al escoger la peli me sabía totalmente entregado; me tocaría un embole granítico o bien una revelación. Como suele ocurrir siempre que nos preparamos para blancos o negros, finalmente hubo grises. Voy a directo a los bifes: ya promediando el segundo tiempo del partido la cosa no da para más. La novedad del asunto, que hace que el primer tiempo se pase volando, ya está agotada; todas las cosas que Zidane tiene para mostrar ya han sido mostradas; y el resultado del partido pierde relevancia. La película simplemente deja de generar cosas nuevas; vuelve a lo mismo. Uno de pronto se encuentra ahí sentado, en silencio, simplemente esperando que todo termine.

Ahora bien: como manifiesto artístico es excepcional. Filmando a Zinedine, los directores de alguna manera capturan su alma. Seguramente lo hemos visto muchas veces jugando por TV, pero nunca así; nunca habíamos visto su figura solitaria, casi despegada del mundo, que va buscando algo en la cancha o bien, más probablemente, fuera de ella. El Santiago Bernabeu aparece en las lentes como una bestia ruidosa pero también distante, oscura y envuelta en melancolía. El fútbol pasa a ser una excusa y se pierde: Zidane ya no es el héroe, sino el hombre aislado por electrosis; una mente de derroteros misteriosos, capaz de dar vida a la más fina artesanía (en el primer gol de su equipo) como de echarlo todo a perder sin contemplación alguna (sorpresa...). "Zidane" es un documento antropológico que nos habla del fútbol, pero más del hombre y su época. Es, con todas las de la ley, un retrato del siglo 21.

Calificación meramente orientativa: 7 puntos.

7° Punk's Not Dead / Susan Dynner - BAFICI (Vista en Hoyts Abasto , Lunes 9/04)

¡Claro que el punk no está muerto! Es este quizás el único mensaje claro que deja este documental. Por lo demás, solo plantea el principio de cuestiones varias que terminarán de resolverse, o no, en la charla post-película, tomando un café por ahí o directamente en el colectivo de vuelta a casa. El punto de partida es lo contrario de algo como "Radiant City"; la directora se pregunta por el punk y sale cámara en mano dispuesta a encontrar lo que sea, y llevarlo a la pantalla. Por supuesto, encuentra varias cosas. Sobre todo, nuevos interrogantes.

Lo cierto es que "Punk's Not Dead" no necesita bajar línea para tener sentido y ser entretenido a la vez. Cada uno de los entrevistados (y hay muchos, muuuchos) tendrá una visión diferente; polemizarán entre ellos, referirán sus experiencias personales y fundamentalmente girarán en torno a la pregunta clave: ¿Qué significa ser punk? A partir de ella, la directora va hilvanando una reflexión fascinante que casi no deja aspecto sin cubrir: el punk actual vs. la vieja guardia; el punk vs. el gran mercado; punk vs. otros tipos de música; el punk como secta; el punk como un estilo de vida; el punk como una filosofía de "hazlo tu mismo"; punk y permanencia en el tiempo; punk y revolución... y sigue una larga lista de etcéteras. Pareciera demasiada tela para cortar, pero la película fluye casi sin costuras; las temáticas se van encadenando en una relación lógica y nunca se expanden más allá de un par de palabras iniciales que tan solo ponen "el problema sobre la mesa", y después se verá.

A mi gusto, el mayor hallazgo del film está en la semblanza de ciertas bandas inglesas de 1977, principalmente UK Subs y The Adicts, que ¡siguen tocando al día de hoy! Ver cómo una patota de viejos derruidos, que seguramente llegan a fin de mes sin un mango partido al medio, arman sus contorsiones maníacas sobre un escenario mientras un grupúsculo de chicas jóvenes se tiran besarlos, constrituye una verdadera inmersión en OTRO mundo. Casi sin proponérselo, "Punk's Not Dead" nos va conduciendo hacia una reflexión sobre la urgencia omnipresente de escapar a las estructuras de la vida moderna, y también sobre la búsqueda infinita, desorientada, tentativa, que semejante empresa parece implicar.

Calificación meramente orientativa: 8 puntos.

6° Monterey Pop / Don Pennebaker - BAFICI (Vista en Alianza Francesa, Viernes 13/04)

La dificultad de revisar una película como "Monterey Pop" radica en que un 90% del disfrute que genera se debe a la performance de los músicos, en la cual el director no corta ni pincha. Claro que hay que reconocerle a Pennebaker el mérito de estar en el lugar justo en el momento correcto (además de un puñado de aciertos en la filmación y edición, lógico), pero si por algo esta película destila excelencia, es por la que saben brindar las bandas que participaron del festival. Si fuera por la música, y solamente por la música, no cabría otra que darle diez puntos y ya. Pero no: me vestiré aquí con mi mejor traje de hincha-pelotas y procederé a dictar juicios.

Antes mencionaba aciertos. Hay uno mayúsculo: cerrar con la presentación de Ravi Shankar. En los papeles no me entusiasmaba la idea; pensaba que, pudiendo optar por tantos otros grosos, terminar con una raga exótica iba a ser anticlimático. Nada que ver, che. Se llame como se llame lo que toca el hindú, suena tremendo. La sensación de "el mundo se detiene y escucha" que se respira durante esta nerviosa performance es trascendental; uno nunca sabe cuánto va a terminar el asunto y eso eleva la tensión hasta niveles casi insoportables. Después de tal momentum, seguir con algo más - así sea el Cerdito Porky tocando el laúd - simplemente no iba a funcionar.

En contraste, me chocó que se incluyeran tan solo los cierres de dos titanes en el ring como son The Who y Hendrix. No hay ninguna anticipación; van directo al grand-finale de nada, de algo que no vemos. The Who rompe todo en una brevísima "My Generation" y Hendrix se manda su infame coito con guitarra en "Wild Thing". Y listo. Sin nada que nos vaya preparando para semejantes bombas, acaba siendo una eyaculación precoz; termina todo muy rápido y pierde gran parte del impacto histórico que dichas actuaciones tuvieron. No es tan larga la película; se podrían haber incluido un par más de canciones de cada uno sin ningún problema. Mucho más cuando después de Hendrix se vuelve a The Mamas And The Papas cantando "Got A Feelin'" cuando los tipos ya habían aparecido mucho antes con otras dos canciones. Todo bien con M&P, pero ¿Después de Hendrix? ¿Hay alguna buena razón? ¿Quizás enfriarnos antes de Ravi Shankar? ¿O solamente aguarnos la fiesta?

Pero qué me importa. Porque lo que hace Janis Joplin con "Ball And Chain" no tiene nombre ni en este mundo ni en ningún otro. Arranca con Big Brother & The Holding Company promediando el film y te deja tragando saliva, resoplando para encontrar aire, con la cabeza hecha polvo. La tipa estaba poseída y no es chiste. Uno intuye, en ese momento, que todo lo que venga después como que da lo mismo. Salvando a Ravi Shankar, honestamente, la intuición no se aleja de la verdad final.

Calificación meramente orientativa: 8 puntos.

5° Still Life / Jia Zhang-ke - BAFICI (Vista en Atlas Santa Fe, Jueves 12/04)

Jia Zhang-ke narra dos historias. Un hombre y una mujer sin relación entre sí confluyen en Fengjie (China) tratando de localizar a algún pariente perdido desde hace tiempo y al primer golpe de vista son sus búsquedas inciertas las van llenando azarosamente el entramado de la película. No obstante, el espectador pronto empieza a comprender que el verdadero protagonista está por fuera: la construcción de la faraónica Represa de las Tres Gargantas, símbolo de la modernización China y el proyecto de este tipo más grande del mundo. Poco a poco nuestros personajes se nos van relatando como anécdotas; almas perdidas entre otras millones que trazan su insignificancia en la grandeza del paisaje, entre ruinas de viejos edificios demolidos al atardecer, en cuyo reemplazo surgen descomunales moles tecnológicas y futuristas puentes iluminados.

El embalse es, al final, un monstruo ubicuo que todo lo atraviesa. Aguas y montañas. Entre ellas, ultimátums del gobierno para evacuaciones de gente, marcas que en las paredes indican los futuros niveles de agua, barrios enteros que ya están sumergidos, y personas simples que van dejando atrás sus cosas de toda la vida, para empezar de nuevo en alguna acomodación transitoria. Más que dos historias, "Still Life" es una singular, y bellísima, pintura impresionista sobre los cambios sociales que está atravesando China gracias a su vertiginosa transformación en potencia mundial. Personas de otras épocas se pierden de golpe y sin querer en un mundo que les es extraño. Una pérdida que no habla de rebeliones ni gestos de histeria, sino de una resignación inquietante por momentos, pero eventualmente plena de humanidad: las cosas son así; el mundo te pasa por encima y es poco lo que se puede hacer, salvo bajar ringtones de celular y divertirse con eso (en China también, se ve, con las mismas bobadas: eso es globalización en su máxima expresión).

La película es lenta, quizás hasta cliché en el recurso de utilizar largas secuencias donde no pasa nada como recurso "poético"; no obstante las imágenes más absorbentes son aquellas que no persiguen ningún tipo de suspenso narrativo. Diálogos triviales, conciertos de música pop que aparecen sin razón aparente, y una pareja que ya no se ama bailando en medio de las obras para el dique. Jia Zhang-ke, en una búsqueda análoga a la de sus personajes, se las ingenia para que las imágenes siempre acaben diciendo algo más, y que terminen a veces con lo inesperado. En estas pequeñas sorpresas, en esa sinergía visual, y en esa narración en la que convergen estética y documento, radica la riqueza del film, uno de los mejores que ví en el festival.

Calificación meramente orientativa: 8 puntos.

4° Factotum / Bent Hamer - BAFICI (Vista en Atlas Gral. Paz, Miércoles 04/04)

"Factotum", o uno que performs many jobs. Eso mismo hace el escritor Henry Chenasky; va por la vida aceptando los más triviales empleos (picar hielo, meter zapatos en cajas) y gastado su sueldo en alcohol, mientras intenta (en vano) que la única editorial a la que respeta le publique sus escritos. Interpretado catedráticamente por Matt Dillon, el Chenasky de Bukowski parece tosco y repulsivo de entrada pero a medida que avanza la trama, va cayendo simpático. ¿Será que sintonizo con esa visión de mundo cínica, improductiva, pero a la vez brutalmente honesta?, ¿Por esa indolencia de autodestrucción, ese "me da todo lo mismo", detrás de la cual se esconde la quemante pasión de las letras? Chenasky, una suerte de fracasado cool, parece rechazar sistemáticamente al mundo, pero cada tanto muestra la hilacha y se pregunta, a la vez, cómo es que el mundo lo rechaza a él.

El alcohol es su válvula de escape. Apropiadamente, la película nos sumerge en una atmósfera de borrachera vaporosa y corporal, en la que no hay un encadenamiento climático de sucesos sino que éstos se van cruzando como encuentros con la vida. Un día es esto; al día siguiente lo otro. Un día Chenasky gana fortunas con los caballos y al día siguiente está quebrado; un día sale en yate con un playboy millonario compositor de óperas, y al día siguiente ya no vuelve a saber nada más de él ni de sus groupies. Podría haber pasado cualquier otra cosa, pero pasó eso. Todo tiene sentido porque en el fondo nada lo tiene. Nada para Chenasky tiene sentido; salvo escribir y emborracharse. La película sigue deleitando hasta el final en medio de una trama errante: ese es posiblemente su mayor mérito.

Ayudan mucho las actuaciones: la escena en el hotel en la que Chenasky se reencuentra con su ex-amante Jan es así de vívida, tan real como salir del cine y volverse en colectivo. La poesía de las palabras que cada tanto escribe el protagonista se fusiona de manera brillante con el humor más caústico (memorable el episodio de las ladillas) y aún en una situación que a todas luces es dramática, la película dista muchísimo de ser cruel. Comprendemos que Chenasky va triunfando en la titánica tarea de construirse un mundo propio, revulsivo y a la vez sustituto, en donde el sufrimiento se sublima en creatividad, permitiendo la supervivencia. Como recuerdo al final, mientras una bailarina en la semipenumbra se desnuda sólo para él: quizás haya que pasar por todas y cada una, pero cuando llegues, ahí se verá que no hay nada igual. Quién sabe. A lo mejor Chenasky tiene la posta.

Calificación meramente orientativa: 8 puntos.

3° Woman On The Beach / Hong Sang-soo - BAFICI (Vista en Atlas Santa Fé, Sábado 14/04)

"Haebyonui yoin" (lo escribo en coreano porque soy un cosmopólita bárbaro) es una película mundana. Bien mundana, pero más en el sentido positivo del término, si es que se puede hablar de tal cosa. Conservadora, aburguesada en su estética y sin grandes ambiciones narrativas, su sencillez aparente es tal que uno se siente tentado a encasillarla ipso facto como un bonito entretenimiento inconducente, sin un peso específico que amerite algún tipo de debate póstumo. Y aún así, por algún motivo, mientras estuve sentado en la butaca el disfrute fue incomparable.

Por algún motivo. Y el motivo, se me ocurre, es que al descartar cualquier artificio de grandilocuencia visual o heterodoxia artística (exceptuando el uso del zoom, que tiene un papel más narrativo que estético), Hong Sang-soo digita con maestría la ilusión de que es la vida misma, y nada más, la que avanza naturalmente, sin filtros, a través de la pantalla. Un director de cine, su guionista y la novia de este último viajan a un balneario para terminar de escribir un guión que se resiste a salir. Y basta. A Sang-soo no hace falta más que un trivial triángulo amoroso (bah, en realidad son dos triángulos, pero lo mismo da) para justificar dos horas de película que, además, pasan bastante rápido.

Lo que sorprende, y mucho, de "Woman On The Beach" es cómo un país tan remoto como Corea del Sur, poblado de personajes hablando en una lengua imposible, se nos termina recreando como un mundo totalmente familiar, que podría estar pasando a la vuelta de la esquina con nosotros de protagonistas. El coqueteo, el misterio sexual, el romance son lenguajes universales, y esta película lo comprende con perfección; el paseo nocturno del Director Kim con Mun-suk en la playa es un homenaje a las palabras que tropiezan con torpeza y alegría cuando nos enamoramos de golpe. La espontaneidad de los diálogos es maravilosa, y el humor que atraviesa la película (sobre todo la primera parte) no es del sketch forzado del cómico profesional, sino el de las bromas que cualquiera de nosotros hace en cualquier día normal de su vida. Quizás por eso sea una película mundana; porque es una película de y sobre este mundo, que parece ser igual Argentina y en Corea del Sur. El mundo de lo que nos pasa todos los días, a veces sin que nos demos cuenta, hasta que lo vemos en películas como "Woman On The Beach".

Calificación meramente orientativa: 8 puntos.

2° Daft Punk's Electroma / Tomas Bangalter & Guy-Manuel De Homem-Christo - MAR DEL PLATA (Vista en Cinema 2 Los Gallegos, Martes 13/03)

"Electroma" es una de esas películas que la tecnocracia de las palabras no aspira a nombrar. ¿Qué se puede decir sobre dos robots que, sin emitir fonema en hora y cuarto de film, vagan por el desierto en busca de algo que ni siquiera está muy claro qué es? ¿Qué se puede decir sin caer en la frivolidad? A ver, por algo es muda la película: el idioma es inoperante, no queda mucho para comentar por fuera de la experiencia misma de sentarse ahí en la oscuridad de la sala y ver. Y escuchar. Porque si hay una premisa que caracteriza a "Electroma" (y a la sección del festival en la que se incluyó) es que el soundtrack, esta vez, es tan relevante como la imagen, a tal punto de que casi son la misma cosa, la misma materialidad expresiva, inseparables una de la otra.

Ahí hay un concepto interesante para empezar. Lo cual no garantiza que sólo por eso valga la pena el trance. Más de un espectador, segurísimo, se habrá pegado el embole de su existencia con las "aventuras" de héroe 1 y héroe 2 (ni nombre tienen los pobres); y pongo comillas porque ni siquiera hay mucha aventura. Tan solo un road-trip errante cuyo final, al igual que su comienzo, no tiene historia. De dónde vienen nuestros robots. Nadie lo sabe. A dónde van. Alguien dirá que quieren convertirse en humanos, que esa es su búsqueda, y está bien. ¿Pero entonces "Electroma" es una metáfora de la automatización del hombre-máquina moderno? ¿Una crítica a la alienación post-industrial? ¿Una alegoría sobre la eterna búsqueda del hombre por la esencia de su vida?

Cualquiera de esas hipótesis parece razonable, pero en realidad mi sensación es que "Electroma" no tanto es una película para el cerebro como sí lo es para los sentidos. Podemos intentar pensarla, pero más nos conviene vivirla. No importa tanto concentrarse en anticipar la trama (uy, y ahora qué pasará), sino dejarnos atravesar por cada uno de los detalles del momento. Y esto es porque sensorialmente es una película superlativa. Desde esos muros rocosos del principio, donde acaso haya rostros humanos ocultos, hasta el hipnotizante cuadro final, las imágenes, tanto visuales como sonoras, consituyen un genuino tratado estético. Su preciosismo ofrece cientos de cuadros elegíacos; ¿Quién hubiera imaginado la belleza de un robot explotando en astillas? ¿O la insoportable tensión de unos tubos fluorescentes que no dejan de relampaguear? ¿O el melodrama de una agónica cuenta regresiva? Y la cúspide: la escena en la que uno de los robots se saca el casco y lo rompe en pedazos contra el piso es uno de los instantes más magnéticos, líricos y palpitantes que he visto en una pantalla de cine. La música, por si hiciera falta aclararlo, es excelente; no hay nada de la onda discotequera Daft Punk, sino una selección que incluye temas de grosos como Brian Eno, Curtis Mayfield, Joseph Haydn y un doliente "Miserere" de Gregorio Allegri.

Pero la mayor genialidad que quiero retomar del film es su estremecedora paradoja: nunca nos parecen más irremediablemente humanos los robots que ante el evidente fracaso de convertirse en tales. No es en los rasgos faciales de esas efímeras, caricaturescas máscaras que acarician su objetivo, sino en esa lenta desesperación final, vulnerable y solitaria. Humana. Acaso en su derrota haya finalmente una incuestionable victoria.

Calificación meramente orientativa: 8 puntos.

1° Don't Look Back / Don Pennebaker - BAFICI (Vista en Alianza Francesa, Viernes 13/04)

Que nadie se tiente a pensar que sólo porque me gusta Bob Dylan ubico a "Don't Look Back" en el escalón más alto del podio. El Sr. Zimmerman tiene SU papel, de la misma manera que un actor fetiche siempre ayuda a que una película guste más allá de cualquier otra vicisitud. Pero esta ópera documental de Pennebaker funciona y sorprende en tantos otros niveles que supera con creces el círculo cerrado de los "fans" del cantautor yanki, además de aportar un sinúmero de sensaciones que no pueden explicarse exclusivamente a partir de su presencia.

Obviamente influye, y cuánto, que sea Dylan y no otra persona el objetivo del documental. Su personalidad excéntrica, electrizante, imponente, subyuga inevitablemente todas las miradas, incluida la de la cámara. En 1965, además, en pleno tour británico, el músico acababa de conocer el cénit de su brillantez. El monstruoso "Bringing It All Back Home" sonaba recién publicadito, y la legendaria actuación plugged en el festival folk de Newport estaba en vísperas. Aún así, el director se lleva los aplausos: es prácticamente impensable que con una premisa tan sencilla como seguir a Dylan tras bastidores con una cámara (cosa tan cliché hoy en día; en 1965 esto era cine experimental con todas las letras) se pudiera lograr una cinta que no solo es reveladora en tanto documento histórico sino que además cautiva narrativamente, hasta el punto de que ni guionada podría haber salido mejor.

La perfecta semblanza de este Dylan recorre un arco contradictorio y lleno de misterio. Hasta el más superfluo gesto produce sentido y ninguna escena, de las tantas que se muestran, tiene el más mínimo desperdicio. Las situaciones son íntimas, y la vez parecieran contar la historia grande de su época. Y quién es Dylan. ¿Genio admirable, ser despreciable, o ambas cosas a la vez? No queda claro si el encuentro con Donovan (cuya supuesta competencia con Bob atraviesa el film como un efectivo leit-motiv) es amable o entraña una chispa de duelo malintencionado. No queda claro si el enojo de Dylan con Alan Price por haber arrojado un vaso por la ventana es una parodia para la gilada o un imparable brote de histeria. No queda claro si durante el ríspido diálogo con el periodista de Time Dylan es un sabio rebelde o un llorón sin argumentos. No queda claro tampoco si el brusco intercambio con el estudiante de ciencias es una muestra de inteligencia o la más miserable soberbia. Lo que sí queda claro es que estas ambiguedades le dan a cada imagen, cada escena, cada situación, un filo de tensión extraordinario, fascinante, contrastante con el tedio infinito que suelen producir la mayoría de los "Behind The Scenes" que vemos hoy.

"Don't Look Back" es el retrato de un artista pero, sobre todo, de un hombre. Como tal, aparecen condensadas en su figura todo lo bueno, lo malo y lo que, en realidad, nunca se puede terminar de juzgar en una persona. Cabe preguntarse cuán honesta es la imagen de un Dylan que sabe que la cámara está ahí, o si acaso se había olvidado de ella lo suficiente como para relajar su pose artística y revelar el núcleo de su forma de ser. De todas formas no importa, ya que aún si estuviera actuando, el tipo no deja de mostrarse a sí mismo, desde la paralizante indiferencia que prodiga a Joan Baez (hasta que ésta desaparece por una puerta de hotel para no ya no volver) hasta las dificultades que encuentra al ser encasillado por la prensa como alguien que no tiene ningún interés en ser (pero que un poco, inevitablemente, es) Además ¿Acaso no tiene algo de "actuar" lo que hacemos cuando salimos por la vida y nos presentamos ante los demás?

Calificación meramente orientativa: 9 puntos.

POSTDATA

.- El institucional que rezaba "Si no es para vos, no es para vos" fue malinterpretado por muchos. Me pareció claro que no se estaba refiriendo a que el festival "no es para vos" (lo cual sería un elitismo sin demasiada explicación desde el punto de vista publicitario) sino que hacía referencia a la situación tan común en los festivales, y tan saludable por qué no, de clavarse un bodrio por meterse en la sala a ciegas y que, para colmo, los demás salgan de la sala opinando qué maravillosa que estuvo la peli. Situación que, seguramente, al día siguiente se invierte totalmente. Es una referencia a la variedad, al pluralismo, a la ensalada incoherente de propuestas que suelen tener los festivales, en cuyo contexto las chances de ver una genialidad que a otros le pareció una bosta son equivalentes a las de ver cualquier bosta que a otros le pareció una genialidad. Y está muy bien que así sea. No tiene sentido que en un festival con 400 películas de todos los colores y tamaños no haya NADA "para vos". Salvo que seas Carlitos Tévez o algo así, pero en ese caso, parece claro que el institucional no está dirigido a él, sino, justamente, a quienes están dentro de la sala. Que por algo están ahí ¿No?